martes, 4 de septiembre de 2018

¿Cuántas veces tendré que seguir poniendo esta foto?

A la sociedad norteamericana, tan hipócritamente puritana y enamorada de las hamburguesas, las armas y el dinero, parece que ya no le gusta el cine de Woody Allen. El cineasta no encuentra productores y muchos actores reniegan de las películas que han interpretado con él. Y eso a pesar de saber, como lo sé yo, que media hora de cualquiera de las grandes películas de Allen posee más poesía, equilibrio, verdad, sensibilidad e inteligencia que centenares de películas habitadas por señores con anillos, matrix, terminator, tarantinos, guerras galácticas y cosas de esas que me hacen pensar, como dije el otro día, que algunos se han quedado en la Edad de la Piedra.

https://www.vozpopuli.com/…/Woody-Allen-culpable-demuestre-…

Las redes sociales tienen muchas virtudes, pero entre sus defectos está el hecho de hacer caso a los millones de personas que no tienen nada que decir, salvo meterse en la vida de los demás. Por eso mientras me tomo el primer café del día, vuelvo a poner por aquí uno de mis cuentos que me inspiró la escritora Marta Muñiz con relación a Woody Allen.

"El material de los sueños".
“Antes mi sueño era cenar un día con Woody Allen para charlar sobre cine, literatura y vida, pero ahora me encantaría compartir una tarde, un café o un buen vino con Justo Sotelo. Nunca había encontrado a nadie con quien pudiese compartir tantos puntos de vista”.
Esto es lo que escribió hace poco en una red social la escritora Marta Muñiz Rueda. Y eso se va a producir pronto ya que este año presentaré en Madrid la primera novela de esta escritora asturiano leonesa.
He repetido varias veces que me siento feliz de ser contemporáneo de un genio como Woody Allen. Siempre la cita anual con su cine, como también la tuve durante años con las películas de Angelopoulos, Rohmer, Erice, Kurosawa, Kieslowski, Greenaway, Yimou, Kar-wai.
Una cita que nunca me perdía en los cines Alphaville / Golem y Renoir de Madrid y que prolongaba en la Filmoteca del cine Doré, en el Mercado de Antón Martín, con Dreyer, Murnau, Griffith, Renoir, Eisenstein, Tarkovski, Lang, Hitchcock, y que me permitieron entender por qué al cine se le considera el Séptimo Arte, algo parecido al material con el que se fabrican los sueños".
("Cuentos de los otros", Bartleby, Madrid, p. 105).

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