La palabra que más
nos gusta escuchar a las personas es nuestro nombre. Luego hay otra cosa
a la que solemos prestar atención, la opinión que los demás tienen de
nosotros.
Me han dicho tantas cosas a lo largo de mi vida (como
supongo que a todo el mundo) que me he limitado a convertirlas en
características propias de mis personajes mientras me divertía
escribiendo novelas y cuentos (incluso en mis libros de contenido
científico he llegado a adoptar en
ocasiones los puntos de vista que me interesaba defender y refutar a la
vez, como diría Karl Popper). En los dos últimos días me han comparado
con el "Pensador" de Rodin que ya sabemos que está en el jardín de su
museo de París, con el egocéntrico y genial Dr. House (uno de los
personajes más inteligentes que se han creado en TV) y hasta con Fred
Astaire bailando el que se considera el baile en pareja más perfecto de
la historia del cine y que pertenece a la película "Melodías de
Broadway" dirigida por Vincente Minnelli. Como es obvio, no llego ni por
asomo a la elegancia de Fred Astaire, a la agudeza de House, estilo
Sherlock Holmes y Baltasar Gracián, ni a la profunda fuerza humana del
"Pensador" de Rodin.
Dicho
eso no me importaría volver al Central Park y ponerme a bailar algo así
con mi traje blanco y los zapatos de Fred Astaire, que usé varios años,
incluso para dar clase en la Universidad, junto a los zapatos de charol,
que me gustaban mucho. Y al final te subes al coche de caballos con tu
chica, como Dios manda:
https://www.youtube.com/watch?v=wDHwJrbrp0Y
https://www.youtube.com/watch?v=wDHwJrbrp0Y
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