domingo, 31 de julio de 2022

"Estoy más sola que yo misma".

No quiero que se acabe julio sin recordar a la poeta Gloria Fuertes, que habría cumplido años este jueves pasado (Madrid, 1917-1998). Gloria solitaria, creyente, enamoradiza, soltera, feminista y lesbiana. Fumadora empedernida, motera, pacifista, rebelde, castiza y poeta. Vitalista, fascinante, compleja. En su poesía defendió a la mujer, el pacifismo y el medio ambiente, y pertenece a la Generación del 50 y el Postismo o Postsurrealismo. Aunque ella misma solía comentar que era autodidacta, entre los años 1950 y 1956 estudió la carrera de Biblioteconomía e inglés en el Instituto Internacional de Madrid, que todavía sigue existiendo en la calle Miguel Ángel, por la que he paseado tantas veces. Y, hablando de paseos, hace poco me di una vuelta por Miraflores y la sierra de Madrid, y encontré esta curiosa escultura en plena Plaza Mayor, con un poema grabado de Vicente Aleixandre y otro de Gloria Fuertes. Después de sacar la fotografía, pensé en Joaquín Díaz (Zamora, 1947), que es una de las personas que más ha hecho en España por recuperar nuestro folclore. Fue el creador del Centro Etnográfico de Urueña, ese pequeño pueblo de Valladolid lleno de librerias,​ que culminó en 1994 con la Fundación Joaquín Díaz. Entre esas canciones populares se encuentra "Estaba el señor Don Gato" que Gloria Fuertes convirtió en "Estaba el señor Don Libro". Tal vez su origen sea un romance sefardí del tiempo en el que los judíos españoles expulsados de la Península se instalaron en el norte de África donde recuperaron su estructura comunitaria, como la educación, los servicios sociales y una lengua propia, el "haquetía", cuya base es el español arcaico mezclado con algunos vocablos hebreos y árabes.
 
Esta es la voz de Joaquín Díaz (en la tercera foto):
 
Este es el poema de Gloria Fuertes de la foto de Miraflores:
 
"Don Libro está helado". 
 
"Estaba el señor Don Libro
sentadito en su sillón;
con un ojo pasaba la hoja,
con el otro ve televisión.
 
Estaba el señor don Libro
aburrido en su sillón,
esperando a que viniera...
algún pequeño lector.
 
Don Libro era un tío sabio,
que sabía de luna y de sol,
que sabía de tierras y mares,
de historias y aves,
de peces de todo color.
 
Estaba el señor don Libro
tiritando de frío en su sillón;
vino un niño,
lo cogió en sus manos
y el libro entró en calor".
 
Y aquí está Gloria Fuertes hablándonos en este último domingo de julio. En fin, todo esto es una parte de nuestra literatura, de nuestra música, de nuestra historia:
 

sábado, 30 de julio de 2022

"Me gustan los niños".

Me gusta tomarme un té con leche en una terracita y que los niños de un colegio pasen por delante cantando y gritando, como ocurrió ayer. Me gusta verlos sonreír y hacer el tonto, algo que yo también llevo haciendo desde que era niño. Puedo ser el tipo más intelectual del mundo, pero sigo sin olvidarme de Peter Pan o de la película de Tryrone Power haciendo de "El zorro". ¿Quién no ha querido ser en alguna ocasión el espadachín con antifaz que vence al malo y logra que vuelvan la justicia y la libertad? Y hasta me gusta escuchar a Perales cantando con los niños. Una vez tuve una novia a la que le gustaba mucho Perales. Es verdad que fuimos novios poco tiempo. Nos conocimos en un viaje de autobús desde Madrid a Asturias, y nos hicimos novios, pero solo durante el tiempo que tardé en subir en ese autobús a los lagos de Covadonga con ella y bajar en otro asiento hablando con otra chica. No sé porqué, pero no me volvió a hablar.
 
Siempre que escucho esta canción me acuerdo de ella:
 

viernes, 29 de julio de 2022

"Leyendo a Delibes en el Ágora".

El otro día mi hijo me regaló "La sombra del ciprés es alargada", una novela de 1947 que no había leído, aunque parezca mentira. Ahí veo cosas de Baroja, de Clarín, de Galdós, lo cual es sinónimo de buena literatura. En la fotografía estoy leyendo en el Ágora, un café que es galería de arte y que está situado en una plaza que se llama Pérez Galdós. Son miles de años de fiestas y encuentros entre filósofos, científicos, escritores y los que querían discutir sobre las preguntas que hoy aún nos siguen preocupando. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuál debería ser nuestro comportamiento? El ágora también fue un lugar para las asambleas, los tribunales, la creación de derechos, y tuvo un papel importante en la convivencia armónica de una sociedad ordenada. Es un lugar que me gusta para tomar un té con leche cuando viajo hasta aquí. Me gustan los ideales griegos de armonía, equilibrio y belleza. Me gusta que desde el interior del Café venga una música como esta:
 
(Por cierto, mientras me tomo el primer café de la mañana me fijo bien en la fotografía y casi me estoy inventando una historia).
 
 

"Más de 21 gramos".

Ayer la poeta Efi Cubero recordaba en su muro de esta red social la presentación que hice en la Librería Alberti de Madrid de su libro de poemas "Solo inclasificable". Y puso esta foto que me parece que nos sacó Almudena Mestre a Lola Larumbe, la dueña de la librería, a ella y a mí. Al final casi se convirtió en una tertulia del Café Gijón, ya que pedí que hablaran Javier Del Prado Biezma, Almudena Mestre, Silvia Ramos, María José Muñoz Spínola, Concha Galán, José Luis Morante. Oskar Rodrigañez y Pilar S. Tarduchy, y también pudieron hacerlo Noemí Andrés, Juana Vázquez, Nicolás Corraliza, Argenis Salazar, César Rodríguez de Sepúlveda, junto a otros escritores y amigos que nos acompañaron y que están en las fotos de mi blog, donde escribí lo que dije aquella tarde:

https://sotelojusto.blogspot.com/2021/11/mas-de-21-gramos.html

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Y ahora, por mi cuenta, añado la música a este post. Un domingo por la tarde escuché en el Auditorio Nacional de Música de Príncipe de Vergara sus dos partes a lo largo de más de dos horas, en una versión de piano de Daniel Barenboim. Recuerdo que a mi lado se sentó el periodista Iñaki Gabilondo, que es un gran melómano. Lo invité a mi tertulia y lo incluí como personaje en mi novela "La paz de febrero" (2006). Siempre he pensado que es lo más cerca que la música he estado de Dios:

https://www.youtube.com/watch?v=hUt4PP_kQW8

 


 

miércoles, 27 de julio de 2022

"Norwegian Wood".

El otro día hablé del principio de "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", la novela cumbre de Haruki Murakami. Mientras lo hacía recordé los cursos que hice sobre la cultura y la literatura japonesas con el objeto de escribir mi tesis doctoral sobre sus novelas. La leí en mayo de 2012, es decir, acaba de cumplirse una década. Anoche entré en la página de la Universidad Complutense y comprobé que, en este tiempo, se ha descargado 13.130 veces en países de medio mundo y se cita en docenas de artículos:

https://eprints.ucm.es/cgi/stats/report/eprint/14752?from=2012-05-04&to=2022-07-27

Tras leer la tesis me apeteció publicar un ensayo al respecto, "Los mundos de Haruki Murakami" (2013, Izana, 329 p.) El otro día tuve en la mano "Crónica del pájaro" y me llevé una sorpresa, ya que no recordaba que todas las páginas en blanco del libro están llenas de apuntes para la tesis (doce similares a las dos que he fotografiado). Me vino a la cabeza la conocida frase de Picasso en el sentido de que "cuando te llegue la inspiración que te encuentre trabajando". Entre el "furor" platónico y la "poiesis" de Aristóteles siempre lo he tenido claro, aunque ya desde pequeño me dijeran que mi cociente intelectual era de 150 o más.

Y ahora me tomo un café y escucho la canción de los Beatles que inspiró otra de sus conocidas novelas, "Tokio Blues" o "Norwegian Wood" en el original, una historia de amor triste y melancólica, pero realmente hermosa:

https://www.youtube.com/watch?v=PQD2Zfv_Yyc

 







 

martes, 26 de julio de 2022

"Luz de pizarra, de Juana Murillo, un hermoso libro de poemas".

Juana Murillo Rubio es filóloga y doctora en literatura, profesora de Instituto y profesora asociada de la Universidad Complutense. Ha sido tertuliana del Café Gijón, y hace un tiempo me envió su primer libro de poemas, "Luz de pizarra", Editora Regional de Extremadura, 2021. Ha estudiado las obras de Amado Nervo, Guadalupe Nettel, Maielis González, Carmen Muñoz, Pureza Canela, así como editado las memorias de la escritora y editora Concha Lagos. La oscuridad de la "pizarra" extremeña se mezcla con la luz que Juana recibió en su niñez y adolescencia, y de ahí el título del libro. Aunque nació en Madrid en 1968 no olvida sus raíces extremeñas. Es un libro íntimo y cotidiano, que no busca tanto el tiempo perdido, sino comprender el "tiempo detenido". Juana vuelve a los lugares geográficos, a sus recuerdos, a sus propias lecturas. Son los recuerdos del agua, de los colores, de la ropa lavada, la costura, los olores, de las encinas y los alcornoques. Y siempre están presentes los versos de Juan Ramón Jiménez.

El primer poema del libro establece las coordenadas espaciales y temporales de los 38 poemas.
 
"Volver a tus paredes rotas
no es para mí un esfuerzo nuevo;
es ser en el lugar donde la luna nunca asomó nítida,
donde las estrellas gozaban
del desconocido privilegio de reinar
en el techo de ébano que disfrutábamos juntos.
Multitud de deseos lanzados al aire
iluminaban aquellas noches en que aprendíamos
a recoger el descanso merecido,
a reconocer el momento de la espera inevitable,
a preparar lienzos y cuerpos para la jornada por venir.
Volver a tus paredes rotas y a tu agua desbocada
no es para mí un obstáculo,
sino más bien el deseo de seguir reconociendo el tiempo que me forjó,
el que compuso anhelos, sueños,
mientras un ardiente sol moría
cada día añadiendo un color a su paleta.
Volver a tus paredes rotas
no es perfilar nuevos contornos,
sino querer sentir de nuevo la desazón de la sed de las tardes secas,
cuando las manos negras no arañaban ya los juncos
y las delgadas piernas no soportaban un juego más, una carrera más, una labor más.
Volver a tus paredes rotas
es mi viaje definitivo,
con todo el mar por delante corriendo mientras lavamos.
Es forjar la página de esta historia para siempre,
hasta que la memoria se encargue de volarla por los aires".
 
Juana sabe igual que yo lo que dijo Juan Ramón en el sentido de que "solo yo podía estar /entre las rosas finales". Y por eso sitúa esos dos versos al principio de su libro. Y eso me lleva a leer el poema completo, "Árboles hombres".
 
"Ayer tarde
volvía yo con las nubes
que entraban bajo rosales
(grande ternura redonda)
entre los troncos constantes.
 
La soledad era eterna
y el silencio inacabable.
Me detuve como un árbol
y oí hablar a los árboles.
 
El pájaro solo huía
de tan secreto paraje,
solo yo podía estar
entre las rosas finales.
 
Yo no quería volver
en mí, por miedo de darles
disgusto de árbol distinto
a los árboles iguales.
 
Los árboles se olvidaron
de mi forma de hombre errante,
y, con mi forma olvidada,
oía hablar a los árboles.
 
Me retardé hasta la estrella.
En vuelo de luz suave
fui saliéndome a la orilla,
con la luna ya en el aire.
 
Cuando yo ya me salía
vi a los árboles mirarme,
se daban cuenta de todo,
y me apenaba dejarles.
 
Y yo los oía hablar,
entre el nublado de nácares,
con blando rumor, de mí.
Y ¿cómo desengañarles?
 
¿Cómo decirles que no,
que yo era sólo el pasante,
que no me hablaran a mí?
No quería traicionarles.
 
Y ya muy tarde, muy tarde,
oí hablarme a los árboles.
 
(De "Romances de Coral Gables", 1948).
 
En fin, mire por donde mire me acompaña la literatura, la buena literatura.
 



 

lunes, 25 de julio de 2022

"La gazza ladra".

Ayer me metí a comer en un restaurante japonés al lado del Rastro porque en la carta no solo me ofrecían sushi, sopa de fideos y sake, sino también libros. Y en seguida me vino a la cabeza el principio de una novela:
 
"Cuando sonó el teléfono, estaba en la cocina con una olla de espaguetis al fuego. Iba silbando la obertura de La gazza ladra, de Rossini, al compás de la radio, una emisión en FM. Una música idónea para cocer la pasta.
 
Al oír el teléfono, tuve la tentación de ignorarlo. Los espaguetis ya estaban casi listos y, además, en aquel preciso instante, Claudio Abbado conducía la orquesta filarmónica de Londres hacia el clímax musical. Sin embargo, qué remedio, bajé el gas, fui a la sala de estar y colgué el auricular. Pensé que podía tratarse de algún conocido que me llamaba para hablarme de un trabajo.
 
—Diez minutos, dame diez minutos —dijo sin preámbulos una mujer. Soy bastante bueno reconociendo las voces, y aquélla no la había oído nunca.
 
—Perdone, ¿por quién pregunta? —dije educadamente.
 
—Pues por ti. Con diez minutos tengo bastante, dame diez minutos. Y así podremos entendernos bien —contestó la mujer. Su voz era suave y profunda, indefinible.
 
—¿Entendernos?
 
—Sí, entendernos el uno al otro.
 
Alargué el cuello a través de la puerta y atisbé dentro de la cocina. Un vapor blanco se alzaba de la olla de espaguetis y Abbado seguía dirigiendo La gazza ladra".
 
(Haruki Murakami, "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo", p. 13, Tusquets). 
 
Amanece en el Día de Santiago, me tomo un café y se produce la magia de la música, de la literatura, de la belleza o al menos eso es lo que me dice mi cerebro cada mañana mientras sale el sol y sale la vida:
 

domingo, 24 de julio de 2022

"Un té con leche en Madrid".

Cuando llega el verano suelo combinar el café con el té con leche, una costumbre que adquirí en los veranos de mi juventud cuando recorrí Gran Bretaña de arriba abajo (caminando por la India y África también me ha pasado) en los pubs, hoteles y bred and breakfasts. Como me gusta celebrar los éxitos literarios de los miembros de mi tertulia del Café Gijón, ayer por la mañana me tomé un té con leche con la arquitecta María José Muñoz Spínola y poder brindar de esa forma por su primer premio, un microrrelato titulado "La soportable levedad del ser", que se publicará en un libro colectivo, "Pongamos que hablo de Madrid". No nos hicimos ninguna foto y he recordado una en la terracita de Casa Manolo, junto a Moncloa, con el poeta y catedrático Javier del Prado. Su carrera como arquitecta es exitosa y tras incorporarse el año 2021 a la tertulia se ha lanzado a escribir. Como nos dijo a Javier y a mí ese día de la foto, está descubriendo nuevos tesoros en la vida literaria, y observa una relación estrecha entre lo que aprendió sobre arquitectura en sus años de la Escuela de la Politécnica y la literatura que ha encontrado en el Café Gijón. Y, mientras hablábamos, me vino a la cabeza una frase de la novela de Kundera: "Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, de la bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existente entre ellos y nosotros".

Siempre he sabido que el té debe servirse con unas gotas de leche, como señalan el protocolo y las buenas costumbres. Todas mis novelas transcurren en mi ciudad (en todo o en parte), ya que solo se debería hablar de lo que mejor se conoce. Por eso mismo ahora me tomo el primer café de este precioso día de verano hablando de Madrid con la voz de Sabina:
 

sábado, 23 de julio de 2022

"Y se abrazó a ella por la calle".

Ayer desayuné con la escritora Almudena Mestre en la terracita del Café Comercial. Ella quería que le dedicara el relato que escribí para el libro que tiene en la mano en esta fotografía, sobre la historia del Café, editado por Rafael Soler. También le firmó su relato el dueño del kiosko que lleva toda la vida en Bilbao, viendo entrar y salir a la gente por la puerta giratoria.
 
Pero en realidad hoy quería hablar de otra cosa.
 
Después de pagar la cuenta, Almudena me pidió que la acompañara a la Casa del Libro de la calle Fuencarral y acto seguido al Metro de Alonso Martínez. Sentados a la mesa, Almudena me había contado su experiencia como trabajadora en un Centro de Primera Acogida. Estos centros se han diseñado para prestar "atención" temporal, y con carácter de urgencia, a niños privados de la necesaria atención material, afectiva y educativa. Almudena lleva trabajando en uno de Arturo Soria desde el mes de mayo, y sabe cómo los educadores se dejan la piel con unos niños con auténticas necesidades, sobre todo afectivas. Pues bien, hacia el final de la calle Sagasta nos detuvo un niño de alrededor de diez años que se abrazó a Almudena. No sabe castellano, y se limitó a apretarla con fuerza. Iba con su madre, una mujer rubia de treinta y tantos años, y otro niño algo más pequeño. La mujer se quedó un tanto sorprendida, balbuceó algunas palabras de agradecimiento en castellano y luego seguimos caminando hacia la boca de Metro. Poco después me giré y vi que el niño continuaba mirándonos y sonriendo. Almudena me comentó que el centro había acogido a cuatro niños de Georgia, entre los que estaban estos dos hermanos, mientras sus padres arreglaban los papeles. Camino de casa recordé una melodía que gustaba mucho a mi madre. Es de un compositor nacido en Tbilisi, la capital de Georgia, aunque vivió en Rusia. 
 
Amanece, escucho el adagio y recuerdo la mirada de ese niño por la calle Sagasta de Madrid. 
 
Y recuerdo su abrazo:
 

viernes, 22 de julio de 2022

"La escritora Luciana Prodán".

El otro día estaba colocando en mi biblioteca, por orden alfabético, los libros que han tenido algún tipo de protagonismo en la tertulia on line del Café Gijón de los últimos tiempos -amontonados sobre un tocadiscos que me regaló mi madre con 15 años y donde no dejé de escuchar una y otra vez, nada más comprármelo, el 2º Concierto de piano de Rachmaninov-, cuando un libro de relatos se me cayó al suelo. Eran cerca de las 11 de la noche, pero como me gustan las casualidades me senté en la hamaca de la terraza y releí el primero. Unos minutos más tarde recordé que ya había escrito una crítica de este libro.

La escritora argentina Luciana Prodán no solo es una mujer de una gran belleza, sino que escribe realmente bien, y la editora Mayda Bustamante acertó en publicarle este libro en Huso:

https://sotelojusto.blogspot.com/2020/09/la-perfecta-casualidad-de-seguir-con_85.html

Me dormí escuchando la música de Rachmaninov que me enamoró en mi viejo tocadiscos:

https://www.youtube.com/watch?v=tSvq_GnGfTI

Cómo no voy a ser feminista leyendo a mujeres así y escuchando el tocadiscos de mi madre.

 


 

jueves, 21 de julio de 2022

"A todas las mujeres que hemos amado".

"Justo, eres una caja de sorpresas. Cada día te superas. Además de ser escritor, guapo y atractivo, tienes una fuerza vital y creativa que despierta a un muerto. Esta adrenalina tuya la comunicas a todos los que te leemos y se está convirtiendo en una droga. Empiezas a ser adictivo".
 
Es lo que escribió la psicóloga mallorquina Elena Gayan, que está a mi lado en esta fotografía de un 21 de julio, precisamente, pero del año pasado, durante una comida en el Café de Oriente, junto a las escritoras y también psicólogas Silvia Ramos y Almudena Mestre, y nos faltó la extremeña María Rodríguez Velasco para que estuvieran las cuatro psicólogas de la tertulia del Café Gijón. La verdad es que no sé si soy adictivo; en mi caso la única adicción que tengo es por la vida, y en ella resultan esenciales la música, la literatura, el cine, el arte y el amor. Las cuatro prepararon el curso pasado una tertulia literaria donde relacionaron la psicología con el hecho creativo, y en la divertida comida me psicoanalizaron entre copas de vino blanco. Freud, Jung y Lacan salieron a relucir en la conversación, así como todas mis represiones, mi papel como típico hombre "castrado", el "histerismo" de todo seductor y el papel que ocupa el "ello" en mi vida. Por supuesto desde un punto de vista científico, aunque sin dejar de reír. 
 
Hablamos de muchas cosas porque son personas encantadoras e inteligentes, y Elena leyó un poema que cantaba Georges Brassens, "Les passantes", que ahora canta Francis Cabrel mientras me tomo el primer café de esta hermosa mañana de verano:
 

miércoles, 20 de julio de 2022

"Benediction".

Esta es la película que vi ayer por la tarde en los Golem, unos cines donde no se puede comer y solo proyectan películas con calidad. Entre otros sitios, aquí me hice amante del cine, cuando se llamaba Alphaville, viendo las películas del británico Terence Davies (1945), como "Voces distantes" (1988) y "El largo día acaba" (1992), sobre su niñez y juventud en Liverpool. La última película que había visto de él es sobre la vida y la obra de Emily Dickinson, "Historia de una pasión" (2016). "Benediction", que se ha estrenado hace unos días, también es la vida de un poeta, Sigfried Sassoon (1886-1967), uno de los llamados "poetas ingleses de la guerra", junto a Wilfred Owen y Rupert Brooke. Fue un declarado antibelicista, algo que influyó en sus poemas y su posterior obra en prosa. La película superpone las imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, la voz en off del protagonista recitando sus poemas y su vida de amante en amante (le costó aceptar su homosexualidad), su boda con una mujer y su conversión al catolisismo.
 
- ¿Por qué detestas el mundo moderno?, le pregunta su hijo.
 
- Porque es más joven que yo, responde él, un Sigfried Sasson ya en la vejez, aunque en realidad está hablando el propio Davies a través de su personaje. 
 
Como se dice en este breve reportaje de "Días de cine" de la 2 (es el único programa que veo siempre que puedo en TV), esta película es un sólido y melancólico melodrama anti belicista, sobre el arte, las oportunidades perdidas y el amor:
 
El final contiene una de las escenas más hermosas que he visto en el cine reciente, mientras se escucha esta delicadísima obra:
 
"Preludio: las tropas".
 
Tenue, gradual, se diluye la penumbra sin forma
se estremece en la llovizna del alba que revela
hombres desconsolados con empapadas botas
tornan al cielo rostros apagados y hundidos,
demacrados, desesperados. Ellos, que tras vencer
la rancia angustia de la noche, deben renovar
su desolación en la tregua del amanecer
matando las horas pálidas que buscan la paz a tientas.
 
Estos, que se aferran a la vida con brazos tercos,
aún pueden sonreír entre tormentas de muerte y hallar hueco
en los crueles enredos zarpados de su defensa.
Marchan desde el amparo y la alegría de los pájaros
en arbustos verdes hacia la tierra donde todo
es ruina y nada florece excepto el cielo
que se apresura sobre ellos, donde sufren
tristes, humeantes horizontes planos, bosques malolientes
y trincheras hundidas que volean muerte por muerte.
 
Oh mis valientes compañeros pardos, cuando vuestras almas
vuelen en silencio y los muertos sin ojos
se avergüencen de la bestia de la lucha en la cresta
la muerte quedará llorando en ese campo de batalla
pues se acabó vuestro invicto esfuerzo.
Y pasarán a través de algún Valhalla de luna
batallones y batallones, lacerados en el infierno,
la armada que fue juventud y que no vuelve;
las legiones que han sufrido y ahora son polvo.
 
(Traducción de Eva Gallud Jurado).
 

 

martes, 19 de julio de 2022

"El agua y los poetas".

Sabemos que el agua es el origen de la vida. Por eso los mitos de la creación la consideran la fuente de energía divina de la fecundidad, tanto de la tierra como de los seres vivos. Las grandes religiones y caminos espirituales expresan su inclinación al agua a través de los ritos cósmicos, de iniciación y purificación.
 
Mi amiga tinerfeña Charo Alonso Panero siempre me regala por aquí fotos preciosas de los poetas españoles del 27 y el 50, y en general de escritores que conocieron a su tío Leopoldo Panero, y su familia. Ayer mismo puso en mi muro de esta red social una foto de Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y su tío, junto a una fuente. Casualmente unos días antes también había puesto la fuente del jardín de la casa de la familia en Astorga, que el año pasado no pude visitar, como era mi deseo.
Anoche me dormí leyendo algunos hermosos poemas:
 
"Decir con el lenguaje".
 
"En esta paz del corazón alada
descansa el horizonte de Castilla,
y el vuelo de la nube sin orilla
azula mansamente la llanada.
 
Solas quedan la luz y la mirada
desposando la mutua maravilla
de la tierra caliente y amarilla
y el verdor de la encina sosegada.
 
¡Decir con el lenguaje la ventura
de nuestra doble infancia, hermano mío,
y escuchar el silencio que te nombra!
 
La oración escuchar del agua pura,
el susurro fragante del estío
y el ala de los chopos en la sombra".
(Leopoldo Panero, 1909-1962).
.............................................
"Como la mar, los besos".
"No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.
 
Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.
En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.
 
Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.
 
Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan".
 
(Vicente Aleixandre, 1898-1984).
.......................................
"La fuente grande o de las lágrimas".
(A Federico García Lorca).
 
"Ay, fuente de las lágrimas,
ay, campos de Alfacar, tierras de Víznar.
El viento de la noche,
¿por qué os lleva la arena, y no la sangre?
¿por qué entrecorta el agua cual mi llanto?
 
No le digáis al alba vuestro luto,
no le quebréis al día su esperanza
de nardo y verde sombra;
pero en la noche aguda,
sesgada por el dalle de los vientos
que no olvidan, llorad, llorad conmigo.
 
Llora, tú, fuente grande,
ay, fuente de las lágrimas.
Y sed ya para siempre mar salobre,
oh campos de Alfacar, tierras de Víznar".
 
(Dámaso Alonso, 1898-1990).
...............................
 
Así cierro los ojos cada día, y los abro. Es la belleza que me rodea, la belleza cuando leo y escucho una música que me transporta -en una especie de metáfora del lenguaje- a un lugar de Madrid lleno de jardines donde he paseado y besado tanto el agua que caía de unos labios:
 

lunes, 18 de julio de 2022

"La memoria de un hombre está en sus besos", dice Aleixandre en uno de sus poemas.

Ayer estuve leyendo un rato en Miraflores de la Sierra, en el llamado "Rincón del Poeta", ya que Vicente Aleixandre tuvo su residencia de verano allí. A mi derecha hay una escultura de bronce que recuerda al "olmo o álamo" centenario del lugar y detrás un busto del poeta. Luego subí y bajé las montañas de Madrid, desde la Morcuera, con la fuente de Cossío, que debe su nombre a uno de los profesores de la Institución Libre de Enseñanza, hasta Navacerrada, pasando por Cotos y Rascafría, donde comí junto a un riachuelo. Desde que era niño he pensado que se trata de vivir "las horas", sabiendo que cada día es único, y esa singularidad lo hace hermoso, como decía Virginia Woolf en su novela "La señora Dalloway". Y por eso mismo mi música de ayer en el coche solo podía ser esta:
 
Reconozco que siempre he tenido buena memoria.
 

 

domingo, 17 de julio de 2022

"La calzada romana".


Ayer me volví a dar un paseo por el siglo I a.C, como hice el otro día viendo la ópera "Norma", de Bellini, en los cines Golem. En la sierra de Gredos aún se conserva en buen estado la calzada romana que comunica las tierras llanas de la meseta norte y el Valle del Tiétar, y a través de este con las de Toledo y Extremadura, y ya en concreto la fortaleza de Abula con el eje vial Emerita Augusta -Complutum -Caesaragusta, en la cañada que va desde Mérida a León (las otras fotos son de un pueblo que se llama Cuevas del Valle, donde comí). A lo largo del camino estuve pensando en Máximo, el personaje de Russell Crowe, en "Gladiator" (2000), que nació en Mérida. Y lo vi pasando la mano por el trigo de Extremadura y subiendo la calzada camino de Roma, como había hecho yo. Tierras frías en invierno y cálidas en verano, tierras castellanas donde nací.
 
Y viví la película de Ridley Scott durante todo el día mientras en el coche se escuchaba la música de Hans Zimmer y Lisa Gerrard en el camino de Ávila de los Caballeros:
 

sábado, 16 de julio de 2022

"Todo existe porque amo".

En esta fotografía estoy con Zhivka Baltadzhieva y Gabriela Amorós, dos de las mejores poetas que tenemos en España. Hace un tiempo desayuné con ambas en una cafetería de mi barrio, en Argüelles. En septiembre, Zhivka cumplirá 75 años y, por este motivo, el otro día me preguntó si quería escribirle un prólogo para un libro. Como es lógico, no he podido negarme, a pesar de que ando metido en mil historias. Con su hija Adriana Davidova hablo de vez en cuando, y a su marido, Liberto Rabal, me lo encuentro con cierta frecuencia por el barrio. El 19 de diciembre de 1900 Tolstói escribió estas palabras: "El artista, para poder influir en los demás, debe buscar; su obra ha de ser una búsqueda. Si ya lo ha encontrado todo, si lo sabe todo y adoctrina o se divierte deliberadamente, no ejerce influencia. Solo si busca, el espectador, el oyente, el lector se unirán a él en aquella búsqueda". En uno de sus libros, Zhivka cita a Tolstói. Y como ella, como él, "lo que sé lo sé porque amo".
 
Y porque escucho música como esta:
 

viernes, 15 de julio de 2022

"Una tarde de ópera y cine en Madrid con la Casta Diva".

Una forma agradable de pasar una tarde calurosa de este verano en Madrid es irse a la ópera, pero en los cines Golem, como hice ayer, y ver la grabación en directo de "Norma", de Bellini, realizada en el Macerata Opera Festival del 2016. Norma se estrenó en La Scala de Milán en 1831. 
 
Y otra vez el amor que todo lo puede. 
 
Da igual que nos encontremos en el año 2022, en 2016, en 1831 o en el siglo I a.C., que es cuando transcurre la historia de Norma, la sacerdotisa druida que se enamora del gobernador romano Polión a pesar de sus votos de castidad y de que este mantenga sometido a su pueblo. Y tendrá dos hijos con él porque el amor vence cualquier obstáculo, incluso la posesión del poder y el dinero. El conflicto se inspira en una de las grandes tragedias de Eurípides, pero Norma, a diferencia de Medea, no sacrifica a sus hijos. Mientras veía la ópera pensé en la historia de amor entre Medea y Jasón que estudié en la asignatura de Tradición Clásica con el catedrático de Latín Vicente Cristóbal, del que me hice amigo y al que invité en varias ocasiones a mi tertulia. En concreto me refiero a las "Cartas de las heroínas", de Ovidio, o "Las heroidas" (otro día hablaré de ellas). Este romance origina que Norma trate por todos los medios en acallar la rebelión contra Roma, esperando la paz entre los dos pueblos y no perder a su amor. El problema surge cuando Polión se enamora de Adalgisa, otra de las sacerdotisas druidas. Norma, despechada, convence a los druidas para atacar Roma. Tras ello Polión ha de ser sacrificado a los dioses en honor a la victoria; aun así, él no quiere abandonar a su nuevo amor. Tal lealtad provoca que Norma se autoincumpla de traición. El amor renace en el corazón de Polión y ambos ascienden juntos a la hoguera. 
 
Si como digo siempre lo que convierte en "buena o mala" una obra literaria es el lenguaje, lo mismo sucede con la música, en este caso con la ópera. Esta obra de Bellini es el bel canto "estricto sensu", la belleza, la melodía, la voz, y también el drama y la emoción. Aunque no me habría importado viajar hasta 1958 y escuchar a María Callas en "Casta Diva" en la ópera de París, y sentarme en las escaleras a esperar a Xavier, uno de mis mejores amigos franceses y personaje de mi novela "Vivir es ver pasar".
 
Hay cosas que siempre merecerán la pena, al menos a mí: