domingo, 18 de agosto de 2019

"Aquellos jipis a los que les gustaba Chaikovski".

En el post de ayer conté una historia de mi adolescencia relativa a la poesía de Lorca; hoy voy a contar una historia de mi niñez que ocurrió en el mismo lugar de Madrid, referida a la música de Chaikovski. La Plaza de la Armería es una explanada situada entre la fachada de la Catedral de la Almudena y el Palacio Real, y desde donde puede contemplarse la Casa de Campo. Un domingo por la tarde iba de paseo por ese sitio con mis padres cuando una música diferente llamó mi atención. Unos jóvenes con barba y el pelo largo estaban sentados en el suelo, envueltos en humo, y formaban un círculo alrededor de un radiocasete.

Nos detuvimos un rato junto a ellos.

Paseo muchas veces por ese lugar, ya que es uno de mis sitios favoritos de Madrid, donde Galdós me contó tantas historias que ocurrían dentro y fuera del Palacio Real, junto al Teatro Real cuyas óperas me sé de memoria y que tiene un restaurante romántico en la segunda planta en el que puedes pedir champán para cenar, cerca de las Vistillas donde nació la ciudad de Madrid, en los restaurantes Rayuela y Francisca, tan literarios, jugando en el campo de fúbol del Seminario Diocesano de Madrid donde alguno de mis amigos se hizo cura, a un paso de la Basílica de San Francisco el Grande en cuyo coro canté algunos domingos para estar cerca de la chica que me gustaba entonces.

He encontrado en Youtube una versión de la música de aquellos jipis de mi infancia, casi de esa misma época, y que supuso una suerte de epifanía, casi de anagnórisis, de la mano de mi madre:

https://www.youtube.com/watch?v=ItSJ_woWnmk

1 comentario:

  1. A través de la anagnórisis como recurso narrativo intentas reconocerte en todos tus textos. Recuerdas, visualizas, rememoras y vuelves a recordar tu infancia, ese niño de la mano de tu madre o de tu padre, ese crío con mirada serena y firme como tienes ahora, esos ojos negros que indagaban desde bien pequeño todo cuanto acontecía a tu alrededor. Ese mecanismo, ese recurso de reconocimiento de uno mismo lo trasladas a tus textos, a tus novelas, a tus personajes, a las manos de vejez de uno de tus cuentos. El asombro, la incertidumbre de los recuerdos de nuestra infancia, te despiertan por el conocimiento y el desarrollo cultural del momento; aquellos jipis dejaron huella en tu mente, se clavaron en tus conexiones cerebrales y hoy, afloran de nuevo, asocias su música, su época, la de tu infancia, "Esos días azules y ese sol de la infancia" (Entrevías mon amour, p.298). Momentos del pasado, huellas, impronta, se trasladan a las imágenes en pleno siglo XXI. Te regalo Tosca de Puccini desde la Arena de Verona por ser lo más generoso, intelectual y encantador de esta red social Facebook . Un beso https://www.youtube.com/watch?v=jLGkXg3j49s

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