jueves, 10 de enero de 2019

"Las maravillosas personas anónimas".

¿Que por qué me gusta la gente? ¿Y las ciudades y el Metro y los aviones? ¿He dicho alguna vez que viajar es la mejor medicina contra el localismo, el nacionalismo y la ignorancia?

El otro día iba en el Metro hacia el aeropuerto y escuché a los jóvenes de la fotografía hablar sobre literatura mexicana. Antes de pedirles permiso para sacarles una foto casual, les había escuchado decir que el artista apenas tiene tiempo para leer porque la vida se le va en la creación de su obra y porque leer en profundidad requiere mucho tiempo. Ella era escritora y él pintor. Fue entonces cuando me metí en su conversación y les pregunté si les gustaba la película "Roma", de Alfonso Cuarón, de la que he hablado por aquí hace poco.

Se abrieron las puertas del vagón y subimos las escaleras mecánicas en dirección a la máquina expendedora del billete que cuesta tres euros, y que es necesario para entrar en el aeropuerto. Hablábamos de la profundidad de campo de la película de Cuarón, de la fotografía onírica, de las escenas del mar y de la terraza, de la maravillosa protagonista, de los sucesos sangrientos contra los estudiantes que refleja la película. Y sobre todo de cómo se necesitan las personas para dar sentido a la vida, y estar menos solos.

Nos despedimos con una sonrisa, mientras ella me daba las gracias por la conversación.

Su sonrisa valía por un mundo.



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