jueves, 24 de enero de 2019

"¿De verdad todavía hay quien cree que la felicidad y la autoestima la dan el dinero, el poder o la fama?"

Ayer escribí un post donde acababa diciendo que me iba a la calle a sentir el viento sobre mi rostro. Entre los muchos y cariñosos comentarios de cada día (con cada uno de ellos casi podría escribir un relato o al menos un post de Facebook), me hizo gracia el de la escritora donostiarra María Díaz Cid que dijo que si era capaz de sentir de esa manera es porque tengo alma de poeta.

Y qué le voy a hacer, desde que leí el comentario me pasé el día tarareando la canción que me susurraba al oído una amiga de la adolescencia mientras surcábamos los mares en las barcas del estanque del Retiro durante las tardes de domingo. Con el paso de los años cambié ese precioso estanque por los mares de verdad, pero la música ha continuado siendo la misma. Después de todo, nadie es perfecto, como dijo Billy Wilder, ni por supuesto todo el mundo es un jovencito de 16 años del barrio de Chamberí de Madrid al que siempre le han susurrado al oído cosas como estas a lo largo de su vida:

https://www.youtube.com/watch?v=mlg4fV1MEQ8

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