Ya sabemos que el castellano se inventó para hablar con Dios y el francés para hacerlo de amor.
El verano estaba a punto de empezar y yo andaba perdido en un pueblo
del sur de Francia. El mar, los Alpes y la literatura se encontraban
cerca. Quizá todo fuera cosa del calor y la humedad, y del hecho de que
un padre y su hija comenzaran a cantar en castellano y en francés un
viejo bolero, sobre un escenario medio a oscuras. Hacía tiempo que había
oído hablar de ellos, y ahora los veía
allí, contándonos la historia de un amor, cuando el sudor se deslizaba
por una camisa y un pantalón de lino, y un vestido verde ajustado y muy
corto.
Además de un maduro y aburrido intelectual, también sé bailar:
https://www.youtube.com/watch?v=s9PcpkMqtp8
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