lunes, 31 de agosto de 2020

"Hace tiempo que no voy a pasear por León".

Ayer pensé en ese lugar después de que Charo Alonso Panero, mi admirada amiga de La Laguna, y una mujer universal, me regalara por aquí un collage repleto de paz, agua y uno de mis libros de cuentos. Es un paraje hermoso del municipio leonés de Hospital de Orbigo que pertenece a su familia. Está próximo a Astorga, lugar donde nació Leopoldo Panero, y al que Charo llevó hace poco las cenizas de su primo, el poeta Leopoldo María, para que fuera enterrado en el panteón familiar, donde también descansa "Michi". La casa familiar se va a convertir pronto en el Museo de los Panero. En 2015 estuve en una librería de León presentando, precisamente, ese libro de cuentos, al igual que la poeta y abogada alicantina Gabriela Amorós Seller con su libro "La fragua cero", del que escribí el prólogo. Fue una presentación cruzada; Gabriela presentó mi libro y yo presenté el suyo. Continuando con esta vida literaria que me gusta llevar y de la que siempre me apetece rodearme, diré que el jueves pasado fue el aniversario de la muerte de Leopoldo Panero. Entonces Charo me envió por Wasap el conocido epitafio de su tío, que se publicó después de su muerte:

"Ha muerto
acri­bi­llado por los besos de sus hijos,
absuelto por los ojos más dul­ce­mente azules
y con el cora­zón más tran­quilo que otros días,
el poeta Leo­poldo Panero,
que nació en la ciu­dad de Astorga
y maduró su vida bajo el silen­cio de una encina.
Que amó mucho,
bebió mucho y ahora,
ven­da­dos sus ojos,
espera la resu­rrec­ción de la carne
aquí, bajo esta piedra".


Leopoldo fue un gran seguidor de su maestro Antonio Machado. Por contra su hijo Leopoldo María, del que hablé en la conferencia de la Universidad de la Laguna a la que me invitó Charo en diciembre de 2019, es claramente "antimachadiano". Como un buen hijo no pudo dejar de con­tes­tar al padre, aun­que sea mediante una carta a lo Kafka, en un poema de su libro "Teo­ría" (1973). Siem­pre esca­to­ló­gico, en el doble sen­tido de la palabra, ima­gina un futuro de con­vi­ven­cia con el padre, en una situa­ción de amor y odio a un tiempo:

"Glosa a un epitafio"
(carta al padre)


"Solos tú y yo, e irremediablemente
unidos por la muerte: torturados aún por
fantasmas que dejamos con torpeza
arañarnos el cuerpo y luchar por los despojos
del sudario, pero ambos muertos, y seguros
de nuestra muerte; dejando al espectro proseguir en vano
con el turbio negocio de los datos: mudo,
el cuerpo, ese impostor en el retrato, y los dos siguiendo
ese otro juego del alma que ya a nada responde,
que lucha con su sombra en el espejo-solos (...)"


Para terminar de esta forma:

"De ese beso, final, padre, en que desaparezcan
de un soplo nuestras sombras, para
asidos de ese metro imposible y feroz, quedarnos
a salvo de los hombres para siempre,
solos yo y tú, mi amada,
aquí, bajo esta piedra".


En fin, vidas y obras de artistas.



 

domingo, 30 de agosto de 2020

"Nimrod o el sonido de la esperanza".

Ayer paseé alrededor del lago de la Casa de Campo entre pájaros, palomas y patos, con los clásicos edificios de la Plaza de España a lo lejos. Me senté en un banco de madera, de esos que tienen un alargado respaldo para que la gente se recueste a tomar el sol. Al poco se me acercó un señor con una larga barba blanca que le cubría en parte la mascarilla, se sentó junto a mí y se puso a hablar de lo felices que se veía a los pájaros, sin que los afectara ningún virus, tomando el sol, volando y casi caminando sobre las aguas del lago. ¿Sabía yo, me preguntó mirando hacia el cielo, cuándo terminaría esta pesadilla? Primero me encogí de hombros, luego me salió una sonrisa tonta y al final miré para todos los lados sin saber qué responderle. Y entonces la casualidad vino en mi ayuda, en forma de un chico negro con un violoncelo en la mano, que se sentó también cerca de nosotros y se puso a tocar una melodía de Elgar, una de sus variaciones "enigma" que representa al primer rey que hubo en la tierra, según la Biblia, tras el Diluvio Universal.

Dije al señor que escuchara esa música con los ojos cerrados, y yo también los cerré:

https://www.youtube.com/watch?v=O70uVmW4y9Q

sábado, 29 de agosto de 2020

"Un paseo por Roma a través de las calles de Madrid, un beso perdido y La Bohème de Puccini".

Me gusta mucho la luz de las tardes de finales de agosto y no olvido que tú y yo teníamos un paseo pendiente, dijo ella. Y añadió: ¿Te apetece tomar un helado? Adoro los que hacen en la heladería "La Romana" de San Bernardo. Siempre que tomo esos helados es como si paseara por las calles de Roma. Me parece estupendo, respondió él, salvo que te importe que me ponga un pantalón corto y lleve la lógica mascarilla. Y se vieron una tarde, y hablaron sin parar en la heladería durante varias horas sin acordarse de mirar el reloj. Después continuaron haciéndolo mientras caminaban hacia la casa de ella. Él habló de Puccini y sobre todo de "La Bohème", una ópera que definía su carácter. Ella se confesó más pija que bohemia, pero le gustaría escuchar la música. Al despedirse en la puerta, las mascarillas impidieron que se dieran el beso que quizá deseaban. Esa misma noche él buscó el disco de Puccini y "La Bohème" recorrió las terrazas y los tejados de Madrid en busca de un beso.

(No es Roma, pero tampoco me importaría pasear por Módena, acercarme al teatro Luciano Pavarotti y escuchar, como si fuera en directo, una ópera que he visto otras veces en el Teatro Real de Madrid y el Covent Garden de Londres. Siendo bohemio, entiendo bastante bien a la pareja de mi historia. La obra comienza en el minuto 12.30, y en los descansos hay comentarios del director. Cuando estoy en el Real, aprovecho los descansos para beber champán en el bar de la 2ª planta. Los subtítulos se ponen en los iconos de abajo a la derecha de la grabación. A partir del minuto 32.25 se cantan las dos arias de amor más arrebatadoras de la historia de la música. Después de escucharlas por primera vez, y el dúo siguiente del final del primer acto, no tuve más remedio que vivir varios años en una buhardilla del centro de Madrid).

https://www.youtube.com/watch?v=F3IEr3SQPx0

viernes, 28 de agosto de 2020

"Verano del 42".

Alguien me ha contado que un adolescente se subía para leer a las torres de ese castillo medieval donde dicen que lucharon durante siglos los moros y los cristianos. El muchacho lo hacía por la mañana en alguno de aquellos largos veranos que iban de junio a septiembre, y por la noche se subían los mayores para fumar y amarse, por las cosas que el chico encontraba al día siguiente cuando llegaba con su libro en la mano. Eran los cálidos veranos de Stevenson, de Lamartine, de Galdós, de Dumas. También aseguran que en aquel castillo hay túneles que conectan las infancias y las adolescencias de todos los jóvenes de este mundo. Antonio Lacasa es un amigo vasco de esta red social que desde hace unas semanas ha decidido leerse todas mis novelas (las tres primeras fotografías que he puesto son suyas). Hace poco me comentó que ya había acabado "Las mentiras inexactas". Tras analizar la novela, me dijo que su hija se llama como la protagonista, una profesora de literatura de la Universidad Complutense que se llama igual que el amor imposible de Borges, la mujer de Joyce y el personaje de la obra de teatro de Ibsen. También me dijo que había alquilado una casa rural con su familia en La Adrada, en el Valle del Tiétar, un lugar que se encuentra dominado por un castillo medieval donde luchaban los cristianos y los moros, y que allí empezaría a leer "Entrevías mon amour". Por casualidades de la vida, su hija Nora le presentó el otro día a alguien que ya había leído mi novela, y al que yo mismo compré un libro en una Feria Medieval en la que estuve hace tiempo.

Alguien me ha dicho que un joven de 15 años descubrió el amor en una isla donde no había ningún castillo, solo esta melodía. Después de todo una vez descubrí un túnel en un castillo que conecta las adolescencias de todos los jóvenes de este mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=GVx0m_3Lcw0



jueves, 27 de agosto de 2020

"La entrevista en Youtube que me hicieron ayer en la radio y la película de Lubitsch que puse como ejemplo de lo que me gustarían que fuera el cine y la literatura actuales".


Faltan la música que me dedicaron al principio (un fado y el "Moon river" de "Desayuno con diamantes, como no podía ser de otra forma) y la lectura de uno de mis "Cuentos de los viernes". Remi Pérez me dijo que ese libro la acompañó durante las semanas que tuvo que pasar en un hospital durante una enfermedad. 

En cierto momento de la entrevista cité "Un ladrón en la alcoba" (1932), de Ernest Lubitsch, paradigma del mítico "toque Lubistch". Este director fue un maestro de la puesta en escena, y apenas necesitaba una puerta, abierta o cerrada, para decirlo todo. Sus diálogos son divertidos y siempre tienen un doble sentido. Se escucha una cosa, pero dice otra que se queda fuera del plano. Eran apuntes dramáticos que, al ser solo sugeridos, alcanzaban una mayor dimensión que hacían necesaria la participación del espectador para dibujarlos en su mente. Esa película cuenta la historia de un ladrón de clase alta que un día conoce a una carterista que se hace pasar por condesa para cometer sus pequeños robos. Cada uno reconocerá a su alma gemela en el otro y ambos decidirán empezar una carrera profesional sobre el robo, eso sí, hecho con la mayor de las delicadezas y el mejor de los estilos, el de un verdadero caballero y una verdadera dama. Todo ello en una época llena de glamour y elegancia donde las cosas se hacían de otra manera, incluso los propios actos delictivos. Un acto tan amoral como el robo es presentado en la trama de una forma tan exquisita, a través de la pareja protagonista, que al espectador le entran ganas de ser cómplice de esos dos ladrones.

Pondré un ejemplo de lo que acabo de decir, a través de una conversación inicial entre un camarero y el protagonista principal masculino. Se trata de una pregunta extensa y una escueta respuesta. Cada una funciona por separado para explicar lo que piensa cada cual, y a la vez funcionan juntas, diciéndonos algo completamente distinto. Esto es para mí el cine y también la literatura:

https://www.youtube.com/watch?v=HckxLwikDys

En definitiva, yo también quiero ver la luna en el champán.

miércoles, 26 de agosto de 2020

"Cosas del mes de agosto".

Hoy hablaré un rato de mis novelas y cuentos a las 11.30 en una radio del Norte de Tenerife (10.30 en la isla). La entrevista se podrá escuchar en el 107. FM o directamente pinchando aquí:


He estado varios veranos en Radio Realejos, casi al pie del Teide y frente al oceano Atlántico, y este miércoles volveré a hacerlo. A pesar de la situación extraña que estamos viviendo, ya me he acostumbrado a esta entrevista, y el mes de agosto no sería igual (en esta fotografía estoy con los hermanos Brito, Remi e Isidro, en la última que me hicieron). No sé si he dicho alguna vez que me gusta el mes de agosto, como en realidad me gustan todos los meses del año. En ese mes siempre he hecho muchas cosas que, para mí, poseen una hermosa resonancia, pero mientras me tomo el primer café de esta bonita mañana comentaré solo dos. Un mes de agosto tampoco sería el mismo sin escuchar las óperas de Wagner en Bayreuth. Y sin pasear con mi padre, como este que describí una vez y no recuerdo si incorporé a mis libros de cuentos o a alguna de mis novelas.

"Paseando con mi padre".

"Otro de los recuerdos de los veranos de mi infancia son los paseos con mi padre antes de que saliera el sol. Me hablaba de los nombres de las cosas, las nombraba casi por primera vez para mí, las estrellas y las plantas, los pájaros y los árboles, la historia del perro Barba que una vez se enfrentó a una manada de lobos.

Un día me despertó a las seis de la mañana y me dijo que quería llevarme a lo alto de la montaña. Yo me desperecé entre grandes aspavientos, me mojé los ojos con la punta de los dedos, me tomé la leche con Cola Cao que siempre me preparaba mi madre y salí, aterido, al camino.

-¡Venga, Justito, ya queda poco!, me dijo después de atravesar la garganta que bajaba de la sierra, tras dos horas de caminata.

Al llegar arriba, observé la inmensidad del valle, y luego lo miré a él. Tenía un rostro de serena felicidad.

En ese momento comprendí que lo importante no había sido llegar hasta allí".

(Mi padre me falta desde hace años, pero siempre está conmigo).

martes, 25 de agosto de 2020

"El escritor entre el comedor y la alcoba".

Hace unos días Francisca Arias Tovar me envió esta foto para decirme que le había llegado "La paz de febrero" a su casa de Sevilla. Francisca se está convirtiendo en una de mis más fieles lectoras, y la semana pasada terminó de leer "Entrevías mon amour". Sea como fuere es una excelente lectora, ya que por lo que observo en sus publicaciones admira mucho también a Eloy Tizón. Mientras me tomo un café recuerdo la frase que me dijo hace tiempo una amiga, en el sentido de que todas las noches se acostaba conmigo. Era un eufemismo, por supuesto. Le gustaba leer en la cama antes de dormirse, y llevaba varios días con una de mis novelas. Esta anécdota dio lugar a uno de mis "Cuentos de los otros", que he reproducido alguna vez por aquí. Son cosas que me parecen curiosas, como sucedió también con uno de mis "Cuentos de los viernes" donde hablaba de una mujer que olía a un hombre a distancia. 

"Aforístico".

"Una tarde ella estuvo trabajando varias horas seguidas en su casa, adaptando uno de los capítulos del estudio para publicarlo en una revista científica. Le quedaban pocas semanas para dar a luz, pero aún se sentía con fuerzas para sentarse frente al ordenador.

De improviso, sin ninguna razón lógica que lo justificara, se puso a pensar en él de forma obsesiva. Lo llamó al móvil y al teléfono de casa, pero él no respondió a sus llamadas. Decidió vestirse, salir a la calle e ir en su busca. Su marido se encontraba a muchos kilómetros de distancia, en un congreso, y no deseaba estar sola. Se acercó al café donde solían citarse para hablar de trabajo y luego decidió pasarse por la facultad. Algo le decía que podía encontrarlo en su despacho.

Empujó la puerta del edificio, bajó los escalones deprisa, corrió por el pasillo y entró en el despacho. Él dejó el libro que estaba leyendo y le preguntó si le ocurría algo, y añadió que podía haber tocado en la puerta antes de entrar.

Ella le dijo entonces que había percibido su olor desde el piso de arriba, y sabía que estaba solo.

La soledad no exige promesas a nadie".

("Cuentos de los viernes", 2015, Bartleby, Madrid, p. 28).

(Me parece que esta historia me ha ocurrido realmente a mí, en una de las muchas universidades donde he dado clase, aunque a lo mejor me la he inventado y solo es un problema de sinestesias).

lunes, 24 de agosto de 2020

"No me cuentes películas".

Ayer domingo estaba dando una vuelta por Madrid en coche sin bajarme de él y, por no meterme en la M-30, dirigí el coche por una calle paralela y me perdí. En los siguientes minutos me sentí como Sherman McCoy, el broker de Wall Street creado por el periodista y escritor Tom Wolfe en "La hoguera de las vanidades", un sujeto que lo tenía todo: una esposa, una amante, un sueldo multimillonario, un apartamento en Park Avenue y una vida instalada en el lujo. Una noche se confunde de salida en la autopista y va a parar con su flamante coche a un peligroso barrio del sur del Bronx. Detuve el coche después de fijarme en dos señoras mayores que tomaban el sol sentadas en un banco junto a un puente. Les pregunté cómo se llamaba aquel barrio que no conocía. Las señoras fueron muy amables y me dieron conversación durante varios minutos. Entre otras cosas me dijeron que era el barrio de la Arganzuela, que se unía al barrio de Carabanchel a través de aquel puente de acero al que la gente llamaba del "tirabuzón", supongo que por su forma helicoidal. En realidad aquel es el puente Monumental sobre el Manzanares, también llamado puente de Perraut, apellido del arquitecto que lo diseñó en 2011. El río no era el Hudson, claro, ni yo Sherman McCoy. Tras hacer unas fotografías volví al coche y puse una canción que empieza como la historia que acababa de vivir: "Voy a tomar el camino equivocado / Voy a salirme de la trayectoria."

Ahora, mientras me tomo el primer café de esta fresca mañana de verano, busco en Youtube el video con esa canción, que me recuerda a la primera película de Sofía Coppola, "Las Vírgenes Suicidas", pero con los encuadres de Andréi Tarkovski. Por la noche vi otra vez "Lost in translation":

https://www.youtube.com/watch?v=sl6A_4CJl6



domingo, 23 de agosto de 2020

"A propósito de Obama y la literatura".

Este jueves pasado Barak Obama pronunció un discurso en la Convención Demócrata elegante, pausado, inteligente, hablando de la necesidad de una sólida democracia y de proteger los principales factores que la definen. El día en que ganó las elecciones por primera vez dije a mis alumnos que este hombre me gustaba por varios motivos, por sus ideas progresistas, por ser negro y por ser culto. Aunque no lo logró por completo, intentó resolver dos de los grandes problemas que tiene su país, el "Medicaid" y el "Medicare", es decir, la extensión de la cobertura universal de la Seguridad Social y las pensiones. Por otra parte, ha sido el primer presidente negro del país más importante del mundo, algo que me pareció esencial. Y desde joven fue un lector excelente, por ejemplo de T. S. Eliot, al que considero el poeta más importante del siglo XX. En una entrevista para la revista New York Review of Books dijo que, estando en la Universidad, envió una carta a su novia de entonces, Alexandra McNear, donde le comentaba que pensaba escribir un ensayo sobre "La tierra baldía", la obra más conseguida de Eliot. La carta se reproduce en "Barack Obama: The Story" (2012), una biografía escrita por David Maraniss. En ella dice también que hacía tiempo que no leía "La tierra baldía", y que Eliot tenía la misma visión estática que va de Münzer a Yeats. Afrontando lo que él consideraba como la elección entre el caos estático y un orden mecanicista sin vida, lograba mantener una clara separación entre la pureza asexuada y la brutal realidad sexual. Tenía que leer "Tradición y talento individual" y los "Cuatro cuartetos", en los que no se le observa tan preocupado por describir a una Europa moribunda. Había un cierto tipo de conservadurismo que respetaba más que el liberalismo burgués, y Eliot pertenecía a ese tipo. "La dicotomía que mantiene es reaccionaria, pero es causada por un profundo fatalismo, no por la ignorancia. (A diferencia de Yeats o Pound, que habiendo nacido en ese ambiente decidieron apoyar a Hitler y a Mussolini). Este fatalismo nace de la relación entre la fertilidad y la muerte: la vida se nutre de sí misma. Un fatalismo que a veces comparto con la tradición occidental. Parecías sorprendida de la irreconciliable ambivalencia de Eliot; ¿no compartes tú también esta ambivalencia, Alex?"

Este es el discurso al que me referí al principio. Los subtítulos se pueden generar automáticamente, abajo a la derecha, en inglés, castellano y otros idiomas:

https://www.youtube.com/watch?v=bps3m4eFTuE
 
 

sábado, 22 de agosto de 2020

"Un paseo por el museo Reina Sofía y la poesía experimental y neoplatónica de Ignacio Gómez de Liaño (Madrid, 1946)".

Ayer hablé de neoplatonismo en este blog y después me fui a dar una vuelta por el Reina Sofía, del que saqué la primera fotografía que he puesto. Es uno de los lugares que más me interesan de Madrid, y donde he escrito una parte de mis novelas, sobre todo las primeras que publiqué. Allí dentro siempre tengo la sensación de encontrarme en mi sitio, rodeado por el arte de mi tiempo. Es donde confluyen el Prado y el Thyssen de manera natural, al menos en mi cerebro. Aún pueden verse exposiciones sobre Mondrian y De Stijl, de arte en sonido o un Auto Sacramental, "El niño de Elche". Antes del confinamiento vi la exposición (estará hasta primeros de noviembre) del escritor Ignacio Gómez de Liaño, al que conocí gracias a García Galiano, del que también hablé ayer. Es una donación de su archivo personal al museo, desde mediados de los 60 a finales de los 70, con cartas, escritos y otros materiales de tipo poético, filosófico y académico. De Gómez de Liaño he leído una de sus obras maestras "Arcadia" (1984), también por consejo de Ángel (suelo hacer caso a los que saben más que yo). Gómez de Liaño es doctor en Filosofía, ha ejercido la docencia desde 1969 en la Complutense y la Politécnica de Madrid, y en las de Estudios Extranjeros de Pekín (China) y Osaka (Japón). Además de la poesía y la filosofía ha cultivado los géneros de la novela, la historia, la sociología, el diario y el teatro en más de treinta libros. Cuando se habla de "Arcadia" se alude a un país imaginario, creado y descrito por poetas y artistas del Renacimiento y el Romanticismo. En aquel lugar los pastores viven en comunión con la naturaleza, al igual que ocurre con la leyenda del buen salvaje. Es la Utopía o la Edad de Oro de la Grecia clásica, tan importantes para la Mitología. García de Liaño nos traslada a la casa que cada cual construye para que viva el pensamiento, pero donde el espíritu puede verse amordazado. El viaje permite modificar estas fronteras y descubrir los restos sepultados para reconstruir el paraíso perdido. En su conjunto la obra de Gómez de Liaño me parece un rostro arcimboldiano en el que se juntan temas como el símbolo, la imagen, la realidad, la memoria, Giordano Bruno, el impulso romántico, las vanguardias, Dalí, lo monstruoso, la vanitas, el mercantilismo, lo incógnito, los sistemas de conocimiento y un inmenso deseo de innovar en la poesía y el arte.

En este video habla de su formación académica y su entrada en la poesía experimental de los 60, con el concretismo y la gramática generativa de Chomsky. Un verdadero lujo:

https://www.museoreinasofia.es/multimedia/ignacio-gomez-liano


viernes, 21 de agosto de 2020

"Botticelli y las tres Afroditas".

Ayer me dediqué toda la tarde a intentar aprender un poco más de arte y de literatura comparada a través de la obra de Sandro Botticelli, que vivió y murió en Florencia entre 1445 y 1510.

Hace un mes y pico compartí una conferencia sobre Dante y su "Comedia", que había impartido en Colombia Ángel García Galiano, que fue mi profesor de Teoría de la Literatura y Lenguaje Literario en la Complutense (estoy con él en una fotografía tras una visita que nos hizo a la tertulia literaria). El otro día me envió un mail con una nueva conferencia, sobre Botticelli y las tres Afroditas, desde el neoplatonismo y su influencia sobre la lírica petrarquista y nuestro Garcilaso, con su famoso soneto XIII sobre el Carpe Diem (tercera foto) y el XXIV. He comentado en más ocasiones que Garcilaso es un poeta realmente contemporáneo, a pesar de que viviera poco más de 30 años en el siglo XVI. Su influencia sobre Pedro Salinas, por ejemplo, es evidente, así como sobre otros poetas importantes españoles del siglo XX, algo que nos devuelve al significado real del neoplatonismo en la poesía actual. Ángel se basó en la máxima horaciana de Ut Pictura Poesis, a la hora de analizar por Zoom, con mucha sabiduría y cariño, los tres cuadros de Botticelli. Lo hizo en la Universidad de Antioquía (Medellín).

https://drive.google.com/file/d/1l2nVOTgc6XzXUkft9k83DzJdBvSnwoft/view

(La presentación comienza en el minuto 8.30 y se alarga una hora y cuarto. Después Ángel responde a algunas preguntas sobre Botticelli y los museos donde están sus cuadros, y hay alguna conferencia más).


jueves, 20 de agosto de 2020

Hay algo muy literario en las historias de amor que acaban mal.

O que acaban cuando deben acabar. Siempre se puede recordar lo guapos, agradables y divertidos que eran y no terminar haciéndole al otro un puré o una sopa calientes por sus problemas digestivos, y preguntándose dónde se ha quedado aquella película tan romántica.

¿Qué tienen en común "Crazy, Stupid, Love" y "La la land"? Que las dos son buenas películas, están interpretadas por unos guapísimos Ryan Gosling y Emma Stone, aunque en la primera no son los protagonistas, y hablan del eterno tema del amor. Ayer por la noche vi "Crazy, Stupid, Love" (2011). Los protagonistas (Steve Carell y Julianne Moore) empiezan la película cenando en un restaurante tan a gusto, pero lo primero que le dice ella a él es que se quiere divorciar. A partir de aquí nos encontramos una película inteligente y divertida, que al final resulta bastante conservadora. En "La la land" (2016) el chico y la chica cantan, bailan, se aman, ríen, lloran, son felices y a la vez desgraciados y al final no se quedan juntos. En ambas películas se habla de lo "estúpido" y loco que es el amor, pero también de que a todo el mundo le gusta amar y que le amen. Hasta Ovidio escribió "El arte de amar" en torno al nacimiento de Cristo con un éxito enorme e inmediato (todavía debe de andar por casa una edición de este libro, que leí y subrayé siendo un chaval y que le quité a mi hermano). ¿Qué tienen en común Ovidio, el autor de las "Metamorfosis", una de las creaciones más transgresoras y libertarias de la literatura, con el príncipe azul de Disney?

Ya he dicho que la historia de "La la land" termina mal, en realidad como la vida misma, pero, ¿a quién no le apetece vivir, al menos una vez en la vida, uno de los finales más románticos de la historia del cine? La verdad es que esto de ser escritor es sumamente divertido; por eso no acabo de entender la autoficción, las autobiografías, ni a los que se pasan la vida hablando de sí mismos y de su ombligo. Con lo divertido que es inventarse las vidas que te dé la gana y pasarte semanas o meses enteros dando vueltas al final de la historia:

https://www.youtube.com/watch?v=NkD10lhMMrg






miércoles, 19 de agosto de 2020

"Charo Alonso Panero, mucho más que la prima de los Panero".

Conocí a esta tinerfeña en una tertulia en el café "Este Oeste" con su actual marido, Javier de la Rosa, que nos presentó uno de sus libros. Charo vino a Madrid con su querida hermana gemela (están en las fotos 2 y 3). Después continuamos hablando por este medio y volvimos a vernos en una Feria del Libro en el Retiro. Como secretaria de la Cátedra Leopoldo Panero, su tío, el pasado diciembre me invitó a dictar una conferencia sobre Leopoldo María Panero en la Universidad de La Laguna. Allí reforzamos nuestra amistad (en la cuarta foto estoy con mis amigos y escritores tinerfeños Agustín E. Díaz-Pacheco, José Féliz Saenz-Marrero, Javier de la Rosa y Chema Menéndez, este de adopción). El confinamiento la cogió en Agaete, un pueblo del norte de Gran Canaria, y desde allí me envió por Wasap, diariamente, fotografías de atardeceres y amaneceres sobre el mar. Estas cosas son bellas y unen a las personas en épocas tan extrañas como las de un confinamiento. Charo siguió escribiendo comentarios cada vez más interesantes sobre mis textos y el mundillo literario, como el de ayer, y creo que ha llegado el momento de dedicarle un post:

"Es maravilloso cómo cuentas tantas cosas y con tanta belleza y elegancia. Me recuerda aquellos momentos inolvidables de mi infancia en el comedor de la calle Ibiza 35 de mi tía Felicidad Blanc (en la quinta foto he puesto la portada de un libro publicado por Bartleby sobre textos de Leopoldo María en aquella calle de Madrid, al lado del Retiro). Mi tío Leopoldo Panero había muerto en agosto del 62. Llegamos a vivir a Madrid en septiembre, un mes después. Recuerdo a aquellos grandes poetas y escritores departiendo en la casa de mis tíos. Era increíble lo bien que hablaban. Mis primos Leopoldo María, Michi, mi gemela y yo escuchábamos todo con atencion, ya que nos dejaban estar con ellos, al lado de nuestra tía Felicidad y mi querida madre María Luisa Panero. Todos los demás eran varones, pero ellas se integraban maravillosamente en aquel ambiente. Ellos continuaron frecuentando el ya legendario comedor donde se reunieron durante años como si mi tío viviera todavía. También se reunian en la casa de mi tía Odila Panero en Ferraz 28, o en mi casa en Vallehermoso 32. Y hablábamos con grandes literatos. Los más asiduos eran Luis Rosales, Dámaso Alonso y Gerardo Diego (invité a la tertulia del Café Gijón a su hija y a su sobrino, pero no han podido venir por cuestiones de salud. Quien estuvo hace poco fue Javier Mendoza, hijastro de Michi, un tipo majísimo). Mi padre sacaba su Whisky Chivas y mi madre cocinaba tortillas de papas, como se dice en Canarias. Las tertulias podían alargarse hasta la media noche, y los niños nos sentábamos en la alfombra del salón y si subían de tono nos mandaban a salir. ¡Vayan a jugar, aquí no estén, es para mayores! Y nos escondíamos en el pasillo y escuchábamos todo."

En fin, una parte de la historia literaria de España.





martes, 18 de agosto de 2020

"Las primeras novelas de Tony Morrison y María Rodríguez Velasco".

Me gusta leer buena literatura y que también lo hagan mis amigos. Y eso es lo que está haciendo ahora la actriz, psicóloga y profesora María Rodríguez Velasco, que lee "Ojos azules", de Tony Morrison. El curso pasado María ya se incorporó a la tertulia del Café Gijón. En la última hablamos de Morrison, una escritora que valoro tanto por su proximidad técnica a Joyce, Faulkner, Woolf, Huxley o Dos Passos, como por tener cosas que contar. Sus mundos son diferentes, pero cuando pienso en ella también me vienen a la cabeza escritores como Pynchon, DeLillo o Coetzee. Recibió el Nobel de literatura en el año 1993 y falleció en agosto de 2019. María lleva escribiendo toda la vida un libro de relatos que todavía no se ha decidido a publicar, y acaba de terminar el borrador de su primera novela, en la que ha trabajado los meses de confinamiento.

"Ojos azules" (1970) se desarrolla en una pequeña población del estado de Ohio, en los comienzos de la Segunda Guerra Mundial. Pecola Breedlove es una niña de color, de unos once años, inocente e ingenua, pobre y fea, que anhela tener los ojos azules para sentirse bella y querida como su admirada Shirley Temple. Y recurrirá a Shoaped Church, un santón y curandero que le convencerá de que sus ojos se han vuelto azules. Es decir, se parte de la realidad de la niña para tratar temas como el concepto de belleza impuesto, la voz femenina o una infancia rota. El debut de Morrison en la literatura (ya era profesora en la Universidad) no pudo ser más afortunado. Por su parte, María no ha querido contarme la trama de su novela; lo único que sé es que yo aparezco en ella. A sus 36 años es de las escritoras más prometedoras que conozco. Su prosa es profunda, tan sutil y compleja como pueda ser la de Morrison. Será un placer leer su libro y buscarme en el texto porque ella también tiene muchas cosas que contar.

Me tomo el primer café de esta mañana de verano y pienso que la literatura nunca dejará de ser una fiesta.


lunes, 17 de agosto de 2020

"Atalantar".

¿Conocéis este verbo? Lo aprendí ayer mientras escuchaba otro estupendo programa de Radio Clásica, "Atriles entre los árboles", de 10 a 11. Yo subía y bajaba montañas en el coche, tras escuchar la Sexta Sinfonía de Mahler a todo volumen, como si la Naturaleza y yo fuésemos Uno, y encendí la radio. Se referían a un libro de Joaquín Araújo, donde asegura que él aprendió esa palabra de un pastor extremeño que murió sin haber usado nunca el dinero. Es un verbo de origen extremeño que significa acoger, agradar, tranquilizar y también enamorarse, prendarse.

Joaquín Araújo es un naturalista y escritor, realizador de programas de TV como "El arca de Noé" y asesor de los míticos episodios de Félix Rodríguez de la Fuente. Me lo presentó hace bastantes años Pedro Costa Morata, un ingeniero que es Premio Nacional de Medio Ambiente, coautor conmigo de un libro sobre este tema e hijo adoptivo de Águilas (Murcia), un lugar donde se dejó la piel por salvar el Mediterráneo de la especulación y el mal gusto. Vive desde hace mucho tiempo en una finca cercana a Navatrasierra, en la comarca extremeña de Las Villuercas, donde practica la llamada agricultura ecológica. De lo que se siente más orgulloso es de haber plantado árboles toda su vida, unos 25000. Para él todo profesor o profesora no deja de ser hijo de un libro. ¿De quién son hijos los libros?, se preguntó una vez delante de unos alumnos. "Los libros son hijos del bosque y por eso los estudiantes tenéis como abuelo al bosque", les señaló. ¿Quién ha publicado todos los libros del mundo?, les preguntó. "No es la editorial con un nombre definido, ni un grupo empresarial. Quien realmente ha publicado todos los libros de la historia del mundo es el bosque".

Detuve el coche e hice una fotografía al bosque que me rodeaba. Después de todo a mí también me "atalantan" las palabras, por eso las colecciono. Y los momentos.

Como dijo Dersu Uzala, el entrañable personaje de la película de Kurosawa, todo es gente, el árbol, el fuego, el viento, el agua, el amor.

domingo, 16 de agosto de 2020

"El oasis siempre está en nuestro interior".

Me tomo el primer café de esta bonita mañana de verano, y leo los últimos comentarios referidos a mi post de ayer.

"Estas publicaciones son un oasis en Facebook", asegura Yolanda Ramírez Míchel, que es una escritora y editora mexicana. Marta Velasco Bernal, que es una abogada de Sigüenza, dice en el comentario anterior que lo sublimo todo, y por eso soy un poeta (en todo caso reprimido, jeje, como me llamó hace unos días el profesor Javier Del Prado). El penúltimo comentario es de la economista barcelonesa Roser Latorre Zamora y resume bien mi post de ayer sobre Keats y Khayyam, ya que sería el resultado de la lectura de un libro en los jardines de la Complutense. Teniendo en cuenta que además de escritor soy un científico, creo que no hace falta leer más opiniones para lo que quiero decir esta mañana. Como digo siempre, "no busco, encuentro", siguiendo la mítica frase de Pablo Picasso (la primera vez que la leí fue en la entrada de las Cuevas de Sésamo en la calle Príncipe de Madrid). Uno de los secretos de la felicidad está en la preparación intelectual y humana que hayamos recibido durante nuestro periodo de formación en la juventud, y lo demás viene solo, tanto como para ser conscientes de que el mundo cabe en nuestro interior y que cada uno de nosotros somos el mundo.

Y ahora escucho una de las músicas que amueblan mi cabeza desde joven, la última sonata de piano de Schubert, interpretada además por Mitsuko Uchida. A Bécquer también le gustaba, y por eso pongo la foto del poeta que hice ayer por la mañana durante un bucólico paseo por el Parque de la Fuente del Berro de Madrid.

Después de todo cada cual elige con qué, o quién, se acuesta y se levanta.

Y su mundo y su oasis:

https://www.youtube.com/watch?v=8xDABzplnao

sábado, 15 de agosto de 2020

"El pájaro filólogo y el vino de Omar Khayyam y John Keats".

Ayer estuve paseando por el jardín que separa las facultades de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de la de Derecho. En verano apenas hay gente y se puede leer, tranquilamente, sentado en un banco de piedra. Es como encontrarse en el campo, pero los elementos de la Naturaleza se transforman en otro tipo de cosas y otro tipo de seres. Te sitúas al lado de algunos de los libros, los filósofos y los filólogos que han hecho posible la historia del conocimiento. En cierto momento observé a un pájaro blanco y negro situado en el borde de una papelera. Es como si pretendiera hacerme compañía. Al cabo de un rato el pájaro se giró, me miró y echó a volar, pero no se fue muy lejos, solo a unos metros de la estatua del poeta persa Omar Kayyam. Le dio dos o tres vueltas y aproveché para sacarle una foto. Pensé entonces en los "Rubaiyat" del poeta, que tienen 1000 años de antigüedad y constituyen una alabanza al brindis, una enorme plegaria fragmentada en estrofas que remiten a la celebración del vino y del goce del instante, frente a la finitud de la vida. Busqué en Youtube un video sobre algunos de estos poemas:

https://www.youtube.com/watch?v=P18DNQr7Ehc

Cuando me iba a ir, se me acercó el pájaro y me dijo que el poeta romántico John Keats tenía una oda a su hermano el ruiseñor que tal vez hablara de lo mismo:

https://www.youtube.com/watch?v=4fMJzCzuqFg

Cerré el libro que había estado leyendo durante las últimas dos horas y me fui caminando hacia Argüelles. En casa me esperaba la mesa puesta con una copa de vino.




viernes, 14 de agosto de 2020

"Un paseo por las tierras de Escocia cantando la mítica canción Auld Lang Syne, de Robert Burns".

Ayer escribí un texto sobre la "rosa mística" de Borges o de Paracelso, y los comentarios han sido numerosos y sugerentes, como acabo de comprobar mientras preparo el café en esta apacible mañana de verano. Con cada uno de ellos podría escribir una historia. Pongo azúcar en el café, le doy vueltas con la cucharilla y me detengo en el de Ana María López Martín, editora de Anaya Touring, a quien conocí hace poco en una librería de Vallecas, en un acto a favor de las librerías. Ana compartió en su comentario un poema del escritor escocés del siglo XVIII Robert Burns, "A Red, Red Rose", relativo a esa rosa que representa la belleza espiritual e incluso creativa. Los místicos invocan una rosa, un beso, un pájaro que es todos los pájaros, ese sol que es todas las estrellas y el sol un cántaro de vino, un jardín y el acto sexual. Burns es considerado el poeta más importante de Escocia y en este poema refleja el amor con las figuras poéticas más comunes, como el simbolismo, la aliteración y la asonancia, la hipérbole y las imágenes de la Naturaleza. Al verlo, recuerdo uno de los últimos viajes que hicimos Paqui y yo a Escocia. Desde el aeropuerto de Barajas volamos a Edimburgo, buscamos la casa de Stevenson, vivimos el "Fringe" -el festival de verano de teatro-, así como el desflle del "Tattoo" en el castillo, nos fuimos hasta Inverness en autobús y, como no encontramos al monstruo del lago Ness, seguimos subiendo hasta las tierras altas. En un castillo de cuento de hadas, cubierto de tal manera por la niebla que hasta el mar desaparecía de la vista, jugamos al croquet y escuchamos canciones tradicionales escocesas.

En Inverness cogimos un pequeño avión que nos bajó a Londres en un rato; teníamos entradas para un concierto en el Albert Hall. Mientras despegaba el avión, cantamos "Auld Lang Syne", de Robert Burns, algo así como "hasta pronto", una de las canciones más famosas del mundo:

https://www.youtube.com/watch?v=xX47kd9L6oc

No me resisto a poner esta otra versión, de la Royal Scots Dragoon Guards, mientras vemos en el video las tierras altas de Escocia y acabo el café:

https://www.youtube.com/watch?v=to1xT93IlUI



jueves, 13 de agosto de 2020

"Verano en Madrid e invierno en Buenos Aires, o el porqué de la rosa".

Mari Samuelsen es una violinista noruega de 35 años que toca con un violín Guadagnini del año 1773, cedido por una fundación noruega.​ Ayer escuché durante un viaje en coche su interpretación del "Verano" de Vivaldi y luego el "Invierno porteño" de Piazzola. Al terminar regresé a Vivaldi y de nuevo a Piazzola. Las estaciones del año se fueron mezclando unas con otras en mi cerebro con una suave cadencia. La belleza engendra belleza, y así nace la rosa.

Aquí está Piazzola: https://www.youtube.com/watch?v=b-q4FLTCzUI
Aquí Vivaldi: https://www.youtube.com/watch?v=g65oWFMSoK0Ve

Umberto Eco también perseguía la rosa y escribió, quizá sin saberlo, una de las novelas más hermosas del siglo XX. Su bibliotecario era ciego, Jorge de Burgos, como homenaje a Jorge Luis Borges. El argentino persiguió la rosa en "El aleph" a través de sus "Ficciones" y sus senderos que se bifurcan, al tiempo que escuchaba a Vivaldi y a Piazzola en las galerías hexagonales de "La biblioteca de Babel". 

Tras bajarme del coche, un pájaro pasó volando cerca de mi cabeza. A lo mejor era el simourgh, me dije entonces, que iba camino de Buenos Aires y guardaba todas las virtudes del pájaro solitario de Juan de la Cruz.

O la rosa.

miércoles, 12 de agosto de 2020

"La conquista de la felicidad".

Almudena Mestre: Julia Roberts y tú, Justo, tenéis un brillo en los ojos y un encanto especial.

Johana Roldán: Almudena, he leído lo del brillo en los ojos de Julia Roberts y Justo y me ha parecido encantador y divertido. Dicen que la felicidad no se busca, Justo, sino que se es. Podrías escribir un libro que se llamara "El secreto de la felicidad". No sería un libro de autoayuda, sino una especie de biografía de las sonrisas.

Son comentarios de Almudena y Johana a mi post de ayer donde hablé de mis libros y aproveché para referirme a los escritores como cenicientas a lo "Pretty Woman". No respondí nada a Johana; ayer me dediqué casi todo el día a perder el tiempo y a ver cómo llovía. Mientras me tomo el primer café de todas las mañanas, ahora le diría que no es necesario que escriba nada al respecto ya que ese libro existe y, por supuesto, no es de autoayuda. Yo tuve la suerte de encontrármelo por casa a la edad de 16 o 17 años. Es del filósofo, matemático y escritor británico Bertrand Russell (1872-1970), que recibió el Nobel de Literatura en 1950. Son relevantes sus aportaciones a la filosofía analítica junto a autores como Gottlob Frege (que usé en mi tesis sobre Haruki Murakami), su compañero G. E. Moore (que tanto influyó en el genial economista John M. Keynes y su grupo de Bloomsbury, con Virginia Woolf y otros artistas y escritores de los que tanto me gusta hablar) y su alumno Ludwig Wittgenstein, del que afortunadamente ya no hay que decir nada a estas alturas para que se lo conozca.

"La conquista de la felicidad" es uno de los libros más bellos e inteligentes que he leído en mi vida. Ahí se pueden encontrar ideas que han amueblado mi cabeza desde la adolescencia, que es cuando, realmente, nacemos al mundo del conocimiento. 

"Conquistar el miedo es el comienzo de la riqueza".

"Carecer de alguna de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad".

"La buena vida es una vida inspirada por el amor y guiada por el conocimiento".

"Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas".

"El secreto de la felicidad es darse cuenta de que la vida es horrible, horrible, horrible".

"Las causas psicológicas de la infelicidad son muchas y variadas, y tienen algo en común. La típica persona infeliz es aquella que, habiéndose visto privada de joven de alguna satisfacción, ha llegado a valorar este único tipo de satisfacción más que cualquier otro, y por tanto ha encauzado su vida en una única dirección, dando excesiva importancia a los logros y ninguna a las actividades relacionadas con ellos".

Me acabo el café. 

Hoy no llueve. 

Sonrío.