miércoles, 26 de marzo de 2025

"Mujeres".


 
La mujer es igual que el hombre. Así ha sido siempre en mis clases en la Universidad, en mis tertulias y en cualquier lugar por donde me he movido. La época de la discriminación ya ha pasado a mejor vida y cada vez observo más mujeres abogadas, economistas, ingenieras, profesoras, políticas, artistas. Me estoy refiriendo así a un mundo en el que la soprano austriaca Vera-Lotte Boecker canta el lied final de la Cuarta sinfonía de Mahler, la pianista rusa Alexandra Dovgan, con 17 años tan solo, interpreta la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachamanov, la española Raquel García-Tomás estrena su obra Las constelaciones que más brillan, todo ello hace unas semanas en el Auditorio Nacional de Música. A esto mismo se une el concierto de este pasado domingo dirigido por la mexicana Alondra de la Parra, del que grabé un pequeño video tras su interpretación de una obra de la compositora mexicana Gabriela Ortiz, la autora de "Téenek", repleta de elementos clásicos, folk y jazz.
 
Esta es una versión de la Joven Orquesta Nacional de Gran Bretaña, desde el minuto 6, ya que previamente se ofrece una entrevista a la compositora. Me gusta que todos los miembros de la orquesta sean jovencísimos.
 
Por cierto, ¿está mal que las mujeres digan piropos a los hombres, por ejemplo a mí, ya que soy el que escribe esto mientras me tomo un café antes de irme a clase en este día tan bonito de primavera? Bueno, o que me los hayan dicho a lo largo de mi vida, pues ya me voy haciendo mayor.
 




 


"Remando al viento o ser poeta o ser narrador".


 
El escritor Ángel Rupérez es las dos cosas, y además fue mi profesor en la Complutense. Ayer por la tarde nos vino a hablar a la tertulia de Casa Manolo de sus poemas reunidos, recientemente publicados, y de su última novela. Y lo hizo, pero también hablamos de más cosas, porque si no me aburro. Además los tertulianos son encantadores y no necesitan mucho para ponerse a hablar, como Javier del Prado, Peter Redwhite, Almudena Mestre, Mariwan Shall, Lola Walder, Isabel Fernández Bernaldo de Quirós, Pilar Ferrando, Cristina Fernández, Antonio Banús, y no sigo nombrando porque hablaron prácticamente todos. Ángel nos habló del proceso interno y emocional que vive si algo le incita a escribir un poema, y también de su forma de construir una novela. Nos habló igualmente de su labor como traductor de los grandes románticos ingleses, de su libro sobre Cernuda, sus otros ensayos y de las muchas horas que dedica cada día a escribir. Y por allí salieron el poema a su padre (que recita en el segundo video), las diferentes teorías literarias, la nostalgia y la memoria, y Woody Allen y Salinger. Fue una tarde de gran literatura y de amistad, siempre la gran amistad que nos mueve a unos cuantos letraheridos a reunirnos cada martes para hablar de lo más misterioso que existe en el ser humano, la capacidad de crear, de fabular, de seguir viviendo como los románticos que gustan tanto a Ángel o aquellos griegos que casi inventaron el mundo. Los griegos y los románticos también me gustan mucho a mí, y me meto en un video al final de dos segundos que me salió mal. Porque a veces me gusta que las cosas me salgan mal.
 
Y ahora me tomo un café, doy vueltas a la idea de la creación de la que hablamos con Ángel, y me viene a la cabeza una de las grandes películas españolas de la historia, "Remando al viento" (1988), de Gonzalo Suárez, con los grandes románticos:
 

lunes, 24 de marzo de 2025

"Ángel Rupérez en la tertulia de los amigos de Justo".


 
Ángel fue mi profesor de "Poesía contemporánea" y "Sociocrítica" en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense, y estos últimos días estoy disfrutando con su última novela, "Esencial azar" (Cántico, 2025), una historia muy a lo Woody Allen y a lo Salinger, dos genios que aparecen como personajes al principio de esta historia en Nueva York, en un homenaje al director de cine. Horacio nos hablaba de la finalidad de la poesía (de cualquier arte) como "docere y delectare", es decir, que debía servir para disfrutar y aprender, que es como me tomo yo la vida. Obviamente, no voy a dedicarme a leer novelas o a ver series de TV sobre el "odio" y los asesinatos. 
 
Ángel nació en Burgos en 1953 y es poeta, crítico y traductor, doctor en Filosofía y Letras y profesor de Teoría de la Literatura. El año 1990 Claudio Rodríguez le invitó a leer poemas en el acto poético Lectura en el Palacio Real, junto con Ángel González, Antonio Gamoneda, Juan Carlos Suñén y Luis García Montero. Ese mismo año empezó a colaborar en el diario El País. Su libro "Conversación en junio" (1992) fue finalista en el Premio Nacional de Poesía, ganado por José Ángel Valente. Su labor crítica se ha desarrollado también en Diario 16 y la Revista de Occidente, Ínsula y Boletín de la Fundación García Lorca. Y también nos hablará de sus "Poemas reunidos, 1983-2018" (Casi una leyenda, 2025).
 
Teniendo en cuenta que la película favorita de Woody Allen por parte del protagonista de "Esencial azar" es "Manhattan" (es un crítico de cine), qué mejor que ver su final un bonito lunes primaveral donde parece que va a salir el sol:
 
¿Que por qué vale la pena vivir, se pregunta el personaje de Woody Allen?
 

 

domingo, 23 de marzo de 2025

"Los territorios del escritor".


 
Supongo que ser escritor también es una manera de vivir, de elegir la forma de enfrentarse al mundo y tratar los problemas que surgen en cualquier momento, una forma de leer, de ver cine y exposiciones, de escuchar música, de elegir los temas que va a tratar en los textos, e incluso de comportarse ante los demás. Esta idea salió a relucir en la tertulia de Casa Manolo del martes pasado, y me he acordado de ella viendo la fotografía que me ha enviado por mail Ignacio Ferreras, una de las últimas incorporaciones a la tertulia. Concha Galán mira hacia su izquierda, porque quizá entraba alguien en el salón. Vicente Gil lo hace de frente. A Antonio Benicio solo se le ve en el espejo y no sé bien dónde mira. 
 
Y yo estoy pensando, como siempre, en ti.
 
Dentro de un rato me iré al Auditorio Nacional a escuchar una obra de la mexicana Gabriela Ortiz, "Téenek" (2017), que significa algo así como "hombre local". Es la lengua que se habla en la región de la Huasteca, que abarca los estados de Veracruz, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Puebla y Querétaro en México, y alude a todos los hombres y mujeres que pertenecen a un lugar cuya mera existencia determina sus destinos en el tiempo y en el espacio, sus territorios. Al final escucharé el ballet "Petrushka" (1910), de Ígor Stravinski, que tiene una evidente influencia en la obra de Gabriela Ortiz, aparte de elementos de jazz y folk. Siempre recordaré la primera vez que vi siendo un adolescente el ballet de la "Consagración de la primavera" en un teatro de Madrid. Hay cosas que no se olvidan. En medio del concierto escucharé una obra que me fascina, por la música y por lo que significa, el Concierto de violín de Robert Schumann. "Mi vida ha sido una lucha entre música y literatura”, escribió el compositor en su diario personal el año 1849. Tras acabar el concierto en 1853 se le diagnosticó una enfermedad mental; ingresó en un sanatorio y murió dos años después. Ni su mujer, Clara Wieck, ni su amigo Johannes Brahms (enamorado toda la vida de Clara) valoraron demasiado esta obra, y no se estrenó hasta ochenta años después. Schumann era hijo de un librero culto y sensible, y tuvo desde niño a su alcance un universo literario que leyó con avidez, poesía, cuentos fantásticos, novelas románticas. Todo alimentaba su febril inquietud, pero nada lograba saciar su apetito de estímulos que eran para él como “aliento de vida”. Con 28 años escribió una encendida carta a Clara en la que le confesó cómo le afectaba lo que sucedía en el mundo, la literatura, la política, la gente y su anhelo por expresar sus sentimientos con la música. Por cierto, la directora del concierto de hoy será la mexicana Alondra de la Parra, que me gusta mucho, con el joven violinista Daniel Lozakovich:
 
Esta es la música, es decir la literatura para mí, con la que siempre pretendo expresar mi visión de la vida, y mis sentimientos, al igual que le ocurría a un romántico como Schumann.
 
Todos estos son mis territorios.

sábado, 22 de marzo de 2025

"Spring" en Madrid, Olot y Bolonia.


 
El día en el que llegó la primavera mi amiga Silvia López me envió por Wasap, desde Olot, la obra del compositor italiano posminimalista Andrea Vanzo. Creo que pronto estará tocando su piano en un teatro de Madrid y otro de Barcelona:
 
La fotografía es de la última vez que estuve con ella, el año pasado, en un Café muy agradable de Majadahonda, "Amasa", hasta donde me acerqué para firmarle "Un hombre que se parecía a Al Pacino". La verdad es que soy un tipo afortunado, porque además de recordar estas pequeñas cosas de la vida, que son las únicas que merecen la pena, me doy un paseo por Italia sin moverme de Madrid, gracias al video de Silvia, por la localidad de Andrea Vanzo, la reserva natural de Contrafforte Pliocenico, en Bolonia. Me pregunto cómo sería aquella época, hace cinco millones de años. El cambio climático era continuo y las especies no dejaron de evolucionar. El paisaje de la reserva está lleno de acantilados escarpados y pendientes abruptas, fruto de la sedimentación de depósitos marinos cuando todo estaba sumergido bajo el antiguo mar del Plioceno. 
 
¿El hombre y la mujer ya sabrían lo que era la primavera?
 
Ya que todo era mar, ¿habrían aprendido a hacer el amor debajo del agua?

viernes, 21 de marzo de 2025

"Un taxi bajo la lluvia".


 
Ayer por la tarde diluvió en Madrid, pero me encerré en el Ateneo de la calle Prado para escuchar a la poeta Efi Cubero que vino desde Extremadura para presentar al arquitecto poeta sevillano Francisco Barrionuevo su libro "Vado permanente" (2025, Mahalta). Como no tenía dinero suelto, me lo compró Javier del Prado Biezma, que para eso sabe mucha más poesía que yo y me quiere mucho. Antes había abrazado a José Luis Morante, Rafael Soler, Pedro López Lara, Juana Vázquez Marín, Agustín Porras, Francisco Caro (que es el editor) e Isabel Fernández Bernaldo de Quirós, amiga y componente de mi tertulia. Como Isabel y yo nos tuvimos que ir antes, me llevó en taxi hasta mi casa y luego siguió hacia la suya. 
 
Madrid de noche era una sucesión de luces y de lluvia, y atravesar la Gran Vía me recordaba un paseo por Times Square o Picadilly Circus. El taxista era indio, entendía poco español y durante un instante me vi dentro de la película "Taxi driver", de Scorsese, con la música de Hermann:
 
Es un solo de saxo que no tiene piedad. Lo escuchaba anoche, a lo largo de ese instante efímero de la existencia en que todo el mundo duerme y yo me meto en el interior de una fotografía que acabo de sacar a oscuras, en busca de un sentido a las páginas que escribo y siento a través de la música de mis pisadas. Es una forma de seguir recorriendo el asfalto mojado de la ciudad a bordo de un taxi en la madrugada. Es la selva de cemento vacía, una espiral que no llega al centro, un impacto emocional que te deja sin aliento. Somos los hombres huecos, los hombres rellenos.
 
Y yo escribo, yo sigo escribiendo.
 
¿Qué otra cosa puedo hacer ante los sonidos que miro y las luces que toco con la yema de los dedos del ordenador, ante la realidad teñida por el misterio de la noche, a oscuras, del último taxi del que se bajan un hombre y una mujer que no he tardado en reconocer, en algún momento? (...) Dime algo. ¿Por qué nunca me dices nada? Habla. ¿En qué piensas? Nunca sé en qué estás pensando. Piensa. ¿Qué es ese ruido? El viento por debajo de la puerta. ¿Qué es ese ruido ahora? ¿Qué hace el viento? Nada, otra vez nada. ¿No sabes nada? ¿No ves nada? ¿No recuerdas nada?
 
Es como si quisieran contarme una historia, su historia mientras el solo de saxo susurra imágenes para mí.
 

 

jueves, 20 de marzo de 2025

"La actriz belga Émilie Dequenne".


 
Me acabo de enterar de que murió este lunes con 43 años de una rara enfermedad, adquirida tras el Covid. 
 
En mi último libro le dediqué un relato:
 
"La peluquera kantiana".
 
“Escribir un libro es como cortar el pelo”, asegura ella, y añade que un buen corte de pelo puede cambiar la imagen de una persona, hacerle sentir más a gusto y aumentar su autoestima. Él sonríe y piensa la respuesta unos instantes. Él se llama Clément, es un joven escritor y profesor de filosofía, y lo han destinado a Arrás, una pequeña ciudad que se encuentra a hora y media en tren de París, para dar clase de filosofía en el instituto. Tiene la innegable arrogancia del parisino culto, rodeado siempre de libros y acostumbrado a moverse entre conciertos, óperas, restaurantes y fiestas con personas tan refinadas como él. Su visión del amor se podría considerar como “líquida”, según la definición de Bauman. En París deja algunos amores con los que no ha querido comprometerse consciente de que el futuro no existe y solo tiene sentido amar desde el presente. Nada más llegar, una profesora del instituto se fija en él, aunque está casada, y alaba sus libros, lo que le deja indiferente. Y luego está ella, Jennifer, una atractiva peluquera de treinta y tantos años, lista e inteligente, sin gran cultura. Tiene un hijo, está divorciada, los hombres —digamos normales— se fijan en seguida en ella y se pasa los fines de semana cantando canciones de amor con sus amigas en un karaoke. Ambos se conocen una tarde en que él entra en la peluquería y ella le corta el pelo. Empiezan a verse y él le habla de libros, como "El idiota", la literatura de Zola y la filosofía de Kant. Sus mundos son distintos, pero se atraen físicamente. Ella se sabe guapa y también que puede gustar a los hombres, pero más a unos que a otros, dice. Él se aprovecha de estas palabras para decir que ella es una “peluquera kantiana”, ya que ha diferenciado entre lo universal y lo particular en Kant.
Hace unos años vi "No es mi tipo" (2014), una película francobelga dirigida por Lucas Belvaux e interpretada por el actor francés y director de teatro Löic Corbery (Comédie Française) y la belga Émilie Dequenne, que debutó con "Rosetta" (1999) de los hermanos Dardenne. Anoche volví a verla en el canal Sundance, y me hice la misma pregunta de entonces. ¿Es posible una relación de pareja cuando existe tanta diferencia cultural?
 
Ahora me tomo un café y pienso en el hecho de que Clément tan solo daba clase de lunes a miércoles en el instituto de Arrás y se volvía a París. Y Löic Corbery se cambiaba de ropa y de papel, y aprovechaba para entrar en el viejo edificio de la Cómedie Française a interpretar a Shakespeare.
 
Unos metros más allá, en la misma calle que acaba en la Ópera de París, se encuentra un hotel con nombre de rey donde a veces me he quedado".
 
("La peluquera kantiana", de "Un hombre que se parecía a Al Pacino", 2023, Pagés Editors y Universitat de Lleida, pp. 44 y 45).
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No soy mitómano, pero me gusta el cine francés y las actrices como ella, que se comen la pantalla con su fuerza y su encanto. Además, ¿seré yo un tipo tan estirado como el profesor de filosofía de la película? Este es el tráiler:
 
Va por ella. Le agradezco haberme inspirado para escribir un capítulo de este libro. Los escritores no podemos cambiar el mundo, pero sí hablar del mundo que vale la pena: