martes, 29 de enero de 2019

"Atardecer".

Viajar durante horas en un avión te permite muchas cosas, desde charlar, hasta leer, preparar clases y pensar. Ayer, mientras atardecía y anochecía por completo, estuve dando vueltas a una película que vi hace poco en los cines Renoir de la Plaza de España de Madrid.

"Atardecer" es la segunda película que estrena el director húngaro László Nemes (1977). Con la primera, "El hijo de Saúl", me dejó pegado a la butaca un buen rato hablando del Holocausto. Resultaba gratificamente encontrar sus resonancias bíblicas, como ocurre con Faulkner. Ahora va más atrás en el tiempo en busca del origen del mal en la Europa del siglo XX y se sitúa en los meses previos a la Primera Guerra Mundial. El imperio austrohúngaro está a punto de derrumbarse y de llevarse consigo a la monarquía y a parte de la burguesía. Irisz Leiter abandona con veinte años la ciudad de Trieste, donde fue internada en un orfanato cuando fallecieron sus padres en un incendio en Budapest, y llega a esta ciudad para trabajar como modista en una famosa tienda de sombreros que había pertenecido a sus padres, y que siempre visita el Emperador. Una vez aquí descubre que tiene un hermano del que no sabía nada, un sujeto misterioso y odiado por mucha gente. A pesar de todas las advertencias que recibe en contra, Irisz decide buscarlo, aunque deba sumergirse en una ciudad sumida en la violencia y al borde del desastre.

Es una película de las llamadas de "autor", y no resulta fácil ni comercial. La cámara sigue siempre a Irisz, que casi nunca entiende lo que ocurre, como le sucede al espectador. A veces solo hay susurros (el sonido se convierte en un personaje más de la película) y voces, como si hablaran las voces espirituales de los personajes.

La oscuridad se apoderó por fin de las palabras y los sentidos, y me quedé dormido. Al despertar me volvió la imagen de la protagonista de la película. Fue entonces cuando me dije que, aunque hayamos estudiado el origen del fascismo en profundidad, del mal en general, no está de más recordarlo en este 2019 que empieza si no queremos que vuelvan a repetirse sus terribles consecuencias.

O solo nos quedará la noche.




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