viernes, 31 de marzo de 2023

"Estudiar es el camino más recto para ser libre".

Me paso la vida animando a todo el que me quiere escuchar a que lea, estudie, escriba, piense, razone, se haga preguntas, a pesar de que nunca se encuentren respuestas. Ayer, casi de noche, algunos de mis alumnos se sorprendieron al decirles que eran intelectuales o, al menos, aprendices de intelectuales y que su trabajo, más que en memorizar textos o fórmulas matemáticas, consiste en pensarlo y discutirlo todo, empezando por las "verdades" oficiales de los que siempre se creen en posesión de la verdad. 
 
El 14 de este mes de marzo que se termina hoy con un tiempo tan agradable mi amiga alicantina Gabriela Amorós Seller, poeta, pintora y abogada, leyó en la Universidad de Murcia una tesis doctoral con el título "Paleoarte y naturaleza: análisis historiográfico del paisaje neandertal", dirigida por los profesores Ignacio Martín Lerma, Juan Manuel Jiménez Arenas y José Carrión García. Su estudio se inicia con la visión conceptual y metodológica del "Paleoarte" y el cambio de la visión en imágenes del Neandertal y su paisaje a lo largo de la historia. Y habla del Paleoarte como arte público, así como de su historia, metodología, herramientas, problemática y fuentes. Aborda el paradigma de "Naturaleza y Paisaje" y su relación con la cultura, la Historia, la Geografía y la Historia del Arte con el fin de ensamblar al "Paleoarte" con el "Paleopaisaje". En la segunda parte de la tesis, se revisa la idea de Neandertal y de su paisaje según los materiales iconográficos y los consecuentes resultados paleoantropológicos y paleobotánicos, atendiendo a las derivaciones y cambios que ha experimentado a lo largo de la ciencia, y según los registros fósiles y balances de cada período de expresión iconográfica".
 
Como digo siempre a mi hijo y a mis alumnos, estudiar es el camino más recto para ser libre. Algo que espiritualmente también se logra escuchando una música como esta, que saboreo mientras bebo el primer café. Chopin es lo que tiene, en Polonia, París o Mallorca, me digo y Valldemosa viene a mi memoria:
 

jueves, 30 de marzo de 2023

"Postales de la vida".

El otro día el escritor canario Eduardo García Benítez me envió esta fotografía desde la playa de Las Canteras en Las Palmas de Gran Canaria. No nos conocemos personalmente, y me dijo: "Muy buen acompañamiento para una estupenda tarde de playa. Es un libro fabuloso, se ajusta a la perfección a todo lo que he leído sobre él. Enhorabuena".
 
Después de darle las gracias me puse a pensar en la gran cantidad de veces en las que he estado paseando por la arena de esa playa. Mi padre fue la primera persona que me habló de ella de pequeño, así como del Puerto de la Luz (son esos fogonazos de la niñez que quedan impresos en la mente, como las primeras páginas de ciertos libros o películas que se quedan ahí, latentes, dormidos, y aparecen en ocasiones en tu vida sin saber porqué). Estuve cuando Paqui dio clase en el instituto de Teror, y allí jugó mi hijo con el cubo y la pala el año en el que nos quedamos en el hotel Reina Isabel, que daba directamente a la arena, algo que se repitió en las playas del Inglés y Maspolomas. Y también recuerdo las charlas con Lola, una de mis ex alumnas, que era de Gáldar y veraneaba en Sardina del Norte y convertí en personaje de una de mis novelas, y los paseos con mi amigo granadino José Luis Sánchez de la Torre, que me hizo varios retratos en la época en que éramos amigos del director del Museo del Prado, y que se fue a vivir a Las Palmas, a un ático al lado del Corte Inglés, tras hacerlo en el Parque de Berlín de Madrid, cerca del Auditorio de Música. La última vez que estuve en el interior de esa foto fue comiendo en un restaurante del final de las Canteras con Ana Sharife, la periodista canaria que me entrevistó sobre mis novelas.
 
Ahora me tomo un café escuchando la Primera de Mahler, la última obra que escuché con José Luis en el Auditorio de Madrid cuando estuvieron a punto de caerse las paredes del edificio con aquellos metales de Mahler, con su apasionado y melancólico timbre. José Luis me dejó hace tiempo, pero me acuerdo mucho de él y de las aventuras que pasamos juntos. Él hacía dibujos de todo lo que caía en sus manos y yo lo contaba por escrito. Algunas de las páginas de mis libros surgieron así.
 
Son los fogonazos, las postales de la vida:
 

miércoles, 29 de marzo de 2023

"En busca de la trascendencia".

Ayer un arlequín se paseó por la tarde por el barrio de Argüelles del centro de Madrid. Y me dictó este texto que titulé "La voz suave de los delfines": 
 
"En mi mente a veces aparece el arlequín, al ritmo de la música de Schumann, y creo que al poeta y sacerdote de Zaragoza Fernando Vallejo Ágreda le sucede lo mismo. El arlequín lo observa todo, lo escribe y lo lee todo. Puede ser en Zaragoza o en Madrid, siempre en busca del mar, como sucede en este libro nada más abrir sus páginas. Las imágenes oníricas se mezclan con el mundo cotidiano de la "voz poética", dibujan horóscopos mientras mueren los tranvías. Las metáforas nos hablan del poeta en primera persona, pero también en nombre de los demás, como si fueran heterónimos y Sibilas escuchando la voz suave de los delfines. No es cuestión de conceptos, como podría haber dicho Saussure, sino más bien la expresión de un conjunto de intuiciones. Existen tantas vidas y emociones que recordar cuando nada es definitivo, tantos sentimientos confundidos, tantos unicornios sin nombre. Lo inefable se adhiere a la estructura de unos poemas que hablan de la vida, de lo más natural, pero también de lo surrealista, casi de la mano de Rimbaud y Gil de Biedma, cuando el viajero es carnal y rosa, como nos podría decir Umbral o la voz poética de este libro maravillosamente escrito. Por supuesto, existe una relación de signos, pero, como diría Bousoño, la lengua no sirve como tal en un poema, sino que es modificada por el poeta, por el arlequín para permitirme recordar la “noche oscura del alma” mientras lo leo. No vale únicamente con el ritmo o el metro, sino que tiene que emerger lo espiritual. Es entonces cuando el poeta nos contagia con su profunda visión de la vida. Es la "simbolización sensitiva", esa "caída matinal del cielo al mundo", en expresión de Juan Ramón Jiménez, porque “no sé dónde termino yo y comienzas tú en mi pecho”, algo así como la “inmensa inmensidad en la que habito”. En el caso de Vallejo es cuestión de escribir aquello de que quien “busca la belleza, encuentra la verdad”, el platónico lema de una de las escuelas de arquitectura inglesas. Y así se puede amar tanto en el mes de enero como en el de julio, ya que en cualquier momento pueden sangrar las rosas para el poeta cuando la vida es otra vez. Y entre personificaciones y metáforas que actúan como metonimias y a la inversa vamos pasando las páginas convencidos de que leer poesía tiene un carácter salvífico, sanador, en el sentido más noble de la palabra, viajando de la morada interior a la exterior y regresando de nuevo al útero materno. El poeta ama y escribe, y tiene tiempo para el “Ordo Amoris” de San Agustín.
 
"Tras leer dos veces este libro de poemas de Fernando Vallejo he comprendido que las cosas y los acontecimientos no solo “son”, sino que tienen “origen” y “trascendencia” y, en la belleza con razón de necesidad, la poesía es un medio de tocar la libertad y el sentido último de la vida".
 
Rubinstein tocaba esta música:
 
Ayer estuve muy a gusto junto al "sacerdote poeta" de Zaragoza Fernando Vallejo Ágreda, que vino a Madrid para presentar en Casa Manolo, junto a los arcos de la Moncloa, en Princesa, su undécimo libro de poemas, "La cinta amarilla", editado con belleza por Antonio Benicio Huerga en Los Libros de Mississippi y un dibujo de portada de Pessoa por parte de Federico Contín. De alguna forma el libro de Fernando Vallejo lo recorren Fernando Pessoa y sus heterónimos, y estos también nos acompañaron gracias a los profundos textos que nos leyeron Almudena Mestre y María José Muñoz Spínola. Y estuve muy a gusto junto a mis amigos que me rodeaban, Peter Redwhite, Cristina Fernández, Antonio Banús, Aurora da Cruz (que leyó con su pasión y delicadeza acostumbradas un poema), Susana Fraile, las dos Cármenes, Carmen Sogo, Begoña García, Oskar Rodrigáñez, Pilar S. Tarduchy, Concha Galán y otros amigos como José María Herranz, director de la editorial Poeta de Cabra que luego dio lugar a la editorial de Antonio Benicio. Ya iré hablando de estas nuevas incorporaciones.
 
Ahora me tomo un café y el arlequín me dice que la vida también puede ser espiritual y trascendente, como nos dijo Fernando desde su amor a Jesucristo y desde su amor a la palabra, a la literatura, a la belleza.
 
A la Verdad.
 




 

martes, 28 de marzo de 2023

"Kodama y mi novela Las mentiras inexactas".

La escritora María Kodama, viuda de Borges, murió el domingo tras compartir una parte de su vida con uno de los mayores escritores en castellano del siglo pasado. En 2012 la convertí en personaje de ficción. En la página 218 de "Las mentiras inexactas" apareció en la librería de la Plaza Santa Ana, que es el lugar donde transcurre la mayor parte de la historia, lo mismo que las mujeres de Saramago y Alberti. Uno de los leitmotiv de la novela es si una mujer mayor se puede enamorar de un joven y a la inversa: "La mujer abrió la puerta de la librería, y Daniel se apresuró a decirles que se había encontrado con María Kodama en el aeropuerto y le había invitado a pasarse por allí. Habían compartido el taxi hasta la plaza, pues ella se alojaba en el hotel. El pelo de María era inconfundible, así como su mezcla de rasgos japoneses y alemanes, y la abundancia de anillos de plata en las manos. Nora observó cierta complicidad en la sonrisa de Sergio, como si recordara su conferencia del Aula Magna. Sólo faltaban Beatriz Talaván, Alba Martínez, Erea Gómez, Beatriz Malanda y el propio Amorós para llevarle la contraria. La mitología creada en torno al escritor argentino hacía pensar en un hombre que nunca abandonaba su torre de marfil, pero no era cierto. Desde sus primeros amores de juventud hasta la consagración definitiva al lado de Kodama, Borges conoció a muchas mujeres, aunque sólo una le dejó una huella imborrable. Borges admiraba a los Beatles, los Rolling y Pink Floyd, dijo María Kodama en cierto momento con voz cansada; también le gustaban el blues, la milonga, los espirituales negros y los tangos antiguos. Lo más curioso es que se pasaba buena parte del día en silencio, encerrado en sí mismo. Una de sus ocupaciones favoritas era pensar, lo que no le impedía sacar tiempo para maravillarse y reírse con cualquier tontería. Nunca olvidaría su encuentro con Cortázar en el Museo del Prado. Se quitaron la palabra continuamente, como dos críos que quisieran llevar siempre la razón.
 
Nora dejó sonar el móvil varios segundos, pero la viuda de Borges seguía hablando (lo último que escuchó es que había venido a Madrid para preparar la celebración del “año Borges” y que estaba tan emocionada como cuando vivía con él) y decidió salir fuera para responder a Amorós.
(...)
 
Iba a cerrar la puerta cuando dos mujeres maduras le preguntaron si podían pasar. Nora les abrió la puerta por completo. Eran las viudas de otros dos escritores célebres, Pilar del Río y Asunción Mateo, y nada más verlas María Kodama se les acercó con muestras de alegría. Daniel hizo lo mismo, y luego se dirigió a su escritorio, abrió un cajón y sacó las primeras ediciones de unas obras de Saramago, Borges y Alberti. Los tres habían pasado buenos ratos entre aquellas paredes bebiéndose su mejor vino.
 
Siempre defendieron los derechos humanos…, aseguró Pilar del Río observando el libro de su marido.
 
Pilar era una mujer hermosa, y se expresaba con una dicción perfecta. En su mirada había cierta tristeza.
 
Vivieron épocas diferentes, pero demostraron la misma integridad moral, añadió Asunción Mateo con una sonrisa aniñada. Yo trabajaba como profesora en un instituto y conocí a Alberti en un homenaje a Machado. No tardé en comprobar que era fácil enamorarse de él, y no sólo por su impresionante presencia.
 
Pilar le dio la razón; a ella le había ocurrido lo mismo con su marido".
("Las mentiras inexactas", 2012, Editorial Izana, pp. 218-223).
...................
 
Esta mañana tan agradable puede ser un buen momento para volver a escuchar la banda sonora de la novela, que le debo a mi hermano, ya que a también Borges le gustaba el rock:
 

lunes, 27 de marzo de 2023

"La cinta amarilla", el último libro del poeta y sacerdote de Zaragoza Fernando Vallejo Ágreda en la tertulia de mañana.

Fernando ya ha presentado otro libro en mi tertulia y mañana, a las 18.30 h., vendrá de nuevo a Madrid, ahora a Casa Manolo, Princesa 83, con su último libro publicado por Los libros del Mississippi y el editor y tertuliano Antonio Benicio Huerga. Y he tenido el placer de escribir el prólogo, del que hablaré en la tertulia y para el que, entre otras muchas cosas, me inspiré en algunas ideas sobre arquitectura y pintura de nuestra tertuliana María José Muñoz Spínola. Fernando anunció esta presentación hace varios días en sus redes sociales con estas dos fotografías; en la primera se le ve con el libro en la mano. 
 
Estos son dos poemas del libro:
 
DIBUJANDO HORÓSCOPOS 
 
"Querido mío,
el tiempo
besa los pies
de los muertos. 
 
Es terrible el insomnio
cuando
tienes que andar todo el día
de lado a lado.
 
Es prolongar esa vela
que no cesa
dibujando horóscopos en el aire traslucido
de la habitación de un hotel. 
 
Ya no conozco
a la mayoría de ellos. Son otros.
Son cuerpos inéditos
que buscan
el rescoldo de un alma humana. 
 
La vida
es un poema que se abre y se cierra
todos los días. 
 
Deseo
el ayuno verbal
y besar tus labios en la alameda
confidencial
de una lámpara.
Por la mañana me pregunto
cuándo somos nosotros y si todo se reduce al mejor de los mundos imposibles. 
 
Me duele
cada ausencia
que no llego a recordar. 
 
Sigo buscando el mar".
...............
 
YA NO BESARÉ LOS LABIOS DE DINAMARCA 
 
"No tengo ganas de viajar. 
 
No es posible declararse hombre. No puedes decir lo que no piensas. 
 
La triste tierra
oscurecida
brota en una lágrima. Imperceptible. 
 
Querido Eurípides,
la confianza es un instante. El resto es oscuridad.
Siempre me quedará Villa favorita. 
 
La babelidad descoyuntada. 
 
Tengo la lengua seca de burbujas en alquitrán.
Rosas de otoño. 
 
Amar
es no amar. Es no sentir ya
la arena
entre las uñas
de los cangrejos. Lo diminuto de la vida. 
 
Me muero
sin conocer a mis padres. La cruz fría de todas las sonrisas noctámbulas. 
 
Ya no besaré los labios de Dinamarca.
Volveré
a estar lejos,
sin avisar. 
 
No pensaré verte. 
 
Me vuelve a visitar el fantasma de los desconfiados. El vacío. 
 
La impúdica
y suave
tercera realidad".
......................
 
Mi sensibilidad me pide a gritos que acompañe el libro con la Misa de Réquiem de Verdi, que, por cierto, va a interpretar en unos días en el Auditorio Nacional de Madrid el coro al que pertenece nuestro tertuliano Eduardo Larrocha:
 

domingo, 26 de marzo de 2023

"Abro la puerta y me meto en la sala 5 de los cines Renoir".

A Paqui y a mí siempre nos ha gustado ir a la sesión de las 16, y el cine francés, las películas de Eric Rohmer y las de Woody Allen que también parecen películas francesas. Son esas películas llenas de "BoBos", de "bohemios burgueses" como nosotros caminando por París, Madrid o Nueva York, por sus calles, parques, cafés, librerías y que, incluso, a veces se dan una vuelta por el campo.
 
"Crónica de un amor efímero" (2022), de Emmanuel Mouret, se ha estrenado este viernes en España. Una madre soltera y un hombre casado se conocen en una fiesta y se vuelven amantes. Empiezan a verse solo como una aventura, sabiendo que esta relación no tiene futuro; aun así cada vez se sorprenden más por su comprensión, su complicidad y el placer de estar juntos. Lo relevante de la película es que las escenas solo reflejan los momentos en que están juntos, y, por supuesto, no dejan de hablar, como sucede en "Annie Hall" y "Manhattan" o casi todo el cine de Rohmer. Obviamente, es un cine para adultos e inteligente. Mouret desarrolla la película a través de la palabra, con elaborados diálogos en los que se desgrana la teoría y la práctica del amor, la infidelidad, la pasión y la rutina. En cierto momento Charlotte y Simon se meten en el cine para ver una película de Bergman.
 
Este es el tráiler:
 
Y este es Serge Gainsbourg con "La Javanesa", el leitmotiv de la película:
 

sábado, 25 de marzo de 2023

"THE END".

El otro día acabé con un "The end" el post sobre la tertulia dedicada al cine de Carlos Saura, como en las películas clásicas, y anoche soñé este diálogo:
 
- ¿Te acuerdas de aquel beso? Nos hicieron una foto muy romántica mientras nos besábamos, y ni siquiera nos dimos cuenta.
 
- Me gustaría navegar por el Sena a tu lado, como por el río de la inmortalidad.
 
- Y pasear por las Tullerías después de recorrer las salas del Museo de Orsay.
 
- ¿Para que me vuelva a quedar dormida en una silla verde metálica de aquellas?
 
- Antes de cenar en un restaurante de la Place Vendôme, rodeados de tiendas de joyas, y comer en la Place du Tertre, en Montmartre, rodeados de pintores bohemios.
 
-Tú y yo somos una especie de ser antiguo, mitológico, que se ha separado en dos existencias en el presente.
 
- Tú y yo somos el final de la película o el principio de la eternidad:
 
                                         TO BE CONTINUED
 

 

viernes, 24 de marzo de 2023

"Carpe Diem".

Me has recordado a Edgar Allan Poe recitando uno de sus cuentos, me dijo ayer mi hijo cuando vio el pequeño video que dediqué a mi amiga Remi Pérez Brito (desde este lugar quiero dar las gracias a todos los amigos que escribisteis unos preciosos comentarios). Por la tarde unas alumnas me dijeron que les recordaba a Mr. Keating, el protagonista de "El club de los poetas muertos". Es algo que me han dicho siempre, año tras año, desde que se estrenó la película. Les dije a mis alumnas que no suelo subirme a la mesa, aunque una me dijo que lo hiciera. Ahora me tomo un café y recuerdo la película que dirigió Peter Weir y que tiene como leitmotiv los versos de Walt Whitman y la música de Beethoven. Siendo casi un adolescente, mi amigo Juan Pedro Ortuño me regaló sus "Hojas de hierba", con su "Carpe Diem" de Horacio, de Omar Kayam (que también cité al final del video), así que ahora vuelvo a "cantarme a mí mismo", algo que pido siempre que hagan cada uno de mis alumnos.

 
“Canto a mí mismo” (1855) de Whitman. (Traducción de Borges).
 
"Yo me celebro y yo me canto,
Y todo cuanto es mío también es tuyo,
Porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
 
Indolente y ocioso convido a mi alma,
Me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
 
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres,
Yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo,
Y espero no cesar hasta mi muerte.
 
Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás;
me sirvieron, no las olvido;
Soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos,
Naturaleza sin freno con elemental energía.
 
Creo en ti, mi alma, el otro que soy no se rebajará ante ti,
Y tú no te rebajarás ante él.
 
Tiéndete en el pasto conmigo, desembaraza tu garganta,
No son palabras, ni música, ni versos lo que preciso, ni hábitos, ni discursos ni aun los mejores,
Sólo quiero el arrullo, el susurro de tu voz suave.
 
Recuerdo cómo nos acostamos una mañana transparente de estío,
Cómo apoyaste la cabeza sobre mis caderas y la volviste a mí dulcemente,
Y abriste mi camisa sobre el pecho y hundiste tu lengua hasta tocar mi corazón desnudo,
Y te estiraste hasta tocarme la barba, y luego hasta tocarme los pies.
 
Velozmente se irguieron y me rodearon el conocimiento y la paz que trascienden todas las discusiones de la tierra,
Y desde entonces sé que la mano de Dios ha sido prometida a la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
Y que todos los hombres que han nacido son mis hermanos, y las mujeres mis hermanas y mis amantes,
Y que el sostén de la creación es el amor,
Y que son innumerables las hojas rígidas o que se curvan en los campos,
Y las negras hormigas en las grietas bajo las hojas,
 
Y las mohosas costras del seto, las piedras hacinadas, el saúco, la
candelaria y la cizaña.
Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
Los goces del cielo están conmigo y los tormentos del infierno están conmigo,
Los primeros los injerto y los multiplico en mi ser, los últimos los
traduzco a un nuevo idioma.
 
Soy el poeta de la mujer no menos que el poeta del hombre,
Y digo que es tan grande ser mujer como ser hombre,
Y digo que nada es mayor que ser la madre de los hombres.
Entono el canto de la exaltación o de la soberbia,
Ya estamos hartos de plegarias y de zalanderías,
Muestro que el tamaño no es más que crecimiento.
¿Has dejado atrás a los otros? ¿Eres el presidente?
Es una bagatela, cada uno de los otros te alcanzará y seguirá adelante.
Soy el que camina con la tierra y creciente noche,
Llamo a la tierra y al mar que abraza la noche.
Abrázame, noche de senos desnudos, abrázame, noche magnética y fecunda,
Noche de los vientos del sur, noche de las estrellas grandes y escasas,
Noche serena que me llama, loca y desnuda noche de estío.
 
Sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento,
Tierra de los árboles dormidos y húmedos,
Tierra del sol que ya se ha ido, tierra de las montañas de cumbre nebulosa,
Tierra del cristalino fluir de la luna llena, apenas tocada de azul,
Tierra del brillo y de la sombra manchando la corriente del río,
Tierra del gris límpido de las nubes que resplandecen y se aclaran
para que yo no las vea,
Tierra yacente y extendida, rica tierra de azahares
Sonríe, porque llega tu amante.
 
Pródiga me has dado tu amor, te doy pues mi amor,
Mi apasionado amor indecible.
 
Walt Whitman, un cosmos, de Manhattan el hijo,
Turbulento, carnal, sensual, comiendo, bebiendo, engendrando,
Ni sentimental, ni sintiéndome superior a otros hombres y mujeres,
ni alejado de ellos,
No menos modesto que inmodesto.
 
¡Arrancad los cerrojos de las puertas!
¡Arrancad las puertas de los goznes!
 
El que degrada a otro me degrada,
Y todo lo que se dice o se hace vuelve a mí al fin.
A través de mí surge y surge la voluntad creadora, a través de mí, el
torrente y el índice.
Digo el primordial santo y seña, hago el signo de la democracia,
¡Por Dios! No aceptaré nada que no sea ofrecido a los demás
en iguales condiciones.
 
Muchas voces largo tiempo calladas brotan de mí,
Voces de las interminables generaciones de prisioneros y de esclavos,
 
Voces de los enfermos y de los inconsolables, de los ladrones y de los enanos,
Voces de ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hilos que unen a las estrellas, y de los vientres, y de la
simiente paterna,
Y del derecho de aquellos a quienes oprimen los otros,
De los deformes, triviales, simples, tontos y despreciados,
De neblina en el aire, de escarabajos arrastrando bolas de estiércol.
Brotan de mí voces prohibidas,
Voces del sexo y del apetito, voces veladas y yo aparto el velo,
Voces indecentes clarificadas y transfiguradas por mí.
Yo me cubro la boca con la mano,
Me conservo tan puro en las entrañas como en la cabeza y en el corazón,
La cópula no es para mí más vergonzosa que la muerte.
 
Creo en la carne y en los apetitos,
Ver, oír, tocar, son milagros, y cada parte de mí es un milagro.
 
Divino soy por dentro y por fuera, y santifico todo lo que toco y me toca,
El aroma de estas axilas es más fino que las plegarias,
Esta cabeza es más que las iglesias, las biblias y todos los credos.
 
Si algo hay que yo venero más que las otras cosas, ese algo es la
extensión de mi cuerpo y cada una de sus partes,
Traslúcida arcilla de mi cuerpo, ¡tú lo serás!
Sombreados bordes y bases, ¡vosotros lo seréis!
Firme reja viril, ¡tú lo serás!
Tú, mi rica sangre, tú líquido lechoso, pálido extracto de mi vida.
Pecho que oprimes otros pechos, ¡tú lo serás!
¡Cerebro serán tus circunvoluciones ocultas!
Raíz lavada del junco oloroso, becada medrosa, nido recatado de los
huevos gemelos, ¡vosotros lo seréis!
Heno mezclado y revuelto de la cabeza, barba, cejas, ¡vosotros lo seréis!
Savia que goteas del arce, fibra del noble trigo, ¡vosotros lo seréis!
Sol generoso, ¡tú lo serás!
Nubes que ilumináis y oscurecéis mi rostro, ¡vosotros lo seréis!
Sudorosos arroyos y rocíos, ¡vosotros lo seréis!
Vientos que me rozáis, frotando contra mí vuestros genitales,
¡vosotros lo seréis!
Amplios campos musculares, ramas de encina, amoroso holgazán de
mi sendero tortuoso ¡vosotros lo seréis!
Manos que he tomado, rostros que he besado, mortal a quien toqué
alguna vez, ¡vosotros lo seréis!
 
Estoy enamorado de mí, hay tantas cosas en mí que son tan deliciosas,
Cada momento y todo lo que ocurre me llena de alegría,
No sé cómo se doblan mis tobillos, ni la causa del más leve de mis deseos,
Ni de la amistad que suscito, ni de las amistades que me devuelven.
 
Al subir por las escaleras me detengo a reflexionar si no estoy soñando,
La madreselva en la ventana me satisface más que la metafísica de los libros.
 
¡Contemplar el amanecer!
La escasa luz que va borrando las sombras inmensas y diáfanas,
El sabor del aire es grato a mi paladar.
 
Retoños del cambiante mundo ascienden silenciosos en un juego
inocente, fresco sudor,
Oblicuamente errando por todos lados.
 
Algo invisible está proyectando libidinosos dardos,
Torrentes de brillante zumo inundan el cielo.
 
La tierra por el cielo invadida, la cotidiana consumación de su boda,
El desafío del oriente sobre mi cabeza,
La burla mordaz: ¡Ya veremos quién es el amo!
 
Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas,
Y que la hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de
arena y el huevo del zorzal,
Y que la rana es una obra maestra, digna de las más altas,
Y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo,
Y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máquinas,
Y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a todas las estatuas,
Y que un ratón es un milagro capaz de confundir a millones de incrédulos.
 
Siento que en mi ser se incorporan el gneis, el carbón, el musgo de
largos filamentos, las frutas, los granos, las raíces comestibles,
Y que estoy hecho de cuadrúpedos y de pájaros,
Y que puedo recuperar cuanto he dejado atrás,
Pero que puedo hacerlo volver cuando se me antoje.
 
En vano la timidez o la prisa,
En vano las rocas incandescentes arrojan sobre mí su antiguo calor,
En vano el mastodonte se oculta detrás del polvo de sus huesos,
En vano los objetos se alejan leguas y leguas y toman muchas formas,
En vano el mar se oculta en las cavernas donde tienen su guarida los monstruos,
En vano el buitre tiene por morada el cielo,
En vano la serpiente se desliza entre las lianas y los troncos,
En vano el alce busca las honduras recónditas de la selva,
En vano el cuervo marino tiende el vuelo hacia el norte,
hacia el Labrador,
Lo sigo velozmente, trepo al nido que está en la grieta del peñasco.
¿Quién es este salvaje amistoso y gárrulo?
¿Espera la civilización, o la ha dejado atrás y la ha dominado?
¿Es un hombre del sudoeste y ha sido criado a la intemperie? ¿Es un canadiense?
¿Viene de las tierras del Mississippi, de Iowa, de Oregon, de California?
¿De la montaña, de las praderas, de los bosques, o un marino del mar?
Dondequiera que vaya, los hombres y las mujeres lo desean y lo aceptan,
Quieren que los quiera, que los toque, que les hable, que se quede con ellos.
Obra sin ley, como los copos de nieve, sus palabras son simples
como la hierba, el pelo despeinado, risas e ingenuidad.
Lento el andar, comunes las facciones, emanando sencillez y modestia,
Brotan de un modo nuevo desde las puntas de los dedos,
Flotan en el aire con el olor de su cuerpo o de su aliento, salen de
la mirada de sus ojos.
Me ha tocado en suerte, lo sé, lo mejor del tiempo y del espacio;
nunca he sido medido y no seré medido jamás.
El viaje que emprendo es eterno (¡que todos me oigan!).
Mis signos son un capote contra la lluvia, fuertes zapatos y un
bastón cortado en el bosque,
En mi silla no sestean los amigos,
No tengo cátedra ni iglesia ni filosofía,
No llevo a ningún hombre a una mesa puesta, a la biblioteca, a la bolsa,
Pero a cada uno de vosotros, hombre o mujer, lo llevo a una cumbre,
Mi brazo izquierdo ciñe tu cintura,
Mi derecha señala los continentes y el gran camino.
Ni yo ni ningún otro puede andar por ti ese camino,
Eres tú quien debe andarlo.
No queda lejos, está a tu alcance,
Quizá estabas en él desde que naciste y no lo has sabido,
Quizá esté en todas partes, en mar y en tierra.
Échate tus prendas al hombro, hijo mío, y yo traeré las mías y apresurémonos;
Ciudades prodigiosas y naciones libres nos saldrán al paso.
Si te cansas, dame las dos cargas y apoya tu mano en mi cadera,
Y a su debido tiempo me devolverás el mismo servicio,
Porque ya emprendida la marcha nunca descansaremos.
Esta mañana, antes del alba, subí a una colina para mirar el cielo poblado,
Y le dije a mi alma: cuando abarquemos esos mundos, y el
conocimiento y el goce que encierran, ¿estaremos al fin hartos y satisfechos?
Y mi alma dijo: No, una vez alcanzados esos mundos proseguiremos el camino.
Tú también me interrogas y yo te escucho,
Contesto que no puedo contestar, tú mismo debes encontrar la respuesta.
Siéntate un momento, hijo mío,
Aquí tienes pan para comer y leche para que bebas,
Pero después de haber dormido y haber cambiado de ropa te beso
con el beso del adiós y te abro la puerta para que salgas.
Demasiado tiempo has perdido en sueños deleznables,
Ahora te quito la venda de los ojos,
Debes acostumbrarte al brillo de la luz y de cada momento de tu vida.
Demasiado tiempo has vadeado, asido a una tabla en la orilla,
Ahora quiero que seas un nadador, que te arrojes al mar, que
reaparezcas, que me hagas una seña, que grites y que agites el
agua con tus cabellos.
Dije que el alma no es más que el cuerpo,
Y dije que el cuerpo no es más que el alma,
Y que nada, ni Dios, es más que uno mismo,
Quien camina una milla sin amor, se dirige a su propio funeral
envuelto en su propia mortaja;
Y yo y tú, sin tener un centavo, podemos comprar lo más precioso de la tierra,
Y la mirada de unos ojos o una arveja en su vaina confunden la
sabiduría de todos los tiempos,
Y no hay oficio ni profesión en los cuales el joven que los sigue no
pueda ser un héroe,
Y no hay cosa tan frágil que no sea el eje de las ruedas del universo,
Y digo a cualquier hombre o mujer: que tu alma esté serena y en
paz ante millones de universos.
Y digo a la Humanidad: No hagas preguntas sobre Dios,
Porque yo que pregunto tantas cosas, no hago preguntas sobre Dios,
(No hay palabras capaces de expresar mi seguridad ante Dios y la muerte.)
Escucho y veo a Dios en cada cosa, pero no lo comprendo en lo más mínimo,
Ni comprendo cómo pueda existir algo más prodigioso que yo mismo.
¿Por qué desearía yo ver a Dios mejor que en este día?
Algo veo de Dios en cada hora de las veinticuatro y en cada uno de sus minutos,
En el rostro de los hombres y de las mujeres veo a Dios, y en mi propio rostro en el espejo;
Encuentro cartas de Dios tiradas por la calle y su firma en cada una,
Y las dejo donde están porque sé que dondequiera que vaya,
Otras llegarán puntualmente".
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Y Beethoven, claro: