viernes, 31 de agosto de 2018

El hundimiento del Titanic.

El hundimiento del Titanic, ayer, en el Trópico, sin ningún iceberg a la vista y a ritmo de esta música. Después de todo yo también soy el rey del mundo, no solo DiCaprio.

https://www.youtube.com/watch?v=0Pniiv9EKjs

Yo no busco literatura, la encuentro por todas partes. Es como el aire que respiro.

La poeta canaria Candelaria Villavicencio -Lali para los amigos- tiene su particular lugar en este mundo dentro de esas fotografías. El otro día me tomé un café con ella en ese paisaje (y paisanaje, como diría Unamuno). El próximo año va a publicar su primer libro de poemas. Me parece acertado, por supuesto, aunque lo que quiero decir es que existen escritores que no necesitan publicar para que yo los considere así, lo mismo que hay escritores con las que me ocurre lo contrario. Solamente tengo que hablar cinco minutos para apercibirme de ello.

Ensimismado en la conversación, no me percaté de que se había acercado a la mesa Felina León, otra escritora tinerfeña que ha publicado hace poco su primer libro de relatos. Conocí a Felina hace tres años cuando presenté uno de mis libros de cuentos en la "Librería de Mujeres de Canarias". Candelaria ha fotografiado la portada de su libro y me pidió que lo leyera después de regalármelo. 

Y lo hice. Después de todo, para algo estudié la carrera de "crítico literario". Además, Felina también ha pedido que le dé mi opinión, así que voy a hacerlo.

Aun confesando que me aburren los libros de suave erotismo (en realidad de cualquier tipo de erotismo y no digamos la irritante pornografía), tengo que decir que los relatos de Felina están escritos con la suficiente gracia e ironía como para que eso no ocurra, afortunadamente. Me parece que es una buena escritora, aunque decir esto a la vista de un solo libro siempre resulte arriesgado. El lenguaje es sencillo gracias a Dios, bien utilizado, con los signos de puntuación y los acentos en el lugar adecuado, y sin errores gramaticales (como esos gerundios con posterioridad que se leen a todas horas por ahí y por aquí, o esas construcciones incorrectas, con el uso y el abuso de anglicismos, galicismos y barbarismos en general) y en él se conjugan con acierto los diferentes tiempos verbales, lo que posibilita que la sintaxis y la semántica se acoplen sin dificultad. Además los relatos se encuentran al servicio del fin último del libro, que me parece que no es otro que escapar de la isla, de cualquier isla que limite el pensamiento, a través del propio lenguaje. 

El reto estructural es lo que más me interesa en un escritor. Sus vidas me interesan muy poco. El lenguaje aún puede salvar a la literatura, sin duda el arte más conservador y burgués que tenemos.


El otro día se comieron a este escritor con forma de tarta en una fiesta de cumpleaños.

A mí lo que me gustaría saber es quién se llevó a la boca el trozo relativo a sus recuerdos, esos con los que soñaba unicornios que se escapaban de una novela o una película, como decíamos ayer. La imaginación es producto del inconsciente, eso ya se sabe. Y a este paso me va a salir azúcar en la sangre, entre la tarta de chocolate de Madrid y el bombón del otro día de Fuerteventura.

¿O todo es literatura, hasta el inconsciente? En ese sentido recuerdo la obra de Jean Piaget, el psicólogo y epistemólogo suizo que expliqué varios años en la asignatura de "Método científico". El desarrollo cognitivo es cosa suya. En su opinión el protagonista del aprendizaje es el propio aprendiz, y no tanto sus maestros y tutores, y de esa forma destaca la autonomía de cada individuo. Este realiza sus propios esquemas partiendo de la abstracción, ya que todo en la vida es un descubrimiento continuo.

Lo que olvidaba Piaget (e incluso a veces me ocurre a mí mismo) es cuanta azúcar puede ponerse al bombón y a la tarta, es decir, el contexto cultural donde la fábrica de chocolate recibe los permisos necesarios para fabricar sueños.

miércoles, 29 de agosto de 2018

"Hoy he soñado con unicornios".

Cuando escribí el libro sobre Murakami hablé de dos tipos de unicornios, el originario de Grecia y el que viene de China. Entre ambos hay diferencias. Como dice Borges en "El libro de los seres imaginarios", el unicornio griego y latino tiene cuerpo de caballo, cabeza de ciervo, patas de elefante y cola de jabalí. Un largo y negro cuerno se eleva en medio de su frente. Por el contrario, el unicornio chino posee cuerpo de ciervo, cola de buey y cascos de caballo, y el cuerno de la frente es de carne. Además, según Da Vinci, el occidental solo puede ser capturado aprovechándose de su sensualidad, mientras que el oriental es un animal sagrado.

Desconozco lo que pensarían sobre este asunto el escritor Philip K. Dick y el director de cine Ridley Scott. El personaje de Dick (el cazarrecompensas Deckard) necesita dinero para comprarse una oveja de verdad que le haga sentirse más humano, en lugar de contentarse con una oveja eléctrica. El de Scott sueña con unicornios. Ninguno de los dos es especialmente optimista. Y no saben si sus recuerdos les pertenecen.

Hoy he soñado con esta música y he seguido escribiendo:

https://www.youtube.com/watch?v=qgz6jFxMpyk





lunes, 27 de agosto de 2018

"Alpha", de Albert Hugues.

Este viernes se ha estrenado esta película juvenil, ecologista y anti machos "alfa" o, si se quiere, ligeramente feminista. Y me ha gustado, aunque sea norteamericana.

No puede decirse que sea una película profunda, de arte y ensayo. Sucede en el Paleolítico, hace 20.000 años, y tampoco es "En busca del fuego", la gran película francesa de esa época o incluso anterior, dirigida por Jean-Jacques Annaud. Aun así, me pareció interesante porque habla de algunas costumbres ancestrales, de los ritos de la caza y el fuego, de la lucha por la vida y, sobre todo, de cómo nos necesitamos los unos a los otros, incluidos los animales. La relación de amistad entre el joven y el lobo está bastante conseguida. Además me permitió hablar con mi hijo del gran antropólogo Claude Lévi-Strauss y su conocida teoría sobre lo crudo y lo cocido. En el primer volumen de su obra clásica "Mitológicas", establece una hermosa metáfora de la cultura en la que lo crudo se refiere al estado salvaje (es decir, precultural o no civilizado) y lo cocido al estado cultural o civilizado. Los libros de Lévi-Strauss explican algunas de las cosas más significativas de la evolución del ser humano.

También resulta curiosa la proto-lengua que se utiliza en la película, a pesar de la brevedad de los diálogos. Se encargó de ella la antropóloga lingüística Christine Schreyer, profesora del campus Okanagan de la Universidad de Columbia Británica. Usó elementos del proto-caucásico y el proto-nostático para crear un nuevo híbrido. 

En fin, la película es entretenida, y me animó a divagar sobre el maravilloso misterio del ser humano y de su evolución a lo largo de los siglos, aunque algunos humanos no hayan pasado del Mesolítico o el Neolítico.

Este es un tráiler en castellano: 

https://www.youtube.com/watch?v=N0m41lQaAoU

domingo, 26 de agosto de 2018

"Una reflexión a cuenta de un bombón y una de mis novelas".

El otro día encontré esta foto por aquí. Me hizo gracia tanto por el bombón, como por saber que mi novela "Entrevías mon amour" estaba siendo leída en Fuerteventura por mi amiga virtual Triky Jor Per.

Podría escribir sobre sus consecuencias políticas, éticas e incluso morales, aprovechando que vuelve a estar de moda el asunto del Valle de los Caídos. Sin embargo, no lo voy a hacer, como no lo hice en los cerca de veinte años en que estuve escribiendo esa novela, publicada en 2009. Como he dicho otras veces, tenía que escribirla como un homenaje a mi padre y a todos los que perdieron aquella guerra, cualquier guerra. Era una obligación que me impuse, pero siguiendo unas reglas artísticas. La vida personal de cada uno solo debería interesarle a él y a su familia. El arte es otra cosa. Aristóteles ya habló hace 24 siglos en su "Poética" de las tres palabras esenciales de la literatura, la "verosimilitud", la "coherencia" y el "decoro" (que no tiene nada que ver con su evolución posterior).

Para desarrollar mi argumento, quizá podría leerse el siguiente link. Santos Alonso, uno de los grandes críticos españoles, contextualizó históricamente la novela en "La Revista de Libros", realizó un análisis del lenguaje utilizado y terminó comparándome con William Faulkner, nada menos:

https://www.revistadelibros.com/articulos/entrevias-mon-amour-de-sotelo-la-herencia-de-la-guerra-civil

"Pas de deux".

La vida es un estado de ánimo. O de la Naturaleza.

Observando el atardecer de ayer me vino a la cabeza esta música. Vi ese ballet en directo en la Ópera de París cuando era muy joven. Con el paso de los años se convirtió en uno de mis "Cuentos de los viernes":


"Pas de deux".

"Llegó con los cruasanes recién hechos. Él la esperaba sentado en la cama, leyendo el libro de Baudelaire que ella le había regalado para celebrar su primer año juntos.

Se limitaron a mirarse a los ojos mientras masticaban lentamente. Ella se volvía a Francia y a él no parecía importarle. Quizá tuviera razón Louise cuando le dijo que aquel hombre no le convenía. No era un problema de diferencia de edad o de que ella siempre hubiera sentido dolor en sus relaciones sexuales. Él nunca había valorado sus esfuerzos por convertirse en bailarina profesional; el ballet clásico le parecía anacrónico, muy alejado de su adorada posmodernidad. El arte y la literatura estaban en otra parte, decía, quizá en las series de televisión. Al final ella llegó a la conclusión de que no tenía que haber dejado Aix-en-Provence; en Marsella había buenas escuelas y no le hubiera sido difícil dedicarse a cumplir su sueño. Si no hubiera acompañado a Louise a aquel café, él no habría aparecido en su vida, con su traje impecable, como un Don Draper cualquiera escapado de una historia de ficción.

Se amaron en silencio mientras sonaba en la radio el “Pas de Deux” de Tchaikovsky, la obra que le pusieron en el último examen, y que había vuelto a suspender.

Ella resistió como pudo el dolor. Quizá fuera la última vez que hacían el amor".

("Cuentos de los viernes, 2015. Bartleby, p. 20).

sábado, 25 de agosto de 2018

"El piano".

¿Ponemos un piano al lado del mar para escuchar la música de las esferas?


Más tarde nos inventaremos una historia de amor o quizá de odio, donde los personajes se dejen llevar por el ritmo del lenguaje. Las historias de amor y de odio son siempre las mismas. Como la propia vida.

Pero el arte no.

"Y así nació la novela moderna".

Hace un rato me dirigía decidido a bajar la empinada cuesta que conduce a una bonita y recóndita cala cuando he resbalado y he dado con mis huesos en el suelo. Una sandalia se ha ido a la derecha, la otra se ha quedado en su sitio con mi pie dentro. Una mano se ha llenado de arañazos, mientras que la otra, intacta, ha servido para levantarme.

"Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante".

(Durante los instantes en los que he permanecido en el suelo, he pensado en Cervantes. Me parece que era un buen escritor).

miércoles, 22 de agosto de 2018

"Body art".

El otro día empecé a leer "Body Art", de DeLillo, en un café lleno de gente de todas las nacionalidades que hablaba lenguas que no había escuchado nunca. Un matrimonio desayuna tranquilamente en su casa de la costa. Él es un maduro director de cine semi retirado y ella su segunda esposa, más joven. Después él conduce hasta la casa de su primera esposa, en el barrio de Manhattan, y se suicida.

Don DeLillo es uno de mis escritores contemporáneos preferidos, como he repetido en varias ocasiones.

Ella seguirá viviendo en la misma casa, pero todo será distinto. Un ruido en una habitación del tercer piso llama su atención. Sube hasta allí y encuentra a un individuo extraño, que llamará señor Tuttle, en recuerdo de un antiguo profesor. Este personaje tiene la “especial habilidad” para repetir, con exactitud, las conversaciones que la pareja mantuvo en vida. Conoce todos y cada uno de sus momentos íntimos.

En ese momento salí del café y dejé olvidado el libro sobre la mesa. Y no he tenido tiempo para comprarlo de nuevo. Lo que me he preguntado es qué ocurriría con su desarrollo. Si todo lo que había leído estaba en la cabeza de la mujer, si la novela era una continua repetición de la conversación durante el desayuno, si realmente lo había escrito Don DeLillo o no era más que Thomas Pynchon escribiendo con más claridad.

Quizá yo aún continúe dentro del cuadro cubista y su organización espacial, pues eso es lo que me pareció desde el principio esta novela. 

Como siempre, todas las artes están dentro de la buena literatura.

martes, 21 de agosto de 2018

El sol de anoche.

Sobre la mesa permanecen las copas vacías. No existe nada tan claro como los impulsos, decía el poeta, quizá solo el vino blanco.
Aún no ha salido el sol de anoche.

Y además canta Sinatra:

lunes, 20 de agosto de 2018

"En torno al escritor austriaco Thomas Bernhard".

Hablar de Thomas Bernhard (1931-1989) es referirse a uno de los escritores que me han servido para entender la literatura contemporánea. Hace unas semanas conté una historia que me ocurrió en un tren mientras atravesaba un desierto y leía una obra de Peter Handke. Entonces mencioné a su gran "maestro", el poeta, narrador y dramaturgo Thomas Bernhard, enfrentado hasta su muerte con los poderes de su época. No dejaba títere con cabeza, convencido de la cantidad de cretinos que corren por este mundo. Estando de acuerdo con él (en lo de los cretinos, claro, algo que también comparte el director austriaco Michael Haneke, del que hablé ayer), lo que me atrae de la literatura de Bernhard no es tanto su visión crítica como su utilización del lenguaje y de la música.

Ayer dediqué toda la tarde a releer una de sus mejores novelas, que no he podido olvidar, aunque la leí por primera vez hace muchos años, "La calera", publicada en 1970. Entre sus páginas encuentro a Joyce, Kafka y Beckett, e incluso el fantasma de Wittgenstein (una de sus novelas más conocidas es "El sobrino de Wittgenstein, precisamente). Y está el ritmo de la música clásica contemporánea, ya que él estudió música y era un enamorado de las repeticiones, de los movimientos continuos del lenguaje hacia adelante y atrás. En ese sentido es una literatura compleja, profunda, exigente, de la que permanece en el tiempo por eso mismo.

En esta novela Konrad está obsesionado con hacer un estudio sobre el oído. Para llevarlo a cabo adquiere un edificio de cal en la ribera de un río, en Austria, ya que necesita silencio, y de esa forma poder "oírlo" todo. Se va allí con su mujer paralítica (que además es su hermanastra). Está cinco años intentando escribir el estudio, pero no lo consigue, a pesar de que lo tiene completamente terminado en su cabeza. Al final mata a su mujer y es encarcelado. Esto sucede en las primeras páginas. El resto del libro es un absorbente análisis del ser humano dentro de un edificio industrial y un paisaje concreto. Lo que siempre me ha llamado la atención de esta novela no demasiado larga (ninguna de Bernhard lo es) es cómo interrelaciona la arquitectura con la vida, como si los techos, las paredes, la distribución de la habitaciones, del espacio, en suma, se nos vinieran encima e influyeran en nuestra manera de ser y de comportarnos.

Este es un breve video sobre una de sus obras de teatro: "El ignorante y el demente" (1972), que se ha representado hace poco en Madrid.

https://www.youtube.com/watch?v=MrKEhSl0oxI

Ese lado oscuro y perverso de los seres humanos.

Al final de una de las dos entrevistas que compartí ayer, la directora Carla Simón se refiere a cómo le influyó la película "Código desconocido" (2000) del director austriaco Michael Haneke (Múnich, 1942), cuando su profesora de Bachillerato la puso en la clase de "Imagen". Al principio no la entendió, pero lo hizo cuando la profesora comentó la falta de comunicación de los seres humanos. Simón se dedicó al cine para contar cosas como esas. Y yo me tomo un café y me pongo a escribir este post porque me parece que el cine de Haneke es francamente interesante.

Entre otras, Haneke ha filmado "Funny Games" (1997), "La pianista" (2001), "Caché" (2005) -una película que aún me inquieta, aunque hayan pasado trece años desde que la vi-, "La cinta blanca" (2009) y "Amor" (2013). A finales de julio se ha estrenado en España "Happy end", pero todavía no me ha dado tiempo a verla.
Haneke recibió el premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2013 y tiene todos los premios importantes. Lo curioso es que su cine se atreve a llegar a zonas difíciles de soportar. "La pianista" habla de una mujer que se lleva mal con su madre, triunfa en las salas de concierto, pero es una persona anodina y gris, con una sexualidad obsesiva y enfermiza. "Caché" se refiere al problema de la culpa y a los desastres del colonialismo. "La cinta blanca" analiza el germen del fascismo en unos niños antes de la Primera Guerra Mundial. "Amor" transcurre por entero en el interior de un piso de París mientras dos ancianos nos cuentan sus últimos momentos vitales. Ella fue una importante pianista, pero sufre una hemiplejía y se deteriora día tras día. La mirada de él (un Trintignant como en sus mejores tiempos), también profesor de música, revela sus contradicciones. "Cómo hemos llegado hasta aquí", creo recordar que se dice en cierto momento. Al final termina asfixiando a su mujer para que deje de sufrir.

Aunque pueda parecerlo, Haneke no odia a la burguesía, entre otras cosas porque considera que ya no existe. En estos tiempos en Occidente no hay más que una "pequeña" burguesía que únicamente sabe mirarse al ombligo (donde cosas como Instagram serían el paradigma de la adolescencia mental), que no entiende a sus semejantes y se encierra en sí misma y en sus posesiones, puestos de trabajo, cargos políticos, vacaciones en cualquier parte, etcétera.

El verdadero arte tiene estas cosas y quizá se encuentre en las zonas más sombrías del ser humano.

"Verano 1993".

Ayer dije que en el cine español no encontraba películas de la sensibilidad y delicadeza de "Call me by your name". En realidad lo que no suelo encontrar es "El espíritu de la colmena" (1973), de Víctor Erice, la película que siempre pongo como referencia para el cine español y de cualquier sitio. Aunque hay una excepción de este mismo año. No hace mucho vi en los Renoir una película especial.

Frida tiene seis años. Ha perdido a su madre a causa del SIDA, al igual que ocurrió con su padre tres años antes. Desde Barcelona se la llevan a vivir a un pueblo de la Garrotxa con sus tíos y una niña algo más pequeña. Frida es Carla Simón cuando tenía seis años, la directora de la película (Barcelona, 1986). Pero Simón no tiene interés en contar una historia lacrimógena con su ópera prima, hablar de enfermedades y hacer una catarsis personal, solo elaborar una buena película, actual, para estos tiempos. Su intención es mostrar los recuerdos de ese largo verano (tan largos como los de nuestra infancia), casi sin palabras, únicamente desde el punto de vista de la mirada de la niña, e intentar escribir un poema visual. Por eso casi todo lo que ocurre queda fuera de la cámara, lo que hizo que muchos espectadores se fueran antes de acabar porque, obviamente, no estaban viendo una película comercial. En concreto, la relación que se establece entre las dos niñas me recordó algunos pasajes de "El espíritu de la colmena". Ya sé que esto no es cine al uso; no es más que arte.

Siempre he sabido que cuando se mira insistentemente el mar, se puede volar sobre las olas.

(Me han gustado estas dos entrevistas con la directora de la película, una mujer joven, auténtica y con mucho talento. Una es con Buenafuente:

https://www.youtube.com/watch?v=xybI13ccpwU
https://www.youtube.com/watch?v=Nk-O6Ad0_DM)

"Call me by your name".

Como siempre he creído que la vida está hecha de casualidades (al menos la que me gusta vivir a mí), es sorprendente que ayer por la mañana hablara de la poeta Antonia Pozzi y por la tarde viera la película italiana "Call me by your name" (2017), dirigida por Luca Guadagnino, con guión de James Ivory y en la que se cita a Pozzi. La canción que atraviesa la historia, hablando de los misterios del amor, es preciosa:


Es una película sobre amor bisexual, en la Lombardía de los años 80, donde en un verano los personajes leen libros, mencionan a Antonia Pozzi, tocan el piano, hablan de arte, montan en bicicleta, nadan, se miran, se atraen, se desean mientras transcurren las horas lentamente. Echo de menos este tipo de cine en España, tan francés y exquisito (en algunos momentos recuerda a Rohmer, del que hablé hace poco por aquí), con esas comidas de toda la familia en el jardín.

Es un cine equilibrado por la inteligencia y el buen gusto.

En la foto Oliver (Armie Hammer) y Elio (Timothée Chalamet) comparten mesa en una plaza de Crema, el pueblo donde transcurre la historia, cerca de Milán. Y este es el trailer de una de las películas más hermosas que he visto este año:

https://www.youtube.com/watch?v=gzEyLe5gqFA

Son las casualidades y los misterios del amor, de la música, del cine, de la literatura, de la sensibilidad. Son las casualidades que hay que "vivir" para darse cuenta.

Y disfrutar del verano, el cálido verano del pasado, el presente y el futuro de la vida.

domingo, 19 de agosto de 2018

"Antonia Pozzi, la poeta de la hipersensibilidad".

Ayer me regalaron un libro de esta poeta que nació en Milán en 1912 y se suicidó 26 años después. Pozzi tuvo varios amores, pero su corta e intensa vida estuvo marcada por la dificultad de su amor hacia Antonio M. Cervi, su profesor de latín y griego, un hombre de gran cultura y sensibilidad. Su madre pertenecía a la nobleza italiana y su padre era un famoso abogado que se opuso a esa relación. Los años previos a la Segunda Guerra Mundial, marcada por el ascenso del fascismo, también influyeron en la progresiva desesperación de la joven. Al morir no había publicado ningún poema. Su padre publicó después una selección de ellos, silenciando el nombre de su amor. No sería hasta el impulso del poeta Eugenio Montale, en los sesenta, cuando empezaría a ser conocida de verdad. También fueron editados sus diarios, cartas y su tesis de licenciatura, "Flaubert. La formazione letteraria (1830-1865)".

La poesía y la fotografía fueron sus dos mejores formas de expresión. Hay personas que llevan la sensibilidad cosida a la piel, como las venas a la sangre.

"Pausa".

"Me parecía que este día
sin ti
tenía que ser inquieto,
oscuro. Sin embargo está lleno
de una extraña dulzura, que aumenta
con el paso de las horas
igual que la tierra
después de un chubasco,
se queda sola en silencio para beberse
el agua caída,
y poco a poco
en sus venas más profundas
se siente penetrada.


La felicidad que ayer fue angustia,
tempestad,
vuelve ahora en breves
oleadas al corazón
como mar apaciguado.
Bajo el suave sol reaparecido brillan
cándidas ofrendas:
las conchas que la ola
dejó en la orilla".


"Pausa".

"Mi pareva che questa giornata
senza te
dovesse essere inquieta,
oscura. Invece è colma
di una strana dolcezza, che s’allarga
attraverso le ore –
forse com’è la terra
dopo uno scroscio,
che resta sola nel silenzio a bersi
l’acqua caduta
e a poco a poco
nelle più fonde vene se ne sente
penetrata.


La gioia che ieri fu angoscia,
tempesta –
ora ritorna a brevi
tonfi sul cuore,
come un mare placato:
al mite sole riapparso brillano,
candidi doni,
le conchiglie che l’onda
lasciò sul lido".


("El alma desnuda", Impronta, 2015, edición de la poeta Herme G. Donis).

Cada vez que escucho este vals de Katchaturian me dan ganas de ponerme a bailar.

https://www.youtube.com/watch?v=gbXw_CR4d1Q

Ayer vi a una chica de poco más de quince años leyendo "Guerra y paz" en un avión. Me quité las gafas, me restregué los ojos y volví a mirar, por si me había equivocado y era el típico best seller o ganador de cualquier Planeta o cosa parecida. Desconozco cuantas obras literarias quedarán al final de los tiempos, pero desde luego una será esta novela de Lev Tolstoi.

Siempre me he sentido identificado con Pierre Bezújov, aunque en el vals que he puesto al principio el príncipe Andrei Bolkonski sea el que baile con Natasha Rostova. No obstante, al final Pierre se queda con la chica, como Dios manda.

Tolstoi era en realidad una mezcla de Pierre y Andrei, y reconozco que a mí me ocurre algo por el estilo. Está esa parte intelectual que nos induce a vivir rodeados de libros, que defiende la justicia social y el bien común. Además, está esa parte nuestra de diletantismo, de los cafés, los bailes, los viajes. Siempre he dicho que me habría gustado que Madrid se hubiera acercado al cosmopolitismo de París, Londres o Nueva York. Y no me olvido del sentido del humor, de cómo se puede vivir esta vida sin reírte de ti mismo. Estos personajes me recuerdan a los héroes de Galdós de las dos primeras series de sus "Episodios Nacionales", Gabriel de Araceli y Salvador Monsalud (¿he comentado alguna vez que considero a Galdós el mayor novelista español de la historia?), y no solo por referirse a la misma época de la novela de Tolstoi.

Hay otra parte que no he mencionado y desconozco si estaba en Tolstoi, la parte bohemia, la de hacer lo que me da la gana, la de que me importen un pito el poder, la política, el dinero y ascender socialmente a ninguna parte, la de regalar flores y detener el coche en mitad del campo para contemplar una puesta de sol o escuchar el murmullo de un río o el mar, la de jugar con un niño, un gato o un perro. Quizá esta sea la parte dominante, aunque me lo paso bien con todas.

En fin, soy un tipo normal y corriente, como todo el mundo. Seguramente, la única diferencia entre unas personas y otras sea el deseo de bailar un vals todos los días.



sábado, 18 de agosto de 2018

Los libros son un puente entre las personas.

Una vez más la literatura no deja de sorprenderme. Estas dos fotos las puso Carmen el jueves pasado en su muro de Facebook, pero como casi siempre estoy en las nubes no las vi hasta anoche. Carmen es una amiga virtual de Granada, pintora e historiadora (Carmen Tendencias Rico). Después de pedirle disculpas busqué el lugar donde compró mis cuentos. Es la Librería internacional 1616 y está en la costa de Granada, en Salobreña, al lado del mar. Me gusta la sonrisa del librero.

Recuerdo cuando una ex alumna de Granada me mandaba cada año una caja de aguacates y chirimoyas desde su finca de allí. Ahora llegan dos fotos a través de Internet y la promesa de unas horas dedicadas a la lectura de mis cuentos.

Los libros saben a fruta, como el aguacate y la chirimoya.


El tiempo en el Museo de Orsay.

Ese es el reloj de un museo parisino que antes fue una estación de trenes.

Seguramente todos mis libros hablen del sentido del tiempo, y en especial el último de cuentos. Ayer estuve dando vueltas durante un rato a cómo opera el tiempo en el caso de las obras de arte. Lo hice tras escribir el post sobre Claudel, Rodin y Aleixandre. Y pensé en Bergson. A Henri Bergson (París, 1859-1941) se le ha llamado el filósofo de la intuición. Aunque su formación fue positivista, consideraba que el tiempo real, vivido, no puede entrar en las fórmulas de las ciencias, porque estas se interesan solo por lo que es susceptible de medida.

Los hechos psíquicos se viven de manera distinta a los físicos. En su libro "Materia y memoria" exponía que la memoria pura y espiritual es la que caracteriza la vida profunda de la psiquis. Lo que limita nuestra conciencia es el cuerpo, y más concretamente el cerebro, imponiendo el olvido de algunos conceptos.

"El pensamiento y lo móvil" es su último libro, y en él observa que las grandes obras de arte sugieren la marca del tiempo sobre la sustancia, ya que esta intersección entre objeto y devenir intuye el contenido de la experiencia vital, tanto de lo objetivo (lo observable) como de lo subjetivo (interpretación interna).

Seguramente, las obras de arte influyen en nosotros porque las intuíamos y percibíamos antes de conocerlas. De alguna forma estamos esperando a que lleguen hasta nosotros, y al hacerlo las convertimos en nuestras.

En los jardines del Museo Rodin de París.

En este jardín podrían haberse amado y odiado a la vez Auguste Rodin y Camille Claudel. 

Por esos caminos llenos de flores te encuentras algunas de las esculturas más famosas de Rodin como "El pensador", "Los burgueses de Calais" y "La puerta del infierno", una obra en la que también colaboró la propia Camille. ¿Es tan complicado el amor entre dos artistas? Por cierto, ¿he dicho amor o destrucción?, que diría Aleixandre. 

"Soy el destino".

Sí, te he querido como nunca.

¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la [muerte está próxima
si se sabe que amar es solo olvidar la vida,
cerrar los ojos a lo oscuro presente
para abrirlos a los radiantes límites de un [cuerpo?


Yo no quiero leer en los libros una verdad que [poco a poco sube como un agua,
renuncio a ese espejo que dondequiera las [montañas oscurecen,
pelada roca donde se refleja mi frente
cruzada por unos pájaros cuyo sentido ignoro.


No quiero asomarme a los ríos donde los [peces colorados con el rubor de vivir,
embisten a las orillas límites de su anhelo,
ríos de los que unas veces inefables se alzan,
signos que no comprendo echado entre los [juncos.


No quiero, no, renuncio a tragar ese polvo, esa [tierra dolorosa, esa arena mordida,
esa seguridad de vivir con que la carne [comulga
cuando comprende que el mundo y este [cuerpo
ruedan como ese signo que el celeste ojo no [entiende.


No quiero, no, clamar, alzar la lengua,
proyectarla como esa piedra que se estrella en [la frente,
que quiebra los cristales de esos inmensos [cielos
tras los que nadie escucha el rumor de la vida.


Quiero vivir, vivir, vivir como la yerba dura,
como el cierzo o la nieve, como el carbón [vigilante,
como el futuro de un niño que todavía no nace,
como el contacto de los amantes cuando la [luna los ignora.


Soy la música que bajo tantos cabellos
hace el mundo en su vuelo misterioso,
pájaro de inocencia que con sangre en las alas
va a morir en un pecho oprimido.


Soy el destino que convoca a todos los que [aman
mar único al que vendrán todos los radios [amantes
que buscan su centro, rizados por el círculo
que gira como la rosa rumorosa y total.


Soy el caballo que enciende su crin contra el [pelado viento,
la gacela que teme al río indiferente,
el avasallador tigre que despuebla la selva,
el diminuto escarabajo que también brilla en el [día.


Nadie puede ignorar la presencia del que vive,
del que en pie en medio de las flechas [gritadas,
muestra su pecho transparente que no impide [mirar,
que nunca será cristal a pesar de su claridad,
porque si acercáis vuestras manos, podréis [sentir la sangre.


(Con "La destrucción o el amor", 1935, Vicente Aleixandre continúa el camino de "Espadas como labios", 1932, y eleva la poesía española a lo más alto. El amor puede ser destrucción, pero a la vez suponer una integración cósmica y con la Naturaleza. Esto ocurrió de alguna forma con Rodin y Claudel, profesor y alumna, que se amaron locamente, pero los celos, las presiones y las degradaciones acabaron con su relación. Sin embargo, como fueron dos artistas enormes, nos quedan sus obras, además juntas, unidas para siempre en uno de los rincones más hermosos de París, recientemente restaurado y que jamás dejo de visitar).

"El Sena y Notre Dame".

Junto a esa catedral pasa un río atravesado por bellos y antiguos puentes. Allí mismo un hombre y una mujer bailaron y cantaron hace muchos años "Our Love is Here to Stay" (1951):


Años después otro hombre y otra mujer volvieron a bailar y a cantar en el mismo sitio (1996):

https://www.youtube.com/watch?v=p2Lei_PbwJ4

Woody Allen homenajeaba con su "Everyone Says I Love You" a una de las películas más graciosas y surrealistas que se han hecho en el cine, "Plumas de caballo" (1932), y que yo no dejo de ver para convencerme de que el ser humano es un espécimen que a veces puede llegar a ser inteligente, sobre todo si se llama Groucho Marx:
https://www.youtube.com/watch?v=0lCPmaq960E

viernes, 10 de agosto de 2018

"Hay cuadros donde no me importaría dormir".

La ficción no deja de ser una imagen del mundo de la experiencia y por eso representa la realidad de alguna forma. La frontera entre lo ficticio y lo real es imprecisa y permeable, y el límite opera en ambos sentidos. Los poemas épicos y los mitos acaban por ficcionalizarse, y lo mismo ocurre a la inversa con las parábolas, las profecías o las novelas de tesis, que sobrepasan los límites de la ficción y terminan afectando al mundo real. Las posibilidades de acceso según los elementos compartidos o compatibles entre los dos mundos pueden ser la identidad de las propiedades de los objetos comunes -como en la novela realista-, la coincidencia en el inventario de los objetos -como en la nouveau roman-, la uniformidad entre las leyes de los mundos y la compatibilidad lógica, analítica o lingüística existente.

Lo que sí tengo claro es que dentro de este cuadro nunca podría vivir una novela de tesis.

jueves, 9 de agosto de 2018

"París bien vale una misa".

Ya han pasado varios siglos desde que el rey Enrique IV dijera esa conocida frase, pero continúa siendo agradable pasar unos días en París y darse una vuelta, lentamente, por el barrio del Marais. Entrar en el Museo Picasso, uno de los sitios que más me gustan de la ciudad, y tomar un café au lait en el patio interior, dando vueltas a la cucharilla también con lentitud, como si se removiera el mundo, respirando el ambiente, sabiendo que te rodean las obras de uno de los mayores genios que han existido, como esas cabras tan curiosas que no me dejaron fotografiar por más que lo intenté. No se trata de fetichismo, sino de abrir los sentidos de par en par a la creación. Y cenar cerca de allí, a la luz de las velas, y brindar con una copa de vino tinto, por supuesto. Antes de terminar puede aparecer Carla Bruni escapada de una película de Woody Allen, con una guitarra en la mano, susurrando una canción.

https://www.youtube.com/watch?v=ORIHBCMK9oc

En la Medianoche de París todo es posible, incluso que Carla Bruni sea una chica con el pelo corto.


"Sobre el artista español Pedro Arjona".

Pedro comentó ayer en una red social que seguro que cualquier día hablaba de la compositora griega Eleni Karaindrou y el cine de Angelopoulos, aludiendo a los posts que he dedicado a Kieslowsky. En realidad hoy casi me apetece hablar más del propio Pedro Arjona.

No lo conozco personalmente, pero ayer estuve leyendo algunas cosas de él. Ha sido dibujante de comics, y en los últimos años pinta unos cuadros estupendos, como los que he puesto más abajo y que tienen algo de Egon Schiele. Sé que nació en 1949 y se integró en el equipo "El Cubri", fundado a principios de los 70, por la admiración que sentían por Stanley Kubrick. El guionista Felipe Hernández Cava y el artista Saturio Alonso fueron los otros miembros, pero Alonso dejó el equipo más adelante. Como resultado, Pedro fue el único artista de las obras de "El Cubri" como "Cadáveres de Permiso", "Luis Candelas" y "El Hombre Invisible". Acto seguido se asoció con el guionista Jorge Martínez Reverte e hicieron dos tiradas para el periódico El País: "Un Cadáver sin Dueño" y "Sol de Otoño". Tras eso, Pedro dejó el campo de los cómics.

Es hermoso tener amigos con talento en esta red social.

Pensándolo bien, tampoco estaría mal tomarse un café con la música que compuso Eleni Karaindrou (1941) para la película de Theo Angelopoulos, "Pasaje en la niebla", de 1988. Es un adagio que recoge el "tema del padre". Se ve a los niños protagonistas en la escena final, cuando se acercan al árbol y la niebla se disipa. Dos hermanos, Voula y Alexandros, de unos doce y siete años de edad aproximada, recorren el norte de Grecia para llegar hasta Alemania, país en el que, según les ha dicho su madre, vive su padre, al que no conocen. Es una de las películas más hermosas y tristes que he visto en mi vida. 

https://www.youtube.com/watch…




martes, 7 de agosto de 2018

"La doble vida de Verónica".

Existe un mundo donde impera la belleza de lo inefable, la espiritualidad, la sabiduría, la serenidad, el amor, que no tiene nada que ver con el griterío, la banalidad, el insulto, el sensacionalismo, lo inmediato.

Existe un mundo donde dos genios se inventan a un músico holandés del siglo XVIII que les permita la conexión, a través del arte, entre la realidad y la ficción. Esa música les sirve para que Werónica, en Polonia, cante una de las arias más estremecedoras que he visto en una película, y así nazca la Verónica de París: 

https://www.youtube.com/watch?v=dJqUZFunBsk

Hay un mundo donde las almas se encuentran unidas, aunque sea a miles de kilómetros de distancia. Un mundo donde una marioneta, que es una bailarina, se transforma en mariposa después de morir, conformando una de las escenas más bellas de la historia del cine: 

https://www.youtube.com/watch?v=vK5uc_5iWYs.

Lo demás es incluir el mundo en una bola de cristal, tanto en Polonia como en Francia, la mano de una niña tocando una hoja y que ahí vuelva a estar representado el mundo, la visión del sexo desprovisto de animalidad y lleno de arte. 

El arte a veces crea mundos que parece que no estén en este.

lunes, 6 de agosto de 2018

"Me siento en la arena".

Me siento en la arena. No hay nadie cerca de mí.

Alguien me tira una pelota, que roza mi pie. Levanto la vista y observo a unos chicos jugando. Se la devuelvo con la mano. La pelota se pierde en el agua y los niños desaparecen en ella.

Una ola está a punto de mojarme por completo. Estoy vestido y salto hacia atrás, instintivamente.

Aun así mi movimiento ha sido en vano.

La ola y yo sabemos que somos la misma cosa.

domingo, 5 de agosto de 2018

"Una mujer quiere ser libre".

Ayer hablé del cine de Kiéslowsky y hoy quiero hacerlo de la música de una de sus películas más hermosas, "Azul" (1993). Es una película que provoca "asombro", visual, estético, poético, espiritual.

El compositor polaco Zbigniew Preisner, 1955, colaboró con Kiéslowsky en sus películas más emblemáticas. En "Azul" utilizó la 1ª Carta a los Corintios, 13, de San Pablo. El marido del personaje interpretado por Juliette Binoche es músico, pero muere en un accidente de tráfico, junto a su hija, antes de terminar la obra que le han encargado, el "Concierto para la unificación de Europa". Ella también es compositora y, a medida que lo va acabando, se reconstruye por dentro y recupera su libertad interior. Se enamora y a la vez se entera de que su marido le era infiel. Necesitaba dejarlo todo en blanco, desprenderse de su vida pasada, ser libre incluso sin el amor y la amistad de nadie. Sin embargo, llega un momento en el que comprende que eso es imposible. El amor y la música serán los que la devuelvan a la vida. Como dijo el propio Kiéslowsly, en la época actual el color azul ya no simboliza la libertad en un sentido político o social, sino la libertad de vivir la vida en sí misma.

Esta es la música en griego de la película:

https://www.youtube.com/watch?v=2HyNEYaakcA

Y esta es la 1ª Carta a los Corintios, 13.

"1. Aunque hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe.
2. Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar montes, si me falta el amor nada soy.
3. Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, pero para recibir alabanzas y sin tener el amor, de nada me sirve.
4. El amor es paciente y muestra comprensión. El amor no tiene celos, no aparenta ni se infla.
5. No actúa con bajeza ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo.
6. No se alegra de lo injusto, sino que se goza en la verdad.
7. Perdura a pesar de todo, lo cree todo, lo espera todo y lo soporta todo.
8. El amor nunca pasará. Las profecías perderán su razón de ser, callarán las lenguas y ya no servirá el saber más elevado.
9. Porque este saber queda muy imperfecto, y nuestras profecías también son algo muy limitado.
10. Y cuando llegue lo perfecto, lo que es limitado desaparecerá.
11. Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba y razonaba como niño. Pero cuando me hice hombre, dejé de lado las cosas de niño.
12. Así también en el momento presente vemos las cosas como en un mal espejo y hay que adivinarlas, pero entonces las veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, pero entonces conoceré como soy conocido.
13. Ahora, pues, son válidas la fe, la esperanza y el amor; las tres, pero la mayor de estas tres es el amor."