sábado, 29 de septiembre de 2018

In The Wee Small Hours Of The Morning

¿Nunca os habéis encontrado a alguien que os dijera que le recordábais a otra persona o a otra cosa?

Ayer anochecía románticamente junto a un restaurante decadente cuando un tipo de unos cuarenta años se me acercó y me dijo, con un perfecto castellano, que mi aspecto le recordaba la portada de un disco de Frank Sinatra. Me había puesto un traje oscuro, aunque sin corbata, y llevaba un sombrero como el de ese disco, algo que no suelo hacer desde hace varios años. También es verdad que la protagonista de todas las novelas de mi vida y Ava Gardner siempre se han dado un aire. Lo que no siento ni he sentido jamás son celos, que son los que definieron la relación entre Sinatra y Gardner.

Casualidades, cine, literatura, pizzas de cuatro quesos y un vino blanco ligeramente seco.

En ocasiones me pregunto por qué pierdo el tiempo escribiendo si la vida es pura literatura. Vaya por donde vaya la literatura siempre sale a mi paso. Aparece por cualquier parte, se acerca a mí, me mira de arriba abajo con curiosidad y me dice algo al oído. Entonces sonrío, ella también lo hace y hasta me abraza.

Luego se echa a volar y me deja una canción:

https://www.youtube.com/watch?v=MiPUv4kXzvw

viernes, 28 de septiembre de 2018

¿Los libros hablan entre ellos cuando se quedan solos?

Hace un par de semanas Almudena Mestre entró en una librería de viejo del barrio de Chamberí, en el centro de Madrid, llamada Ábaco Libros Usados. Y se encontró con "La paz de febrero", la tercera novela que publiqué en el año 2006. Observé unos instantes la foto que me envió, y más que pensar en mi novela lo hice en los libros que la acompañaban. ¿Qué se habrán dicho entre ellos todos estos años? ¿Se habrán contado las historias que llevan en su interior? ¿Se caerán bien? ¿Se tomarán de vez en cuando algún café, como el que me estoy tomando yo en este hotelito tan bohemio del centro de Roma?

Unos días después el escritor Vicente Quijano, al que conocí en la última Feria del Libro del Retiro de Madrid a la que se acercó para llevarse mis "Cuentos de los otros", escribió un post donde contaba que estaba haciendo una mudanza y tenía que desprenderse de unos 500 libros que le habían acompañado en su vida. Comentaba que mis cuentos se quedaban en buenas manos, los de su hija.

¿Coincidirán algún día esos dos libros en un estante? ¿Se contarán sus cosas "La paz de febrero" y los "Cuentos de los otros"? A lo mejor se toman un Gelato, como el que me tomé yo ayer por la tarde. Si algún día los veo juntos les diré que la vida no es mucho más que tomarse un "Cioccolato" mientras atardece.

En una calle de Roma.

Supongamos que hace un rato hubiera estado paseando por la calle de la fotografía y supongamos también que me hubiera cruzado con una mamá y su niño pequeño subido a un carrito.

Es posible que el niño y yo nos mirásemos un instante y nos sacáramos la lengua. Esto es algo que suele ocurrirme con los niños. Lo curioso de esta ocasión podría ser que las personas que se cruzaran con nosotros, y que tal vez hubieran visto la escena, sacaran la lengua de manera instintiva durante unos segundos.

Ahora mismo fotografío esa calle. Hace un momento un niño pequeño y yo nos hemos sacado la lengua. Varias personas nos han visto y han sacado la lengua, instintivamente. Poco después todos pasan de largo sin pensar en nosotros, y nadie vuelve a recordar este asunto. Sin embargo, yo lo escribo en el móvil sentado en uno de esos bancos y vosotros lo imagináis mientras me leéis.

Y habéis sacado la lengua.

(Bienvenidos al "desierto de lo real", que decía Lacan. Lo real es lo que se nos escapa. Althusser también hablaba de algo parecido. La realidad de la fotografía no es más que una potencia de ilusiones. Y este post no sería más que una nueva aplicación del arte contemporáneo relacional utilizando la literatura, ya sea en Roma o en cualquier otro lugar).

miércoles, 26 de septiembre de 2018

"En el castillo romano de Sant Angelo de Roma".

"Tosca" es una de mis óperas favoritas. En ella el tenor Mario Cavaradossi canta una de las arias más bellas y conocidas de la historia después de ser encarcelado en el castillo, cerca del Vaticano. La he escuchado en directo en el Teatro Real de Madrid, pero siempre me había apetecido pasear por sus murallas. Solo hay que subirse a un avión y en un rato te introduces en la ópera y en la propia literatura.

El "adiós a la vida" es imposible mientras existan estrellas. Plácido Domingo y yo lo sabemos:

martes, 25 de septiembre de 2018

"Boltanski, Penone y di Lasso".

Christian Boltanski (París, 1944) y Giuseppe Penone (Garessio, 1947) son dos artistas multidisciplinares que me recuerdan a Annette Messager, de la que hablaba en el post de ayer. El primero además es su pareja. Está claro que los artistas se unen.

Los tres pertenecen a la misma generación y realizan instalaciones donde se mezclan la escultura, la pintura, la fotografía, la literatura y el cine. En el caso de Penone son esenciales sus trabajos con los árboles. Y todos tienen sus obras en el museo de París que dirigió Nicolás Bourriaud. Como decía ayer a algunos amigos por aquí, el conocimiento es el que nos hace apreciar verdaderamente las creaciones humanas, sobre todo cuando el simbolismo es relevante en las mismas y una contemplación superficial de las obras nos deja indiferentes, huérfanos de significados. 

Ahora me tomo un café, observo las fotografías de varias obras de estos artistas y me pregunto qué tendrá el alma humana para hacernos volar de esta manera.

(A este post le falta música para que sea multidisciplinar, por ejemplo la que estoy escuchando mientras me tomo ese café, de Orlando di Lasso, 1532-1594, que nació en la Bélgica actual y murió en Munich: 
https://www.youtube.com/watch?v=kMpdQycz9g8)




lunes, 24 de septiembre de 2018

"Annette Messager".

Conocí a Annette Messager en 1999 cuando expuso en el Palacio de Cristal del Retiro, un lugar que forma parte del Centro de Arte Reina Sofía, donde he escrito algunas páginas de mis libros y que es sin duda uno de mis sitios favoritos de Madrid. Es una de las artistas que Nicolas Bourriaud invitó a exponer en el museo que dirigió en París (al que me referí en el post de ayer sobre el arte relacional).

Messager pertenece a la llamada generación crítica de Mayo de 1968, con la que comparte la rebeldía y el cuestionamiento del modo de producir arte, así como del papel tradicional de los géneros artísticos bajo el lema “el arte está en la calle, no en los museos”. Artísticamente se encuentra influida por el surrealismo y el feminismo, y su obra se inscribe en la corriente llamada "mitologías individuales", que une la autobiografía y la historia. Ha expuesto en los museos más importantes del mundo, tanto de forma individual como colectiva.

Nació en Berck-sur-Mer, Francia, en 1943. Su padre era pintor aficionado y le animó a dedicarse al arte ya desde niña, e incluso la llevó con su hermano a las iglesias cercanas para ver vidrieras y retablos. Estudió en la École Nationale Supérieure des Arts Décoratifs en París, donde hizo esculturas de estilo surrealista. En 1961 ganó el gran premio en un concurso internacional patrocinado por Kodak. Poco después comenzó a realizar fotos por todo el mundo.

En 1971 la galería Germain de París le pidió que participara y ella presentó un gorrión muerto. A principios de los ochenta, creó instalaciones como las "Quimeras", usando imágenes de criaturas grotescas y objetos cotidianos de gran tamaño. En los últimos años, ha ampliado su estudio del cuerpo. En la instalación "Spectres del Comtesse Hospice" (2004) enormes órganos de cuero descienden del techo en redes oscuras con la intención de levantarse a intervalos irregulares. Este concepto recibió una segunda manifestación ampliada en el vestíbulo y el sótano del Centro Georges Pompidou con motivo de una gran retrospectiva en 2007. En 2005 recibió el premio Leone d'Oro por su trabajo en la Bienal de Venecia. También ha recibido el Premio Julio González en el IVAM, 2018. Vive y trabaja en Malakoff, un suburbio de París.

(Saberme contemporáneo de artistas como Annette Messager me reconcilia con el arte, y me anima a seguir explorando el mundo tan conservador de la literatura, con un lenguaje tan antiguo como tedioso).




domingo, 23 de septiembre de 2018

La "tópica" de Lacan.

Llevo un tiempo leyendo a Jacques Lacan, en particular los elementos de su "tópica", lo real, lo simbólico y lo imaginario.

Estudiar a este mítico psiquiatra y psicoanalista francés, que incorporó a sus ideas teóricas la lingüística estructuralista, la filosofía y la matemática, me ha llevado al esloveno Slavoj Žižek y este, a su vez, al francés Nicolas Bourriaud. El primero es filósofo, psicoanalista y actual director del Instituto Birkbeck de la Universidad de Londres. El segundo es conservador, crítico, curador e historiador de arte, y fue director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París. Además, gracias a ellos me he dado una vuelta por el Nudo Borromeo que en el post de ayer llamé "cuadrado" para pensar un poco en el arte contemporáneo.

El lenguaje es lo simbólico, las imágenes lo imaginario y lo real lo que no puede estar representado ni por lo imaginario ni por lo simbólico. Lo real es una cosa y la realidad es otra. La realidad surge para los seres humanos a través del lenguaje desde que nuestra madre nos nombra. En el fondo esto también tiene que ver con la antropología de Lévi-Strauss.

Leo, subrayo, interpreto, relaciono, no dejo de hacerme preguntas, y vuelvo al principio, a leer e intentar comprender los secretos de este enigmático mundo de la creación artística.

Lo que me fascina es pensar que el futuro es mío.




sábado, 22 de septiembre de 2018

"The Square".

Estar dentro o fuera de esa fotografía quizá sea una manera de mirar el arte contemporáneo.

Puede ser una cena con velas, el cuchillo que atraviesa una cremosa pizza de cuatro quesos, lenta, muy lentamente, la copa de vino blanco que se balancea hasta sus límites, un violín que interpreta una nana de esta época o el silencio de una noche estrellada que se extiende hasta la llegada del nuevo día.

Es el "arte relacional", cuando desayunas en una ciudad, comes en otra y te acuestas a miles de kilómetros. En ese cuadrado hay que dejar los móviles, el dinero y los recuerdos. Sabemos que existieron Da Vinci, Caravaggio, Rafael, Rubens, Velázquez, Goya, Renoir, Van Gogh, Picasso, Pollock. ¿Lo sabemos realmente?

Al museo del arte contemporáneo solo se puede entrar sin prejuicios. Es cuando la microtonalidad tiene sentido y los instrumentos no están fuera de tono.

https://www.youtube.com/watch?v=qi_7-QGvYVU

viernes, 21 de septiembre de 2018

Ficción o realidad.

Thomas Pavel recoge una anécdota que relata Mircea Eliade, y que resulta esclarecedora a la hora de separar el mundo de la realidad y el de la ficción.

Todo comienza cuando un folclorista rumano, que hacía un trabajo de campo, encontró en un pequeño pueblo una balada sobre un novio embrujado por una celosa hada que lo empujó a un precipicio unos días antes de la boda. “Un grupo de pastores encuentra el cadáver del joven y lo llevan al pueblo, donde la novia le canta un precioso lamento funerario. A su pregunta de cuándo ocurrió tal acontecimiento, le dicen al folclorista que fue hace mucho tiempo: in illo tempore. Ante su insistencia, terminan diciéndole que los hechos se remontan unos cuarenta años y que la novia todavía vive” (Pavel, 1997).

Cuando el folclorista se entrevista con la novia (ya una señora mayor), esta le asegura que su novio se cayó por un barranco, y murió horas después entre dolores terribles. Después de regresar al pueblo, el folclorista narra la verdadera historia, pero la gente le dice que la vieja ha tenido que olvidarse de todo, después de tanto tiempo, y volverse loca. La conclusión es que el mito era fiel a los hechos, y que la verdad era mentira.

A veces la realidad se mitifica, dependiendo de la supremacía de la enciclopedia del momento.

“¿Era Edipo Rey ficticio en el sentido moderno? Para sus usuarios originarios, ciertamente no, si es que por ficción se entiende un reino segregado del mundo real sub specie veritatis” (Pavel, 1997). La historia es la que ha convertido a Edipo en un personaje ficcional: la verdad desmitifica los mitos, lo que se produce cuando la sociedad se seculariza y las historias sagradas dejan de serlo. Un ejemplo es el trato que un autor como Gide da a su Edipo. Lo interesante de la “anagnórisis” en esa obra es que Edipo es capaz de reconocerse a sí mismo por pura reflexión personal. Ahora Tiresias es un jesuita, y Gide lo critica como católico. Edipo se individualiza, se separa de Dios y se convierte, por tanto, en su propio Dios.

jueves, 20 de septiembre de 2018

La calidad de un libro también se mide por la calidad de su presentador.

En su primera presentación antes del verano, Almudena Mestre contó con Eloy Tizón, uno de los mejores escritores de este país. En la segunda lo hará con Rafael Soler, otro de los mejores escritores de este país (y no lo digo porque sea compañero mío de la Junta Directiva de la ACE, la Asociación de Escritores de España).

Larga vida a la literatura y, si puede ser en papel, mejor todavía. Y además a ritmo de jazz, por ejemplo del saxo de John Coltrane, uno de mis músicos favoritos:

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Estudios sobre mi obra literaria.

"La estética de la mentira y el engaño en Un momento de descanso de Antonio Orejudo y en Las mentiras inexactas de Justo Sotelo", por Patrick Toumba Haman.

Antes de ayer dediqué un post a la Universidad de Maroua, en Camerún, y a los investigadores que estudian mi obra literaria bajo la dirección del doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Patrick Toumba Haman. Este profesor ya se ha adentrado en una de mis novelas con un artículo que publicó en la revista Barcarola en diciembre de 2017.

Hasta ahora solo tenía la edición en papel, pero me han enviado la edición en digital, lo que facilita su lectura. El artículo que estudia mi novela "Las mentiras inexactas" se encuentra entre las páginas 171 y 185, bien rodeado por escritores que merecen la pena, Juan Ramón Jiménez, Cirlot, Colinas, Barral, Rulfo, Hernández, etcétera.

http://barcaroladigital.com/…/uplo…/2014/11/BARCAROLA-87.pdf

(En la foto estoy con Antonio Orejudo, el otro autor estudiado, uno de los escritores españoles de mayor calidad en la actualidad, y también se ve a Tomás Albaladejo, una de las autoridades mundiales en el mundo de la Teoría de la Literatura, tras presentar uno de mis libros de cuentos).

martes, 18 de septiembre de 2018

"El dátil".

Me he pasado un par de días leyendo y tumbado bajo una palmera para ver si me caía un dátil encima.

Como eso no ocurría, dejé de pasear por el camino de Swann en compañía de Proust y ayer me acerqué a pasear por la playa. Al poco rato se colaron dos gaviotas en la fotografía. ¿Las véis, amigos?

No estoy en Balbec y tampoco en la playa veneciana que tanto les gustaba a Mann, Visconti y Mahler. Sin embargo, la aparición de las gaviotas me ha hecho recordar la llegada de un viejo vaporetto y mi insaciable admiración por la belleza:

https://www.youtube.com/watch?v=3iZU1OvrsSM

Escuchando a Mahler, leyendo a Proust y Mann, contemplando la película de Visconti, observando el vuelo de las gaviotas, tocando y oliendo las olas, el dátil terminó cayendo.

https://www.youtube.com/watch?v=ecyvm3Ydx70



lunes, 17 de septiembre de 2018

Mis libros se estudian en la Universidad de Maroua, en Camerún.

Estas fotos están sacadas en su escuela normal superior, donde trabaja el doctor Patrick Toumba Haman (a la derecha de la primera foto), que ya ha realizado un estudio comparativo de una de mis novelas: "La estética de la mentira y el engaño en Un momento de descanso de Antonio Orejudo y en Las mentiras inexactas de Justo Sotelo", que publicó este año en la revista Barcarola.

En los próximos años sus alumnos y él analizarán el resto de mi obra, con la intención de completar su visión de conjunto. Para empezar, una de las alumnas efectuará un análisis comparado entre el cuento español y el guineoecuatoriano, utilizando "Los cuentos de los viernes" y "Los cuentos de los otros".

Mientras me tomo el primer café de la mañana, observo las fotos sacadas del edificio de esta Universidad de Camerún y algunos actos públicos universitarios, y pienso que los seres humanos somos más que una gota de agua en la inmensidad del Universo.

Y me hace feliz ser testigo de ello.





domingo, 16 de septiembre de 2018

"Campeones".

Hay películas que te hacen sentir mejor persona al salir del cine. Es lo que los ingleses llaman una "feel-good movie".

La última película de Javier Fesser -director de "El milagro de P. Tinto", "La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón" y "Camino"- se estrenó nada menos que en el mes de abril y yo acabo de verla, por lo que confieso mi error o descuido. En ocasiones me pongo muy pedante pensando que no merece la pena ir a verla si no es una película de Bergman, Haneke, Kieslowski o Allen. "Campeones" parece otra película de dibujos animados, casi del estilo de la mítica película francesa "Delicatessen", hasta que no tardas en comprender que son dibujos animados de verdad, con un corazón y una alegría de vivir enormes.

Javier Gutiérrez es el segundo entrenador de baloncesto del "Estudiantes". Vive una crisis personal que le hace huir de todas partes y de pronto tiene que entrenar a un equipo de personas con discapacidad intelectual. Lo que se inicia como un problema se convierte en una lección de vida. Uno de los aciertos de Fesser ha sido contar con actores debutantes con discapacidad intelectual para interpretar a los jugadores, que desprenden honestidad y verdad, y que me apetece citar: Sergio Olmos, Jesús Lago, Julio Fernández, José de Luna, Fran Fuentes, Gloria Ramos, Alberto Nieto, Roberto Chinchilla y Stefan López.

En cierto momento, Marco, el personaje que interpreta Gutiérrez, dice que hay que machacar al equipo rival, ya que son muy malos jugadores, pero una de las integrantes de su equipo, la única chica, le responde que juegan para ganar, no para humillar.

¿Quién está o no discapacitado?

Esto es "Campeones", una película con la que no he dejado de reír. Y no me importa confesar que se me saltó alguna lágrima que otra. En fin, la alegría de vivir durante dos horas.

Este es un tráiler de la película que deberían poner en todos los colegios (y en todas las casas):

https://www.youtube.com/watch?v=C0p5-b3YwIM



"La palmera".

Uno de los ejercicios físicos que más me gustan es tumbarme debajo de esa palmera, leer a Proust y esperar a que caiga un dátil.

Sé que Newton tiene razón y que el tiempo solo se recupera perdiéndolo.



viernes, 14 de septiembre de 2018

"Eso del cum laude".

He escrito dos tesis doctorales, una memoria de Cátedra y he realizado dos másteres. En todos los casos lo he hecho por amor al arte. Siempre que me pongo a estudiar cualquier asunto que me apasiona, intento llegar hasta sus últimas consecuencias. No me importa el tiempo que me lleve su escritura; no pretendo sacar dinero con ello ni que me vean más guapo. Como he dicho otras veces, mi forma de escribir es sencilla; primero me voy a cenar un fin de semana a París y después escribo que me he ido a cenar un fin de semana a París.

No creo que los políticos sean mejores o peores que el resto de personas; es más, me parece que, en general, están bastante preparados. Es obvio que buscan unos objetivos y para eso consideran que deben cumplir una serie de requisitos, entre ellos un currículum mínimamente intelectual. Esto ocurre en todas las profesiones. 

Lo que no entiendo es la obsesión que se apodera de tanta gente por tener poder, ser famosa, ganar premios o hacerse ricos. Es algo que siempre ha tenido que ver con mi idea de la libertad. Todo lo que se recibe a dedo es falso y socava la autoestima, cuya falta se ha convertido en uno de los grandes males de la sociedad actual, junto al miedo y el remordimiento, como diría Tólstoi. Y no es un eufemismo gratuito. Lo que se recibe como regalo, te hace ser más inseguro a la larga. ¿Son conscientes todos los ambiciosos, vanidosos y poderosos de este mundo que algún día se jubilarán de sus cargos, el rostro se les llenará de arrugas, se les caerá el pelo, perderán la memoria y hasta es posible que se mueran? ¿Son también conscientes de que ningún niño los parará por la calle para ofrecerles un helado?

Estoy acostumbrado a irme cuando me aburro y considero que no crezco intelectualmente. También estoy acostumbrado a decir lo que pienso, algo que suele estar reñido con la política, los centros económicos y los medios de comunicación y culturales en general, lugares que nunca entenderán las dos palabras de la fotografía. 

Ese cartel lo encontré el otro día por la calle mientras me daba un paseo y me comía un helado.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Me sigo encontrando mis libros por el mundo.

Aquí están en una empresa canadiense (Rakuten Kobo Inc.), en Italia, donde reproducen las primeras páginas de las novelas:

https://www.kobo.com/it/it/search?query=justo%20sotelo&fcsearchfield=Author

Me sigue gustando esta expansión de la literatura en este mundo imparable de Internet. Muchas veces me piden mis alumnos que les recomiende libros para leer, y ahora es más fácil. Y lo mejor es que la realidad virtual ya no es tan virtual, es más realidad que muchas cosas que quedan fuera de este mundo.




¿Qué tendrá esta plaza?

No es la más bonita de mi Madrid, y hasta me parece desangelada. Siempre está en obras, debido a la mente creativa y posmoderna de los alcaldes que van pasando por el Ayuntamiento, empeñados en emular al filósofo francés Jacques Derrida, con su teoría de la deconstrucción. A veces no se puede caminar con tanta gente como te encuentras (el otro día me metí en medio de un grupo de japoneses porque me pareció ver a Murakami, y me di una vuelta por el Madrid de los Austrias en su compañía), ni tener un sitio libre en la esquina de la Mallorquina, el clásico lugar de toda la vida para quedar. Y no olvido las colas que se forman en los despachos de lotería, en los que se siguen vendiendo sueños, o en la tienda más reciente de Apple, al otro lado.

Aun así siempre he pensado que esa plaza es el centro del mundo. Ese reloj tan curioso de la fotografía nos dice cada año que la vida sigue y que todos somos hermanos.

(Lo de Murakami es verdad. Durante los años en los que estudié la cultura, la literatura y la sociedad de Japón, para mi tesis sobre Haruki Murakami, conocí a una chica inglesa /japonesa /madrileña que se apellidaba así, y nos hicimos amigos. Le gustaba mucho esta canción, sobre todo si la cantaba Plácido Domingo, aunque fuera durante un precioso y plácido martes como el de hoy: https://www.youtube.com/watch?v=7ghLFgMH5mg).

martes, 11 de septiembre de 2018

"Internet lo está cambiando todo".

El mundo es ahora más democrático que nunca gracias a Facebook, Twitter y demás redes sociales, aunque, como está habitado por seres humanos, a veces nos hagamos un lío. No obstante, ya no hay marcha atrás.

Respecto a los escritores, lo saben los medios de comunicación y lo saben las editoriales, y todo lo que siempre ha girado alrededor, premios, agentes, etcétera. Continúa habiendo lobbies que reparten las cosas según sus intereses, pero cada vez se les ve más el plumero. De alguna forma se está terminando con la dictadura cultural de raíces decimonónicas. Las redes sociales les han arrebatado la supremacía mediática y por tanto el dominio ideológico.

Desde luego algunos de los mejores escritores del siglo XX, como Proust, Borges o Kafka, se lo hubieran pasado estupendamente dentro de las redes sociales. Joyce era más serio, pero seguro que también diría muchas cosas por Facebook. Y todas no serían buenas.

Ayer Almudena Mestre escribió un artículo interesante sobre el papel del escritor en estas redes sociales. Me pidió que lo leyera antes de publicarlo. Siempre es bueno pensar. https://www.facebook.com/almudena.mestre/posts/10215948631602819?__tn__=K-R

(Y ahora me voy a impartir un Máster, aunque no tengo a ningún político como alumno, al menos que yo sepa; todos los alumnos me parecen muy inteligentes y preparados, y se lo pagan con su dinero).

¿Qué tendrá esta plaza?

No es la más bonita de mi Madrid, y hasta me parece desangelada. Siempre está en obras, debido a la mente creativa y posmoderna de los alcaldes que van pasando por el Ayuntamiento, empeñados en emular al filósofo francés Jacques Derrida, con su teoría de la deconstrucción. A veces no se puede caminar con tanta gente como te encuentras (el otro día me metí en medio de un grupo de japoneses porque me pareció ver a Murakami, y me di una vuelta por el Madrid de los Austrias en su compañía), ni tener un sitio libre en la esquina de la Mallorquina, el clásico lugar de toda la vida para quedar. Y no olvido las colas que se forman en los despachos de lotería, en los que se siguen vendiendo sueños, o en la tienda más reciente de Apple, al otro lado.

Aun así siempre he pensado que esa plaza es el centro del mundo. Ese reloj tan curioso de la fotografía nos dice cada año que la vida sigue y que todos somos hermanos.

(Lo de Murakami es verdad. Durante los años en los que estudié la cultura, la literatura y la sociedad de Japón, para mi tesis sobre Haruki Murakami, conocí a una chica inglesa /japonesa /madrileña que se apellidaba así, y nos hicimos amigos. Le gustaba mucho esta canción, sobre todo si la cantaba Plácido Domingo, aunque fuera durante un precioso y plácido martes como el de hoy: https://www.youtube.com/watch?v=7ghLFgMH5mg).

domingo, 9 de septiembre de 2018

"La muerte lenta", mi primera novela.

"Pintar es un modo de amar, y amar significa darnos desesperadamente a nosotros mismos". ("La muerte lenta", p. 32).

El otro día la escritora Almudena Mestre escribió esa frase en su muro de Facebook, con esa fotografía. Sonreí al ver su post. En los últimos días he hablado con mi hijo sobre este libro. Ha decidido que ya es hora de leer las novelas de su padre y ha empezado por la primera que publiqué, en 1995. De "La muerte lenta" ha destacado su carácter místico /simbólico. Me ha dicho que necesita volverla a leer por segunda vez. Todavía tiene que responder a algunas preguntas que le han surgido. Lo interesante es que, a medida que pasaba las páginas, me iba comentando cosas, lo que originó un diálogo divertido, complejo, atrevido, sincero, profundo, con el que yo he aprendido más que él.

Me parece que llega un momento en la vida en que hablar con nuestros hijos es hacerlo también con nuestros padres.

sábado, 8 de septiembre de 2018

"La santa de Galdós y qué es eso de escribir".

Es conocido que a Galdós no le dieron el Nobel por la campaña que se hizo en España contra sus conocidas tendencias anticlericales. Ya se sabe que los premios no se ganan, se reciben.
Ayer paseaba un rato por un bello jardín con Javier, mi cura vasco, hablando de filosofía, ética, literatura y cosas así, y en cierto momento me dijo que me acercara a ver un busto. Pertenece a uno de los personajes reales que aparecen en "Fortunata y Jacinta". Galdós consideraba a Ernestina Manuel de Villena como una verdadera santa española. Había nacido en Italia, pero era madrileña de adopción. "Fortuna y Jacinta" resume el complejo mundo de Galdós y por tanto el de la España de su época. Es una de las cuatro o cinco mejores novelas de la historia de la literatura española, cuya lectura recomiendo a todos los que me preguntan qué hay que hacer para aprender a escribir.

Ernestina Manuel de Villena aparece en la novela de Galdós con el nombre de Guillermina Pacheco, una licencia que yo también utilicé al retratar el espíritu de Ernestina de Champurcín, la poeta de la Generación del 27, a la que llamé Albertina Duarte en mi novela "Las mentiras inexactas". Había conocido cosas de su carácter y de su vida gracias a uno de mis alumnos, que era su nieto. La señora de la fotografía se convirtió en la benefactora e introductora en nuestro país de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, e impulsora modesta del que más tarde llamaríamos "Welfare State" o Estado del Bienestar que disfrutamos en Occidente y que mucha gente piensa que llegó por generación espontánea.

Amigos, paseos, casualidades, historias reales e inventadas, trozos de la vida. 

Literatura.

"Si es que esta vida es francamente divertida".

El otro día me ocurrieron dos anécdotas a cuenta de Julio Iglesias. Por una parte fui a echar gasolina y observé que el mostrador de la caja estaba lleno de revistas con la foto de Preysler y Vargas Llosa. Por un instante me vino a la cabeza que este escritor había sido el más grande de nuestra lengua con novelas como "La ciudad y los perros", "La casa verde" y esa obra maestra llamada "Conversación en la catedral", que está a la altura de Joyce. Sin embargo, uno se va haciendo mayor y esas cosas, y termina en la portada de "Hola".
Esa imagen de la revista adquirió sentido unas horas después.

A la mañana siguiente me encontré en un avión con una chica de Santander (en concreto de Santoña) de la que había sido amigo en la adolescencia. A pesar del tiempo transcurrido, nos reconocimos. Dejó de hablarme porque me pasaba el tiempo burlándome de Julio Iglesias, su cantante preferido, con el que soñaba, dormía, comía, etcétera. Sinceramente, a mí ese señor siempre me había parecido un extraterrestre, aunque fuese portero del Real Madrid y tuviera que retirarse. El problema es que mi amiga no dejaba de poner sus discos y además me cantaba sus canciones por la calle cada vez que nos veíamos, en las plazas, en los Jardines de Sabatini, en los cafés, incluso en los oídos.

Antes de despedirnos, mi amiga me dijo que se había casado y divorciado dos veces, que vivía con un piloto de Iberia que le había prometido viajar por todo el mundo y que no era feliz.

Ahora escucho su canción preferida con curiosa nostalgia. Estas cosas me pasan por llenar el depósito del coche y subirme a los aviones. Y leer libros buenos, claro. Si es que no somos nadie, jeje, digo "heyhey".

https://www.youtube.com/watch?v=GLtnOJFAUDY

(Este no es uno de los "Cuentos de los otros", pero podía haberlo sido. Y además es viernes).

"Como un ídolo de rock".

Ayer por la tarde estaba sentado en un banco de la calle de la fotografia, un bulevar muy concurrido de Madrid lleno de terrazas de verano. Hablaba por teléfono con un escritor al que voy a presentar un libro el mes que viene. En ese momento un grupo de chicas, alrededor de una docena, pasó delante de mí, pero no me fijé en sus caras. Las muchachas se alejaron unos metros y de pronto gritaron al unísono: "Viva Justo Sotelo". Durante una fracción de segundo imaginé que se referían a otro tipo, porque además todo el mundo se puso a mirar a todas partes, aunque no tardé en comprender que me vitoreaban a mí. Supongo que sería un grupo de ex alumnas de alguno de estos años.

Ellas se alejaron, yo terminé la conversación y entonces me sentí como un ídolo de rock.

Hay que reconocer que la vida es muy divertida y pasan cosas sin que sea necesario mover un dedo. A veces solo hay que sentarse en un banco y la vida siempre viene a tu encuentro.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

"Una reflexión sobre la creación artística".

Salvo efímeras excepciones de espontaneidad, siempre he considerado la creación artística como un lento proceso de sedimentación de las ideas, sucesos e imágenes que se van acumulando en nuestro cerebro a lo largo de los años. 

Una de las películas que me han influido como escritor y amante del cine y la pintura es "El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante", de 1989, dirigida por Peter Greenaway (Newport, 1942).
Greenaway siempre ha dicho que quería hacer pinturas con banda sonora, y de alguna forma yo escribo libros con banda sonora, incluso los que no son de literatura. Como hombre del Renacimiento perdido entre dos siglos, es pintor, escritor, director de ópera, creador de instalaciones multimedia y director de películas imprescindibles como "El contrato del dibujante" y "El vientre del arquitecto". 

La película que he mencionado al principio transcurre entre las paredes de un restaurante. Ahí se come de todo, se hace el amor, se habla de arte y filosofía. Y se utiliza el color de una forma magistral. Comienza con el azul, que representa la frialdad y el carácter dictatorial del ladrón. El verde es el color de la cocina, donde se preparan unos platos suculentos. El rojo es el del comedor, el lugar donde se produce toda la violencia, el canibalismo, incluso donde se vierte sangre. El blanco representa el lugar donde los amantes hacen el amor por primera vez; más tarde se irá convirtiendo en rojo para simbolizar el pecado. El amarillo se deja para el camión; en su interior se acumulan los animales muertos camino del restaurante. Quedan el marrón y el negro.

Esta es la hiptnótica música de Michael Nyman para una película que quiere dar un paso más en la reinvención del cine, a partir de los símbolos, lo que a mí me interesa aplicar siempre a la literatura. Por ahí se produce la conexión entre ambos. Al principio se alza el telón rojo y este cae al final. Es como una especie de obra de teatro, una ópera de nuestro tiempo con música minimalista, persuasiva, repetitiva, pasional, obsesiva, como la mente de los grandes artistas:

https://www.youtube.com/watch?v=IeLRC5PZWSw

martes, 4 de septiembre de 2018

¿Cuántas veces tendré que seguir poniendo esta foto?

A la sociedad norteamericana, tan hipócritamente puritana y enamorada de las hamburguesas, las armas y el dinero, parece que ya no le gusta el cine de Woody Allen. El cineasta no encuentra productores y muchos actores reniegan de las películas que han interpretado con él. Y eso a pesar de saber, como lo sé yo, que media hora de cualquiera de las grandes películas de Allen posee más poesía, equilibrio, verdad, sensibilidad e inteligencia que centenares de películas habitadas por señores con anillos, matrix, terminator, tarantinos, guerras galácticas y cosas de esas que me hacen pensar, como dije el otro día, que algunos se han quedado en la Edad de la Piedra.

https://www.vozpopuli.com/…/Woody-Allen-culpable-demuestre-…

Las redes sociales tienen muchas virtudes, pero entre sus defectos está el hecho de hacer caso a los millones de personas que no tienen nada que decir, salvo meterse en la vida de los demás. Por eso mientras me tomo el primer café del día, vuelvo a poner por aquí uno de mis cuentos que me inspiró la escritora Marta Muñiz con relación a Woody Allen.

"El material de los sueños".
“Antes mi sueño era cenar un día con Woody Allen para charlar sobre cine, literatura y vida, pero ahora me encantaría compartir una tarde, un café o un buen vino con Justo Sotelo. Nunca había encontrado a nadie con quien pudiese compartir tantos puntos de vista”.
Esto es lo que escribió hace poco en una red social la escritora Marta Muñiz Rueda. Y eso se va a producir pronto ya que este año presentaré en Madrid la primera novela de esta escritora asturiano leonesa.
He repetido varias veces que me siento feliz de ser contemporáneo de un genio como Woody Allen. Siempre la cita anual con su cine, como también la tuve durante años con las películas de Angelopoulos, Rohmer, Erice, Kurosawa, Kieslowski, Greenaway, Yimou, Kar-wai.
Una cita que nunca me perdía en los cines Alphaville / Golem y Renoir de Madrid y que prolongaba en la Filmoteca del cine Doré, en el Mercado de Antón Martín, con Dreyer, Murnau, Griffith, Renoir, Eisenstein, Tarkovski, Lang, Hitchcock, y que me permitieron entender por qué al cine se le considera el Séptimo Arte, algo parecido al material con el que se fabrican los sueños".
("Cuentos de los otros", Bartleby, Madrid, p. 105).

domingo, 2 de septiembre de 2018

"Reflexiones sobre el cambio de hora (y el cambio del mundo)".

Aun admitiendo que la humanidad ha avanzado lógicamente en los últimos siglos, considero que lo que debería preocuparnos en los países ricos no es tanto un cambio o no en las manecillas de un reloj, sino saber que hay seres humanos que pasan hambre, sin pensiones, sin Seguridad Social, sin hora, sin Dios, niños que mueren de sed en Etiopía y lugares similares, sin poder estudiar lo imprescindible para convertirse en adultos con futuro. Y que hay personas que siguen matando por dinero y poder, que violan por egoísmo, que se quedan con todo por ambición.

Desconozco lo que pasará por sus cabezas, pero imagino que los seres humanos que mueren en las pateras de todos los mares del mundo no se preguntan si cuando lleguen a la tierra prometida van a tener que adaptarse al horario de verano o al de invierno.

Mirando a sus hijos a los ojos, supongo que al único horario al que desearán adaptarse es al horario de la dignidad.

(He puesto una foto en la que se ve el reloj de pulsera que me acompaña desde siempre a todas partes, aunque a veces se detiene y luego echa a andar él solo, como la humanidad).

sábado, 1 de septiembre de 2018

"Patios".

Hay patios que huelen a limones y naranjas, a historia y leyendas.

Clavo y canela.

Y yo los veo y veo que los tocas con tus uñas pintadas de colores.

Hay patios que saben a clavo y canela. Que suenan a Lorca y a "Lágrimas negras".

https://www.youtube.com/watch?v=Bnc7Bz57CME