martes, 13 de agosto de 2019

"El mundo es de todos o cuando los artistas eran anónimos".

Uno de los primeros sitios adonde nos llevaron en mi colegio fue al Museo Arqueológico, que en Madrid está al principio de la calle Serrano, detrás de la Biblioteca Nacional y a un paso de la puerta de Alcalá y el parque del Retiro.

Yo tenía 6 años y lo recuerdo perfectamente.

Nada más entrar al jardín, a la izquierda, te encuentras una cueva donde se reproducen las pinturas rupestres de Altamira. El profesor nos explicó que el arte es patrimonio de la humanidad. Nadie conoce el nombre del pintor o los pintores de la cueva. A medida que estudiaba en el colegio comprendía que el mundo está lleno de cosas que merecen la pena, y que lo llevamos construyendo entre todos durante millones de años. Esto lo tenían clarísimo los artesanos de la Edad Media y buena parte del Renacimiento. En cierto momento supe que un breve periodo de la historia llamado Romanticismo cambió la forma de ver el mundo, la Naturaleza y la mismísima creación artística. Nacieron los derechos de autor y las academias nacionalistas de todo tipo.

Solo hay que mirar fuera de nosotros, a la Naturaleza, para darnos cuenta de a quién pertenece el mundo.

(Dedicado a la gente del barco Open Arms).

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