"El otro día leí en Facebook que toda mujer convive con los fantasmas de sus relaciones pasadas.
Él buscó su mirada, pero ella no levantó la vista del iPad. Estaba
interesada en la evolución del Ibex-35. No se fiaba de la situación
del mercado de valores. Había apostado por las «eléctricas» en unos
tiempos de crisis económica y convencido a su empresa para realizar una
operación arriesgada.
Hace mucho
que no hacemos el amor, continuó él. Es como si hubiera pasado un
siglo desde que nos vinimos a este chalé con vistas al pantano. Era tu
sueño, ¿lo recuerdas? Aquí vivían tus compañeras del colegio, tus
mejores amigas, esas con las que no tenías secretos. ¿Qué me decías?,
levantó ella la vista unos instantes del gráfico que mostraba la
cotización de las acciones. Te decía que no me importaría hablar otra
vez de sexo, incluso de amor. El primer año fue maravilloso, supongo
que no lo habrás olvidado. Apenas llegábamos a fin de mes, pero
éramos felices y nos queríamos.
Ella lo miró con los ojos cerrados y dijo: ¿Sabes que ha aparecido el cadáver de ese director de cine en el pantano? Todo son especulaciones. Todavía se desconoce si fue un asesinato o se ahogó mientras nadaba. ¿Te acuerdas de ese tipo? Cómo podría olvidarlo, dijo él al tiempo que se encogía en la sábana y situaba la cabeza en el hombro de ella. Estuvisteis enamorados; lo sabía todo el mundo. En realidad siempre he pensado que continuabas enamorada de él. No me extraña que alguien lo matara, aunque si te digo la verdad tampoco me importa. Era un director morboso y mujeriego, un egocéntrico. A veces me pregunto cuánto dura el amor, dijo ella sin prestar atención a sus palabras y dejando el iPad sobre la mesilla. Y añadió: Quizá lo sabríamos si el amor cotizara en Bolsa.
Abrió los ojos, alargó el brazo y apagó la luz.
Y yo lo tuve claro".
("Cuentos de los otros", Bartleby, p. 45).
(Para Carmen Arroba, por su cumpleaños. Sé que la gustan mis cuentos. Es la mujer rubia que está a mi derecha en esa foto, durante la presentación en Madrid del libro hace algo más de un año).
Ella lo miró con los ojos cerrados y dijo: ¿Sabes que ha aparecido el cadáver de ese director de cine en el pantano? Todo son especulaciones. Todavía se desconoce si fue un asesinato o se ahogó mientras nadaba. ¿Te acuerdas de ese tipo? Cómo podría olvidarlo, dijo él al tiempo que se encogía en la sábana y situaba la cabeza en el hombro de ella. Estuvisteis enamorados; lo sabía todo el mundo. En realidad siempre he pensado que continuabas enamorada de él. No me extraña que alguien lo matara, aunque si te digo la verdad tampoco me importa. Era un director morboso y mujeriego, un egocéntrico. A veces me pregunto cuánto dura el amor, dijo ella sin prestar atención a sus palabras y dejando el iPad sobre la mesilla. Y añadió: Quizá lo sabríamos si el amor cotizara en Bolsa.
Abrió los ojos, alargó el brazo y apagó la luz.
Y yo lo tuve claro".
("Cuentos de los otros", Bartleby, p. 45).
(Para Carmen Arroba, por su cumpleaños. Sé que la gustan mis cuentos. Es la mujer rubia que está a mi derecha en esa foto, durante la presentación en Madrid del libro hace algo más de un año).
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