sábado, 31 de agosto de 2019

"Gracias, Justo Sotelo, por empujarnos a tu mundo".

Mis amigos escribís preciosos comentarios cada día en este muro. Ayer me quedé con esta frase de Carmen Arroba, que está a mi izquierda en la foto mientras entregábamos un premio de escritura a una jovencísima escritora en un colegio de Barajas, y yo con mi jersey deshilachado que compré en una tienda gay de Sitges. El jersey provocó muchos comentarios entre la gente. 

La frase de Carmen es muy corta, pero me ha hecho pensar un buen rato. Mi mundo es normal y corriente. Un par de cafés por la mañana y luego la Universidad. Antes y después un poco de música, cine, literatura, filosofía, arte, ciencia, aviones, muchos aviones, y también una dosis considerable de sentido del humor. Y champán, por supuesto. (Me habría gustado añadir que sé cocinar y arreglar enchufes, pero confieso que Dios no me llevó por tales mundos). No sé quién se empeñó en dibujarme una vez una sonrisa perpetua en la cara, tanto de alegría como de ironía y sorpresa ante las cosas que veo y leo por ahí. Supongo que mi mundo es como el mundo de la mayoría de la gente; por eso mientras me tomo el primer café del día vuelvo a pensar en la frase de Carmen. Recuerdo cuando con 7 años y casi 38 de fiebre me puse un abrigo sobre el pijama y convencí a mi primo (que había ido a visitarme) para que nos fuéramos a la calle de paseo. Quería acercarme, además, al quiosco de un par de calles más abajo para cambiar unos tebeos, ya que los últimos los había leído varias veces. Mi madre nos cogió por la escalera y, cariñosamente, nos impidió llegar hasta el portal de casa.

Ahora que lo pienso, también recuerdo la tarde en que fuimos a la fiesta de cumpleaños de una amiga y cuando ya nos íbamos se acercó mi amiga para decirme que su madre, de más de 90 años, se había pasado todo el tiempo mirando mi jersey de Sitges y pensando que me lo tenía que coser, que así no debía salir a la calle.

Lo que no recuerdo es si por fin cambié los tebeos. De haber tenido tiempo habría dicho a la niña de la foto que seguro que, entre otras cosas, empecé a escribir para contar si había devuelvo o no los tebeos. Y que en mi mundo entra y sale el que quiere. Lo único que se trata es de salir diferente a como se entró.



viernes, 30 de agosto de 2019

"El retrato de Jennie".

"La mayoría de nosotros piensa que nada merece la pena, salvo vivir la vida lo más cómodamente posible, ganar un poco aquí, otro poco allá, comer, dormir y morir. Entonces te encuentras con un tipo como tú que no se preocupa por nada de eso y te preguntas si tal vez no te estarás perdiendo algo".

Son frases que dice un amigo del protagonista de la película "El retrato de Jennie" (1948), del director alemán William Dieterle, que se nacionalizó estadounidense en 1937. Me refiero al pintor Eben Adams, interpretado por Joseph Cotten. Jennie es la actriz Jennifer Jones. En pocas ocasiones me he encontrado en el cine, cara a cara, con la belleza como en esta película que volví a ver anoche. En una entrevista para la revista "Griffith", Buñuel aseguró que era una de las mejores películas de la historia y que era como entrar en un mundo maravilloso en el que no se explica nada, por fortuna (qué diferente a cierto arte y literatura actuales obsesionado con explicarlo todo). Estamos ante el retrato de un fantasma que ejerce como mediación entre el deseo y la realidad. Eben Adams representa el ideal del artista; sus cuadros son mediocres y necesita encontrar la inspiración. Mientras pasea por el Central Park observa que una niña, Jennie, está haciendo un muñeco de nieve. Aunque es el año 1934, ella viste como a principios de siglo. En cierto momento le dice que le espere hasta que se haga mayor. Desaparece y vuelve a aparecer con diferentes edades.

La historia comienza con una frase de Eurípides: "Porque ¿quién sabe si morir no será vivir, y lo que los mortales llaman vida no será la muerte?" (Fragmento 830 de "Phrixus", una obra que se ha perdido). Lo demás es la música de Debussy y una espléndida fotografía expresionista.

Esta es la película completa (doblada):

https://www.youtube.com/watch?v=RYOrj4kEI8c

jueves, 29 de agosto de 2019

"Historia de un amor".

Ya sabemos que el castellano se inventó para hablar con Dios y el francés para hacerlo de amor.

El verano estaba a punto de empezar y yo andaba perdido en un pueblo del sur de Francia. El mar, los Alpes y la literatura se encontraban cerca. Quizá todo fuera cosa del calor y la humedad, y del hecho de que un padre y su hija comenzaran a cantar en castellano y en francés un viejo bolero, sobre un escenario medio a oscuras. Hacía tiempo que había oído hablar de ellos, y ahora los veía allí, contándonos la historia de un amor, cuando el sudor se deslizaba por una camisa y un pantalón de lino, y un vestido verde ajustado y muy corto.

Además de un maduro y aburrido intelectual, también sé bailar:

https://www.youtube.com/watch?v=s9PcpkMqtp8

miércoles, 28 de agosto de 2019

"Los últimos pueblos vírgenes".

Leyendo cosas para una asignatura sobre ecología y medio ambiente de la que voy a hablar a mis alumnos de la Universidad a partir de la semana que viene, me he encontrado con un centenar de pueblos indígenas de los que conocemos su existencia, pero no tienen contacto con ninguna población fuera de su grupo. Están en algunos lugares de Sudamérica, Nueva Guinea y el archipiélago de Andamán, en el Índico.

La introducción de enfermedades es la principal causa de su muerte, pues no han desarrollado inmunidad contra virus como la gripe, el sarampión, la varicela o el resfriado. Llevan viviendo en su tierra muchas generaciones y seguirán ahí si nosotros los dejamos en paz. Tienen lenguas propias, son los herederos de sus bosques y los depositarios de formas de vida ya casi desconocidas para nosotros. Y me refiero a sus conocimientos sobre el entorno, sus modelos de adaptación al medio, sus formas de aprovechar los recursos naturales, su sabiduría sobre animales y plantas, su respeto y empatía con el mundo que los rodea.

Supongo que tampoco conocen los nombres de Trump y Bolsonaro.

Como dice la campaña antirracismo de Survival International, la ONG que lucha por los derechos de la población indígena del mundo: "Sin estrés, sin bombas, sin hambre, sin mendigos, sin cárceles, sin comida basura, sin contaminación, sin deuda externa... y los llamamos primitivos". 

El siguiente video está rodado por esta ONG y lo protagoniza José Carlos Meirelles, que forma parte del Departamento del indio de Brasil. 

https://player.vimeo.com/video/297951934

(¿Si no hablamos de estas cosas a los jóvenes, de qué vamos a hablarles? ¿De poder, de dinero, de triunfo, de que nos gastamos mucho dinero en pensiones con los viejos de los países ricos, blancos y heterosexuales? ¿De nuestras urbanizaciones de lujo con piscinas, alarmas, vigilantes privados y problemas psicológicos de todo tipo?)

martes, 27 de agosto de 2019

"En torno a la figura de Franz Kafka".

Dos de los miedos que acechan al hombre y la mujer contemporáneos son la percepción que tienen de sí mismos y la agresividad del entorno en el que viven. En esto no creo que hayamos cambiado demasiado con relación a otras épocas, pero el aumento del nivel de vida también ha originado el miedo a perderlo. Nuestra pequeñez es tan evidente que se agudizan los problemas psicológicos, por mucho que utilicemos al cura, al psicólogo o las redes sociales para ponerles remedio.

Anoche me dormí leyendo un artículo de María Rodríguez Velasco titulado: "La pesadilla de Gregorio Samsa: Kafka y la Metamorfosis". Supongo que a estas alturas hay pocas cosas que llamen mi atención y además María es inteligente y escribe muy bien. Su artículo se dirige hacia el interior de las personas. Y yo voy a hacerlo hacia el exterior mientras me temo el primer café de la mañana.

En el siglo XX se borraron las fronteras entre el mundo natural y el mundo sobrenatural, y surgió un mundo intermedio entre el llamado mito clásico y el moderno. El ser humano no tiene que defenderse del terror primitivo ante un mundo terrible que lo amenaza. Ahora ya empieza a entender al cosmos impenetrable y no necesita utilizar la red simbólica de dioses y héroes que le permitían enfrentarse al absolutismo de la naturaleza, pero eso le deja solo ante sí mismo y ante los demás. En la actualidad el peligro está en otra parte, como explica Kafka en la mayoría de sus cuentos y sus dos novelas principales, "El proceso" y "El castillo". En la primera, la autoridad ordena el arresto de Joseph K., pero no le dicen el motivo. Más tarde se sabrá que ha sido cosa de La Corte, que, por otra parte, seguirá oculta e invisible hasta el final. Igualmente la sede del poder en "El castillo" se muestra oculta en una colina, atravesada por la niebla y la oscuridad; después se podrá leer que el castillo se perfila claramente, pero K. será incapaz de alcanzarlo. La lucha entre los agentes ficcionales se escribe en el dominio de las sombras, y los códigos modales tienen sentido porque no se puede identificar a esos agentes.

Cuando estudié la carrera de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada hacía tiempo que era catedrático de Economía y sabía que la cátedra se me quedaba pequeña. No obstante, seguí estudiando y ahora continúo leyendo a tipos como Kafka, más actuales que nunca, y a escritoras y psicólogas como María Rodríguez Velasco, que todavía tienen cosas que decirme, en este caso sobre el miedo a nosotros mismos.

Este es su artículo:

https://amanecemetropolis.net/la-pesadilla-de-gregorio-samsa-kafka-y-la-metamorfosis/
 


 

domingo, 25 de agosto de 2019

"Sobre la imagen que damos a los demás".

La palabra que más nos gusta escuchar a las personas es nuestro nombre. Luego hay otra cosa a la que solemos prestar atención, la opinión que los demás tienen de nosotros.

Me han dicho tantas cosas a lo largo de mi vida (como supongo que a todo el mundo) que me he limitado a convertirlas en características propias de mis personajes mientras me divertía escribiendo novelas y cuentos (incluso en mis libros de contenido científico he llegado a adoptar en ocasiones los puntos de vista que me interesaba defender y refutar a la vez, como diría Karl Popper). En los dos últimos días me han comparado con el "Pensador" de Rodin que ya sabemos que está en el jardín de su museo de París, con el egocéntrico y genial Dr. House (uno de los personajes más inteligentes que se han creado en TV) y hasta con Fred Astaire bailando el que se considera el baile en pareja más perfecto de la historia del cine y que pertenece a la película "Melodías de Broadway" dirigida por Vincente Minnelli. Como es obvio, no llego ni por asomo a la elegancia de Fred Astaire, a la agudeza de House, estilo Sherlock Holmes y Baltasar Gracián, ni a la profunda fuerza humana del "Pensador" de Rodin.

Dicho eso no me importaría volver al Central Park y ponerme a bailar algo así con mi traje blanco y los zapatos de Fred Astaire, que usé varios años, incluso para dar clase en la Universidad, junto a los zapatos de charol, que me gustaban mucho. Y al final te subes al coche de caballos con tu chica, como Dios manda:

https://www.youtube.com/watch?v=wDHwJrbrp0Y



sábado, 24 de agosto de 2019

"Érase una vez en...Hollywood", de Tarantino.

Tarantino me aburre soberanamente.

Me gusta el cine contemplativo, lento, complejo, profundo, ese tipo de cine que aspira a ser el Séptimo Arte. Por eso me gustan Erice, Tarkovski, Ford, Welles, Kubrick, Hitchcock, Bergman, Dreyer, Angelopoulos, Kieslowski. Es un cine que trata con respeto intelectual al espectador y le cuenta cosas sobre la historia del ser humano y la propia evolución del arte.

Tarantino tiene una película excelente, la primera que hizo "Reservoir Dogs", y luego se acabó. Su célebre "Pulp Fiction" se termina en cuanto armas en tu cabeza el rompecabezas del guión. Hace poco la intenté ver de nuevo en video y me fui de paseo a la media hora. Tarantino siempre ha querido ser Sergio Leone, otro director aburridísimo hasta que consiguió crear una obra maestra, "Érase una vez en América", un título demasiado parecido a esta película de Tarantino que ha llenado las ciudades de carteles, y no solo en España, como he podido comprobar. ¿Es que en el mundo no se hace más cine que este? ¿Seguimos hablando de dinero y de un capitalismo salvaje que lo domina todo, incluso el arte y el cine?
Mis dos películas favoritas de 2018 son "Cold War" y "Roma". Y las de 2019 "Largo viaje hacia la noche" y "El peral salvaje". Son películas polacas, mexicanas, chinas, turcas. Y esto me lleva a pensar también en la literatura. El futuro del arte en general no está ni en Europa ni en Estados Unidos, ni por supuesto en manos del dinero.

Tengo que seguir pensando en ello.

"Fotogramas", un cuento de Justo Sotelo en la Revista Tarántula.

"¿Las personas nos pertenecemos las unas a las otras?"

Ya he contado en alguna ocasión que hay cuentos que no incluí en los dos libros que publiqué en Bartleby Editores en los años 2015 y 2017, como este de la Revista Tarántula (2016). Hace poco me encontré por la calle con el director de la revista, Luis Muñoz Diez. Nos dimos un abrazo, hablamos un buen rato de pie derecho (hablar es el único deporte que practico) y al despedirme de él me acordé del cuento.

La protagonista es Audrey Hepburn o alguien que se parece a ella.

viernes, 23 de agosto de 2019

"Los artistas crean los sueños que sueñan los demás".

Anoche me dormí escuchando o soñando "The Music Makers", de Edward Elgar, una Cantata que utiliza como argumento la Oda del escritor inglés Arthur O´Shaughnessy (1844-1881) donde pretende describir la inspiración del artista. Los dos primeros versos del poema ya lo dicen todo, "Somos los creadores de música / los soñadores de sueños". Los artistas siempre serán los perdedores de la sociedad, por eso son más necesarios que los políticos y los militares.

Estas son las dos partes de la bellísima Cantata de Elgar, interpretada por la mezzo-soprano Lorraine Hunt Lieberson con la Orquesta Sinfónica de la BBC dirigida por Leonard Slatkin, en los Proms del Albert Hall, un lugar del que ya he dicho alguna vez que es de los mejores del mundo para escuchar música, sobre todo en verano:

https://www.youtube.com/watch?v=EixX7n3QAjg&t=64s
https://www.youtube.com/watch?v=Rs8Zk7aPX-k

Y este el poema de Shaughnessy:

Oda.

"Somos los creadores de música,
Los soñadores de sueños,
Vagando por solitarias rompientes,
Sentados junto a desolados arroyos;
Perdedores y olvidados,
Sobre quienes la pálida luna resplandece;
Sin embargo, somos los agitadores e impulsores
Del mundo, eternamente, así parece.


Con espléndidas e inmortales canciones
Construimos las ciudades más grandes,
Y de una fabulosa historia
Levantamos la gloria de un imperio;
Un hombre con un sueño
Puede ir y conquistar una corona,
Pero tres, con el acorde de una canción,
Pueden derribar un reino.


Nosotros en las eras yacemos,
En el pasado enterrado de la Tierra,
Construimos Nínive con susurros,
Babilonia con la risa;
Y ambas fueron derrocadas con profecías
sobre el nuevo valor del mundo;
Pues en cada era existe un sueño que agoniza,
O uno que está naciendo.


Un soplo de nuestra inspiración
Es la vida de cada generación;
Algo maravilloso de nuestro soñar
Inverosímil, aparentemente imposible:
El soldado, el rey, el campesino
Trabajan juntos, como uno solo,
Hasta que nuestro sueño se convierta en su presente,
Y su trabajo esté hecho.


Ellos no ven con asombro
La agradable casa que están construyendo,
No tienen presagios divinos
De la tierra de la cual se marchan;
Pero en el alma de un hombre esto se ha quebrado,
Una luz que no desaparece;
Y su brillo, una palabra que se ha dicho,
Enciende la llama en el corazón de otro hombre.


Y quizá por eso el hoy es emocionante,
Con los pasados finales del día ya realizados;
Y las multitudes están unidas
En la fe a la que se oponen sus padres,
Y desprecian el sueño del porvenir,
Provocando el avance al ir
por el mundo con su alegría o su tristeza,
Del sueño que ayer fue despreciado.


Pero nosotros, con sueños y canciones,
Seguimos incesantemente, sin tristeza.
La gloria aferrándose a nosotros,
De los gloriosos futuros que vemos,
Nuestras almas con música resuenan;
¡Hombres! Que siempre deba ser
Que habitemos, con nuestros sueños y canciones,
Un poco apartados de ustedes.


Porque lejos estamos con el amanecer
Y los soles que no ascienden todavía,
Y sin la mañana infinita
Tú, intrépidamente, nos oyes llorar.
Cómo, a pesar de tu desprecio humano,
Una vez más el futuro de Dios se acerca,
Y ya parte progresivamente la advertencia:
Los del pasado deben morir.


¡Salud! Clamamos en las esquinas,
Desde las orillas espléndidas, desconocidas;
Tráenos tu sol y tus veranos;
Y renueva nuestro mundo como antaño;
Nos enseñarás tus nuevas canciones,
Y cosas que nunca antes soñamos;
Sí, a pesar del soñador que dormita,
Y el cantante que no tiene cantos".


¿Qué ocurre cuando unimos el champán, la ópera, a Javier Del Prado y a Plácido Domingo?

El otro día escribió Javier del Prado en mi página de Facebook: "Hoy he recibido un deslumbramiento en mi vida ficcional respecto de la vida ficcional de Justo Sotelo, como personaje del mundo paralelo en el que hábito con él: una brutal anagnórisis relativa a su capacidad autobiográfica, ignorada, para enredar en ella sus saberes operísticos ligados al mundo de una copa de champán".

Mientras me tomo el primer café de esta preciosa mañana de verano pienso que tal vez los seres humanos no seamos más que personajes de una obra de Shakespeare o de una ópera con una copa de champán en la mano.

Creo recordar que la última vez que vi en directo a Plácido Domingo fue en el Teatro Real en 2006, en una versión casi operística de "Luisa Fernanda". El año 1868 es clave en la historia de España, ya que se derroca a la reina Isabel II y se inicia el Sexenio Democrático. Es el primer intento por lograr en España un régimen político democrático, primero en forma de monarquía parlamentaria, con el reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873), y luego con la Primera República (1873-1874). La obra maestra de Moreno Torroba se enmarca en las revueltas de 1868 en forma de triángulo amoroso entre el coronel monárquico Javier Moreno, el rico terrateniente extremeño Vidal Hernando y la madrileña Luisa Fernanda. También aparece una duquesa que defiende a Isabel II. En la versión que vi el año 2006, y he encontrado en Youtube, acompañan a Plácido Domingo el director Jesús López Cobos y los cantantes José Bros, Mariola Cantarero y la mezzo-soprano Nancy Herrera, de la que he leído una gran defensa del tenor madrileño. Supongo que Shakespeare hubiera escrito una espléndida obra que mezclase la realidad y la ficción, mientras apuraba una botella de champán.

(Por cierto, he estado a punto de etiquetar a Shakespeare y a mí mismo, pero me he dado cuenta de que, en realidad, tampoco soy yo quien escribe este post).

En este dúo del primer acto cantan ambos, la realidad y la ficción. Va por ti, Javier:

https://www.youtube.com/watch?v=Gz8NblwRlbY

Desde aquí se puede seguir toda la obra, paso a paso:
 
https://www.youtube.com/watch…



domingo, 18 de agosto de 2019

"Aquellos jipis a los que les gustaba Chaikovski".

En el post de ayer conté una historia de mi adolescencia relativa a la poesía de Lorca; hoy voy a contar una historia de mi niñez que ocurrió en el mismo lugar de Madrid, referida a la música de Chaikovski. La Plaza de la Armería es una explanada situada entre la fachada de la Catedral de la Almudena y el Palacio Real, y desde donde puede contemplarse la Casa de Campo. Un domingo por la tarde iba de paseo por ese sitio con mis padres cuando una música diferente llamó mi atención. Unos jóvenes con barba y el pelo largo estaban sentados en el suelo, envueltos en humo, y formaban un círculo alrededor de un radiocasete.

Nos detuvimos un rato junto a ellos.

Paseo muchas veces por ese lugar, ya que es uno de mis sitios favoritos de Madrid, donde Galdós me contó tantas historias que ocurrían dentro y fuera del Palacio Real, junto al Teatro Real cuyas óperas me sé de memoria y que tiene un restaurante romántico en la segunda planta en el que puedes pedir champán para cenar, cerca de las Vistillas donde nació la ciudad de Madrid, en los restaurantes Rayuela y Francisca, tan literarios, jugando en el campo de fúbol del Seminario Diocesano de Madrid donde alguno de mis amigos se hizo cura, a un paso de la Basílica de San Francisco el Grande en cuyo coro canté algunos domingos para estar cerca de la chica que me gustaba entonces.

He encontrado en Youtube una versión de la música de aquellos jipis de mi infancia, casi de esa misma época, y que supuso una suerte de epifanía, casi de anagnórisis, de la mano de mi madre:

https://www.youtube.com/watch?v=ItSJ_woWnmk

sábado, 17 de agosto de 2019

"Mañana Lorca morirá y nacerá de nuevo".

Hace muchos años, siendo un adolescente, estaba sentado en un banco de los jardines de Sabatini, a la izquierda del Palacio Real, cuando una señora muy mayor, excesivamente pintada y con la mirada perdida, se acercó y se sentó a mi lado. Esperó a que yo levantara la vista del libro y me dijo que a ella también le gustaba mucho el "Romancero Gitano" de Lorca. Dicho esto empezó a hablarme del poeta, de los estudios de Ian Gibson y del último gran amor de Lorca. Gibson también se deslumbró por ese libro en Dublín, su ciudad natal. Más tarde hizo una tesis doctoral sobre Lorca, dio clase en Londres y se vino a Madrid para seguir estudiando literatura española. En cierto momento la señora me comentó que ella había conocido en persona a Lorca y también a su último gran amor, el escritor y crítico de arte, Juan Ramírez de Lucas, el "rubio de Albacete", como le llamaba Lorca. Los dos habían pensando escaparse a América, pero no pudo ser por culpa de una Guerra Civil y un 18 de agosto de 1936.

La historia de este último gran amor de Lorca se conoció a mediados de los 80, que es el momento en el que se publicaron los 11 "Sonetos del amor oscuro". El penúltimo habla con claridad de su amor por él. 

Todo el mundo tiene amores y desamores a lo largo de la vida y hasta lo cuentan en libros, pero muy pocos escriben como Lorca. Leer a Lorca es leer la historia de la literatura que él se sabía de memoria, para reescribirla y nacer de nuevo:

"El amor duerme en el pecho del poeta".

"Tú nunca entenderás lo que te quiero
porque duermes en mí y estás dormido.
Yo te oculto llorando, perseguido
por una voz de penetrante acero.


Norma que agita igual carne y lucero
traspasa ya mi pecho dolorido
y las turbias palabras han mordido
las alas de tu espíritu severo.


Grupo de gente salta en los jardines
esperando tu cuerpo y mi agonía
en caballos de luz y verdes crines.


Pero sigue durmiendo, vida mía.
Oye mi sangre rota en los violines.
¡Mira que nos acechan todavía!"


¿Cree posible recrear un espacio real sin conocerlo?

"Es posible, pero no me interesa especialmente. Escribo porque soy feliz y si he sido feliz en todas partes no necesito inventarme nada especial con el fin de describir esos espacios en un texto determinado. Por eso me gusta mucho viajar. En cualquier país que he visitado, ya sea de Europa, América, África o la India la gente sonríe de la misma manera. Está comprobado que la risa conecta el cerebro, el corazón y los pulmones. Y es una de las cosas que necesito saber para ponerme a escribir".

(La escritora madrileña Almudena Mestre está a punto de finalizar su TFM, Trabajo Fin de Máster, de literatura en la Universidad Complutense sobre los "espacios" donde transcurren mis novelas y cuentos, y como anexo ha pensado hacerme una entrevista. En opinión de su directora no está mal incluir al propio autor en el estudio. Esta es una de las preguntas que me hizo el otro día y la respuesta que acabo de escribir mientras me tomo el primer café de la mañana).



jueves, 15 de agosto de 2019

Torna ai felici dì".

Un amanecer en un lugar casi inaccesible, que resulta difícil de encontrar en Google, un autobús destartalado que se pega peligrosamente al borde del desfiladero cubierto por la niebla, unos viejos auriculares y la voz de Plácido Domingo cantando un aria de la primera ópera de Puccini. 


Es una aldea de la Selva Negra donde se celebra la fiesta de compromiso entre Anna, hija del hombre más rico, y Roberto. Este debe ir a Maguncia para hacerse cargo de una herencia, lo que inquieta a Anna, que teme que la olvide. Una sirena seduce a Roberto durante su viaje y la joven muere de tristeza y se une a las Villis. Estas son novias muertas antes del día de la boda, que no pueden permanecer calladas en la tumba. En sus corazones muertos, en sus pies muertos todavía queda ese amor por la danza que no pudieron satisfacer. Si encuentran a alguien por el camino debe bailar con ellas hasta morir. El padre de Anna, desesperado por la muerte de su hija, clama por la venganza. Si la leyenda de las Villis es cierta, se dice, que Anna se levante de su tumba y, con sus compañeras, haga justicia sobre el traidor Roberto; así él podrá pasar sus últimos días en paz. Roberto vuelve a la aldea, más atormentado por el remordimiento que por el temor a las Villis. Mantiene la esperanza de que ella viva y le perdone, pero la voz de Anna es la de un espectro. "Ya no soy el amor, soy la venganza", anuncia al que fue su prometido. Anna y las Villis le obligan a danzar sin descanso, haciendo oídos sordos a sus súplicas para que tengan piedad. Y mientras Roberto cae muerto, las jóvenes espectrales desaparecen. El padre sale entonces de su casa. "Dios es justo", dice, al ver el cadáver del joven ante su puerta.

(Es una leyenda eslava que el poeta Heinrich Heine trasladó a Alemania, y que yo cuento en Facebook antes de bajarme del autobús. El paisaje que estoy viendo se lo quedan mis ojos).

miércoles, 14 de agosto de 2019

"Palinuro de México", de Fernando del Paso.

En mi biblioteca hay un antes y un después de esta novela. Ahora me tomo el primer café de la mañana y leo:

"Hacíamos el amor compulsivamente. Lo hacíamos deliberadamente. Lo hacíamos espontáneamente. Pero sobre todo hacíamos el amor diariamente. O en otras palabras, los lunes, los martes y los miércoles hacíamos el amor invariablemente. Los jueves, los viernes y los sábados hacíamos el amor igualmente. Por último los domingos hacíamos el amor religiosamente. O bien hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres, por favor, por supuesto, por teléfono, de primera intención y en última instancia, por no dejar y por si acaso, como primera medida y como último recurso.

Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis: a eso le llamábamos hacer el amor científicamente. Pero también hacíamos el amor yo a ella y ella a mí: es decir recíprocamente.

Y cuando ella se quedaba a la mitad de un orgasmo y yo, con el miembro convertido en un músculo fláccido no podía llenarla, entonces hacíamos el amor lastimosamente. Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo me imaginaba que no iba a poder, y no podía, y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía, o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de los dos alcanzaba el orgasmo. Decíamos, entonces, que habíamos hecho el amor aproximadamente. O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío Esteban le trajo de Wisconsin y que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas de creolina, y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos, con sus sillas vienesas y sus macetas de rosasté esperando la eclosión de las cuatro de la tarde, y así era como hacíamos el amor, nostálgicamente, viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.

Muchas veces hicimos el amor contra natura, a favor de natura, ignorando a natura. O de noche con la luz encendida, mientras los zancudos ejecutaban una danza cenital alrededor del foco. O de día con los ojos cerrados. O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia. O viceversa. Contentos, felices, dolientes, amargados. Con remordimiento y sin sentido. Con sueño y con frío.

Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida, y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro, entonces hacíamos el amor inútilmente. Para envidia de nuestros amigos y enemigos, hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente. Para honra de nuestros padres, hacíamos el amor moralmente. Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.

Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente. Y sobre todo hacíamos el amor físicamente.

También lo hicimos de pie y cantando, de rodillas y rezando, acostados y soñando. Y sobre todo y por simple razón de que yo lo quería así y ella también hacíamos el amor voluntariamente".

(Fragmentos del capítulo 10).

"Palinuro de México", de Fernando del Paso, premio Cervantes en 2015, y fallecido el año pasado, es una de las únicas cuatro novelas que publicó. Todos recordamos que Palinuro fue el piloto de Eneas tras su salida de Troya. Aquí es el narrador de un viaje por el cuerpo humano y la juventud mexicana en torno a la masacre de estudiantes de 1968. Esta novela es una especie de diccionario de Voltaire, lo más cercano que he leído en castellano de la obra inmensa de Rabelais, Cervantes, Sterne y Joyce. Es el triunfo del lenguaje y de alguna manera me recuerda otra novela mexicana, "La muerte de Artemio Cruz", de Carlos Fuentes, un verdadero manual para cualquiera que quiera ser escritor. Fernando del Paso quiso ser médico y en esta novela lo es a través de Palinuro, que muere o no muere desangrado al final de la novela y que hace el amor de todas las formas posibles con Estefanía, su prima enfermera.

martes, 13 de agosto de 2019

"El mundo es de todos o cuando los artistas eran anónimos".

Uno de los primeros sitios adonde nos llevaron en mi colegio fue al Museo Arqueológico, que en Madrid está al principio de la calle Serrano, detrás de la Biblioteca Nacional y a un paso de la puerta de Alcalá y el parque del Retiro.

Yo tenía 6 años y lo recuerdo perfectamente.

Nada más entrar al jardín, a la izquierda, te encuentras una cueva donde se reproducen las pinturas rupestres de Altamira. El profesor nos explicó que el arte es patrimonio de la humanidad. Nadie conoce el nombre del pintor o los pintores de la cueva. A medida que estudiaba en el colegio comprendía que el mundo está lleno de cosas que merecen la pena, y que lo llevamos construyendo entre todos durante millones de años. Esto lo tenían clarísimo los artesanos de la Edad Media y buena parte del Renacimiento. En cierto momento supe que un breve periodo de la historia llamado Romanticismo cambió la forma de ver el mundo, la Naturaleza y la mismísima creación artística. Nacieron los derechos de autor y las academias nacionalistas de todo tipo.

Solo hay que mirar fuera de nosotros, a la Naturaleza, para darnos cuenta de a quién pertenece el mundo.

(Dedicado a la gente del barco Open Arms).

lunes, 12 de agosto de 2019

¿Qué es la poesía?

Ayer se cumplieron 5 años desde la muerte del actor Robin Williams. Todo va tan deprisa que en ocasiones olvidamos el carácter efímero de la vida. Robin Williams tenía 63 años y era una de las personas más conocidas del mundo. Creo que lo menos importante es lo que le ocurrió, una enfermedad tanto física como psíquica que le hacía olvidarse de los guiones, problemas con las drogas y de tipo económico, falta de amor con sus varios divorcios a cuestas. Y quizá lo más importante, había llegado a lo más alto y era muy difícil mirar hacia abajo. Cada persona es un mundo.

Recuerdo la conmoción que causó en mis alumnos el estreno de la película "El club de los poetas muertos". Yo empezaba a dar clase y reconozco que me gustó mucho la película de Peter Weir. El guión estaba lleno de citas de Henry David Thoreau y Walt Whitman, y eso es como decir de la literatura de todos los tiempos, que nos remonta a Omar Khayyam, Horacio y al propio origen de la humanidad.

Por eso, ahora, quizá ya no sea necesario hacernos esa pregunta.

¿Qué es la poesía?

https://www.youtube.com/watch?v=PZ92O8z8NCU

domingo, 11 de agosto de 2019

Hoy he soñado con esta playa.

Ahora estoy lejos de allí, pero solo físicamente. Eso es lo bueno que tienen los sueños. Otra cosa que me gusta de los sueños es que sé que a mucha gente le ocurre lo mismo. Somos más de 7.000 millones de personas en el mundo, todos con sus propios sueños. Ahora algunas de esas personas se estarán despertando, otras se irán a la cama. Algunas se tomarán un café o se vestirán para ir a a trabajar. Otras incluso estarán leyendo, estudiando o haciendo el amor. Como la vida misma.

Es posible que algunas de esas personas estén escuchando cierta música, como hago yo. Porque todos también llevamos a Irlanda en algún rincón de nuestro cerebro. Tampoco es necesario haber viajado allí. Irlanda es como la fina lluvia al amanecer, como el verde de los sueños ancestrales, como la primera vez que Robert Mitchum le dijo a la hija de Ryan que tenía que leer a Byron, escuchar la Quinta de Beethoven o pasear por una playa de arena blanca por la que he paseado otras veces a lo largo de mi vida.

Es el momento de que un hombre maduro y una mujer joven interpreten una de las escenas más hermosas de la historia del cine o de los sueños:

https://www.youtube.com/watch?v=TA1tXMffMuA

Luego empieza la película:

https://www.youtube.com/watch?v=B5C3iAmUCEc

sábado, 10 de agosto de 2019

Una mañana de verano con Bach.

Amanece con dulzura, abro Facebook y mientras me tomo el primer café de la mañana leo los comentarios de mis posts, los de ayer y los de los últimos días, ya que a veces se me pasan, y ya que los pongo lo mínimo que puedo hacer es responderlos. Y me quedo con las palabras de Marie-Josèphe Pastré relativas a la pequeña historia que conté el otro día sobre "2001" de Kubrick.

Ella se pregunta si alguien conoce hoy en profundidad a Homero y Ulises, y añade que Nietzsche les fue prohibido cuando eran jóvenes y Wagner no está bien visto. Estamos presenciando una disminución de los estudios de las humanidades en las nuevas generaciones, continúa. Paradójicamente, protegemos los sitios naturales o patrimoniales en el mundo, por parte de la Unesco, que por supuesto es muy bueno. Pero no se hace nada por la riqueza literaria, añade. Y ella lo dice desde Francia, seguramente el país más culto que nos queda (esto lo añado yo).

Me tomo otro café y escucho lo que tocaban el otro día en la calle estos chicos de la fotografía. Hay algo que nos une a ellos y a mí. Supongo que no es necesario que le guste a nadie más:

https://www.youtube.com/watch?v=mGQLXRTl3Z0




viernes, 9 de agosto de 2019

"La última canción".

Empezó siendo un bosque impenetrable que protegía de los ataques de los piratas y las tempestades del Golfo, y después se convirtió en el larguísimo muro desde donde poder contemplar las puestas de sol. La semana pasada una amiga cubana me envió por Wasap un artículo referente al Malecón de La Habana, un lugar que me gusta, aunque tan solo he estado allí una vez. A los pocos días una alumna de hace tres o cuatro años me envió un nuevo Wasap, pero de voz, para recitarme un pasaje de mi novela "Las mentiras inexactas", que había terminado de leer. Curiosamente, volvía a ser sobre el Malecón, un lugar donde suceden algunas de las escenas más importantes de la novela, como la de la página 216:

"Parece ser que tu documento de identidad apareció en el Malecón, dijo Sergio, junto a un cadáver irreconocible. La policía supuso que eras tú, y eso fue lo que dijeron a las autoridades españolas (...)

Como en la isla de la Tortuga, frente a Port-de-Paix o la loma de Tina, recuperó Nora una de sus obsesiones.

Sergio es capaz de viajar a la luna en avioneta para resolver el enigma, dijo Pepe cogiendo a Daniel del hombro (...) ¿Quién murió en el Malecón, porque no entiendo nada?, preguntó Miguel Ángel preocupado. No tengo ni idea, le respondió Daniel. ¿Por qué tendríamos que creer tu historia?, insistió el que se parecía a Jesucristo. No hace falta que lo hagas, dijo Daniel sonriendo, pero sabes de sobra que habrás incumplido el pacto de ficción del buen lector, o del buen oyente (...) Era como si me hubiera bebido toda la barra de la taberna, de todas las tabernas de Cuba".

Por otra parte, no sé cuántas veces habré escuchado este bolero cubano los últimos días.

¿Bailamos?

https://www.youtube.com/watch?v=oewnX6WoO2A



"Agua", de Koleka Mutuma.

Si esta poeta de 26 años no viviera en Sudáfrica la invitaría a mi tertulia del "Café Gijón". Y mientras tanto los blancos, ricos y triunfadores, no dejamos de preguntarnos si la literatura "de verdad" va a desaparecer. Esta es una poesía de jóvenes del siglo XXI para jóvenes de todas las edades y de cualquier siglo, y yo soy un afortunado por poder leerla.

"Agua".

"El recuerdo de ir a la playa en vísperas de Año Nuevo
lo comparto con primxs y la mayoría de quienes crecieron siendo Negrxs.
Cómo nos prohibían los ancianos meternos mucho en el agua
para reírnos y chapotear con medias negras
y bolsas de plástico del Shoprite envueltas alrededor de nuestras nuevas extensiones,/
nos prohibían montar la ola
por miedo a que fuéramos a ser una masa de negritud barrida por la marea
para nunca volver,
como la basura.
Los ancianos nos lo prohibían como si el océano tuviera una intoxicación alimentaria./
A menudo me pregunto por qué siento como si me ahogara cada vez que miro mar adentro,/
eso y sentirme increíblemente pequeña.
Y a menudo oigo ese chiste
sobre cómo la gente Negra no sabe nadar,
o que le da miedo el agua.
Se burlan de nosotrxs
y a menudo nos hemos burlado de nosotrxs también
por limpiarnos la cara con las manos de esa forma cuando salimos del agua./
Compáralo con cómo lo hacen ellxs, en plan Vigilantes de la playa,/
y nosotrxs tan rudxs con nuestras posturas y rizos.
Pero cada vez que nuestra piel se sumerge,
es como si las cañas recordasen que una vez fueron cadenas,/
y el agua, inquieta, querría poder escupir a la orilla a todxs lxs esclavxs y los barcos/
enterxs como cuando embarcaron, zarparon y naufragaron.
Sus lágrimas son lo que hizo salado al mar,
por eso arden nuestros iris cada vez que metemos la cabeza./
Cada
16 de diciembre,
24 de diciembre,
31 de diciembre
y 1 de enero,
nuestra piel re-traumatiza al mar.

Se burlan de nosotros
por no ser capaces de tirarnos a algo que fue instrumental en el intento por ejecutar nuestra extinción./
Para vosotrxs, el océano es para tablas de surf, barcos y bronceados/
y todas esas cosas divertidas que hacéis en él con vuestros bañadores y gafas de buceo./
Pero nosotrxs
hemos venido aquí a que nos bauticen.
Hemos venido aquí a despertar el otro mundo.
Hemos venido aquí a purificarnos.
Hemos venido aquí a conectar a nuestrxs vivxs con lxs muertxs./
Nuestro respeto por el agua es lo que habéis llamado miedo./
Tenéis el valor de vendernos y matarnos a través del agua
y luego burlaros de que le tengamos miedo.
Tenéis el valor de llegar por el agua e invadirnos.
Si esta tierra fuese en verdad vuestra,
resucitad los huesos de los colonizadores y utilizadlos como brújula./
Y dejad de usar cuerpos Negros como guía turística
o recinto de vuestra auténtica experiencia africana.
¿No estamos cansadxs de bailar para vosotrxs?
¿De dar vueltas y cantar cuandos nos mandan?
¿No estamos cansadxs de reunirnos como una masa de negrura/
para expiar nuestra mera presencia aquí?
Para rogar a Dios que nos salve de una guerra que no empezamos./
Para manifestarnos por una causa causada por la intolerancia de nuestra existencia./
Levantar las manos para que no nos disparen.
Levantar las manos en misa para rezar por protección,
y aun así nos disparan también ahí
con las manos levantadas.

Invadir os sale de forma natural.
Así que también habéis venido a robarnos nuestros templos./
También habéis venido a asesionarnos en prisiones.
Eso tampoco es nuevo.

Hay demasiadxs blancxs por ahí haciéndose pasar por Dios.
Hay demadiadxs blancxs por ahí haciendo el trabajo de Dios./

Y este Dios suyo me ata un nudo en el estómago.
Siempre hemos tenido una relación complicada él y yo.
Este Jesús de ojos azules y pelo rubio al que seguía en catequesis/
ha tenido a mi gente postrada ante un cielo blanco y patriarcal,/
postrada ante un Cristo, su hijo, y 12 discípulos.
¿Cómo sabemos
que los discípulos no eran maricas,
la Santísima Trinidad un triángulo amoroso raro y retorcido
y el Espíritu Santo, transgénero?
Pero solo elegís entender las escrituras que sirven a vuestros fines./
Os habéis tomado la libertad de colonizar el concepto de Dios;/
le disteis a Dios un género, un color de piel,
y un nombre en un idioma que tuvimos que contornionar la boca para pronunciar./
Blasfemia es envolver la esclavitud en evangelio y llamarlo libertad./
Blasfemia es tener que ver a lxs mixs usar el mismo evangelio para esclavizarse unxs a otrxs./
Desde los días de Elías, nos han construido para arrodillarnos ante la blanquitud,/
y ni siquiera estamos segurxs de si los días de Elías existieron,/
porque quienquiera que escribió la Biblia no nos incluyó./
Pero preferiría existir en ese libro sagrado sin Dios
que en los libros de historia que no contaron la verdad.
Sobre nosotrxs.
Para nosotrxs.
En nuestro nombre.
Si teníais que escribir vuestras historias,
deberíais haberlo hecho en las lenguas de nuestras madres,/
las que cortasteis cuando les disteis de comer un nuevo idioma./

Nunca damos nuestro consentimiento./
Aun así nos piden que comamos con los opresores
y les sirvamos perdón.
¿Cómo,
cuando los únicos ingredientes que tengo son el dolor y la ira?/

Otrx (que es como yo) murió hoy.
Otrx (que es como yo) fue asesinadx hoy.

Que ese sea el tema de conversación en la mesa
y podamos todxs después lavar con amnesia esta comida amarga./

Y después irnos a nadar.
Solo por diversión.
Solo por diversión".


("Amnesia colectiva", pp. 101-104).

(No me resisto a poner este video donde la poeta recita el poema, aunque no tenga subtítulos. Me gusta escuchar también la reacción del público: 

https://www.youtube.com/watch?v=UGdqcEKlGhw)

miércoles, 7 de agosto de 2019

"Amnesia colectiva", de Koleka Putuma.

El ser humano necesita hablar para expresar lo que siente, a veces escribir y hasta gritar cuando llega el caso. Ayer se nos fue una de las grandes escritoras de las últimas décadas que luchó con sus obras y sus actos públicos por los derechos civiles, en particular de los afroamericanos. Y yo, entre otras cosas, hoy me he dedicado a pasear por un "jardín romántico" mientras leía "Amnesia colectiva", el primer libro de poemas de la joven sudafricana Koleka Putuma (Puerto Elizabeth, 1993). Con este libro ha ganado el "Luschei Prize del African Poetry Book Fund" y acaba de ser traducido por Arrate Hidalgo y Lawrence Schimel para la editorial Flores Raras. Licenciada en Teatro, Putuma ha escrito las obras "UHM" y "Mbuenzi", además de dos piezas para jóvenes, "Ekhaya" y "Scoop". Es poeta residente y directora creativa del colectivo "Lingua Franca" y cofundadora de una compañía de teatro llamada The Papercut Collective.

En 2015 el movimiento estudiantil sudafricano resurgió con fuerza. Tras la consigna #Rhodesmustfall, se aglutinaba la campaña para retirar una estatua de Cecil John Rhodes situada en la explanada de la prestigiosa Universidad de Ciudad del Cabo. Uniéndose a la protesta, Putuma dedicó a dicha campaña su poema "Dear Allen". Este, que comenzaba como la famosa frase con la que inicia su "Aullido" el poeta norteamericano Allen Ginsberg, era muy crítico con la cuestión racial y lo compartió ante un público mayoritariamente blanco en Stellenbosch, lugar que se dice es el corazón de la cultura afrikáner.

Putuma cuestiona la idea de autoridad y de orden en este mundo bajo su condición femenina, sexual y religiosa, en un recorrido por la pena y la memoria, el dolor y la alegría, el sexo y el amor. Y lo hace utilizando todos los medios a su alcance, como videos, recitales que convocan a miles de jóvenes y las redes sociales (la tercera foto que he puesto es el propio homenaje que hizo ayer en Facebook a Tony Morrison, donde esta aparece junto a los escritores y activistas por los derechos civiles Amiri Baraka y Maya Angelou en el funeral de James Baldwin, en 1987).

Este es el poema "Insomnio" de su libro "Amnesia colectiva" (p. 73):

"Anoche
guardaste cadáveres en tu garganta,
demasiado asustada para abrir la boca
y derramar a lxs muertxs.

Cómo lxs echas de menos.
Qué injusto es. Cómo ningunx de nosotrxs lo comprende.

Vas pasando fotos de gente que estaba aquí
y ya no está.
Vaya broma. Vaya broma más pesada.
Pensaste.
La música está demasiado alta donde estás.
Al menos la gente parece feliz.
Te preguntas cuántxs de ellxs guardan cadáveres en la / garganta,
tratando de ahogar las penas con veneno y bailes.
Estás ahí y no estás.
Vuelves a leer los artículos.
Vuelves a pasar las fotos.
Estás en un punto a medias entre torturarte
y tratar de encontrarles el sentido a cosas que no puedes cambiar.
Te sientes enferma y desestabilizada.
Los cadáveres pesan demasiado.

Esto es lo que supone vivir en una morgue
con un felpudo que dice
“alegría”.

Este es un video donde recita uno de sus poemas más complejos, críticos y profundos, "Agua", que he leído por alguna parte que le censuraron en un recital. Se pueden poner los subtítulos en castellano:

https://www.youtube.com/watch?v=8dfq3C8GNrE