Viajar durante horas en un avión te permite
muchas cosas, desde charlar, hasta leer, preparar clases y pensar. Ayer,
mientras atardecía y anochecía por completo, estuve dando vueltas a una
película que vi hace poco en los cines Renoir de la Plaza de España de
Madrid.
"Atardecer" es la segunda película que estrena el
director húngaro László Nemes (1977). Con la primera, "El hijo de Saúl",
me dejó pegado a la butaca un buen rato hablando del Holocausto.
Resultaba gratificamente encontrar sus
resonancias bíblicas, como ocurre con Faulkner. Ahora va más atrás en el
tiempo en busca del origen del mal en la Europa del siglo XX y se sitúa
en los meses previos a la Primera Guerra Mundial. El imperio
austrohúngaro está a punto de derrumbarse y de llevarse consigo a la
monarquía y a parte de la burguesía. Irisz Leiter abandona con veinte
años la ciudad de Trieste, donde fue internada en un orfanato cuando
fallecieron sus padres en un incendio en Budapest, y llega a esta ciudad
para trabajar como modista en una famosa tienda de sombreros que había
pertenecido a sus padres, y que siempre visita el Emperador. Una vez
aquí descubre que tiene un hermano del que no sabía nada, un sujeto
misterioso y odiado por mucha gente. A pesar de todas las advertencias
que recibe en contra, Irisz decide buscarlo, aunque deba sumergirse en
una ciudad sumida en la violencia y al borde del desastre.
Es una película de las llamadas de "autor", y no resulta fácil ni
comercial. La cámara sigue siempre a Irisz, que casi nunca entiende lo
que ocurre, como le sucede al espectador. A veces solo hay susurros (el
sonido se convierte en un personaje más de la película) y voces, como si
hablaran las voces espirituales de los personajes.
La oscuridad se apoderó por fin de las palabras y los sentidos, y me quedé dormido. Al despertar me volvió la imagen de la protagonista de la película. Fue entonces cuando me dije que, aunque hayamos estudiado el origen del fascismo en profundidad, del mal en general, no está de más recordarlo en este 2019 que empieza si no queremos que vuelvan a repetirse sus terribles consecuencias.
O solo nos quedará la noche.
La oscuridad se apoderó por fin de las palabras y los sentidos, y me quedé dormido. Al despertar me volvió la imagen de la protagonista de la película. Fue entonces cuando me dije que, aunque hayamos estudiado el origen del fascismo en profundidad, del mal en general, no está de más recordarlo en este 2019 que empieza si no queremos que vuelvan a repetirse sus terribles consecuencias.
O solo nos quedará la noche.
No hay comentarios:
Publicar un comentario