Supongamos que hace un rato hubiera estado paseando por la calle de
la fotografía y supongamos también que me hubiera cruzado con una mamá y
su niño pequeño subido a un carrito.
Es posible que el niño y yo
nos mirásemos un instante y nos sacáramos la lengua. Esto es algo que
suele ocurrirme con los niños. Lo curioso de esta ocasión podría ser que
las personas que se cruzaran con nosotros, y que tal vez hubieran visto
la escena, sacaran la lengua de manera instintiva durante unos segundos.
Ahora mismo fotografío esa calle. Hace un momento un niño pequeño y yo
nos hemos sacado la lengua. Varias personas nos han visto y han sacado
la lengua, instintivamente. Poco después todos pasan de largo sin pensar
en nosotros, y nadie vuelve a recordar este asunto. Sin embargo, yo lo
escribo en el móvil sentado en uno de esos bancos y vosotros lo
imagináis mientras me leéis.
Y habéis sacado la lengua.
(Bienvenidos al "desierto de lo real", que decía Lacan. Lo real es lo que se nos escapa. Althusser también hablaba de algo parecido. La realidad de la fotografía no es más que una potencia de ilusiones. Y este post no sería más que una nueva aplicación del arte contemporáneo relacional utilizando la literatura, ya sea en Roma o en cualquier otro lugar).
Y habéis sacado la lengua.
(Bienvenidos al "desierto de lo real", que decía Lacan. Lo real es lo que se nos escapa. Althusser también hablaba de algo parecido. La realidad de la fotografía no es más que una potencia de ilusiones. Y este post no sería más que una nueva aplicación del arte contemporáneo relacional utilizando la literatura, ya sea en Roma o en cualquier otro lugar).
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