jueves, 16 de marzo de 2023

"Kenzaburo Ōe o el canto de los pájaros".

El escritor japonés Kenzaburo Ōe, uno de los más importantes de la literatura contemporánea, falleció a primeros de este mes a los 88 años en la estricta intimidad. El mundo de las letras tardó unos días en enterarse. En mi caso, escribí que tenía "una cuestión personal" con él. Más de una vez he comentado que teníamos que dedicarle una tertulia. Lo mencioné cuando hablamos de "Pedro Páramo", y volví a hacerlo el martes. Ōe recibió el Nobel de Literatura en 1994. De joven estudió literatura francesa e hizo una tesis doctoral sobre Sartre. Es uno de los escritores más "universales" de Japón. Lo leí al estudiar varios cursos de literatura e historia japonesas en Casa Asia con el fin de preparar mi tesis sobre Murakami. Ōe se fue a vivir dos años a México, según dijo, solo porque quería conocer el país de Rulfo. En una entrevista de 2005 a The Guardian, comentó que aprendió a ser escritor y a ser humano con el nacimiento de su hijo Hikari, que nació con hidrocefalia y autismo. En su novela "Una cuestión personal" (1964), Bird, el alter ego del autor, deja de huir y aprende a vivir consigo mismo, con su sufrimiento, con sus nuevas circunstancias. Es un testimonio sobre el "aprendizaje" y sobre la "transformación".

Hikari nació en 1963 con discapacidades en su desarrollo y a punto de fallecer. Los doctores trataron de convencer a sus padres para dejarlo morir, pero se negaron. Tras una operación en la que se le quitó un bulto de la cabeza, permaneció con discapacidad visual, retraso de desarrollo, epilepsia y coordinación física limitada, y no podía hablar mucho. Un día paseaba con sus padres cerca de casa y oyó el canto de un pájaro. Hikari lo imitó con gran precisión, y sus padres quedaron fascinados. Le compraron grabaciones de pájaros y contrataron a una profesora de piano. En lugar de hablar, Hikari comenzó a expresar sus sentimientos a través de la música. Con el tiempo, aprendió solfeo.

"Una cuestión personal" es una narración sin piedad sobre el fin de la huida. Bird necesitaba huir de su matrimonio (como de todas partes), y cuando comienza la novela examina un mapa de África, para viajar hasta allá. Pero tales proyectos sufren un vuelco cuando su esposa da a luz un bebé condenado a morir o a llevar una vida de vegetal. Este hecho convulsiona el lánguido e indolente existir de Bird y durante tres dí­as y tres noches se arrastra por un implacable recorrido hacia lo más profundo de su abismo interior, descenso a los infiernos en el que le acompañará Himiko, una vieja compañera de estudios. Bird buscará refugio en el alcohol, en los brazos de Himiko y principalmente en su propia vergüenza y humillación. Él debe aceptar la fatalidad, cargar para siempre con un hijo anormal y renunciar a sus planes de una vida mejor o por el contrario debe desembarazarse del bebé provocando un desenlace fatal.

Ōe intentó dar a su hijo "voz" a través de la escritura. Un día Hikari presenta algo que ha escrito y su profesora se sorprende; se trata de una composición del propio joven. A partir de ese día Hikari comenzó a aprender otras cosas, pero siempre en relación a la música. Relacionando todo su entorno y sus propios sentimientos con lo musical, aprende a expresar lo que le pasa. Y hace música, su propia música. En 1992 es editada una grabación que recopila 25 piezas breves para piano y flauta:

https://www.youtube.com/watch?v=sed73hdy_n4&list=RDEMbmwhNCj_N8SecyMdSpaaAQ&start_radio=1

No me gusta relacionar la vida de los escritores con su literatura, pero he de reconocer que algunos escritores me gustan más que otros como personas.

 




 

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