miércoles, 3 de enero de 2024

"El amor es como una transfusión de sangre entre los amantes".

Es una interpretación del amor a partir del pensamiento de Marsilio Ficino, el neoplatónico renacentista que redescubrió a Platón desde "Fedro" y "El banquete". 
 
Son cosas que me da por pensar a 3.000 metros de altura. Hace poco hablé del amor místico a propósito del "Cántico espiritual" de San Juan de la Cruz. Sin el Otro no creo que exista Amor de verdad, un amor no mercantilista, que no sea producto del mercado que lo devora todo. ¿Por qué nos pasamos todo el día queriendo "ganar" dinero? Un amor que no pida nada a cambio, ni dinero, ni tiempo o sexo, que suponga la extinción del individuo para que surja el Dos. Rimbaud ya buscaba la reinvención del amor. Nos encontramos en el tiempo del narcisismo generalizado y tenemos poco tiempo para fijarnos en el Otro, ¿no os parece?
 
El camino de vuelta lo hice escuchando a Vaughan Wlliams, quien en 1910 tomó un himno de Tallis y escribió variaciones a modo de meditaciones sobre la muerte y la esperanza:
 

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