martes, 7 de agosto de 2018

"La doble vida de Verónica".

Existe un mundo donde impera la belleza de lo inefable, la espiritualidad, la sabiduría, la serenidad, el amor, que no tiene nada que ver con el griterío, la banalidad, el insulto, el sensacionalismo, lo inmediato.

Existe un mundo donde dos genios se inventan a un músico holandés del siglo XVIII que les permita la conexión, a través del arte, entre la realidad y la ficción. Esa música les sirve para que Werónica, en Polonia, cante una de las arias más estremecedoras que he visto en una película, y así nazca la Verónica de París: 

https://www.youtube.com/watch?v=dJqUZFunBsk

Hay un mundo donde las almas se encuentran unidas, aunque sea a miles de kilómetros de distancia. Un mundo donde una marioneta, que es una bailarina, se transforma en mariposa después de morir, conformando una de las escenas más bellas de la historia del cine: 

https://www.youtube.com/watch?v=vK5uc_5iWYs.

Lo demás es incluir el mundo en una bola de cristal, tanto en Polonia como en Francia, la mano de una niña tocando una hoja y que ahí vuelva a estar representado el mundo, la visión del sexo desprovisto de animalidad y lleno de arte. 

El arte a veces crea mundos que parece que no estén en este.

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