El escritor segoviano Apuleyo Soto es una de las primeras personas que me saluda en Facebook todas las mañanas. Además me manda sus libros de vez en cuando. Lo encontré por aquí hace años, y me hizo mucha ilusión ya que algunos de sus libros andaban por casa cuando era pequeño, como "Pepín pepino", "Pepín pepino se va de vacaciones" o "El príncipe que se quería casar". Y ayer por la tarde me fui a la sierra de Madrid para conocerlo por fin. Vive en una zona que retraté en mi novela "La paz de febrero", cerca de la casa de vacaciones de Vicente Aleixandre. José Luis Garci también se llevó por allí a aquella pareja de enamorados de la infancia en "Asignatura pendiente", interpretados por José Sacristán y Fiorella Faltoyano a la vez que cantaba el Dúo Dinámico, y originó uno de mis relatos de "Un hombre que se parecía a Al Pacino":
Apuleyo ha sido maestro y ha escrito libros para adultos como "Los amores del Arcipreste", "El Cega ciego" o "La soledad del profesor de fondo". Estuvimos hablando alrededor de una hora en la terraza de un restaurante que no abría por ser lunes, pero a Apuleyo y a mí nos dio igual. Buero Vallejo escribió una vez de él que era "poeta, niño y duende con barba y pipa". Apuleyo se puso a fumar cuando ya me iba. Antes hice esta selfie con su bastón en primer plano; me dijo que el bastón con cabeza de pájaro tenía un nombre pero ahora no lo recuerdo, mientras escribo estas palabras y me tomo el primer café de la mañana.
Cómo me gusta estar con la buena gente que hay por este mundo.
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