jueves, 31 de enero de 2019

"Los Sotelos".

Siempre insisto a mis alumnos en la importancia de que lean la Historia con mayúsculas. Después está la historia con minúsculas, la familiar, esa parte de mi vida que solo me pertenece a mí y de la que procuro hablar poco en público. A veces Internet me recuerda algunas de esas pequeñas historias que conforman la historia con minúsculas, que también podría escribirse con mayúsculas.

Este es un artículo del escritor y periodista José Luis Barceló, publicado en El Semanal Digital, donde se habla de forma curiosa de las presentaciones que se hicieron en su momento de dos libros, las obras completas del político y ministro José Calvo Sotelo, y una de mis novelas, y que lleva el título de "Los Sotelos andan sueltos".
Cosas que pasan en Madrid cuando las pequeñas historias se dan la mano con la Historia.

http://actashistoria.com/josecalvosotelo/cronica.php

"Tertulia con la escritora María Tena".

"Una persona que te ha gustado mucho, a la que has querido tanto, te sigue interesando siempre".

Esta es una de las frases de "Nada que no sepas" (Tusquets, 2018), de la escritora madrileña María Tena, que ayer por la tarde nos acompañó en la tertulia del "Café Gijón", y que, en mi opinión, sintetiza el entramado de una novela que se inicia invocando a "La señora Dalloway" de Virginia Woolf y termina en una onírica cabaña perdida en un bosque de Uruguay. Cuando una novela está escrita en primera persona la función de "autentificación", como decimos en crítica literaria, se hace imprescindible para que el pacto de ficción con el lector surta efecto. A pesar de que el propio lector no sea consciente de ello, en cierta medida la historia se justifica de esa manera. Y María Tena lo soluciona con su impecable dominio ficcional de la memoria, la imaginación y un apasionado amor por sus personajes, incluso los que no caen tan bien a la narradora (que, por supuesto, no tiene que ser la autora). Las pruebas de esa autentificación otorgan calidad textual a la novela, a lo que se une su acertado manejo del tiempo y el espacio, imprescindible, a mi modo de ver, en la literatura actual, ya que la "espacialización" temporal es esencial para entender la posmodernidad.

María Tena es una mujer encantadora, prudente, seria y divertida a la vez, enamorada de la literatura y de los libros, y que disfruta con esas horas que dedica a escribir cada tarde cuando vuelve del trabajo, incluidos los fines de semana.

Como casualmente se observa en la primera fotografía, quise hacerle una de cerca, sin apercibirme de que me la estaba haciendo a mí otra escritora, Teresa Pacheco, mientras Javier del Prado invocaba a las musas con las manos y los ojos cerrados. La foto sirve como metáfora de la tertulia ya que busqué extraer de María Tena sus abundantes conocimientos en técnica narrativa, la resonancia de Landero y un autor imprescindible en la literatura española contemporánea como Rafael Chirbes, las múltiples lecturas que han amueblado su cabeza, su opinión sobre los talleres y premios literarios e incluso los miedos que existen detrás de cada escritor al enfrentarse a la página en blanco.

La tarde resultó muy divertida. Los tertulianos preguntaron, intervinieron, opinaron, y yo me lo pasé de perlas, a pesar de que estaba cansadísimo de tantas clases y tantos aviones. Además terminé hablando en el Metro, con Javier del Prado, de Proust, Flaubert y Balzac. Para que luego digan que el subsuelo de Madrid es aburrido.

Como la mente humana.




martes, 29 de enero de 2019

"Atardecer".

Viajar durante horas en un avión te permite muchas cosas, desde charlar, hasta leer, preparar clases y pensar. Ayer, mientras atardecía y anochecía por completo, estuve dando vueltas a una película que vi hace poco en los cines Renoir de la Plaza de España de Madrid.

"Atardecer" es la segunda película que estrena el director húngaro László Nemes (1977). Con la primera, "El hijo de Saúl", me dejó pegado a la butaca un buen rato hablando del Holocausto. Resultaba gratificamente encontrar sus resonancias bíblicas, como ocurre con Faulkner. Ahora va más atrás en el tiempo en busca del origen del mal en la Europa del siglo XX y se sitúa en los meses previos a la Primera Guerra Mundial. El imperio austrohúngaro está a punto de derrumbarse y de llevarse consigo a la monarquía y a parte de la burguesía. Irisz Leiter abandona con veinte años la ciudad de Trieste, donde fue internada en un orfanato cuando fallecieron sus padres en un incendio en Budapest, y llega a esta ciudad para trabajar como modista en una famosa tienda de sombreros que había pertenecido a sus padres, y que siempre visita el Emperador. Una vez aquí descubre que tiene un hermano del que no sabía nada, un sujeto misterioso y odiado por mucha gente. A pesar de todas las advertencias que recibe en contra, Irisz decide buscarlo, aunque deba sumergirse en una ciudad sumida en la violencia y al borde del desastre.

Es una película de las llamadas de "autor", y no resulta fácil ni comercial. La cámara sigue siempre a Irisz, que casi nunca entiende lo que ocurre, como le sucede al espectador. A veces solo hay susurros (el sonido se convierte en un personaje más de la película) y voces, como si hablaran las voces espirituales de los personajes.

La oscuridad se apoderó por fin de las palabras y los sentidos, y me quedé dormido. Al despertar me volvió la imagen de la protagonista de la película. Fue entonces cuando me dije que, aunque hayamos estudiado el origen del fascismo en profundidad, del mal en general, no está de más recordarlo en este 2019 que empieza si no queremos que vuelvan a repetirse sus terribles consecuencias.

O solo nos quedará la noche.




lunes, 28 de enero de 2019

"La novelista María Tena en la tertulia del Café Gijón".

Mañana por la tarde tendremos en la tertulia del "Café Gijón" a la excelente novelista María Tena (Madrid, 1953).

He disfrutado leyendo en dos viajes en avión su última novela, "Nada que no sepas" (Tusquets, 2018). Cuando me interesa un libro apenas levanto la vista de sus páginas en las horas que dura el trayecto, salvo para tomarme un capuchino. Es una novela muy bien escrita, en la mejor tradición de la prosa castellana, que tantas alegrías me ha regalado como lector, alumno y profesor.

He encontrado en Internet esta fotografía de María. Tengo la sensación de que su novela va de eso, de un viaje a los orígenes, tanto sentimental como físico. La autora, la narradora y algunos de los personajes se ven y se miran desde el otro lado del espejo, el de Uruguay y España, el de la madurez y la juventud, desde lo que se sabe y sobre todo desde lo que se desconoce. No he querido leer las múltiples reseñas que se han escrito a raíz de recibir el último premio Tusquets, ni hablar con ella sobre el libro. Únicamente me apetece pasármelo bien mañana dándole mi opinión y escuchando la suya y la de los otros tertulianos.

Es la fórmula que he utilizado a lo largo de mi vida para aprender y disfrutar del conocimiento.

(Será como siempre a las 18.30 en el Paseo de Recoletos 21 de Madrid).

domingo, 27 de enero de 2019

"Ser rebeldes".

¿Hablábamos el otro día de ser rebeldes, de no tomarnos la vida demasiado en serio y de reírnos de nosotros mismos?

Me vienen estas cosas a la cabeza mientras paseo por una playa desierta, amanece lenta y suavemente, el agua llega hasta mis pies y escucho en el móvil con unos pequeños auriculares una canción que alguien me recordó por aquí hace poco. 


Yo nunca he sido rebelde porque nadie me haya dado amor, precisamente, o no me hayan querido escuchar. Sin embargo, creo que tampoco me han faltado razones para ser rebelde.

Siempre me he rebelado contra los que abusan de su poder, y lo usan para hacer daño a los demás, ya sea en el mundo laboral o incluso el personal. Me he rebelado contra los que no respetan los Derechos Humanos, contra los xenófobos, contra los homófobos, contra los machistas. He procurado alejarme de aquellos que no tienen sentido del humor y no saben reírse de sí mismos. Nunca he dejado de observar con perplejidad a los que se creen los mejores amantes, los mejores profesores, los mejores periodistas, los mejores escritores, los mejores políticos, los mejores banqueros. Son esos seres imprescindibles convencidos de que el mundo se pararía si ellos no estuvieran en él.

Decía que amanece lenta y suavamente. Miro hacia el horizonte y sé que, a pesar de todo, el mundo transcurre en armonía, al menos en mi corazón. En realidad ser rebelde es ser siempre, por encima de todo, uno mismo.

Y luego está el mar.


sábado, 26 de enero de 2019

"Gracias a la vida".

Hace unos días escribí un post sobre Consuelo Velázquez y su maravilloso bolero "Bésame mucho", y entre las personas que escribieron comentarios se encontraba María Ch. Lo curioso es que María reside en la misma ciudad de México donde vivió la cantante y compositora, y más lo es todavía que su marido hubiera sido de joven el chófer de la cantante. 

Recuerdo cuando no hace mucho formé parte de un tribunal de tesis sobre el poeta asturiano Ángel González. Mencioné este hecho en Facebook y terminé hablando con su viuda, Susana Rivera, que vive en Estados Unidos. Algo por el estilo me ocurrió cuando escribí un post sobre el Jesucristo de Pasolini y tuve el gusto de conocer en esta red al actor que lo interpretó en el cine, Enrique Irazoqui. El otro día una señora mayor que vive enfrente de la iglesia desacralizada de San Carlos Borromeo, donde transcurre parte de mi novela "Entrevías mon amour", me reconoció en una cafetería (es una de mis seguidoras de Facebook), se acercó a mí y me abrazó por haber escrito esa novela. 

Toda la vida me ha ocurrido lo mismo. Hay que reconocer que este mundo es tan imperfecto como encantador, y quizá por eso siempre me encuentro con buena gente que quiere tomarse un café conmigo e incluso un Dry Martini.

¿Cómo no despertarse cada día con una sonrisa en los labios si sabes que, a cada momento, te van a suceder cosas interesantes y que nadie podrá vivirlas salvo tú?

https://www.youtube.com/watch?v=w67-hlaUSIs

viernes, 25 de enero de 2019

"Sobre librerías y cuentos en los viernes".

La "Casa del Libro" de la Gran Vía de Madrid ha vuelto a abrir sus puertas. Esta mítica librería estuvo cerrada casi todo el año 2018, y la verdad es que me esperaba lo peor, sobre todo sabiendo que esta semana ha cerrado la librería Moya, la más antigua de Madrid, que estaba abierta desde 1862 y en cuya trastienda tuvo una tertulia Ramón y Cajal. El cierre de librerías se está produciendo en todos los lugares de España y del mundo, como va a ocurrir también con "La isla", en Santa Cruz de Tenerife, una de las que más aprecio. 

En esa estantería que fotografié ayer por la tarde en la nueva Casa del Libro están tres libros que publiqué con Bartleby, "Entrevías mon amour" (2009), "Cuentos de los viernes" (2015) y "Cuentos de los otros" (2017). Sé que el ensayo sobre Murakami (2013) se encuentra en otra planta, así como varios de mis libros científicos. Mientras hacía la foto pensaba que si algún día ya no queda ninguna librería en este mundo, al menos podremos conservar estos testimonios, y tal vez los niños del futuro sigan pidiendo a sus padres que les cuenten cuentos, lo que querrá decir que la literatura todavía no ha desaparecido.

"La Gran Vía".

"Da igual que haya recorrido tantos países y haya dado la mano a tantas personas. En mi memoria siempre están presentes las tardes en que mi madre me llevaba de la mano por esa calle cuando era un niño.

Una tarde entramos en “La Casa del Libro” y me compró dos novelas de Julio Verne, que aún conservo. Con el paso del tiempo un personaje de una de mis novelas robaba libros allí porque no tenía dinero para comprarlos y el ansia de leer era más fuerte que él.

Ahora mis libros están en esa librería.

A veces imagino que entro en ella llevando a mi madre de la mano".

("Cuentos de los otros", p. 34).



jueves, 24 de enero de 2019

"¿De verdad todavía hay quien cree que la felicidad y la autoestima la dan el dinero, el poder o la fama?"

Ayer escribí un post donde acababa diciendo que me iba a la calle a sentir el viento sobre mi rostro. Entre los muchos y cariñosos comentarios de cada día (con cada uno de ellos casi podría escribir un relato o al menos un post de Facebook), me hizo gracia el de la escritora donostiarra María Díaz Cid que dijo que si era capaz de sentir de esa manera es porque tengo alma de poeta.

Y qué le voy a hacer, desde que leí el comentario me pasé el día tarareando la canción que me susurraba al oído una amiga de la adolescencia mientras surcábamos los mares en las barcas del estanque del Retiro durante las tardes de domingo. Con el paso de los años cambié ese precioso estanque por los mares de verdad, pero la música ha continuado siendo la misma. Después de todo, nadie es perfecto, como dijo Billy Wilder, ni por supuesto todo el mundo es un jovencito de 16 años del barrio de Chamberí de Madrid al que siempre le han susurrado al oído cosas como estas a lo largo de su vida:

https://www.youtube.com/watch?v=mlg4fV1MEQ8

miércoles, 23 de enero de 2019

"La endogamia en el mundo de la literatura y otros asuntos".

La tertulia de ayer por la tarde en el Café Gijón fue tan interesante como la de todos los martes. Salieron varios asuntos a debate que nos parecieron de actualidad. ¿Continúan funcionando los grupos de poder en el mundillo literario de este país? ¿Las redes sociales han democratizado de alguna manera la situación? ¿Es verdad que un 40% de los españoles no lee nunca, según las últimas estadísticas publicadas? Como es lógico, las tertulias no sirven para arreglar nada ni aportar soluciones, solo para hablar, escuchar, debatir y reírnos mucho.

En cierto momento, nuestro arquitecto y fotógrafo Antonio Banús se refirió a la soledad creciente de las personas en esta curiosa época dominada por lo virtual, algo que contrasta con la facilidad de acceso a la información por parte de todos. Esa soledad está latente en el comportamiento humano y actúa de forma independiente en cada persona. Es el secular tópico de la soledad acompañada, sobre todo cuando el ser humano se mira al espejo. A su vez, Antonio Benicio Huerga, responsable de la editorial "Los libros del Mississippi", me entregó el libro de poemas "El cuaderno verde", del poeta de Zaragoza Fernando Vallejo Ágreda, que le presentaré aquí mismo el mes que viene (en una de las fotos).

Me tomo un café, termino de escribir este post y me voy a la calle. Siempre me ha gustado que el viento acaricie mi rostro.





"Bésame mucho".

Escucho las noticias en la radio mientras me tomo el primer café del día. Después de sorber unas gotas, percibo que no le he puesto azúcar, con lo que me gustan las cosas dulces. Echo dos cucharadas en el segundo café y apago la radio.

He leído en alguna parte que hoy se cumplen 14 años desde la muerte de la pianista y compositora mexicana Consuelo Velázquez (1916-2005). Cuenta la leyenda que escribió el bolero "Bésame mucho" con 16 años, cuando por lo visto todavía no había besado a nadie. En realidad ya lo dijo Ernest Jung, refiriéndose a los arquetipos que se repiten en el ser humano desde el principio de los tiempos.

Siempre he sabido que se puede vivir solo de besos.

https://www.youtube.com/watch?v=LLsg_Lk819s

lunes, 21 de enero de 2019

El pasado 12 de enero Murakami cumplió 70 años.

Había pensado brindar con una copa de sake, pero lo he celebrado de una manera menos alcohólica, ya que el otro día me enviaron el artículo de una investigadora de la Universidad de Puerto Rico donde me cita varias veces: "La música como elemento mágico realista y aspectos de la “japoneidad” en dos novelas de Murakami".

Winnie E. Pérez Martínez participó en 2018 en la conferencia "40 años with Murakami Haruki" dentro del proyecto "Eyes on Murakami", que auspicia el Consejo de Investigación de Artes y Humanidades del Reino Unido (AHRC) sobre el escritor japonés. La conferencia se celebró en la Universidad de Newcastle, y Winnie se integró en el foro "Murakami and Genders", con su ponencia "Murakami’s Female Mediums: Cross-gender Doubling in The Strange Library and Colorless Tsukuru Tazaki and His Years of Pilgrimage". 

En la segunda foto aparece dictando esa ponencia. 

Decidí estudiar a Murakami como un ejemplo de posmodernismo literario al que se le puede aplicar la fascinante Teoría de los Mundos Posibles y su superación del paradigma mimético en el arte y la literatura. Además de pasármelo muy bien haciéndolo, no dejo de comprobar que sirve para que te vayan conociendo por ahí, por ejemplo, en el Reino Unido y Puerto Rico, lo que no deja de tener su encanto.




Este es el artículo:

"Un sueño".

Esta noche he soñado que me encontraba atrapado dentro del coche en medio de esa montaña.

Eran las tres o las cuatro de la mañana y decidí internarme en esa fotografía para saber cómo respira el bosque en el mes de enero, inmerso en lo más crudo del crudo invierno. De pronto se puso a nevar, primero lentamente, de manera casi imperceptible, mientras sonaba el primer movimiento de la Tercera de Mahler. En seguida con fuerza, casi al compás de las trompetas dedicadas al dios de la Naturaleza, que es en quien se inspiró Mahler para componer su sinfonía. Las ruedas patinaron y decidí detener el coche junto a un árbol, aunque tal vez fuese junto al mismísimo dios Pan, ya que no se veía nada. La sinfonía de Mahler volvió a empezar varias veces hasta que me quedé dormido.

Hace un rato he despertado y me he puesto a escribir este post. La nieve de la carretera ha desaparecido, pero no hay ningún bar cerca para tomar el primer café de la mañana. Dudamel sigue tocando la obra de Mahler, y lo único que voy a poder llevarme a la boca es un beso.

https://www.youtube.com/watch?v=hlFC6inzQoI

sábado, 19 de enero de 2019

A lo largo de mi vida me han llamado de todo.

Desde extravagante y excéntrico con 17 años, solo porque llevaba libros en los bolsillos de la chaqueta, pensaba por mí mismo, escuchaba a Mahler y jugaba al tenis en la Ciudad Universitaria de Moncloa, hasta pijo intelectual, yuppie triunfador, espíritu independiente y libre, judío neoyorquino, santo laico, romántico empedernido, bohemio aventurero, viajero incansable o jipi.

Y también soy mar.

viernes, 18 de enero de 2019

Preciosa lectura (y foto) de la escritora y profesora Emma Rubio Prieto de mi novela "Entrevías mon amour" (Bartleby, 2009).

"Acabo de terminar la lectura de "Entrevías mon amour". Es una novela que parece escrita hoy a pesar de que fue publicada hace ahora diez años. Es tremendamente actual porque habla de víctimas y verdugos, de la memoria y el olvido, del dolor, del regreso, del amor. Las mujeres que aparecen son como las que queremos: poderosas, reivindicativas y libres.

Está tejida con multitud de referencias literarias y se desarrolla en el barrio de Entrevías, que en la novela es un escenario real y mágico a la vez.

Me encanta que el autor tome partido por los desposeídos y los desarraigados".

(Emma nació en Madrid y creció en Las Palmas de Gran Canaria. Licenciada en Ciencias de la Educación, ha impartido talleres de cuentacuentos en diversos colegios de Educación Primaria. Trabaja como profesora en un colegio de Educación Especial donde coordina el concurso anual de relatos cortos. Ha sido alumna de Eloy Tizón y finalista del concurso de relatos de El diario de León. En 2018 publicó su primer libro de relatos "Escamas en la piel").

Me parece a mí que si para algo sirve la literatura en la actualidad, entre otras cosas, es para que los seres humanos tratemos de entendernos, es decir, para intentar vivir experiencias humanas y humanistas.

"Madrid era una fiesta".

Uno de mis escritores favoritos, Ernest Hemingway, escribió una especie de memorias con el nombre de "París era una fiesta", que se publicaron el año 1964, después de su muerte, e inspiraron una de las entrañables películas de Woody Allen. Ahí se encuentran Scott Fitzgerald, Gertrude Stein, Ezra Pound, un joven Hemingway en París. Y a este paso voy a tener que escribir algo parecido con el nombre de "Madrid era una fiesta".

Ayer por la tarde me fui a tomar una manzanilla a la pecera del Círculo de Bellas Artes. Después subí a la terraza de la 6ª planta para contemplar una vez más algunas de las mejores vistas de la ciudad, un lugar lleno de gente joven con ganas de reír, a pesar del frío que hacía. Acto seguido bajé por la suntuosa escalera de mármol, como he hecho tantas veces en los bailes de Carnaval y en alguna fiesta de fin de año. En una planta me encontré con una exposición sobre Van Gogh, con una cola enorme. En la siguiente otra exposición sobre la influencia del rock en la generación beat (es la segunda foto) y en la entrada una exposición sobre el cine de uno de los directores que más admiro y más me ha enseñado a entender el arte, Andréi Tarkovski (las dos últimas fotos son de ahí). Todo ello en el mismo edificio y en la misma tarde.

La verdad es que Hemingway y yo hubiéramos hablado de muchas cosas.




"Sobre el futuro de la literatura".

Amistad, literatura y, en mi caso, una manzanilla en la tertulia de ayer en el Café Gijón.

Ayer planteé a los tertulianos la lectura del artículo que había escrito sobre Galdós, del que hablé el otro día por aquí. Aunque analizamos brevemente la parte económica de la burguesía a la que se refería Galdós, para mí esto siempre es una excusa para debatir y llevarnos la contraria, para repasar la historia de la literatura en hora y media, con Flaubert, Zola, Balzac, Galdós, Proust, Joyce, Perec.
Georges Perec escribió un libro posmoderno que ya se ha convertido en un clásico, "La vida instrucciones de uso", y usándolo como argumento entré en la manera en la que veo la literatura y el arte del siglo XXI, a los que les pido que evolucionen, que avancen. En el siglo XIX primaban el realismo y el naturalismo tan relacionados con el positivismo de la ciencia; en el siglo XX influyeron pensadores como Nietzsche, Freud y Einstein, y todo lo que supusieron para el desarrollo de las vanguardias y escritores como Joyce, Eliot, Faulkner y Huxley. Entiendo que el siglo XXI debe impregnarse de los avances científicos y de lo que puedan aportar al arte y la literatura la Física, la Termodinámica y las Teorías de las Catástrofes y el Caos, dentro de un mundo tan informatizado donde está cambiando incluso la utilización del dinero.

Me interesa mucho lo que pueda descubrir el Colisionador de Hadrones y la manera de describir esos espacios de diez elevado a menos dieciséis. Y de la misma forma los avances espaciales cuando se habla de diez elevado a dieciséis.

El día en el que se detenga la mente humana también dejarán de hacerlo el arte y la literatura.






martes, 15 de enero de 2019

"Los jóvenes también leen".

Silvana tiene 19 años, es de Huesca y estudia el grado de Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid.

Su madre, Rita Piedrafita, es una de las grandes lectoras de esta red social. Lo hace incluso profesionalmente. En 2016 publicó una crítica de mi novela "Las mentiras inexactas", que recojo al final de este post.

El otro día me comentó la conversación que mantuvo con su hija por correo. Hace poco le había dejado "Las mentiras inexactas" para leerla y Silvana le escribía ahora para decirle que había hecho mal; se había enganchado a ella de tal forma que no se le iba de la cabeza. Lo malo es que coincidía con la época de exámenes. Cuando los acabara pensaba recorrerse las librerías de Madrid para ver si encontraba a Sergio Barrios, el protagonista de la novela, un joven estudiante de literatura de la Complutense que tiene una librería en la plaza Santa Ana de Madrid, y que se enamora de Nora Acosta, una profesora de la Facultad. Es la Nora de Ibsen, de Joyce, de Borges, de Murakami.

Es una lástima que sigan cerrando librerías emblemáticas por todas partes. Yo sigo teniendo esperanza en los libros y en la lectura, al menos mientras existan jóvenes como Silvana, que aún desean vivir la literatura, respirarla, sentirla.

Después de todo, ellos son el futuro. 

http://www.palabrasencadena.com/2016/11/las-mentiras-inexactas-de-justo-sotelo.html?fbclid=IwAR3I1XBfXbr4Qo5H34JM-OyNJIxszFEOg_6BY7cKZ-5R5kvps0_wFHtGJvs 

lunes, 14 de enero de 2019

"Las tertulias del Café Gijón".

Mañana vuelven las tertulias al Gijón, tras las fiestas, aunque reunirte con amigos para hablar de literatura no deja de ser otra fiesta. 

He encontrado esta foto del Café Gijón con una tertulia presidida por Valle. Empecé a leerlo cuando era muy joven, y también he visto muchas de sus obras en el teatro. Recuerdo "Luces de bohemia", "Divinas palabras" y unas "Comedias bárbaras" que te dejan sin aliento, interpretadas por José Luis Pellicena en el teatro María Guerrero de Madrid y dirigidas por José Carlos Plaza. Las tres partes eran "Cara de plata", "Águila de blasón" y "Romance de lobos", y en ellas se cuentan las gestas y miserias de los Montenegro, un ancestral linaje de la nobleza rural gallega. Fueron alrededor de diez horas seguidas dentro del teatro, sin salir. 

Pellicena falleció en noviembre pasado. Desde aquí quiero agradecerle que me regalara una de las experiencias más hermosas que he vivido dentro de un teatro.

(La tertulia será como cada martes a las 18.30 en el Paseo de Recoletos 21 de Madrid. Todo el mundo está invitado, aunque Valle-Inclán no pueda venir).






sábado, 12 de enero de 2019

"Cuando la realidad supera a la ficción".

Ayer compartí por aquí uno de mis cuentos, "Eyes Wide Shut", sobre esos amores que nunca se olvidan. Entre los comentarios a ese post, había uno de una antigua amiga de esta red social realmente emocionante.

"Yo sobreviví gracias a ese primer amor. Y después de muchísimos años lo fui a encontrar en una residencia de ancianos que iba a visitar de vez en cuando. Lo reconocí en seguida, él me sonrío, comenzamos a hablar y me di cuenta de que no se acordaba de nada. Su familia lo había abandonado allí porque padecía Alzheimer. Yo lo sigo visitando de vez en cuando y, cuando me ve llegar, me sonríe. Él no se acuerda de mí, pero yo sí de él. Siempre será mi lord inglés".

Me tomo el primer café de la mañana, releo esta historia y pienso que la vida es el verdadero paraíso, más que el arte y la literatura, a pesar de haber publicado 20 libros y de que me haya pasado media vida escribiendo, como el libro de la fotografía que ha dado lugar a este post. 

Eso sí, de todos los viajes que he hecho por el mundo, el más apasionante es al interior de la mente humana.


viernes, 11 de enero de 2019

"Eyes Wide Shut".

"El otro día leí en Facebook que toda mujer convive con los fantasmas de sus relaciones pasadas.

Él buscó su mirada, pero ella no levantó la vista del iPad. Estaba interesada en la evolución del Ibex-35. No se fiaba de la situación del mercado de valores. Había apostado por las «eléctricas» en unos tiempos de crisis económica y convencido a su empresa para realizar una operación arriesgada.

Hace mucho que no hacemos el amor, continuó él. Es como si hubiera pasado un siglo desde que nos vinimos a este chalé con vistas al pantano. Era tu sueño, ¿lo recuerdas? Aquí vivían tus compañeras del colegio, tus mejores amigas, esas con las que no tenías secretos. ¿Qué me decías?, levantó ella la vista unos instantes del gráfico que mostraba la cotización de las acciones. Te decía que no me importaría hablar otra vez de sexo, incluso de amor. El primer año fue maravilloso, supongo que no lo habrás olvidado. Apenas llegábamos a fin de mes, pero éramos felices y nos queríamos.

Ella lo miró con los ojos cerrados y dijo: ¿Sabes que ha aparecido el cadáver de ese director de cine en el pantano? Todo son especulaciones. Todavía se desconoce si fue un asesinato o se ahogó mientras nadaba. ¿Te acuerdas de ese tipo? Cómo podría olvidarlo, dijo él al tiempo que se encogía en la sábana y situaba la cabeza en el hombro de ella. Estuvisteis enamorados; lo sabía todo el mundo. En realidad siempre he pensado que continuabas enamorada de él. No me extraña que alguien lo matara, aunque si te digo la verdad tampoco me importa. Era un director morboso y mujeriego, un egocéntrico. A veces me pregunto cuánto dura el amor, dijo ella sin prestar atención a sus palabras y dejando el iPad sobre la mesilla. Y añadió: Quizá lo sabríamos si el amor cotizara en Bolsa.

Abrió los ojos, alargó el brazo y apagó la luz. 

Y yo lo tuve claro".

("Cuentos de los otros", Bartleby, p. 45).

(Para Carmen Arroba, por su cumpleaños. Sé que la gustan mis cuentos. Es la mujer rubia que está a mi derecha en esa foto, durante la presentación en Madrid del libro hace algo más de un año).

jueves, 10 de enero de 2019

"Un paseo por Madrid de la mano de Galdós".


1.     Planteamiento de la cuestión.
           
Un aspecto esencial en la obra de Galdós es la importancia que concede a la economía. Como es lógico era un elemento angular en la sociedad de su época, y Galdós no podía dejarlo de lado a la hora de describir las miserias y grandezas que definen a sus personajes. Esto ocurre en su primera gran “novela contemporánea”, La desheredada, y continúa, por ejemplo, con La de Bringas, Lo prohibido, Fortunata y Jacinta y la serie sobre Torquemada. Las descripciones del comportamiento humano de sus protagonistas, así como de ese mundo maravilloso que aparece en sus obras con forma de personajes secundarios, no tienen nada que envidiar a las que se deducen de las teorías de los libros de economía escritos por Smith, Malthus, Ricardo, Marx y Stuart Mill. Algunas páginas de esas novelas podrían ser consideradas como la parte aplicada de los tratados de Economía Política que, desde la década de los ochenta del siglo XIX, se conocerá como Economics, en su aspiración por imitar a la Fisics

¿Cómo describiría Galdós, si viviera, este período de crisis económica que nos ha tocado vivir en la actualidad? ¿Incluiría también como elemento esencial en la vida y comportamiento de sus personajes el escaso crecimiento de la economía, los problemas de la deuda privada y pública, y el elevado desempleo de la clase media española? Si ya fue muy irónico y mordaz a la hora de referirse a la degradación moral de la burguesía de su época, ¿qué diría ahora con el fin de analizar la estupidez económica y social que estamos viviendo en manos de ese eufemismo que llamamos “mercados financieros”? En el siguiente epígrafe se resumen los principales sucesos de las dos novelas tomadas como referencia, donde se observa la relevancia de los aspectos económicos, para pasar, acto seguido, a las características que originaron el sistema económico del siglo XIX. A partir de ello se establecerán algunas conexiones que permitan extraer conclusiones sobre el modo de vida de la burguesía de esa época, e incluso de la nuestra. Si las relaciones económicas comenzaron a tener sentido cuando la burguesía ocupó un lugar destacado en la segunda mitad del siglo XIX, con un proceso imparable de acumulación de dinero y posterior movimiento del mismo en los principales mercados económicos y financieros, algo similar está ocurriendo en estos momentos. El progreso económico posee raíces en la continua circulación del dinero, y cuando esta se paraliza también lo hace la economía. Este hecho ha sido habitual en las anteriores crisis sistémicas, y también está ocurriendo ahora.


2. La situación económica como uno de los motores de la acción en las obras de Galdós.

En las décadas de los 70 y 80 del siglo XIX, Galdós no dejó de escribir obras maestras. La de Bringas (1884) es una de sus novelas más modernas y actuales, con la que se adelantó a ideas posteriores sobre la “espacialización” del tiempo. Este aspecto del cronotopo es uno de los rasgos distintivos de la novela en el siglo XX y ha marcado la posmodernidad (al respecto puede verse: Garrido Domínguez, 1993). Y lo mismo le ocurre a su siguiente novela, Lo prohibido (1884-1885), a pesar de las diferencias de estilo. Galdós se encontraba en la plenitud de su actividad creadora; había dejado atrás las novelas de “tesis” y ya dominaba, a la perfección, la narración realista y naturalista. Los puntos esenciales de ambas novelas (y de casi todas sus obras de aquella época) son los papeles que juegan el “dinero” y la “mujer”, en este último caso poco más que una mercancía en manos del hombre, es decir, del sistema capitalista. La mujer busca, necesita, desea tener dinero porque es la forma de salir de la mediocridad en la que vive inmersa. Y sólo puede hacerlo trabajando fuera de casa, casándose con un hombre que la mantenga o pidiéndolo prestado al usurero de turno. En todos esos casos, su futuro es desolador. En primer lugar, el marido le va a permitir disponer de dinero a cambio de cumplir con su papel de mercancía y no cambiar el orden establecido por la convención de siglos acumulados de poder por parte del hombre; en segundo lugar, trabajar fuera de casa todavía será una misión casi imposible para ella ante el lento desarrollo económico del país y, por último, los préstamos de los usureros inciden más en su paulatina degradación.



En los siglos XVIII y XIX, España no contó con una verdadera revolución industrial, comparable a la de los países de nuestro entorno, encabezados por Inglaterra y Alemania, y debido a ello el papel de la burguesía fue irrelevante durante demasiado tiempo. Las cosas empezaron a cambiar hacia la mitad del siglo XIX, con los gastos de inversión para la construcción del ferrocarril, la creación de industrias y, políticamente, con el triunfo de la Gloriosa y la salida de Isabel II del trono. No obstante, fue difícil terminar con la lucha entre el proteccionismo y el librecambismo (Blanco y Blanco Aguinaga, 2008: 16). En esa sociedad en transición no resultaba difícil confundir el “ser” con el “querer ser” e incluso con el “parecer”. Era una sociedad que se basaba en las apariencias. Rosalía Pipaón de la Barca de Bringas, por ejemplo, valoraba más el parecer que el tener, y algo similar podría decirse de Milagros, la marquesa de Tellería. Si la primera consume compulsivamente en las tiendas de moda de Madrid, a la marquesa le ocurre algo similar. Llegará un momento en que la mujer modesta tenga incluso que prestar dinero a la aristócrata para que esta pueda pagar las deudas que se originan por sus constantes fiestas, viajes y caprichos, y la otra presumir de codearse con la aristocracia. La vida de Rosalía podía considerarse feliz, dentro de la disciplina en que sometía a su hogar el cabeza de familia, Francisco de Bringas, un oficial de 1ª de Intendencia del Real Patrimonio, que cobraba un sueldo anual que no superaba los treinta mil reales, lo que les permitía vivir sin grandes alegrías. Sin embargo, Rosalía (como tantas mujeres de la época) tenía que dar un paso más.

Francisco de Bringas es un “puritano”, ese tipo de persona que ha asimilado la forma de vida de la religión protestante, que prima el trabajo y el esfuerzo, junto al ahorro. Por ese motivo la novela comienza con la creación de un cenotafio (casi de juguete) que está realizando para obsequiárselo a Pez, que había ofrecido un empleo en Hacienda a su hijo, con un sueldo de poco más de 400 reales al mes. Francisco es un tipo oscuro y tacaño, que elabora el cenotafio porque no le cuesta apenas dinero. A él no le interesan la ropa y la moda, por supuesto, como les ocurre a su mujer y a la marquesa, y todo su afán es poseer un pequeño cofre con unos miles de reales, fruto de su trabajo y el consiguiente ahorro. En su pequeño mundo las apariencias no poseen ningún sentido, lo contrario de lo que le ocurre a Rosalía y a la sociedad “bien” de Madrid, que, como se dirá en Lo prohibido, es una sociedad que se podría resumir en su propia emblema, con el oso que se estira para coger el fruto del árbol, pero que nunca lo consigue atrapar. Las palabras “dinero”, “sueldo”, “consumo”, “ahorro”, etcétera, están en boca de los personajes desde el principio, y también del narrador, un curioso sujeto que se inmiscuye en la historia también por razones económicas, y que la concluye también de forma curiosa, pues incluso podía haberse convertido en amante de Rosalía a cambio de dinero. Esos conceptos son habituales en la ciencia económica, y ofrecen sentido a la circulación de la renta, tanto de forma individual como colectiva, incluyendo el sistema financiero.

Lo prohibido, por su parte, es la continuación natural de la novela anterior. Es una obra más extensa y de mayor calado analítico. José María Bueno de Guzmán empieza a hablar de dinero desde el principio de la novela, y casi termina refiriéndose al mismo asunto en las últimas páginas. Los ejemplos son numerosos, casi agobiantes, y se apoderan en bastantes ocasiones de la trama. Aparentemente Lo prohibido es la historia de la seducción del protagonista a sus tres primas: Eloísa, María Juana y Camila (o al menos los intentos de seducción, ya que en el último caso resultan infructuosos, lo cual da lugar a algunas de las escenas más surrealistas), pero, como casi siempre en Galdós, las cosas son más complejas. Lo fascinante es cómo consigue el autor relacionar el fondo de la historia con la forma, utilizando el “dinero” y la idea de riqueza como hilo conductor.

La novela comienza el año 1880, es decir, doce años después de la Gloriosa, momento en que termina La de Bringas, cuando su protagonista llega a Madrid con una fortuna considerable que le permite vivir una vida relajada y feliz. Siempre que José María describa a sus familiares y amigos (es de los pocos casos en que Galdós escribe en primera persona), aludirá a su situación económica. Los rasgos físicos y mentales de cada personaje son completados siempre por la mayor o menos existencia de dinero a su alrededor. Y por eso es importante la Bolsa de Valores, un escenario recurrente a lo largo de la novela. En lugar de reunirse en cafés o restaurantes, en muchas ocasiones los personajes lo hacen dentro de las paredes de la Bolsa. La derrota final del protagonista une su fracaso sentimental con el económico, y lo hace de forma perfecta. José María dejará de ser un donjuán en el instante en que se acerque a la ruina de su economía particular por diversos motivos, casi siempre por culpa de las mujeres, algo que también relaciona la novela con La de Bringas, donde Rosalía se salvará de un final próximo a lo ignominioso, pero no terrible. Rosalía cambia a lo largo de la trama, en la misma medida en que José María se despeña por una pendiente cada vez más grande hacia su final.



3. Ideas sobre Economía política.

En cierta medida, el comportamiento de los personajes de Galdós tiene su base en la idea moderna de Economía, extendida en buena parte de Europa durante el siglo XVIII. Lo prohibido es la primera novela de Galdós donde tiene cabida el desarrollo industrial en España, una perspectiva distinta de los comerciantes de otras novelas, como Fortunata y Jacinta. En aquella se habla de capitalismo con rigor y profundidad, lo que la convierte en una de sus obras más modernas e inteligentes. Para un economista clásico como John Stuart Mill (que vivió en la misma época de Galdós), la economía es la ciencia que estudia la riqueza y las leyes de su producción y su distribución, una definición más completa que la clásica y conocida de la ciencia de la administración de los recursos escasos. Para Alfred Marshall, otro economista clásico, la economía es el estudio de la humanidad en las ocupaciones ordinarias de la vida y examina la parte de la acción individual y social relacionada con la obtención y el uso de los artículos materiales necesarios para el bienestar. También ha sido esencial para la comprensión de la ciencia económica la definición de Lionel Robbins, para quien la economía estudia la conducta humana como relación entre fines y medios escasos con usos alternativos. No obstante, la definición más interesante es la que dio Salvador de Madariaga, sobre todo por su contenido moral, y que Galdós habría aplaudido de haberla conocido. Para Madariaga, la verdadera economía es la administración adecuada de los valores morales en el reino material (Sotelo, 2001: 55-57).

Una de las críticas que suele hacerse a los economistas es que sus teorías no logran explicar la realidad, porque son elementales e incompletas, y su comportamiento es aún peor cuando intentan predecir el futuro. Como defensa se puede argumentar que los científicos, investigadores y filósofos tienen un límite para la comprensión de lo que les rodea. No parece, por tanto, que sea un proceder lógico que se haga un juicio por la existencia del límite, cuando es más correcto que se valore la capacidad de alcanzar y superar poco a poco la frontera de lo posible. Tampoco es una tarea sencilla establecer con precisión el momento histórico a partir del cual la economía se apropió de las características de una disciplina científica. Está más o menos admitido, no obstante, que la fecha clave fue 1776, con la publicación de la obra de Adam Smith Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones. Mucho más atrás en el tiempo se encuentran las ideas de los filósofos griegos clásicos, así como de los escritos económicos de los siglos XIII y XIV, mientras que los antecedentes cercanos proceden de las aportaciones de los fisiócratas. Entre los antecedentes metodológicos estaría la tradición deductiva, con autores como Descartes y Espinoza, la inducción empírica, con Bacon y Locke, la tradición escéptica, con Hume y, posteriormente, la síntesis entre el racionalismo y el empirismo, con Kant (Sotelo, 2001: 58 y ss). 

            Las ideas de mercantilistas como Hume y Steuart sobre el comercio europeo en los siglos XVII y XVIII constituyen los primeros vestigios del moderno pensamiento económico. La riqueza de un país es una magnitud stock (acumulación de metales preciosos) y la actividad económica busca el aumento del intercambio exterior para obtener una balanza comercial que permita más entradas de oro y plata. Las actuaciones de las autoridades deben girar sobre el incremento de las exportaciones y el freno a las importaciones. La escuela de los fisiócratas (Quesnay, Mirabeau, Turgot) establece un esquema formalizado del funcionamiento de la economía con la Tableau Économique de Quesnay. El fundamento de su discurso se presenta condicionado por el racionalismo de la época, y se basa en la existencia de un orden natural espontáneo de tipo físico-material, al que pertenece la sociedad, constituido por relaciones causales y estables que funcionan mecánicamente. Su interpretación posee un carácter deductivo, con ejemplos sacados del terreno de la agricultura, pues la riqueza es un flujo circular originado por el excedente agrícola.

Los principales economistas clásicos crearon un cuerpo de leyes y principios de funcionamiento económico, pero no se plantearon la contrastación con la realidad, ya que les bastaba con que su razonamiento estuviera de acuerdo a las reglas deductivas. Aun así, Adam Smith y Thomas R. Malthus no renunciaron a los planteamientos inductivos, debido a la influencia del empirismo de Bacon. David Ricardo, por su parte, como principal teórico de la escuela, usó casi en exclusividad el método deductivo y abstracto, sin entrar en la contrastación empírica de sus teorías con la realidad. El otro gran autor, John Stuart Mill, usó un método denominado por él mismo de “composición de fuerzas”, con el que combinaba el método a posteriori con el método a priori (inductivo y deductivo, respectivamente).

            La escuela clásica económica posee tres pilares esenciales, que han demostrado ser resistentes al paso del tiempo, pues de alguna forma siguen estando de moda en unos momentos de crisis tan particulares como los que estamos viviendo en estos momentos. En primer lugar, hay que hablar del racionalismo mecanicista que lo impregna todo, con un orden natural estable y armónico. A imitación de la física, la economía funciona gracias al intercambio que llevan a cabo los individuos en el mercado, y que posibilita el equilibrio según la idea de la “mano invisible”. El segundo pilar es la asunción de los rasgos básicos de una filosofía psicológico-moral, basada en los análisis de Mandeville en su Fábula de las abejas, de 1729, y Hobbes, con su Leviatán, de 1751. Aquí están las ideas del “apetito del placer” y la “aversión al dolor” como impulsoras del individuo. Esos rasgos los enseñaba Smith como profesor de Lógica y Filosofía de la Moral en Glasgow, y también los tuvo en cuenta Bentham en su teoría del utilitarismo, de 1780. Una premisa fundamental para esta “Economía Política” que estaba naciendo sería que el comportamiento del individuo ofrece sentido al análisis económico de la sociedad (esta no es más que la agregación cuantitativa de la suma de individuos que la integran). A ello habría que unir el que los individuos contribuyen al bienestar de la sociedad cuando actúan con criterios personales en busca de su propio beneficio. El tercer pilar es la adopción de planteamientos fisiócratas, al centrarse en la producción manufacturada fabril como origen del excedente económico. Ahora la Economía Política ya no será estática como con los fisiócratas, sino dinámica, con la preocupación del crecimiento económico y la distribución del excedente. 

Si se buscara contrastar las hipótesis de esta escuela siguiendo la metodología de Popper se llegaría a la conclusión de que, con la ayuda de la evidencia empírica, podrían ser falsadas. El progreso técnico suavizó, durante el siglo XIX, la consistencia de la ley de los rendimientos decrecientes. De la misma forma, si se considera el incremento de las rentas de la agricultura como otra hipótesis falsable, en el contexto de la renta nacional, se llega a la falsación de la hipótesis a partir de las observaciones realizadas. Dentro del enfoque de Stuart Mill, si los economistas modernos analizan la validez de las teorías según las predicciones que consignen con ellas, será mejor utilizar el papel de los supuestos, lo que no significa que tal línea de pensamiento no quiera establecer predicciones, sino que pone en tela de juicio su precisión a la hora de anticiparse al futuro. Es decir, una vez que se acepta que los supuestos que son verdaderos generan conclusiones que también lo son, lo que resulta más lógico es tener en cuenta que los supuestos significativos conducen, necesariamente, a predicciones de la misma manera muy simplificadas. La conclusión es patente: tales predicciones nunca podrán transmitir con fidelidad cuáles con los acontecimientos que van a producirse en la realidad.

También hay que reseñar que a mediados del siglo XIX surgen unas tendencias institucionalistas e históricas, en concreto en Alemania, al amparo del idealismo de Hegel y en contra de las ideas de la escuela clásica. En esta corriente de pensamiento se considera una estrecha interrelación entre las actividades económicas y no económicas, imponiendo un carácter histórico a sus bases metodológicas. Otorga un importante papel a la actuación del estado y al desarrollo de la política económica en forma de medidas proteccionistas. El revisionismo establecido por esta escuela fue criticado por los neoclásicos (marginalistas o subjetivistas), claros confirmadores del pensamiento clásico y seguidores del positivismo (Sotelo, 2002: 9 y ss). De los fundamentos de este último (doctrina malthusiana de la población, la teoría del fondo de salarios, la teoría de la renta de la tierra y la teoría del valor del trabajo, de la que se derivaba la teoría del coste de la producción), tan sólo fue aceptada la relativa a la teoría de la renta de la tierra, entre cuyas bases se encuentran los conceptos de productividad marginal y de maximización individual. La teoría del valor del trabajo fue sustituida por la teoría del valor basada en la utilidad marginal. No obstante, puede decirse que, en líneas generales, la escuela clásica de la economía se convirtió en la “carta declarativa” del desarrollo de las relaciones capitalistas, y que los principales economistas neoclásicos -Jevons, Menger, Walras o Marshall- fueron los creadores del nuevo orden económico, en torno a las últimas décadas del siglo XIX, con nuevas formas de conocimiento y una teoría de la utilidad marginal convertida en el centro neurálgico que influía en todas las actividades de los individuos.
           
           4. Los personajes y las acciones narrativas como elementos de la mecánica clásica económica.

            Ya se ha comentado el trasfondo económico que subyace a muchas de las actuaciones de los personajes de Galdós, y que se pone claramente de manifiesto en las dos novelas tomadas como referencia en este estudio. A lo largo de sus páginas, se ve cómo los personajes se mueven alrededor de otros personajes que, a su vez, persiguen un lucro personal que termina marcando sus vidas. Ahí se encuentran los dos pilares esenciales del sistema clásico capitalista mencionados en el anterior epígrafe, relativos al racionalismo mecanicista y la filosofía psicológico-moral. Todo ello en una sociedad en transición que evoluciona desde el mundo agrario al mundo urbano, con la actividad comercial como aspecto clave del crecimiento económico, y que en el caso de La de Bringas queda patente con la importancia que se concede a “estar” e “ir” a la moda, y en Lo prohibido con la compraventa de acciones, actuaciones de los bancos industriales y creación de empresas de todo tipo, sobre todo porque este estado de la cuestión le permite a su protagonista comportarse como lo hace y dictar, en cierta medida, el devenir de sus familiares y amigos.

            Rosalía no tiene excesivas posibilidades económicas, pero aun así presta dinero a la marquesa. Las convenciones sociales poseen más importancia que los problemas económicos de cada día. En la página 191 de la edición de Hernando se puede leer que: “No hay felicidad que no tenga su pero, y el de la felicidad de la marquesa era que para completar la suma hacían falta unos cinco mil… Porque sí, estaba pendiente una cuentecilla…” Y esto pudo hacerlo porque había estado registrando en la “caja fuerte” de su marido. Así, en la página 188 el narrador expone que  Rosalía “revolvió, contó y recontó todo lo que había en el doble fondo, pasmándose del caudal allí guardado. Su marido tenía mucho más de lo que ella sospechaba; era un capitalista. Había cinco billetes de cuatro mil reales, que componían mil duros, y después un pico en billetes pequeños que sumaban más de tres mil setecientos”.

            Francisco Bringas es denominado “capitalista”, un término que se había puesto de moda en esa época -como se ha comentado en el anterior epígrafe-, y por eso, unos párrafos más adelante se otorga sentido al significado real del capitalismo clásico, cuando el narrador se introduce en el pensamiento de Rosalía y afirma que “guardar dinero de aquel modo, sin obtener de él ningún producto, ¿no era una tontería? ¡Si al menos lo diera a interés o lo emplease en cualquiera de las sociedades que reparten dividendos…! También es cierto que el destino ayuda a Rosalía para convertirse en prestamista y entrar, de alguna forma, en el engranaje del sistema capitalista. Francisco pierde la vista temporalmente y ella será, desde entonces, la “capitalista” de la familia, un hecho que influirá en la paulatina transformación de su carácter, y que Galdós describe con inteligencia y sutileza.

            Ese tipo de asuntos abundan en Lo prohibido, una novela que profundiza más en ellos, como ya se ha comentado, y que permite constatar una de las paradojas más notables de la tradición económica liberal: la economía de mercado, con mercados que se autorregulan, en sustitución de los antiguos mercados aislados y regulados, ha sido lo que es gracias a la intervención de los gobiernos, a pesar de que la ideología pasara a defender ese mercado liberal como el resultado de un proceso natural. Cuando lo necesite el liberalismo utilizará la intervención del estado, criticando el “laissez faire” y a la inversa. Así, en el capítulo II de Lo prohibido el protagonista se refiere a las “indispensables noticias de mi fortuna, con algunas particularidades acerca de la familia de mi tío y de las cuatro paredes de Eloísa”. Ese es el título, lo que otorga importancia a los aspectos económicos. José María da cuenta de su capital, y con ello se sitúa a la misma altura que las grandes fortunas de la época, es decir, la de Larios en Málaga, López en Barcelona, Misas en Jerez y Céspedes, Murgas y Urquijos en Madrid. En seguida expone con detalle (página 68): “Al desaparecer del mundo comercial la casa que giraba con mi firma, celebré un convenio con los “Hijos de Nefas”, que se hicieron cargo de todos mis negocios mercantiles, para unirlos a los de su casa, quedando, además, encargados de liquidar los asuntos pendientes. Según mi cuenta, la liquidación arrojaría unos cuarenta mil duros a mi favor… Las viñas arrendadas podían capitalizarse en otros cuarenta mil duros. Lo que obtuve de las vendidas, de las existencias cedidas a diferentes casas y de créditos realizados, subía a más de cien mil, que iría recibiendo en Madrid, según convenció, en los plazos trimestrales y en letras sobre Londres. Pensaba emplear este dinero, conforme lo fuera cobrando, en valores públicos o en inmuebles urbanos.” La cita es larga, pero expresa claramente lo que se está estudiando en este trabajo.

            El protagonista de Lo prohibido no ha terminado de describir su gran fortuna; sólo cuando lo haga podrá comenzar, realmente, la acción de la novela, porque todos los personajes girarán alrededor de él, y de su dinero. La mecánica clásica de la física logra, una vez más, su sentido en su aplicación a los aspectos económicos. José María había hecho otras ventas con anterioridad, y en Londres disponía de diecisiete mil libras, “parte situadas en casa de Mildred Goyeneche, parte empleadas en renta inglesa del 3 por ciento. Estos setenta y cinco mil duros, unidos a lo anterior, hacen ya doscientos cincuenta y cinco mil. Debo añadir un pico que tenía en París en poder de Mitjans, y que le ordené empleara en renta francesa de 4,5 por ciento, con el cual pico mi cuenta anda muy cerca ya de los seis millones de reales” (página 69). Todo ese dinero le abre cualquier tipo de puerta, como afirmará en seguida, y le permitirá tener las mejores relaciones del momento en Madrid, entre otras cosas porque la relación de su fortuna aún no había terminado. Poseía obligaciones de Banco y Tesoro a un interés del 3 por ciento consolidado, “Ferros”, obligaciones sobre Aduanas, resguardos al portador de la Caja de Depósitos. Todo ello sumaba ochenta mil duros efectivos, y lo había adquirido su padre, junto a acciones del Banco de España. José María también disponía de varios créditos pequeños de cobro seguro y existencias en metálico, que redondeaban su fortuna en los nueve millones de reales. Lo curioso es que su prima Eloísa (que, aunque estaba casada, como el resto de sus hermanas, se convertirá en su gran amor y una de las causas de la pérdida de su fortuna) dirá en seguida que los bienes de la tierra estaban mal repartidos. José María empezará a hacerle regalos, a medida que su amor y pasión sexual por ella vayan creciendo, y los utilizará para hacer suyo esos bienes “materiales”, aunque sigan mal repartidos.

            Los ejemplos sobre el desarrollo económico de España, tras la Restauración, también son abundantes durante la novela. Así en la página 85, se relata cómo el protagonista viajó a Alemania en compañía del marqués de Fúcar, que iba a hacer contratas de tabacos, y después en Londres junto a Villalonga, a quien el ministro de Fomento había encargado la compra de maquinaria agraria, así como caballos para mejorar la casta de la Península. En la página 100 se habla del proceso económico de conversión de la Deuda de 1882, realizada por Juan Francisco Camacho (1817-1896), gran hacendista y ministro de Hacienda. “La turbamulta de papeles diversos llamados Obligaciones del Banco y Tesoro, de Aduanas, Bonos, Resguardos al portador de la Caja de Depósitos, Acciones de carreteras, Deuda del personal, se estaban convirtiendo en un 4 por ciento amortizable en cuarenta años por sorteos trimestrales, y emitido al tipo de 85”.

            El famoso prestamista (y usurero) Francisco Torquemada hace su aparición en la novela en la página 188, y con ello se establece otra de las características singulares del sistema capitalista, que puede estar representada en el “precio” del dinero, es decir, en el tipo de interés con el que se valoran el dinero y las inversiones. Torquemada es el típico sujeto aprovechado que empezó a destacar gracias al despilfarro de los ricos que sólo vivían de las apariencias y necesitaban mantener su nivel de vida con los préstamos de sujetos como Torquemada. Este tipo continuará en el mundo de Galdós y se hará protagonista en las obras Torquemada en la hoguera (1889), y en la trilogía constituida por Torquemada en la cruz, Torquemada en el Purgatorio y Torquemada y San Pedro (1893-1895).

            En la página siguiente, la 189, José María hace alusión a la coprotagonista de La de Bringas”, Milagros, la marquesa de Tellería. En concreto dice: “Fuimos a almorzar, y en la mesa, Eloísa parecía más tranquila. Raimundo, hablando del completo hundimiento de la casa de Tellería, hubo de contar cosas muy chuscas, de las cuales se rio mucho su hermana, aunque a mí me hacían poca gracia… León Roch había suspendido la pensión que pasaba a Milagros. Esta y el pobre marqués vivían separados y en la mayor miseria, cada cual dando sablazos y explotando al pobre que cogían debajo”. Raimundo es el primo varón de José María, y la alusión a los Tellería le sirve a Galdós (mediante la información que recibe su narrador personaje, y que transmite a los lectores) para criticar la actitud de los aristócratas degenerados, derrochadores y aprovechados, que tienen una participación singular en las obras La familia de León Roch y La de Bringas, lo que a su vez vuelve a incidir en la primera hipótesis de la económica clásica del siglo XIX sobre el comportamiento mecanicista de la humanidad. Los comportamientos de los seres humanos provocan consecuencias en sus semejantes; no es únicamente un problema de la lógica racionalista, sino de que la economía es una ciencia social.

5. Conclusiones.

La economía tradicional se apoya en la idea de un orden natural y equilibrado de la sociedad y el mundo en general, al empeñarse en imitar a la física mecánica, sin comprender que existen diferencias entre ambas formas de entender la existencia del ser humano. Es un problema de falta de contrastación con la realidad, al ampararse en la placidez victoriana, y con ello en una ortodoxia deductivista ocupada en el estudio de la asignación óptima de los recursos escasos con usos alternativos en un mundo estático. A pesar de su nulo apoyo en la realidad, hay que destacar su hermoso desarrollo lógico-formal, con una matemática cada vez más sofisticada, el impulso de una economía que se estudia en las universidades y el carácter conservador de la mayoría de los grandes economistas.

            El realismo y posterior naturalismo de algunas de las obras de Galdós no tuvo más remedio que hacerse eco de este planteamiento económico, aunque sólo fuera por la fiel descripción que hizo a lo largo de sus páginas de la forma de ser y comportarse de sus principales personajes. El nivel económico sirve para llevar una determinada forma de vida, y si desciende entonces los personajes acuden a los préstamos, bien de los amigos o bien de los profesionales que iban surgiendo en la época. Con la bajada del sueldo de que es objeto Francisco Bringas a causa de su ceguera, es evidente que tenía que bajar su nivel de vida; y algo similar ocurre con los despilfarros de Eloísa que debe afrontar José María en Lo prohibido. Su prima desea una independencia económica difìcil para una mujer en esa época, y la forma de conseguirla es utilizando su dinero. Lo más sorprendente del caso de Rosalía es que está a punto de llevar a la ruina a su familia por su obsesión en aparentar lo que no era, ya que acepta prestar dinero a la marquesa de Tellería. Los vaivenes económicos de la Bolsa de Madrid, con las caídas y subidas de la cotización de las acciones, y otras operaciones financieras, se convierten en la gran metáfora de Lo prohibido, y poseen un valor similar a la pasión amorosa del protagonista.


    6. Bibliografía citada.

·  Garrido, A. (1993). El texto narrativo, Madrid. Síntesis, 1996, 1ª reimpresión.
·  Pérez Galdós, B. (1884). La de Bringas, Madrid, Editorial Hernando, 1975.
- La de Bringas, Edición de Alda Blanco y Carlos Blanco Aguinaga, Madrid, Cátedra, 2009, 11ª edición.
- (1884-1885). Lo prohibido, Edición de José F. Montesinos, Madrid, Clásicos Castalia, 1971.
·   Sotelo, J. (2001). Memoria de Cátedra sobre concepto, método, programa y fuentes de Política Económica, Madrid.
-  (2002). “Reflexiones sobre la recuperación del papel de la economía como ciencia social”, Conferencia San Vicente Ferrer, Madrid.