miércoles, 30 de agosto de 2017

La vida es música.

El amor, la pasión, la elegancia, la serenidad, la literatura, el arte, el equilibrio, la libertad son música.

Una cosa que me gusta mucho es pasear por el centro de cualquier ciudad y sumergirme en el concierto de una iglesia o en medio de la calle, en París, Londres, Lisboa, Dublín, Madrid, Bruselas.

Bruselas y la belleza.

Bruselas es la capital de Europa, una ciudad agradable para pasear y sobre todo para pensar.

Para alguien como yo que se considera ciudadano europeo, en realidad ciudadano del mundo -como diría Ortega-, es un lugar emblemático. Ahí están el Parlamento, la Comisión y el Consejo europeos.

Y ahí está el Sablon, una de las iglesias góticas más bellas de Bélgica.

La belleza está por todas partes en este mundo. Solo hay que querer mirar y ver.



"Oda a la vida retirada".

Supongo que si un lector como Francisco Acosta -un músico sevillano culto y sensible- dice de una de tus novelas lo que sigue, lo mejor es que te retires y te dediques a la vida contemplativa, como Fray Luis de León o San Juan de la Cruz.

"De muy jovencito leí a Hermann Hesse. Hesse me llevó a Friedrich Nietzsche. Nietzsche me llevó a Arthur Schopenhauer. Schopenhauer me llevó a Aristóteles de Estagira. Aristóteles me llevó a la Virtud. Y ahora, después de toda una vida leyendo, la Virtud me llevó a Justo Sotelo. ¡Lean su novela "Las mentiras inexactas"! Justo Sotelo ha escrito un panegírico de la vida. ¡Enhorabuena, Justo, es la novela total!"

Además, ha tenido el detalle de hacer la composición de esta foto. Así que, Francisco, va por ti uno de los poemas más famosos del castellano:

https://www.youtube.com/watch?v=nysLSYsw2ew

Habitaciones de hotel.

"Xavier, Ivry-sur Seine. París, los recuerdos, París presentido. Cálido. Del lado de acá. ¿Otro Madrid? París de giocondas felices, de mapas del alma, de los libros de historia, de la revolución, de las perlas de la corona de Sacha Guitry. Onírico. París de los Campos Elíseos, de Proust y los días de enfermedad en busca de Albertina, tal vez de Dos Passos. París de la adolescencia, de Van Gogh y los otros pintores de la luz, de Ravel y el concierto de piano (el que no es para la mano izquierda), de los naufragios de Debussy y su defensa a ultranza por Ortega en contra del edulcorado Mendelssohn, París de Berlioz y los trasuntos románticos. París de Quasimodo, de Francisco I y la torre de los Lujanes desplazada de lugar. De la Torre Eiffel. París del Sena y la bohemia. París del mayo del 68 y las posturas heterodoxas del 69. París de Jean Gabin y Rohmer, de Godard y Gerard Philipe. París de seda y de lluvia. De Rayuela y de jazz. De hambre y de guerra. París como Madrid en invierno. París del recuerdo..., porque la primera vez que vio París César solo era un niño. Por eso París es una contradicción para él. Nada hay tan contradictorio como los recuerdos. París de Xavier. ¡Porque siempre tendremos París y a Bogart y a Bergman!"

(Esto lo escribí a mediados de los noventa en la misma habitación del hotel de la foto. Poco después se convirtió en la página 101 de mi novela "Vivir es ver pasar", 1997. En realidad siempre recuerdo las ciudades donde estoy por las habitaciones de hotel donde duermo).

París y un poema de Jorge Guillén.

Siempre he sabido que el presente es eterno, como dijo Parménides, y por eso no dejo de buscar el instante.

Luego leí a Jorge Guillén y supe que el tiempo es capaz de pestañear con el segundo poema de su "Cántico":

"Albor. El horizonte
entreabre sus pestañas,
y empieza a ver. ¿Qué? Nombres.
Están sobre la pátina
de las cosas. La rosa
se llama todavía
hoy rosa, y la memoria
de su tránsito, prisa.

Prisa de vivir más.
A lo largo amor nos alce
esa pujanza agraz
del Instante, tan ágil

que en llegando a su meta
corre a imponer Después.
Alerta, alerta, alerta,
yo seré, yo seré.

¿Y las rosas? Pestañas
cerradas: horizonte
final. ¿Acaso nada?
Pero quedan los nombres".


(La gran literatura se pasea por los tejados de la ciudad -la única ciudad que conozco- y nos permite alcanzar el instante cuando el tiempo pestañea y quedan los nombres).

viernes, 25 de agosto de 2017

"Atrévete a pensar", dijo Foucault.

(La foto es de un pasadizo de Saint-Germain-des-Prés con una librería al lado donde compré hace poco "¿Qué es la Ilustración?" (1784), de Kant, y la respuesta de Foucault "Qu'est-ce que les Lumières?", dos siglos exactos después).


jueves, 24 de agosto de 2017

Sobre las "Iluminaciones" de Walter Benjamin.

Ayer pensaba en las "Iluminaciones" del filósofo alemán Walter Benjamin a la hora de aclarar e iluminar nuestro pensamiento.

Esta época evoluciona con rapidez y cada día ocurren muchas cosas que se olvidan rápidamente. Sin embargo, el pensamiento debe tener otro ritmo si quiere servir a la libertad y no ser estéril. Sus retos son epistemológicos, éticos, políticos, científicos, artísticos, tecnológicos, jurídicos e incluso religiosos.

Recuerdo haber charlado sobre este asunto con Joaquín Leguina, después de bromear sobre su gran parecido con Benjamin. Fue antes de presentar mi novela "Entrevías mon amour" en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, junto a Fernando Rodríguez Lafuente.

Walter Benjamín se suicidó en Port Bou, en la frontera española con Francia, porque las autoridades franquistas se negaron a concederle un visado para llegar a Portugal y de ahí a Estados Unidos huyendo de los nazis. Es verdad que, intelectualmente, se sentía bastante abandonado, apenas relacionado con la Escuela de Frankfurt. Siempre me gustó su idea de la "percepción del aura" y su discusión con Adorno en ese sentido. Por otra parte, Leguina fue presidente de la Comunidad de Madrid y ha escrito varias novelas notables y Rodríguez Lafuente fue presidente del Instituto Cervantes, Director General del Libro y del Cultural del ABC, entre otras cosas, además de codirigirme la tesis sobre Haruki Murakami. 

Observo la foto, que tiene siete años, y me tomo un café. Y pienso que el aventurero que está, aparentemente, perdido en medio del desierto no se detiene en ninguna parte. Sabe que su objetivo es encontrar la tierra prometida de la libertad.

miércoles, 23 de agosto de 2017

Y una buscadora de almas, la poeta Candelaria Villavicencio, empezó a leer mis "Cuentos de los otros".

Lali se pone a hablar de Andréi Tarkovski como si tal cosa, mientras mueve la cucharilla del té y yo abro la bolsita de azúcar de mi cortado, quizá porque sabe de qué cosas me gusta hablar. Se refiere al "espejo" que fascinaba al director ruso y yo sigo con la misma idea aplicada a mis cuentos. Ese espejo es además esencial en un poema que ha publicado dentro de una antología de una editorial madrileña.

Cada verano y cada invierno me apetece tomarme un café con ella. Esta vez lo hicimos en el Liceo Taoro de La Orotava, un lugar bellísimo. Espero que el próximo sea en "Puro Teatro", el café de mis tertulias.

Y por eso este cuento de la tercera parte de mi libro, la más ensayística, va por ella:

"Tarkovski".

"Mi mirada al escribir no sería la misma sin el cine del ruso Andréi Tarkovski, que me enseñó a buscar la poesía en lo que no se ve, fuera de las imágenes, de las frases llenas de palabras tantas veces huecas y sin sentido.

Si es verdad que existe el alma, él fue un buscador de almas.

Ayer estuve releyendo su libro “Esculpir en el tiempo” –mientras llovía lánguidamente tras los cristales–, donde expone sus teorías sobre el arte en general y el cine en particular. Es un libro precioso, a partir del cual quedan patentes su enorme personalidad como artista y su renuncia a obedecer los dogmas culturales.

En “Stalker”, del año 1979, los protagonistas son tres hombres que representan el arte, la ciencia y la fe. Ellos hablan sobre una “zona” que ha sido visitada por extraterrestres. Allí buscan a Dios o al menos algún sentido a la vida. Aún recuerdo cómo me impactó y eso que era poco más que un crío.

(Hay gente que dice que su cine es aburrido, quizá por la profundidad y exigencia de los guiones y la sutil puesta en escena. Yo reconozco que el cine que me aburre soberanamente es el de la vacuidad de “El señor de los anillos”, “Matrix” y sus secuelas, “Star Wars” y las suyas, Viernes 13 o 14, etcétera, esas historias de adolescentes que soy incapaz de resistir pasados cinco minutos).

Cada película que he visto de Tarkovski a lo largo de mi vida –en realidad solo dirigió 7 largometrajes– ha constituido un progresivo acercamiento a la verdad del arte. Su padre era poeta y él se ha convertido en uno de los poetas de mi vida a través del cine".



martes, 22 de agosto de 2017

Escribes de p.m.

Mis amigos tenéis que perdonadme, porque nunca digo ni escribo palabrotas (como mucho "jolines" y eso cuando estoy muy enfadado), pero ayer me hizo gracia la forma en que Pilar Rivera resumió la lectura o relectura de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012).

A Pilar la conocí en la Feria del Libro del Retiro de este año, luego vino a mi tertulia de Malasaña, en el centro de Madrid, y es tan amable y empedernida lectora que, poco a poco, está leyendo todos mis libros. Seguro que ha tenido que ser musa de un montón de artistas.

Lo que añadió acto seguido también me hizo gracia y sonreí de nuevo:

"La revolución de los claveles fue pura poesía, dices en tu novela. O esto otro: Escribo para encontrar la luz blanca de la ternura (...) ¿Cómo se puede escribir así y que aún no te hayan dado el Premio Nobel de Literatura? No lo entiendo. Una lee rápido y cuando acabo de leer tu libro lo releo y ahí ya me rindo".

Cierro los ojos, con la sonrisa ligeramente perfilada en mis labios. Siento que ya ha salido el sol y que la luz blanca se filtra, mimosa, entre las teclas de mi ordenador.

Todavía es "a.m."

¿Por qué nos gustará tanto el arte?

Esta es una pregunta que no dejaron de hacerse Nietzsche, Adorno, Steiner y tantos otros.

He puesto el último cuadro de la pintora madrileña Johana Roldán -la autora de la portada de mis "Cuentos de los otros"-, una artista de una técnica muy depurada y un cerebro que es de los más privilegiados que he conocido. Su portada transmite humanismo al libro, siguiendo la idea que pedía Horacio en su "Poética" ("Epístola a los Pisones"), al mezclarse los conceptos esenciales: ingenium/ars, delectare/docere y verba/res.

El "realismo emotivo" que define la obra de Johana, últimamente, cobra un valor singular en este cuadro sobre su hermano. Observo el mágico triángulo renacentista y barroco entre los ojos de las dos figuras, lo que otorga calma y armonía al conjunto (ingredientes que conocen bien los buenos fotógrafos actuales).

Además admiro el equilibrio de la obra que también se logra con la geometría de los cuerpos -donde los hombros y las manos forman el círculo fundacional de la eternidad, el punto extendido, la rueda de la vida del Budismo-, y su estudiado sentido cromático. Los colores hablan por sí solos, sobre todo por su disposición.

El arte contribuye a hacernos seres humanos y los artistas inteligentes a hacernos más felices, no cabe duda.

La canción de la alegría.

"Admiro la humildad con la que responde a cada admirador; esa humildad que solo tienen los grandes como usted".

Eso es lo que escribió el otro día en una red social Veronica Maidana. 

Tras leerlo, estuve un rato pensando en ello. Dejando a un lado la alabanza personal -que, obviamente, agradezco- le respondí:

"No es humildad, Verónica, solo buena educación. Esta red es un medio de comunicacion y si las personas me escriben yo tengo que contestarles (salvo que esté en lugares fuera de cobertura o cosas por el estilo)".

Reconozco que con los atentados terroristas no tuve ánimos para contestar a los comentarios de esa mañana. Ahora lo que me apetece es escuchar la música más emblemática de la historia. Beethoven quiso utilizar un poema de Schiller que hablaba de la libertad -que es la palabra que más me gusta del diccionario-, pero la censura de la época la cambió por alegría, lo que tampoco está mal.

La libertad y la alegría van por vosotros, amigos, y además en la versión tan jipi de Miguel Ríos que tanto me gustaba de niño:

https://www.youtube.com/watch?v=8fFZaWMHaqw 




domingo, 20 de agosto de 2017

Cuando la vida y la ficción se dan la mano.

Tomando un café en casa de Chema Menéndez, un amante de la vida, el arte y la cultura, a quien conocí, personalmente, en la presentación en Tenerife de mi anterior libro. Hacía un tiempo que éramos amigos virtuales.

Estamos, además, junto a su cuadro de Túnez que "pinta" el prólogo de mis "Cuentos de los otros", en medio de un valle, tan verde como el de la película de John Ford.

Tras charlar varias horas, comerme unas galletas de La Gomera y de que me comente que ha dejado dos de mis libros al director de cine barcelonés Josep Vilageliu, que vive en Tenerife desde los años 70, pues tenía interés en leerlos, que entre sus amigos que me siguen en Facebook está uno de los que dirige la Universidad de La Laguna -y yo sin saberlo- o enseñarme la foto de los chicos que estudiaron con él en el colegio de los Salesianos de Madrid, donde veo a un viejo amigo, con el que escribí un libro sobre Medio Ambiente, Pedro Costa Morata, nombrado hace poco hijo adoptivo de Águilas (Murcia) por su lucha en defensa del Mediterráneo. Curiosamente, el padre del protagonista de mi novela "La paz de febrero", de la que hablaba por aquí el otro día, un ecologista muy comprometido, se basa en la figura de Pedro.


viernes, 18 de agosto de 2017

Es cuando la palabra "libertad" adquiere su máximo significado.

Y entonces vuelve la belleza. Y amanece. Y se escucha un lied de Schubert.

https://www.youtube.com/watch?v=20S6S3XA6a4


Las novelas y las bicicletas siguen siendo para el verano.

Acabo de ver lo que Asier Mesner escribió anoche tras terminar de leer mi novela "Entrevías mon amour" (Bartleby, 2009). Hace unos días Toñy Toro Garrido había recibido la misma novela y también escribió algunas cosas al respecto.

Asier escribió:

"Siento la paz de agosto de 2017, en la que acabo de leer una de las mejores novelas de este siglo; desde mi celda sin ánimo de notoriedad, desde mi alma. Se trata de "Entrevías mon amour", de Justo Sotelo, publicada en 2009. No voy a utilizar adverbios, adjetivos, nombres ni pronombres. Aún tengo que asimilar esta feliz travesía que acabo de experimentar, en esta novela escrita a fuego lento y desde muy dentro del alma. Llega, te atrapa y es "en el buen sentido de la palabra buena".

Cada vez creo más que el autor comparte su creación con el lector, pero es el lector el que da sentido al autor, en un acto universal de comunicación. Si debo ser sincero, me atrevo a decir que es de lo mejor que he leído de Justo, dentro de la calidad indiscutible de sus obras.

Desde La Mancha, desde León".

Toñy Toro, por su parte, escribió y puso las tres fotos:

"Las cunetas se han formado con el polvo de los muertos, los camposantos están llenos de zanjas, las zanjas llenas de fusilados. Sólo quiero que me arropes y te quedes a mi lado hasta que me duerma.

"Entrevías mon amour", la novela de Justo Sotelo... Una novela que se ha hecho esperar y que por fin tengo. He querido llevarla al muelle, un muelle que necesitaba reencontrar después de un tiempo y unas circunstancias distintas y he disfrutado de unas vistas y una temperatura exquisita. Ha sido una tarde muy grata acompañada de Teo Abad (quien narra la historia).

Tengo que leerla despacio y degustarla".

(Lo que me ocurre cada vez que encuentro esta novela en una librería, una red social o la casa de alguien es algo diferente a lo que siento con el resto de mis libros. Seguramente sea la novela que me justifique como escritor. Es la novela que debía a mi padre, a todos los padres que perdieron la guerra española, que pierden todas las guerras, pero que nunca se olvidan de sonreír y de coger a sus hijos en brazos y bailar con ellos).



miércoles, 16 de agosto de 2017

Verano, literatura, música y cerveza.

El otro día leí juntas esas cuatro palabras en el muro de Facebook de Yolanda Gonzalez Lopez, que puso esta foto. 

Desconozco la marca de la cerveza que bebía Yolanda, pero sé otras cosas de su post. Por ejemplo que "La paz de febrero" es una historia de amor entre Luis, un tipo que quiere ser guionista de cine, y dos mujeres que lo aman, Natividad, algo mayor, y Beatriz, una adolescente. Y que transcurre en Madrid durante los meses de la última invasión de Irak, que actúa como telón de fondo del relato. Además, la banda sonora de la novela es el disco "Lágrimas negras", del Cigala y Bebo Valdés, junto a la ópera "Dido y Eneas" de Purcell.

"De las lágrimas negras" es el título de la crítica que escribió en su día el gran Juan Angel Juristo en el Cultural del ABC, llegando a comparar la novela con "El extranjero", de Camus, y "Retrato del artista adolescente", de Joyce. Este es el link, por si mis amigos lo queréis leer:

http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/2007/05/19/016.html 

martes, 15 de agosto de 2017

Entrevista en la radio de Tenerife (9 Agosto 2017).

Hablamos de literatura y de educación, de cómo doy mis clases, algo por lo que se interesó uno de los alumnos de la Universidad de La Laguna que nos acompañó en el estudio. Y también de cómo Internet y las redes sociales han democratizado el mundo de la comunicación.

En la conversación salieron los paraísos encontrados, los viajes soñados y el sentido de la felicidad. Cité el ensayo del filósofo Bertrand Russell, "La conquista de la felicidad", uno de mis libros de cabecera desde que era un crío, y también mencioné el Tao.

Espero que os guste, porque además al final Kemy Pérez Brito e Isidro Pérez (en la foto) os aludieron a todos mis amigos mientras yo me comía un par de pasteles de hojaldre.

https://www.youtube.com/watch?v=JUA_odQ5uCo 


lunes, 14 de agosto de 2017

Cupido o la inmortalidad y Woody Allen tocando el clarinete en su café de Nueva York.

El otro día Almudena Mestre publicó un artículo en la revista "Entreletras" donde nos incluyó a Proust, Borges, Cortázar y a mí, con el objeto de realizar un estudio comparativo sobre la utilización del tiempo en nuestra literatura: "Un cuarteto literario en clave de sol". Obviamente, se lo agradecí y le dije que a este paso me iba a hacer inmortal:


Ese mismo día, pero por la tarde, quien realmente me convirtió en inmortal de un plumazo fue Lourdes Martín (con la que me une la misma admiración por Woody Allen) al denominarme el dios "Cupido" de la literatura, así, con todas las letras.

Lo más curioso del asunto es que después estuve paseando un rato (que es el único deporte que me gusta practicar) y llegué a la calle de la foto. Moví la cabeza de un lado para otro, como no creyéndolo, sonreí y me dije que no podía dejar de ser escritor con tantas casualidades. Seguro que hasta Woody Allen aplaudiría antes de irse a tocar el clarinete al café Carlyle de Nueva York:

https://www.youtube.com/watch?v=QENBt_8NV4k

¡Feliz lunes de jazz, literatura y amor, amigos!

domingo, 13 de agosto de 2017

"Vértigo" y las condiciones que deben tener las obras de arte.

La he visto muchas veces, desde que la descubrí siendo un adolescente en la Filmoteca Nacional de la calle López de Hoyos de Madrid, en un cine que ya no existe, junto a "Psicosis" y "Con la muerte en los talones". Años más tarde leí un libro del filósofo catalán Eugenio Trías, "Vértigo y pasión", que analizaba la película con una poética profundidad. En mi último viaje al norte de Inglaterra me reencontré con ese libro reeditado en la librería de la Universidad de Lancaster y lo compré otra vez.

Desde entonces me apetecía ver de nuevo la que algunos consideramos la mejor película de la historia y que tanto ha influido en "La Nouvelle Vague", Coppola o Lynch. Anoche lo hice y volví a admirar la belleza, delicadeza y exquisitez de Kim Novak y a emocionarme con los títulos de crédito de Saul Bass y la música de Bernard Herrmann, que tanto tiene que ver con la melodía infinita de "Tristán e Isolda" de la que hablaba el otro día.

(La escena del beso, con ese movimiento de cámara de 360º, siempre me ha parecido memorable. Él por fin consigue que ella se vista con la ropa de la otra, es decir, que se desnude por completo: 


Si alguna película habla de los sentidos, de la pasión, del carácter efímero y a la vez eterno de la belleza, es esta. La vida es vértigo, es reconocernos y reconocer lo que existe mientras nos deslizamos por la increíble montaña rusa de cada día, y sobre todo sentir que el amor debe dejarte estoqueado en medio del patio, como diría Cortázar en "Rayuela", para ser verdadero amor.

Como señala Trías, esta película cumple los cinco requisitos de una obra de arte:

1) Es un microcosmos de nuestro mundo, ya que dice algo sobre la esencia del mundo.

2) Es perenne. Resiste la erosión y el paso del tiempo o tiene la capacidad de resurgir y resucitar en todas las épocas.

3) Produce goce, placer y disfrute cada una de las veces que se la vuelve a contemplar o visitar.

4) Saca a la luz o desvela las fuerzas oscuras de su época.

5) Seduce, hipnotiza y fascina.

Yo, por mi cuenta, añado otro más, forma parte de mi "educación sentimental", como diría Flaubert, otro libro imprescindible en mi vida, sobre todo en mi manera de construir ciertos personajes femeninos.
 
 

sábado, 12 de agosto de 2017

Amanece en algún lugar en el tiempo.

Me tomo un café mientras escucho una de las músicas más hermosas de la historia del cine. Barry se inspira en Rachmaninov, que a su vez lo hace en Paganini. Luego pienso en las influencias de Haydn, Mozart y Beethoven sobre este.

Cierro los ojos.

La historia del arte y la literatura es una suma de instantes, una sucesión de ideas e imágenes que nos va convirtiendo en seres humanos. Nadie es más que nadie, por eso todos necesitamos a los otros para seguir buscando nuestras raíces en el Paraíso.

(La foto es del Monte de las Mercedes y es hora de escribir).

https://www.youtube.com/watch?v=lN6hlwmuMjs&list=PLF0e4FAG0SXOou9XBc0wt9QzJ56gCCR7y 

jueves, 10 de agosto de 2017

"Cuento de infancia".

"Cuento de infancia".

"La tormenta había cortado la luz y durante varias horas el presente retrocedió hacia su infancia.

Usaron las velas de los candelabros que les habían regalado sus padres cuando se fueron a vivir juntos. Resultaba divertido leer en esas circunstancias. Ella se empeñó en seguir escribiendo su novela y él en alcanzar la última página de Moby Dick.

De vez en cuando levantaban la vista y se miraban. Se cogían las manos, las apretaban, pasaban los dedos por los nudillos y reconocían que estaban bien. Los rasgos de sus rostros hablaban de amor.

La luz debía atravesar su nostalgia para no volverse demasiado previsible".

(Es uno de mis "Cuentos de los viernes", 2015, Bartleby, que se leyó ayer en la radio de Tenerife).

(Aún no me han enviado el audio. Lo pondré cuando me llegue; todo resultó tan dulce como el pastel de hojaldre que me ofrecieron en el estudio y que se ve en la foto. Ahí estoy con mis entrevistadores, los hermanos Pérez Brito, aunque también me preguntaron dos estudiantes de 3º de Periodismo de la Universidad de La Laguna, que llegaron después).

miércoles, 9 de agosto de 2017

"El Wasap"

"El otro día envié esta foto por Wasap a una amiga y me contestó:
Tiene ese color azul grisáceo tan hermoso. Así no es la mar sino el mar.


Los ojos de mi amiga son verdes".


(De mis "Cuentos de los otros").

(Me voy a la radio después de caminar por este mar al amanecer, que es como hacerlo por la propia literatura).

martes, 8 de agosto de 2017

Entrevista en una radio de Tenerife.

Mañana miércoles, a las 12.30 hora de la península, estaré en una radio de Tenerife para hablar de mis cuentos. 

Será en pleno valle de La Orotava, al pie del Teide (esa belleza a la que siempre me ha gustado fotografiar desde todos los lados), en el 107.9 de la FM o a través de Internet: http://www.emisora.org.es/realejos/

Me acompañarán unos locutores inteligentes, divertidos y cuentacuentos, los hermanos Pérez Brito.

lunes, 7 de agosto de 2017

¿Me merezco o no un café o dos?

Hace unos días conocí en Facebook a la doctora en literatura María José Martín Velasco, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela durante muchos años. Marta Muñiz Rueda acababa de entrevistarme en la revista mexicana "Horizontum".

Fue una entrevista que compartió mucha gente. Uno de los que lo hizo fue mi compañero de Teoría de la Literatura y de algún máster José Luis de Micheo, un tipo sabio e inteligente. Por ahí me leyó María José. Me escribió alguna cosa. Nos caímos bien. Se compró mi último libro de cuentos. Lo ha leído en seguida.

Ayer escribió esto:

"Acabo de terminar 'Cuentos de los otros' de Justo Sotelo. Me ha costado. Tengo que engrasar de nuevo mi cerebro para que se active. Me queda lejos el virtuosismo literario después de haber trabajado la Retórica clásica. He superado el reto de lo difícil, porque me ha parecido un libro difícil. Es muy bueno".

Todo perfecto hasta aquí para un escritor. Lo más curioso del asunto es que su amigo Ángel Currás, también de Santiago, intervino en su post para decir que él ya se había leído mi última novela, "Las mentiras inexactas". Le di las gracias y balbuceó que en Santiago también me leían.

(Esta foto de la presentación de los cuentos en Madrid está incluida en la revista "Horizontum" que inició toda esta historia. Es con mis amigas Carmen Arroba, Almudena Mestre y Celestina Santos Duque).

"La muerte de Isolda".

Wagner llenó de música los veranos de mi infancia y adolescencia. Hace dos o tres años escribí varios artículos sobre la "Tetralogía", que publiqué en un par de revistas.

De entre todas sus óperas, "Tristán e Isolda" es la que continúa dejándome sin palabras. El primer dinero que gané dando una clase particular de matemáticas lo empleé en comprar esa ópera; todavía recuerdo la mirada cariñosa de mi madre al decirme que usara ese dinero en lo que me hiciera más feliz. Cuando la vi representada en el Teatro Real sentí que algo único se producía en mi vida.
Isolda es la perfecta representación del "eterno femenino", como lo concibió Goethe en su "Fausto" siguiendo la tradición occidental del amor eterno. 

Y esta es su muerte de amor:
https://www.youtube.com/watch?v=z4xwlm9F_j4

(La foto me quedó regular, pero es una pintura de "Tristan e Isolda" que se encuentra en una de las paredes del castillo de Neuschwanstein, construido por Luis II de Baviera, el mecenas de Wagner. Es el de los cuentos de hadas de nuestra infancia, el del cisne de "Lohengrin", el que enamoró a Visconti e inspiró a Walt Disney el castillo de "La bella durmiente").

sábado, 5 de agosto de 2017

Una breve reflexión literaria sobre el cuento de ayer.

Como mis amigos sois grandes lectores, "El autobús de la playa" suscitó infinidad de comentarios.

Pedí a M Jesús Egmont que se fijara en los tres "hasta" que aparecen en los primeros párrafos. Ahí estaba la esencia del cuento. Ella me respondió, con mucha lógica, que suponían el tiempo, el espacio y el amor. Lo que no le dije es que había un cuarto "hasta" hacia el final del cuento. Con él pretendía romper su carácter fantástico, casi heterocósmico, como diría el profesor Doležel, uno de mis maestros.

La literatura que me convence es la que está escrita de la forma más sencilla posible (sujeto, verbo y predicado), con las palabras más sencillas y los adjetivos justos, lo menos retórica y periodística posible, pero con multitud de significados simbólicos en cada página e incluso en cada frase.

(Feliz sábado, amigos. Ahora necesito un café y perderme en el parpadeo de unos ojos, entre el anochecer y el amanecer).

Lecturas de una tarde de verano.

"Le pregunté la hora a la salida de la biblioteca pública. Ella me miró y me dijo que no llevaba reloj, pero que podíamos caminar juntos hasta el parque.

Hacía una bonita tarde de mediados del mes de Septiembre.

A principios de Octubre quise llevarla a una playa lejana. Nos acercamos a la estación de autobuses hablando sin parar y perdimos el único que conducía hasta allí; el problema es que no salía otro hasta un año después. Alargué el brazo al primer taxi que pasaba y le pedí que siguiera al autobús y lo adelantara; así podríamos cogerlo más adelante. El taxista sonrió condescendiente, pero nos aseguró que habría más pasajeros a lo largo del trayecto. Le dijimos que no nos importaba. En los siguientes minutos varios hombres y mujeres subieron y bajaron del taxi. Hablamos con ellos, intentamos conocerlos y caerles bien. Como era previsible, el taxi adelantó al autobús y ella y yo lo esperamos en la siguiente parada. Poco después ocupamos los únicos asientos que quedaban libres. Sonreímos felices hasta que nos miramos a los ojos; de pronto nos habíamos convertido en dos ancianos.

No te preocupes, dijo ella convencida. Aunque no llevo reloj, sé que nuestro amor es eterno.

Y nos besamos al llegar al parque."

Justo Sotelo.
"Cuentos de los Otros".
Uno. El autobús de la playa.


(Mis amigos sois maravillosos, lo digo siempre. Este cuento lo compartió ayer en su muro de Facebook Clara Fernandez Fernandez, una mujer tan discreta como culta y sensible. Lo acompañó de "La persistencia de la memoria", el famoso cuadro de Dalí que se encuentra en el MoMA).

jueves, 3 de agosto de 2017

"Arte".

Este es uno de los "Cuentos de los otros" que incluí en el libro al final, antes de ser publicado, y no llegué a compartir por aquí. 

"Quedan dos semanas para la exposición de Antonio Zaballos y todo está por hacer, dijo ella, incorporándose en la cama con dificultad. Da igual que se retrase un poco más, dijo él con un rostro preocupado.

Luego dijo: Tienes varias costillas rotas y casi te matas en la carretera. Lo sé, intentó ella subir el tono de voz, pero soy la dueña de una galería y he adquirido compromisos. Estos días no he dejado de pensar en nuevas ideas y proyectos. ¿Nuevas ideas para el mundo del arte?, esbozó él una sonrisa. Casi tantas como en el Ibex-35, se soltó ella de la mano. La Bolsa no se ha detenido durante la crisis, dijo él. Y es una pena, añadió ella. ¿Ahora te preocupa el valor de nuestras acciones?, preguntó él. En absoluto, dijo ella, recordando que habían terminado de pagar la hipoteca de la galería gracias a las ganancias en la Bolsa.

¿Me quieres?, le preguntó él, cogiéndole la mano de nuevo.

Se miraron en silencio y recordaron en un instante todos los años que habían vivido juntos, desde que se conocieron en una asamblea de la Facultad de Económicas en contra de los recortes del Gobierno y se fueron a vivir a una buhardilla cerca del Mercado de la Cebada. Querían arreglar el mundo y ser felices.

¿Me quieres?, volvió él a preguntarle cogiéndole la mano.

¿Cuándo había dejado de amarlo?, se preguntó ella observando las paredes vacías de la habitación.

¿Me quieres?, repitió él por tercera vez".

(La foto es de una de las pinturas de Antonio Zaballos).

miércoles, 2 de agosto de 2017

Mis cuentos y "La rama dorada" de Frazer.

Me imagino los dedos de Azucena pasando las páginas de "La rama dorada" y haciéndolo ahora con las páginas de mis cuentos.

Antes de ayer la historiadora y profesora manchega Azucena López-Cano Medina escribió este post y lo acompañó con una fotografía que voy a guardar con cariño. Ahí están mis cuentos junto a uno de los libros más bellos y mágicos de la historia de la civilización occidental, "La rama dorada", del antropólogo escocés James Frazer.

Azucena escribió:

"Verano, regresar a tu pueblo con una maleta cargada de libros para leer y encontrar citado en uno de ellos aquel que tuve que trabajar y mucho en mis años universitarios. Lo busco y lo encuentro, con las huellas de estar hojeado exhaustivamente.

"Cada luz es un mito, porque lo semejante produce lo semejante.
Tú me hablas de la experiencia de lo sagrado en Mircea Eliade y yo te menciono la rama dorada de James Frazer y ese árbol del bien y del mal que da la luz.
Las fiestas no dejan de ser una nueva forma de entender la magia, como cuando el primer hombre se puso en pie, miró por encima de los árboles y lo recordó todo..."
(Justo Sotelo, "Cuentos de los otros").


Mientras leía estas palabras pensé en ese momento en que Eneas y la Sibila entregan la rama dorada a Caronte para poder entrar en el Hades, algo que luego utilizará Turner para pintar un cuadro con el mismo nombre y que incluso llegará a una de las tramas de la película "Apocasipsis Now", de Coppola, a la vez que Azucena sigue pasando las páginas de mis cuentos.

martes, 1 de agosto de 2017

Toda la vida me recuerdo escribiendo y viajando.

El otro día apareció esta foto en un álbum. Es de cuando recorrí Francia en tren, por primera vez, de arriba abajo.

En aquella época todavía escribíamos a mano, pero los sentimientos, las pasiones, la belleza de la vida, la fuerza espiritual que alimenta al ser humano eran las mismas.