martes, 30 de enero de 2024

"En la tertulia de hoy bailaremos con las palabras".

Será a las 18.30 en Casa Manolo, Princesa 83. Almudena Mestre ya bailó conmigo un tiempo atrás cuando la tertulia la hacíamos en el Café Gijón (en la foto). Hoy Almudena nos hablará sobre "La triada autor-texto-lector en el siglo XXI". Es un tema interesante y amplio en el que todos podemos aportar ideas, conocimientos, opiniones y experiencias. Y para que la tertulia sea fluida y participativa ella ha dispuesto la sala en 3 grupos: autor (ala izquierda)- texto (frontal) - lector (ala derecha). Cada uno podrá elegir dónde ubicarse para plantear al resto de los grupos preguntas para la reflexión desde su posición.
 
Su idea es lanzar las siguientes preguntas para el debate:
 
1. ¿Cómo es el lector en el mundo del XXI?
2. La idea de deseo del lector.
3. ¿El escritor busca la complicidad del lector?
4. ¿Le interesa al escritor el proceso mental que sigue el lector?
5. ¿Los textos de hoy en día son de creación literaria o están sometidos a las editoriales y revistas?
6. La lectura en los jóvenes.
7. La idea de creador.
 
El baile podría ser este:
 

domingo, 28 de enero de 2024

"Esta semana las reseñas de mis libros llegan de dos en dos".

La chica de las fotos ha publicado el artículo "El simbolismo en la obra de Justo Sotelo. A propósito de Un hombre que se parecía a Al Pacino", en la revista El placer de la lectura.
 
Yo creo que me miman demasiado. Ya decía mi madre cuando era pequeño que era un niño muy mimoso. El artículo habla de todos mis libros de literatura, y espero que os guste:


Yolanda Brown se encuentra estudiando el conjunto de mi obra, y el artículo es un aperitivo. En las fotos estoy con ella en la última Feria del Libro del Retiro, cuando se llevó el libro de Patrick Toumba, "Del amor líquido en las novelas de Justo Sotelo", así como un ejemplar de "Los cuentos de los otros". En la segunda está en Canadá recibiendo un premio. Es filóloga y profesora, y también hace series de televisión. En la tercera foto tiene en la mano "Un hombre que se parecía a Al Pacino" y en la cuarta fotografía estamos comiendo en Ocaña, en Toledo, donde el comendador de Lope de Vega.
 
Y ya que he hablado de aperitivos, me gusta tomarme un vermú al mediodía, antes de comer, agitado, pero no mezclado, como James Bond. ¿Qué tal si escuchamos esta música para empezar bien este domingo, a pesar de que la "femme fatale" se cargue al director de orquesta?
 
Siempre he pensado que es mejor morir en brazos de la mujer fatal de la película:
 

sábado, 27 de enero de 2024

"En una terraza de Lavapiés".

En una de las casas con terraza que está detrás de mí en esta foto que me saqué ayer por la mañana vivió uno de mis grandes amigos bohemios, Miguel Ángel Andés, que perdí hace demasiados años. Cuando lo conocí en las Cuevas de Sésamo, yo hablaba con otros amigos de William Blake. Él me escuchó, se acercó y soltó sin más "Tú eres un Complutense, demasiado académico para mí". Después me llamó pijo, progresista de diseño y falso intelectual. Nos hicimos amigos en seguida, aunque me debía llevar veintitantos años, y lo incluí como personaje en dos novelas "Vivir es ver pasar" (1997) y "Las mentiras inexactas" (2012). Alguien que me dice las cosas de esta manera merece mi aprecio porque me obliga a replantearme algunas ideas y a mirarme en el espejo para ver mis defectos. No me gusta que me den siempre la razón, ni que me digan lo guapo e inteligente que soy, algo que me resulta muy aburrido. Me gusta la gente diferente, aquella que me invita a su casa y la encuentro llena de cuadros pintados por ellos mismos, de poemas escritos a mano en infinidad de hojas cuadriculadas por todas partes, cuadros que nunca estarán colgados en los museos (me regaló alguno de ellos) y que no recibirán millonadas en las subastas y poemas que nunca merecerán premios. Esa gente con la que tomo el sol en pelotas como en la terraza de la foto, con absoluta naturalidad, hablando de Blake y del matrimonio del cielo y el infierno. 
 
Gente que me recuerda canciones como "The Drugs Don't Work" y forman parte de mi vida, aunque ya no estén, porque estarán siempre:
 

viernes, 26 de enero de 2024

"La literatura es como el sabor de la manzana".

El otro día la escritora Almudena Mestre tuvo el detalle de compartir en su muro esta entrevista que me hizo la también escritora Juana Vázquez para el Diario de Córdoba a propósito de mi novela "Poeta en Madrid". Ayer desayuné con ella en el Comercial hablando de las próximas tertulias y nos encontramos a la escritora Patricia José Álvarez, que también aparece en mi último libro:

https://www.diariocordoba.com/cuadernos-del-sur/2022/01/15/inventar-reinventar-son-verbos-concentra-61559819.html

La conversación termina con la alusión a la manzana, y añado que la literatura es algo que no sirve para nada, de ahí su valor. Su sabor es como el que te dejan los viajes. Mientras me tomo el primer café me viene a la cabeza un grupo de Birmingham de heavy metal, Iron Maiden, que tiene una canción basada en "The Rime of the Ancient Mariner", poema narrativo de Coleridge del año 1798. Algunas citas del texto han pasado a formar parte del la lengua inglesa. Coleridge lo publicó en la primera edición de sus "Baladas líricas", que, junto a la obra de Wordsworth, son el inicio de la lírica romántica británica (me referí a esto hace unos días con Natalie Wood y "Esplendor en la hierba"):

https://www.youtube.com/watch?v=iBHhibMOxOQ&list=RDiBHhibMOxOQ&start_radio=1

Y de esta forma vuelvo a viajar unos instantes a Stratford, durante lo que dura el primer mordisco de la manzana, hasta el centro de Inglaterra donde surgió Iron Maiden, y a la región de los lagos del norte, el lugar de Wordsworth y Coleridge, donde he estado varias veces. Fueron unos veranos preciosos donde me dediqué a analizar el carácter y las costumbres de los ingleses, y a ser feliz, claro.

Y así surgen mis libros, como "Poeta en Madrid".

 


 

jueves, 25 de enero de 2024

"Un hombre que se parecía a Justo Sotelo".

Es una bonita y curiosa reseña de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", que se publicó ayer en la revista "Todo Literatura".
 
Me gusta el planteamiento lleno de espejos con el que empieza la reseña: "Había una vez un actor de Hollywood que se llamaba Al Pacino y que quería ser escritor de novelas (...), alguien le dijo que en España vivía un profesor que se daba un aire a él y que se llamaba Justo Sotelo (...) y había escrito una tesis doctoral sobre un escritor japonés que también se daba un aire a Justo Sotelo (...) aunque todos decían que tenía una forma de ser más parecida a la de Woody Allen...
Y ya que se cita a Woody Allen, me tomo el primer café escuchando a Gershwin y la escena inicial de "Manhattan", que da lugar a uno de mis cuentos de este libro:
 



martes, 23 de enero de 2024

"El poeta y su guardaespaldas".

En nuestra tertulia "on line" de esta tarde, el señor donde me apoyo en la primera fotografía y que está a mi derecha en el Paseo de Coches del Retiro en una Feria del Libro y que acaba de publicar el libro de poemas de la segunda foto, nos hablará de su obra y de lo que quiera, y yo le interrumpiré todas las veces que me apetezca, algo que también espero que hagan el resto de tertulianos. Según una ex alumna sevillana que tiene mucha gracia, en esta foto tengo pinta de guardaespaldas o chófer de la chica guapa de la película, con aspecto simpático, pero chulito, como si estuviera por encima del bien y el mal.
 
Ahora me tomo un café y me viene una canción a la cabeza. No soy nada "chulito" ni sirvo para ser guardaespaldas de nadie, aunque no me importaría que Whitney Houston me la cantara. Seguro que a Javier del Prado también le apetecería que lo hiciera.
 
El beso final de la película me lo quedo yo, por supuesto:
 

lunes, 22 de enero de 2024

"Paseando por las páginas de la película de mi vida".

Ayer hizo una preciosa mañana para pasear y empujar la puerta de la librería Mistral, cerca de Sol. Quería dar un abrazo a mi amigo y tertuliano Peter Redwhite, que presentaba "Dorothy y la conquista de América", la novela que escribió en colaboración con el músico y escritor neoyorquino Elliott Murphy y que ya presentó hace un año en nuestra tertulia de Casa Manolo. Un abrazo a su madre y a su hermano y la fotografía que me saqué como recuerdo, rodeado de libros y de gente. Madrid era una ciudad llena de gente sonriente que no tenía nada que ver con la del poema de Dámaso Alonso; yo desde luego tenía ganas de reír atravesando Sol, caminando por la Carrera de San Jerónimo con Lhardy, Casa Mira, el lugar donde se proyectó la primera película en España, y por las Cortes, el Palace y el Ritz, y el Paseo del Prado con esos árboles gigantes, el Thyssen, el Museo del Prado, el Jardín Botánico donde tanto he leído, Caixa Fórum, la Cuesta Moyano donde me compré Rayuela por primera vez antes de que se la empezara a regalar a mis amigos, y el Reina Sofía, cuya plaza se llama Juan Goytisolo y en la que cogía aquellos autobuses verdes que me llevaban hasta la Carlos III, en Getafe, la Universidad que inauguró Peces Barba y donde di clase unos años. Y comer allí, en una plaza que me recuerda un poco la del Museo de Orsay, después de tomar el vermú que siempre me ha gustado al mediodía con unas aceitunas, como el que tomaban mis padres cuando me llevaban de pequeño al Rastro otros domingos, aquellos domingos infantiles cogido de la mano. En el Rastro me compraron algún tren. Yo aún no sabía que el primer tren que salió en Madrid de una pantalla fue el de los hermanos Lumière, desde los bajos del Hotel de Rusia en 1896, en la Carrera de San Jerónimo, al lado de las Cortes:
 
Sí, cada día de nuestras vidas es algo así como la página de una novela.
 
Y yo vivo cada día la mía.
 

 

domingo, 21 de enero de 2024

"El amor es un viaje entre dos".

Ayer por la tarde me fui al cine, como tantas tardes a lo largo de mi vida, pero no me gustó la película, a pesar de que ha tenido mucho éxito y se habla de óscares y todas esas cosas que nunca me han interesado, así que no voy a hablar de ella. Por la noche puse TCM y de pronto, sin buscarlo, como todo aquello que merece realmente la pena, apareció esta música, la de una de mis películas favoritas, y me quedé a verla por enésima vez:
 
Una carretera, Audrey Hepburn y Albert Finney en estado de gracia, una Francia interior que tanto he recorrido, la música de Mancini. Y una nueva obra maestra de Stanley Donen, el director de "Cantando bajo la lluvia", "Funny Face" y "Charada". El primer desnudo de Audrey Hepburn en una película, aunque al final cortaran la escena. Su historia de amor con su compañero de reparto, Albert Finney, en el rodaje, y los celos de Mel Ferrer, que entonces era el marido de Audrey. La vida, el cine y el amor. La ficción y la realidad. La ficción y la verdad. La vida de cualquier pareja a lo largo de los años por una carretera adelante y atrás. A pesar de su sabor agridulce o quizá por esto mismo, me interesa la curiosa manera en la que está construido el guión de Frederic Raphael, que era un gran admirador de la obra de Antonioni, tan profunda como escéptica, y a quien Kubrick eligió para escribir el guión de la que al final sería su última película, "Eyes Wide Shut", en torno a otra pareja y a sus problemas con el sexo o a su ausencia. La película de Donen es el complejo y divertido viaje por la vida de un hombre y una mujer desde que se conocen de jóvenes, se enamoran, se acuestan, se casan, caminan juntos, se enfadan, son infieles, se reconcilian, vuelven a pelearse y a amarse y a odiarse y a ser infieles y a amarse otra vez. Quizá en todo esto, en esta mezcla humana e imperfecta de las personas, radique el interés que me provoca esta película sobre el amor y el desamor, a lo que se une la forma desestructurada en la que está contada.
 
Después de todo siempre he sabido que la vida es un viaje entre dos:
 

sábado, 20 de enero de 2024

"Luis Martín-Santos".

Hoy hace 60 años del accidente de coche del autor de "Tiempo de silencio" (1962), cerca de Vitoria, del que murió horas más tarde. Este 2024 es el año del centenario de su nacimiento. Como médico psiquiatra fue amigo de Carlos Castilla del Pino, y como escritor no pudo terminar su segunda novela, "Tiempo de destrucción", que se presentó en 2022 en una edición definitiva, y fue amigo de Benet, Sánchez Ferlosio, Martín Gaite y los escultores Chillida y Oteiza. En palabras de Alfonso Reyes, fue "un vasco no nacionalista y un castellano hostil al centralismo". Su hijo se llama igual, Luis Martin-Santos, es amigo de esta red social y está preparando varios actos de homenaje a su padre. En una canción de La oreja de Van Gogh se hace un guiño a "Tiempo de silencio". Sería hermoso que los jóvenes leyeran este tipo de novelas en estos tiempos aunque fuera a través de la música:
 
En 2010 escribí un artículo sobre una novela esencial en la literatura española del siglo XX. Se lo leí a mis jóvenes compañeras de Literatura Comparada de la facultad. Ellas tenían veintipocos años y yo el doble. Una de ellas, Isabel, me sorprendió resumiendo estas palabras en una cuartilla y me las entregó unos días después plastificadas.
 
Las guardo como recuerdo; así son las rosas o su aroma:

 

 

 

viernes, 19 de enero de 2024

"Desde ayer España es un poco más justa".

Conocí a José Ángel en el edificio B de la Universidad Complutense estudiando "Teoría de la Literatura y Literatura Comparada", y nos hicimos amigos. Por su parálisis cerebral, siempre ha tenido que ir en silla de ruedas, además utilizando solo las piernas para moverse. Eso no le ha impedido viajar desde su pueblo de Toledo, Quintanar de la Orden, durante años hasta Madrid para estudiar tres carreras y dictar algunas obras de teatro a su padre. Una mañana apareció en la clase de Rodríguez Lafuente, que nos explicaba la asignatura de "Crítica Literaria II", con el rostro desencajado y la silla de ruedas medio rota. Tras contarnos que le habían robado en la puerta de la facultad, me levanté, pedí permiso al profesor y me lo llevé en mi coche a su pueblo, ya que apenas se podía mover en ese estado. Al día siguiente, Lafuente me preguntó por todo esto, y a partir de ese momento también nos hicimos amigos. Días después José Ángel nos invitó al Cineclub de su pueblo para hacer una especie de "Qué grande es el cine" de Garci (Lafuente continúa apareciendo en sus programas de cine, ahora en "Classics" de 13 TV, como el viernes pasado por la noche hablando de "Sed de mal" de Orson Welles) sobre la película con la que siempre se sintió muy identificado. "Mi pie izquierdo" supone el relato "autobiográfico" del pintor y escritor irlandés Christy Brown (1932-1981). Aquejado también de parálisis cerebral, gracias a su tenacidad y al apoyo de su madre, consiguió derribar las barreras que impedían su integración en la sociedad. Esta película convirtió en estrella a Daniel Day-Lewis. El caso es que decidí cambiar de día mi tertulia literaria y aquel sábado nos fuimos la gente de entonces (Santiago, Adriana, Jose, Eduardo, Paco, Fran, Claudia, María, José Manuel y Luis, entre otros) a aquel hermoso pueblo agrícola de la meseta castellana. (En la foto estoy con él y José Zurriaga).
 
A pesar de los problemas que puedan existir, a veces enormes y terribles, esta vida es hermosa y lo que no conseguimos es porque no queremos. Sobre todo vivir con alegría y ser felices. Sé que José Ángel es feliz; la próxima vez que comamos paga él. Esta obra de Elgar, que le gustaba escuchar cuando la ponía en el coche, va por él y por todos en este lluvioso 19 de enero de 2024:
 
(Así queda el nuevo artículo 49 de la Constitución Española: "Las personas con discapacidad son titulares de los derechos y deberes previstos en este Título en condiciones de libertad e igualdad real y efectiva, sin que pueda producirse discriminación...")
 

 

jueves, 18 de enero de 2024

"Komorebi o el cine en estado puro".

Las películas de Win Wenders (Düsseldorf, Alemania, 1945) forman parte de mi educación sentimental. Ahí están "El miedo del portero ante el penalty" (1972), "Alicia en las ciudades" (1974), "En el curso del tiempo" (1976), "El amigo americano" (1977), "El estado de las cosas" (1982), "París, Texas" (1984), "El cielo sobre Berlín" (1987), "Hasta el fin del mundo" (1991), "Historias de Lisboa" (1994), "Más allá de las nubes" (1995), que dirigió con Michelangelo Antonioni. Con "Días perfectos", que se acaba de estrenar, recupera la poesía de estas películas. El protagonista es Hirayama, un hombre solitario de mediana edad interpretado por Koji Yakusho (se llevó la Palma del festival de Cannes al "mejor actor", con una escena final que debería exhibirse en las escuelas de cine) y que trabaja limpiando baños públicos en Tokio. Cada mañana se despierta sonriente, mira hacia el cielo y los árboles, los fotografía, riega las plantas, se toma un café de una máquina y se va a trabajar escuchando clásicos del rock en sus viejos cassettes. Apenas habla y lo hace a través de las letras de las canciones de los 60 y 70, The Animals, Patti Smith, Van Morrison, Lou Reed o Nina Simone:

https://www.youtube.com/playlist?list=PLVVG-UjfanKf83MrW06ovYokysuuMRqu6

Por el camino saluda a desconocidos y sonríe ante la tranquilad de su vida. Desarrolla su trabajo con dedicación y orgullo. Obviamente, poco a poco nos iremos enterando de algunas otras cosas ya que su personalidad es más compleja de lo que parece, como es el hecho de leer a Faulkner y Highsmith.

Este es el tráiler:

https://www.youtube.com/watch?v=K09dHSQjSEw

Y este es Lou Reed con su día perfecto que da título a la película:

https://www.youtube.com/watch?v=pjuhBZFMJ_4

Un miércoles en que aún no he empezado mis clases por la tarde puede ser un día perfecto para ir a los cines Princesa y ver un homenaje al cine de Yasujirō Ozu mientras te dan ganas de aplaudir al final.

El cine de verdad, el que me seduce, es pura poesía, con su juego de luces y sombras, lo que los japoneses llaman Komorebi.

 


 

miércoles, 17 de enero de 2024

"Libertad, independencia y sinceridad del crítico literario".

"Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
 
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
 
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
 
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe".
 
Llueve, ha llovido durante toda la noche. La lluvia tiene un efecto purificador. Me tomo un café y pienso en lo que quiero decir sobre la tertulia de ayer por la tarde en Casa Manolo en torno a la crítica literaria que se hace en España y en todas partes. Y recuerdo que Lope de Vega escribió uno de los sonetos más bellos del castellano. Después de todo, "esto es amor, quien lo probó lo sabe". ¿Algo así, con tal "belleza, profundidad, sencillez y naturalidad" necesita de cualquier puntualización crítica? Si al lector del siglo XXI todavía le interesan las opiniones de los críticos de verdad, de los que saben literatura porque la han estudiado y analizado, lo que buscará es que sus opiniones seas libres, independientes y sinceras, como el amor. Sobre todo esto hablamos en la tertulia de ayer por la tarde. El crítico debe de estar familiarizado con la historia de la literatura y conocer los fundamentos teóricos y los métodos críticos. Nunca debería decir que lo que "vale" es lo que vende, ni estar sujeto al amiguismo, la prepotencia de las grandes editoriales y los medios de comunicación oligopolistas que se han apoderado del mercado, incluso de la sensibilidad de los lectores. (No hay más que irse a Davos ahora mismo para saber quién manda en el mundo). Por su parte, el escritor tiene que ser consciente del valor de su obra. Si sabe que no vale (todo el mundo sabe lo que escribe), no empezará a valer porque reciba premios, salga en TV o venda mucho. Lope de Vega sabía que era un dramaturgo insuperable, pero que nunca sería capaz de escribir El Quijote y Cervantes que jamás escribiría comedias como las de Lope.
 
Sigue lloviendo, termino el primer café y pienso que, por encima de las consideraciones críticas, del poder de los de siempre, de cómo se tergiversa o no la calidad de las obras, a mí lo que me gusta es tomarme cada martes una manzanilla con mis amigos. Volver a ver a Santiago, Antonio, Begoña, Benicio, Pilar, Óscar, Javier (que sigue con sus maravillosas ganas de hablar a pesar del catarro), Mariwán, Mercedes, Juanjo, Carmen, Carmen, Peter, Concha, Almudena, Santiago, Juan y los que no pudieron ir. Y que Marta nos haga una foto.
 
Quién lo probó lo sabe.
 




 

martes, 16 de enero de 2024

"La crítica literaria a debate en mi tertulia de esta tarde".

"No me gusta el mercantilismo de las grandes editoriales ni las novelas "digestivas", en el sentido de que se comen, se digieren y se evacúan. ¿Es que la calidad de una obra se cifra en su número de ventas?"
Estas son frases de Santos Alonso (León, 1949- Madrid 2012), mi profesor de Literatura y Medios de Comunicación en la Universidad Complutense. Autor de ediciones de las obras de Gracián y Lorca, entre otros estudios, ejerció como crítico literario durante más de 30 años en periódicos como El País y Diario 16, y en revistas como Ínsula, Reseña, Cuadernos Hispanoamericanos, Nueva Estafeta y Revista de Libros, y colaboró en otras como El Urogallo, La Página, Quimera o Lucanor. Entre 1985 y 2006 dirigió la compañía "Oráculo Teatro".
 
Recuerdo que en clase nos planteó algunas preguntas interesantes sobre el "crítico": 
 
- ¿Cuánta credibilidad tiene el crítico?
- ¿Cualquiera puede ser crítico?
- ¿Qué mínimos deben exigírsele?
- ¿Cómo es la crítica española con relación a la extranjera?
- ¿Se hacen críticas demasiado académicas o lo contrario, sin conocimiento, según el mercado o los poderes económicos y editoriales?
 
A las 18.30 h., en Casa Manolo, Princesa 83, debatiremos esta tarde en torno a la crítica literaria en la época de Internet, redes sociales e Inteligencia Artificial. 
 
Ahora, mientras me tomo el primer café de este martes, me vienen a la cabeza unas imágenes de la película "Lope", dirigida en 2010 por el brasileño Andrucha Waddington, y con una canción de Silvio Rodríguez, que también le gustaba mucho a Santos. En esos años en los que nos hicimos amigos y vino varias veces a la tertulia que entonces hacía en el Café Ruiz, en Malasaña, también me matriculé en una asignatura con ese nombre:
 
A pesar de todo no me importa reconocer que me gusta más ser amante que crítico.
 



 

lunes, 15 de enero de 2024

"El cuerpo utópico y la heterotopía".

La vida siempre me ha parecido como una especie de bolero, una historia de amor que nunca deberíamos dejar de bailar. 
 
Pacino llegó estas Navidades a León, a la casa de Cristina Cisneros Luaces, que me envió una cariñosa fotografía (es la primera que he puesto). No nos conocemos personalmente, pero me parece una persona encantadora. Aunque perdió a su marido hace varios años siempre lo recuerda, y además tiene la deferencia de compararme en alguna cosa con él. Le agradezco que esté leyendo este libro y que encuentre entre sus páginas la música de mi vida, mi forma de ver la literatura, la música, el cine, el arte, la filosofía, en definitiva, mi manera de mirar el mundo que me rodea. Antes de ayer Pacino se presentó en Puerto Banús (Marbella), en la casa de otra lectora, María Mercedes Muñoz, y ella publicó en su muro de esta red social la segunda fotografía. Añadió que va por la segunda lectura de mi novela "Entrevías mon amour", que además también leyó su joven nieto.
Me tomo el primer café de la mañana en este lunes gris y fresquito y escucho este bolero del mexicano Agustín Lara que les dedico a Cristina y Mercedes, un bolero que he bailado a lo largo de muchos amaneceres de mi vida, en una cabaña perdida entre las montañas, reales y oníricas, a la orilla del mar, en Madrid y París. Es la soledad sonora, que define perfectamente mi forma de ser y no tiene nada que ver con la heterotopía de la que nos habló Foucault en 1967 en una emisión radiofónica a la que le había invitado el arquitecto Ionel Schein en el Cercle d'études architecturales:
 
Lo que tengo claro es que el bolero más hermoso que he bailado en mi vida no ha sido entre las páginas de un libro, sino en los brazos de ella, de su "cuerpo utópico", aquel que Proust habitaba con cada despertar. No puedo moverme sin ese cuerpo. Puedo ir hasta el fin del mundo, esconderme por la mañana bajo las sábanas, hacerme tan pequeño como me sea posible, puedo dejarme derretir bajo el sol en la playa. Siempre estará allí donde yo me encuentre; siempre estará irremediablemente en mí.
 


 

domingo, 14 de enero de 2024

"Algo huele a podrido en el mundillo literario".

¿Alguien tiene alguna duda de que lo único que manda en el mundo es el dinero? El dinero da poder, influencia, sexo. No es nada nuevo, ya lo dijo Shakespeare que pasaba en Dinamarca con Hamlet y su curiosa familia.
 
En estos últimos días he leído, gracias a las redes sociales, a varios escritores que aprecio referirse, críticamente, al mundillo literario de este país. Que conste que soy muy feliz y vivo tranquilamente como catedrático en la Universidad, pero voy a decir alguna cosa. El otro día El País publicó un reportaje que parecía del Hola, hablando de unas poetas que, se supone, representaban a la Nueva Generación del 27 de este siglo. De esto me enteré por Manuel Rico. Supongo que se les había aparecido la virgen de Lourdes. Unos días después Antonio Tocornal contó una triste anécdota sobre el amarillismo de los premios literarios, que le había contado un miembro del jurado, y ayer por la tarde Ernesto Calabuig escribió un post sobre cómo le habían censurado una reseña en El Mundo. No hablaba demasiado bien del escritor reseñado y la redacción lo convirtió en alabanzas. Y mientras escribo estas líneas, y me tomo el primer café de este bonito domingo, recuerdo que el Nobel no se concedió en 2018 por los escándalos sexuales de los miembros del jurado. A mí esto del sexo me deja indiferente. La verdad es que en Suecia hace mucho frío y de alguna forma hay que entrar en calor. El escándalo es que no dieran este carísimo premio a Borges, Galdós, Proust, Nabokov, Sartre, Rulfo, Machado, Lorca, Orwell, Woolf, Joyce, Kafka, Tolstói. Ibsen, Twain, James, Chéjov, Pessoa, Pynchon o Zola y se lo dieran a Paul Newman. Siempre digo que no pienso leer a ningún Premio Cervantes hasta que se lo den a Cervantes.
 
Así que tal cómo están las cosas estoy pensando dejar de escribir mis novelas y hacerme pescador. Ahora solo necesito a alguien que maneje mi barca:
 

sábado, 13 de enero de 2024

"La autobiografía de Woody Allen".

Hablando de "Desayuno con diamantes", ayer mencioné "La rosa púrpura de El Cairo", de Woody Allen. Los Reyes Magos saben muy bien que me gusta ser contemporáneo del autor de "Manhattan", "Annie Hall", "Match Point" y "Medianoche en París". A través de él también lo soy, de alguna manera, de Chaplin y Groucho, a los que me hubiera gustado conocer porque tenemos un similar sentido del humor. Asimismo son conscientes de que me leo sus libros, como su autobiografía publicada el año 2020 con el título de "A propósito de nada", y por eso me la trajeron el otro día. Y saben que puedo pasarme sentado en una terracita leyendo 3 o 4 horas, como en la primera foto, en uno de mis sitios preferidos de la Rambla de Santa Cruz de Tenerife.
 
El monólogo inicial de "Annie Hall" (he puesto la mítica foto de la película) resume en un minuto y pico la película y buena parte de la autobiografía:
 
Y otra parte del libro la he encontrado en "Medianoche en París", la preciosa reflexión de Woody Allen sobre el tiempo, el espacio, el arte, el amor y las personas con las que tienes que estar, tu lugar en el mundo (algo parecido a lo que ocurre con mi tertulia literaria). Es una de mis películas favoritas del siglo XXI. Este breve análisis es delicioso e inteligente, y os pido a mis amigos que lo veáis, si tenéis unos minutos. Es una sensible lección de literatura y cine: 
 

 

viernes, 12 de enero de 2024

"Los días rojos de Holly".

Los Reyes Magos me conocen de sobra y saben que siempre me ha gustado desayunar con diamantes, sobre todo en forma de discos de vinilo, como este que me dejaron en la casa de Madrid. El taxi de color amarillo aparece por un extremo de la pantalla, se acerca a la joyería y no me bajo yo, sino Audrey Hepburn:
 
Tampoco soy un apuesto George Peppard que intenta escribir una novela (hasta ahora solo ha publicado un libro de cuentos). Un día escucha a Holly cantar Moon river a través de la ventana del piso de arriba:
 
Me limito a observar desde el patio de butacas, como Mia Farrow en "La rosa púrpura del Cairo". Sin embargo, al final me dan ganas de meterme en la película y buscar al gato, otra Anita como la mía. Quién no se enamoraría de Holly, a pesar de sus "días rojos", que son peores que los negros. Ella lo explica como un sentimiento que va más allá de la simple melancolía o tristeza, y es más bien una sensación de temor y miedo abrumadores sin conocer la causa. Este término se utiliza para transmitir la profundidad de las luchas emocionales de Holly y se suma a la compleja interpretación de su personaje en la película:
 
¿Quién no ha tenido días rojos alguna vez en su vida?