Uno de los primeros sitios adonde nos llevaron en mi colegio fue al
Museo Arqueológico, que en Madrid está al principio de la calle Serrano,
detrás de la Biblioteca Nacional y a un paso de la puerta de Alcalá y
el parque del Retiro.
Yo tenía 6 años y lo recuerdo perfectamente.
Nada más entrar al jardín, a la izquierda, te encuentras una cueva
donde se reproducen las pinturas rupestres de Altamira. El profesor nos
explicó que el arte es patrimonio de la humanidad. Nadie conoce el
nombre del pintor o los pintores de la cueva. A medida que estudiaba en
el colegio comprendía que el mundo está lleno de cosas que merecen la
pena, y que lo llevamos construyendo entre todos durante millones de
años. Esto lo tenían clarísimo los artesanos de la Edad Media y buena
parte del Renacimiento. En cierto momento supe que un breve periodo de
la historia llamado Romanticismo cambió la forma de ver el mundo, la
Naturaleza y la mismísima creación artística. Nacieron los derechos de
autor y las academias nacionalistas de todo tipo.
Solo hay que mirar fuera de nosotros, a la Naturaleza, para darnos cuenta de a quién pertenece el mundo.
(Dedicado a la gente del barco Open Arms).
Solo hay que mirar fuera de nosotros, a la Naturaleza, para darnos cuenta de a quién pertenece el mundo.
(Dedicado a la gente del barco Open Arms).
No hay comentarios:
Publicar un comentario