miércoles, 7 de diciembre de 2022

"El Día de la Constitución en la cervecería Santa Bárbara".

Este lugar es especial para mí. A unos metros estudié la carrera de Económicas, en el Cunef. En aquella misma calle había un bar con un futbolín donde a veces jugaba con mis amigos. Unas calles más arriba estaban los cines de Fuencarral, donde solía ir al acabar cada examen. La mirada de Justo se dirige hacia el quiosco de libros que he conocido toda la vida en medio de la plaza. Y encima de la mesa tiene "Los milagros de nuestra señora", de Gonzalo de Berceo, del siglo XIII. Son 25 milagros de María, escritos en castellano, en una etapa tardía de la vida de Berceo, usando como fuente colecciones de milagros marianos en latín que circulaban en aquel siglo. Berceo es el primer escritor en castellano que sitúa su nombre en la obra y usa la cuaderna vía. Detrás de él se encuentran enmarcados unos párrafos de "La Primera República", el título de la cuarta novela de la serie final de los "Episodios Nacionales" de Galdós, escrita entre febrero y abril de 1911, en Madrid, donde se cita a la cervecería. La empresa fabrica cerveza desde el año 1815. También me gustaba mucho su local de Goya esquina con Alcalá, pero cerró hace unos años. En este lugar estuve por última vez con mi amiga de Zaragoza Ana María Navales, con la que tanto hablé de literatura (por ejemplo de mi novela "Entrevías mon amour", hasta el punto de que estuve a punto de hacer mi tesis sobre su obra, aunque al final lo hice de Murakami. Sus cuentos sobre el mundo de Bloomsbury y Virginia Woolf es de lo mejor que he leído en la literatura española del siglo XX.
 
La edición del libro de Berceo que tiene mi hijo sobre la mesa es de Cátedra. Recuerdo una vieja, muy subrayada, que andaba por casa y era de mi hermano. A mi hermano le debo que me acercara a la música de rock, mezclada con sinfónica y medieval, de Jethro Tull. Estuve paseando por la calle Pelayo, donde presenté una novela a Reyes García-Doncel hace poco, me detuve a mirar en un escapate la ropa de la catalana Lurdes Bergada (en su día tuve una época en la que solo me ponía ropa de ella, básicamente geométrica, negra y gris). Y en cierto momento me vino a la cabeza un disco del grupo británico. Ahora lo escucho mientras me tomo el primer café antes de irme a dar clase. 
 
Cuando jugaba al futbolín siempre perdía, pero nunca he perdido cuando he jugado a la vida. La vida es algo así como "A passion play":
 

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