viernes, 4 de enero de 2019

"Un regalo de Reyes anticipado".

Como no soy poeta, el otro día me senté aterido junto a Gerardo Diego en el rincón de los poetas de mi querida Soria y le pregunté si podía recitarme uno de sus poemas. Entonces me musitó al oído uno de los más grandes sonetos del castellano:

"Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos".


("El ciprés de Silos" es un soneto que el poeta Gerardo Diego (Santander, 1896-Madrid, 1987) escribió en el libro de firmas del monasterio de Santo Domingo de Silos tras dormir en su hospedería, cuando se dirigía a Madrid. Permaneció allí hasta que su buen amigo Pedro Salinas le convenció para publicarlo dentro de sus "Versos humanos", un libro con el que consiguió el Premio Nacional de Literatura en 1925, junto a Rafael Alberti con "Marinero en tierra").

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