Ayer escribí un post donde acababa diciendo que me iba a la calle a
sentir el viento sobre mi rostro. Entre los muchos y cariñosos
comentarios de cada día (con cada uno de ellos casi podría escribir un
relato o al menos un post de Facebook), me hizo gracia el de la
escritora donostiarra María Díaz Cid que dijo que si era capaz de sentir
de esa manera es porque tengo alma de poeta.
Y qué le voy a hacer, desde que leí el comentario me pasé el día
tarareando la canción que me susurraba al oído una amiga de la
adolescencia mientras surcábamos los mares en las barcas del estanque
del Retiro durante las tardes de domingo. Con el paso de los años cambié
ese precioso estanque por los mares de verdad, pero la música ha
continuado siendo la misma. Después de todo, nadie es perfecto, como
dijo Billy Wilder, ni por supuesto todo el mundo es un jovencito de 16
años del barrio de Chamberí de Madrid al que siempre le han susurrado al
oído cosas como estas a lo largo de su vida:
https://www.youtube.com/watch?v=mlg4fV1MEQ8
https://www.youtube.com/watch?v=mlg4fV1MEQ8
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