domingo, 31 de enero de 2021

"Sucedió una noche y mi jersey deshilachado".

A la escritora Almudena Mestre le gusta tanto esa fotografía que la ha compartido muchas veces en las redes sociales; la última hace solo unos días. La sacó ella en la presentación de un libro de viajes del editor y escritor Pepo Paz Saz en una librería de Madrid, entre la Castellana y José Abascal, un lugar al que me llevé a los tertulianos del "Café Gijón". Aparte de estar a gusto con uno de mis amigos, el catedrático de literatura de la Complutense Javier del Prado Biezma (con el que me fui después en metro a casa, ya que somos vecinos, y siempre nos despedimos en la misma esquina del bar de mi calle, aunque yo bebo más vino y champán que él), me había puesto el jersey deshilachado que me compré en una tienda de Sitges. Aquel verano Paqui, el niño y yo hicimos un viaje en coche por casi todo el norte de España, día tras día y hotel tras hotel, a lo largo de un mes, de Asturias a Girona, pasando por el País Vasco, Navarra, Huesca, y volviendo a Madrid por Tarragona, Barcelona y Lleida. Nos apetecía recorrer por carreteras secundarias, incluso de Francia, los Picos de Europa y los Pirineos (por cierto, en un pueblecito francés perdido entre montañas, saqué el apellido del protagonista de la novela que algún día escribiré) y dormir cada día en un hotel distinto. 
 
Una de mis películas preferidas es "Sucedió una noche", de Frank Capra, la historia de amor más romántica, divertida y aventurera del cine que he visto. La mayoría de los viajes que he hecho en mi vida, y espero seguir haciendo cuando todo esto pase, es sin reservar ningún hotel, por el simple placer de viajar y llegar a cualquier parte y sentarme en un café para ver pasar a la gente mientras me tomo un té o un café. Es algo así como llevar un jersey deshilachado por la vida. 
 
Porque todo puede suceder una noche:
 
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sábado, 30 de enero de 2021

"La portada de Poeta en Madrid, de Justo Sotelo".

Esta es la monísima portada que la editorial Huso ha confeccionado para mi novela "Poeta en Madrid", que estará a mediados de febrero en la calle.

Ahí están algunos de los personajes que me han acompañado toda la vida (seguro que los conocéis a todos), y me parecía que había llegado el momento de invitarlos a mi fiesta particular. Ellos saben que únicamente escribo y publico cuando creo que tengo algo que decir.

Si habéis visto a Puccini es porque la novela no podía comenzar de otra manera que con esta música:

https://www.youtube.com/watch?v=08umc8w7NE0

 


 

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viernes, 29 de enero de 2021

"Un poema para el día del Holocausto".

Antes de ayer se conmemoró el día de algo que espero que nunca más vuelva a repetirse. Abel Jara Romero es uno de los miembros de la tertulia on line del Café Gijón desde el año pasado y escribió un poema para contribuir a salvaguardar la memoria de tanta gente. El Dúo Metha, formado por los hermanos Rocío y Jorge Cabello, lo leyó en el Café Libertad 8 con una preciosa música. Ya he contado en más de una ocasión cómo conocí a estos tres muchachos, pero no me importa volverlo a hacer (antes de irme a la Universidad), ya que creo que hay cosas que merecen la pena repetir. En enero de 2020 un antiguo alumno y tertuliano y uno de mis mejores amigos, José María Lancho, me envió un Wasap para decirme que acababa de publicar un artículo en el "HuffingtonPost" donde me citaba. En él hablaba del concierto que habían dado Rocío y Jorge Cabello en el Centro Sefarad de Madrid en aquel 9 de enero. Poco después los hermanos Cabello nos visitaron en la cripta del Gijón e interpretaron varias obras en el piano de la parte de arriba del café (en las fotos):
 
De esta forma conocí a Abel, al que también hemos dedicado una tertulia:
 
Ahora solo quiero dejar por aquí el poema de Abel y el violín de Rocío:
 
"Shalom", amigos, es decir, paz.
 



 
 
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jueves, 28 de enero de 2021

"El tiovivo de la vida".

Me gusta vivir la vida, bebérmela sorbo a sorbo. Tengo claro que no escribo para espantar ningún demonio, ni como catarsis, un término que se inventó Aristóteles para referirse a uno de los efectos de la tragedia. Ni siquiera lo hago para que me llamen guapo ni para que nadie se enamore de mí y me invite a cenar o a dar una vuelta en barca por el estanque del Retiro.
 
El lunes la pintora y abogada malagueña Mari Carmen Torres Avilés realizó este collage y escribió en su muro: "Ayer recibí de La Casa del Libro, la novela de Justo Sotelo "Las mentiras inexactas". Con él repito, pues ya me fascinaron sus "Cuentos de los Viernes", tanto como sus artículos diarios en su muro, que siempre me sorprenden, como una novela por entregas... Cosas así son las que necesitamos en este mundo del revés.
 
Ilusionada, emprendo este maravilloso viaje. 
 
Enero / 2021".
 
Hablando de viajes y de los mundos que giran, en los "Cuentos de los viernes" que Mari Carmen ya se ha leído hay uno que se llama "El tiovivo", precisamente:
 
"El mar se encontraba en calma, caía la noche y envolvía el tiempo y el espacio, y los animales de madera y de colores se preparaban para revivir la constante aventura de cinco minutos.
 
Ellos se acercaron midiendo el tiempo que los unía. Se miraban a los ojos, como si el mundo no existiera. Cuando hacían el amor era como si la evolución de la humanidad no tuviera otro sentido que reunirlos en un espacio sin coordenadas ni música. Ojalá no nos parásemos nunca, dijo ella. Y él asintió y buscó su mano, y la besó, mientras su beso daba la vuelta a las aceras, a la playa, a la ciudad aún despierta. Los niños y sus padres nos están mirando, aseguró él señalando con la mano hacia el espacio comprendido entre su tiempo y el tiempo de los demás. No veo a nadie, seguía ella acariciándolo con la mirada. No distingo las casas ni las luces, añadió, solo creo en tu presencia cuando siento que me libero de mis recuerdos y los errores de mi vida.
 
En el instante en que los caballos dejaban de correr, ellos supieron que nunca podrían bajarse de allí".
 
("Cuentos de los viernes", Barteby, Madrid, p. 15).
 
¿Seguimos dando la vuelta a este mundo del revés, como pide Mari Carmen y como si estuviéramos encima de un tiovivo? Reconozco que me sigue gustando subirme a los caballos de madera y reírme y silbar esta música:
 


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miércoles, 27 de enero de 2021

"En la tertulia on line del Café Gijón de ayer por la tarde con el escritor Andrés Ortiz Tafur".

A Andrés Ortiz no le gusta una buena parte de este mundo, como se observa en los 18 relatos de su último libro publicado "El agua del buitre" (Baile del Sol) y trata de remediarlo a través del lenguaje, como también puede hacerlo dejando el mundo urbano y yéndose al campo, que es otra forma de decirlo. En este libro asistimos a la plasmación de las obsesiones y deseos ocultos del ser humano (al menos es como asisto yo, tras leerlo), ese cúmulo de sensaciones y sentimientos expresados con recuerdos y viajes temporales donde Ortiz Tafur juega con las palabras a través de un lenguaje sencillo y directo que le permite mezclar con cierta naturalidad la simulación del personaje con la propia realidad, algo que ya observé cuando le presenté el año 2015 otro libro de relatos "Yo soy la locura". Quizá ahora haya buscado una mayor depuración del estilo y el lenguaje, y una mayor dosis de surrealismo. Existe sin duda una lucha interna y a veces paradójica por parte del escritor sobre las pulsiones más elementales del hombre. Según el psicoanálisis, el Eros representa el instinto de vida cuya característica es la tendencia a la unión y a la integridad, a mantener unido todo lo animado. Un instinto que posibilita el sexo como placentero y como generador de nueva vida. Thanatos, por el contrario, es el instinto de la muerte. Designa las pulsiones de muerte que tienden hacia la autodestrucción con el fin de hacer que el organismo vuelva a un estado inanimado, a la desintegración, hacia la muerte en una palabra. De este modo, en los relatos de este libro nos toparemos con la ambivalencia de tales impulsos, uno vital y otro de autodestrucción y aniquilamiento del propio ser humano.
 
La tertulia resultó muy interesante y por momentos apasionante, con la intervención inicial de Charo Fierro, y las posteriores de Peter Redwhite, Almudena Mestre (que ha escrito una reseña compleja y muy estilizada del libro: https://www.mentideroliterario.es/.../el-libro-el-agua.../, Miguel Ángel Yusta, Mariwan Shall, Manuel Lorente o José Ramón Sampayo.
 
Me gustan el campo y el mar, aunque me gusta más Madrid. Lo bueno de la literatura es que puedo estar en los tres sitios a la vez cuando quiero.
 





 
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martes, 26 de enero de 2021

"Eso de reescribir el Quijote".

Al igual que a Borges, a mí también me gustaría tener varias vidas para leer todos los libros que me gustaría leer. Y continuar viajando alrededor de este mundo (cuando pase la pandemia, por supuesto) y escuchar óperas y conciertos dentro de las salas de música y de las catedrales y las iglesias perdidas en cualquier pueblo de Irlanda o de Francia, ver obras de teatro en Mérida o Grecia y películas en el cine, muchas películas en el cine.
 
Y dar clase, que es lo que más me gusta, seguir mirando los ojos de mis alumnos como una forma asombrosa de observar la evolución de la vida.
 
El otro día escuchaba una entrevista que hicieron a la escritora Sara Mesa (Madrid, 1976), que vive en Sevilla desde niña, donde hablaba de varias novelas españolas del último año (en la fotografía) y ahora me tomo el primer café de la mañana leyendo la crítica escrita por María Rodríguez Velasco en la revista Amanece Metrópolis sobre el último libro de la propia Mesa, "Un amor" (Anagrama, 2020). Como en esta única vida que tengo no me ha dado tiempo a leer los cinco libros que cito en este post, recojo esta reseña de María (que será reconocida como una excelente escritora cuando me haga caso y se anime a publicar todo lo que ha escrito).
 
Si me encontrara a Borges en este momento, le invitaría a un café, aunque me diera la vara de que seguía enamorado de Norah Lange. Para que se callara, le diría que es el mejor escritor en español que he leído (lo cual es verdad) y le propondría que reescribiéramos entre los dos El Quijote, como Pierre Menard.
 

 
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lunes, 25 de enero de 2021

"El agua del buitre", de Andrés Ortiz Tafur.

Mañana tendremos como invitado a la tertulia on line del Café Gjón al estupendo escritor de relatos Andrés Ortiz Tafur (Linares, Jaén, 1972), que acaba de publicar un nuevo libro. A Andrés lo conocí, personalmente, cuando le presenté uno de sus libros en 2015 en un centro cultural del barrio de Lavapiés. Estos son varios enlaces que permiten conocerle, a él y a su obra a través de dos entrevistas, un cuento, una reseña y un reportaje que le dedicó Sergio del Molino en El País.
 
https://eocomarca.es/caminando-en-circulos/ (Un cuento de Yo soy la locura)
https://www.lanuevacronica.com/la-metafora-del-ermitano (reseña de El agua del buitre en La Nueva Crónica de León)
https://elpais.com/.../18/actualidad/1503082844_564577.html (reportaje de Sergio del Molino en El País)
 
Seamos felices, y pueden ayudar a ello un café y unos dulces de las religiosas de clausura Jerónimas del Corpus Christi, de un lugar que se llama Convento de las Carboneras, uno de los más antiguos que tenemos en Madrid, si no el más antiguo, y que me parece que no hacen daño a nadie. Suele decirse que leer es lo más parecido a la meditación que existe. Y admito que a me gusta más meditar que ir al gimnasio.
 

 
 
 
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domingo, 24 de enero de 2021

"El Madrid de la República a través de un sainete del año 1934, en tiempos de pandemia".

Me paso el día hablando de mi ciudad y cantando a la vida. Contra este virus y cualquier otro tipo de enemigo de la vida, lo único que se me ocurre es continuar cantando a la vida. A veces me canso, pero no me gusta ser apocalíptico ni derrotista, ni ponerme a echar la culpa a unos y otros. Yo soy los límites de mi mundo y me queda el lenguaje, como diría Wittgenstein. La excusa de esta mañana de domingo va a ser un jocoso comentario que hice el otro día a Javier del Prado Biezma: "Como sigas poniendo fotografías de flores (ya solo te faltan las de gatos) voy a tener que cantarte "La del manojo de rosas", del donostiarra Pablo Sorozábal, uno de los grandes compositores españoles, formado en Alemania. 
 
En noviembre de 2020 se repuso en el Teatro de la Zarzuela (que es de cuento de hadas), y ayer encontré la grabación en Youtube por el propio teatro. La versión es la mítica de Emilio Sagi, de 1990, para celebrar el 30 aniversario. Sorozábal escribe los tradicionales pasodobles, chotis y mazurcas, pero también los Fox-trot, farrucas y habaneras de su tiempo. Estamos en 1934 y las mujeres pueden hablar con libertad y decidir su vida. Ella es una florista enamorada de un mecánico; aunque ha recibido cierta educación no reniega de su origen humilde. A la vez la pretende un aviador rico, pero la joven solo piensa en el obrero. En cierto momento se entera de que este tiene mucho dinero y estudia ingeniería industrial. La diferencia de clase social, incluso de conciencia social, será el hilo conductor de esta historia de amor que toma su título del dúo de otra zarzuela maravillosa y típica de Madrid, "La Revoltosa" (1897), de Chapí: "La de los claveles dobles,/ la del manojo de rosas,/ la de la falda de céfiro / y el pañuelo de crespón: /la que iría a la verbena / cogidita de mi brazo.../ ¡eres tú!... ¡porque te quiero, /chula de mi corazón! En tiempos de la República lo que se dice es algo distinto: "El que se cambia de ropa para ocultar su intención, solo merece desprecio porque es un necio sin corazón. Que la ropa del obrero se hizo para trabajar, y no debe un señorito mancharla para conquistar". Estas cosas también se las cuento a mi hijo y a mis alumnos con la idea de que vean cómo ha evolucionado España y el mundo en general, para bien.
 
Si a alguien le apetece entrar en el teatro, con mascarilla (también la llevan los actores), en el minuto 14.44 de la grabación el director del teatro de la calle Jovellanos presenta la obra, que comienza en el minuto 21.30, con una orquesta muy reducida para mantener la distancia de seguridad, pero que suena de maravilla. Los cantantes y actores no tienen nada que envidiar a los de cualquier teatro de ópera del mundo, empezando por los protagonistas, Ruth Iniesta y Carlos Álvarez, el barítono que estrenó la obra en 1990 y que volvió a estar magistral.
 
Va por el teatro y los actores, por la música española y sus músicos y por la República:

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sábado, 23 de enero de 2021

"La sangre del poeta".

- Ojalá siempre exista una mirada que profundice tanto en lo esencial. Cuanta belleza, cuanto arte y cuantas razones para amar el cine, Justo.

-Ahora mismo estoy viendo "La bella y la bestia" de Jean Cocteau y es como si tu rostro hubiera aparecido en el espejo mágico. No sé si has visto esta maravillosa versión, María.
 
- Me encanta esa versión. La he visto varias veces y siempre me dan ganas de meterme en la pantalla, Justo.
 
Este es un diálogo que mantuvimos por aquí antes de ayer, a última hora de la tarde, la actriz y psicóloga extremeña María Rodríguez Velasco y yo a propósito del post que publiqué ese día en torno a las conexiones de cualquier obra de arte importante, usando como pretexto la película "Los paraguas de Cherburgo".
 
Después de contestar a los comentarios que quedaban, volví a ver el final de la película de Jean Cocteau del año 1946, una de las más poéticas que se han filmado. La versión del poeta surrealista sigue, básicamente, el cuento de Madame Leprince de Beaumont, del año 1757, que luego serviría para las versiones infantiles de Disney. El origen real de la historia se encuentra en el relato intercalado "Amor y Psique" en la novela griega "El asno de oro" de Apuleyo, del siglo II d. C., considerada la primera novela de la historia de la literatura. El galán por antonomasia del cine francés, Jean Marais (que fue el gran amor de Cocteau en la vida real, a lo largo de una relación que mantuvieron hasta el final, aunque vivieron diferentes periodos de tiempo sin verse), realiza tres papeles, el de Avenant, un joven tan guapo como insustancial que es rechazado por Bella (que interpreta Josette Day), el de la Bestia (su apariencia física está inspirada en el perro de Marais) y el hombre en el que se transforma tras morir, y que posee la belleza de Avenant y la espiritualidad de la Bestia.
 
Al final me pareció que la chica se transformaba, efectivamente, en una actriz de Extremadura.
 



 
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viernes, 22 de enero de 2021

"Una librería en el centro de Madrid".

Ayer por la tarde volvió a abrir mi librería de la Plaza Santa Ana de Madrid, a pesar de la pandemia. A la literatura tampoco le afectan el viento de las últimas horas sobre mi ciudad y el hielo que queda por algunos rincones. Eso ocurre gracias a lectores como Pedro Saugar Segarra (Cuenca, 1964). Leo que está licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y trabaja en la Administración de Castilla-La Mancha como jefe del servicio de transportes. También ha publicado la novela "Operación Picasso". 
 
Ayer escribió lo siguiente en Facebook e Instagram.
 
"Vale, te gusta leer. Disfrutas como un niño con una imagen rotunda, con una frase redonda, con un personaje que te arrebata o te enciende, con una situación inimaginable, con una trama bien urdida. Y un buen día, sin saber cómo, te dices por qué no, y te pones al otro lado del libro, vale, a ver qué pasa. Y descubres que puedes ser otro sin dejar de ser tú mismo. Y que ese viaje te transporta cada tarde, ante la pantalla en blanco de tu ordenador, a un universo paralelo, a elección del consumidor, desde el Montmartre de Picasso hasta la Cuenca de la actualidad, pasando por un pueblo perdido que se extingue o el Madrid de la movida. Te das cuenta entonces que tu felicidad tan solo depende del espacio y el tiempo en que decidas habitar entonces, y que nada ni nadie puede impedir que la disfrutes mientras la construyes palabra a palabra, como un albañil loco del alma.
 
Esto no es una reseña, ni quiere serlo, ni soy quién para pretenderlo.
 
Reconozco que no puedo ser objetivo con Justo Sotelo. Alguien que declara “solo conozco la eternidad de los libros, que es cuando el tiempo se detiene y vives el de los demás” me tiene ganado de antemano, por razones obvias, que acabo de confesar. Y si encima tienes el placer de desayunarte con él cada mañana en las redes, y de empezar el día respirando aire puro a pleno pulmón por esa ventanita que te abre a la cultura y al humanismo, para qué hablar. Así que, sin ni siquiera firmar “el pacto de ficción del buen lector”, me embarqué de cabeza y sin flotador en sus universos paralelos, en las lecturas metaliterarias que navegan por los “pasadizos interiores” de su novela. Y me dejé llevar desde la librería más antigua de Madrid hasta una isla de piratas en el Caribe, fondeando en cada rincón de ese maravilloso viaje de la galería de tripulantes excéntricos con los que el autor homenajea esas “noches de vino y rosas” que, gracias a #lasmentirasinexactas, he disfrutado como un niño, o como un bohemio más, convencido de que entre sus páginas se encuentra el mapa del tesoro. Y de que la novela tiene futuro.
 
Yo de ti me asomaría".
 
Me tomo el primer café de la mañana, observo la fotografía de la portada de la novela que puso Pedro Saugar y pienso en todos esos personajes que aparecen entre sus páginas y que han formado parte de mi vida con los rasgos de algunos de mis amigos, como el autor de la portada, mi querido Antonio Zaballos, que nos dejó el año pasado.
 
La literatura nos acerca a la eternidad.
 

 
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jueves, 21 de enero de 2021

¿Cuántas veces nos enamoramos de verdad en la vida?

Hace años, tras escuchar una ópera en el Teatro Real con mi grupo de amigos melómanos (en su momento llegó a estar la ministra de Economía actual), nos metimos en un café y una de aquellas amigas sugirió un curioso tema de conversación. Cada uno tenía que decir cuántas veces se había enamorado, y a partir de las respuestas se podía diagnosticar si el amor romántico existe o es un invento de la novela de finales del siglo XVIII, sobre todo la inglesa y francesa. La mayoría dijo que se había enamorado 3 o 4 veces e incluso algunos 9 o 10 veces. Personalmente aquello me aburría soberanamente; lo que yo quería era hablar de "La Bohéme", de Puccini, que habíamos visto por la tarde (esta ópera es esencial en mi próxima novela, así como las obras de Beethoven y Mahler). Cuando llegó mi turno, les conté una historia, en realidad les hablé de una película de los años 60.
Geneviève es una chica que vive con su madre y ayuda en la tienda de paraguas que tienen en Cherburgo. Está enamorada de Guy, un joven mecánico, con el que piensa casarse a pesar de la oposición de su madre, que considera a Geneviève demasiado joven y a Guy demasiado pobre. Cuando el muchacho es reclutado para la guerra de Argelia (un tema tabú en aquella época en Francia), su ausencia lo cambia todo. Embarazada y presionada por su madre, ella acepta casarse con Roland Cassard, un rico comerciante de diamantes, y tener el hijo de Guy. Tras regresar él encuentra cerrada la tienda de paraguas y acaba casándose con Madeleine, la joven que cuidó de su tía enferma y siempre le había querido. Los dos volverán a verse una sola vez cuando ambos tengan ya un hijo. En uno de los finales más románticos y demoledores del cine, porque él ni siquiera quiere ver a su hija, vuelve a escucharse la mítica canción (toda la película es cantada, una especie de ópera pop llena de rosas, rojos, verdes y azules):
 
Ayer volví a verla en el canal clásico (TCM) de Movistar. 
 
Y recordé que el personaje que se casa con Geneviève en realidad viene de "Lola" (1961), la primera película de Jacques Demy, donde es rechazado por la protagonista, la hermosísima Anouk Aimeé. A mis amigos de la ópera también les conté que Demy era uno de los componentes de la Nouvelle Vague, tan intelectual, donde también se encontraban Godard, Melville, Truffaut, Rohmer, Chabrol, Rivette y Varda, la mujer de Demy, de la que tuve la oportunidad de ver su última película en los cines Golem "Caras y lugares" (2017), ya que murió dos años después. En los créditos iniciales de "Lola", Demy añade una dedicatoria a Max Ophüls que es una clara declaración de intenciones. La protagonista se llama Lola, como "Lola Montès" (1955), la última película de Ophüls, y ambas están involucradas en el mundo del espectáculo. Además, la estructura circular de la cinta de Demy evoca a otro filme de Ophüls, "La ronda" (1950). Hay otro personaje homónimo del cine en el que Demy pensaría a la hora de bautizar a su heroína, la Lola Lola que interpretó Marlene Dietrich para Josef von Sternberg en "El ángel azul" (1930), que, como esta Lola suya, también trabaja en un cabaret. Demy la viste de manera similar, con unos corsés que recuerdan los que usa Marilyn Monroe en "Río sin retorno" (1954), de Otto Preminger. En "Los paraguas de Cherburgo" se ve un póster de Marilyn cuando Guy abre su taquilla en el taller.
 
Me tomo el primer café de esta bonita mañana de invierno donde Madrid está dejando de ser blanca y hay que sacar los paraguas, como en Cherburgo.
 

 

 

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miércoles, 20 de enero de 2021

"Poema del soldado", de Angelina Gatell, en la tertulia on line del Café Gijón.

Ayer vivimos la magia de la buena poesía en la tertulia on line del Café Gijón.
 
"Mi vida ha cambiado, mi poesía ha cambiado: Pasados cincuenta y cinco años desde la aparición de este libro, y casi sesenta desde que fue escrito, las palabras de Neruda que encabezan estas líneas me parecen imprescindibles aunque, en este caso, las refiera más a la forma que al fondo".
Angelina Gatell (Barcelona, 1926-Madrid, 2017) publicó el "Poema del soldado" en 1954, su primer libro, y ahora lo recupera Bartleby. Quise comenzar su presentación con el inicio de su prólogo, donde Angelina alude a Neruda, al que adoraba. Y leí el primero de los 13 largos y preciosos poemas del libro antes de ceder la palabra a su editor, Pepo Paz Saz, y al director de la colección de poesía, Manuel Rico. Después intervino la profesora de la Universidad de La Laguna Sandra Santana, que ha escrito el epílogo, y en cierto momento leyó un romance de Angelina el gran poeta de Zaragoza Miguel Ángel Yusta, que se ha incorporado este año a la tertulia (los cuatro están en la segunda foto). Como siempre me fijo en los jóvenes que leen y estudian literatura, en la tercera fotografía he puesto a la doctora de la Universidad del País Vasco Maru Alava, que acaba de escribir una tesis sobre Angelina. Estudiar en la Universidad a los escritores es una forma de empezar a inmortalizarlos, ya que el canon literario siempre parte de ahí. Para terminar, Pepo lanzó una pregunta al aire, en este caso al aire de Zoom (por cierto, no deja de ser curiosa la connotación cinematográfica de esta plataforma virtual que se ha puesto de moda con la pandemia). ¿Qué hacen casi 60 personas un martes de frío invierno por la tarde hablando de un libro que tiene sesenta y tantos años? Porque no quiero dejar de decir que también intervinieron Rosana Acquaroni, Javier del Prado, Mariwan Shall, Marta López, Manuela Temporelli, Noni Benegas, Eduardo y Miguel Sanchez Gatell, entre otros. Y se habló del mayor o menor carácter religioso del libro, de la personificación de los poemas en Miguel, un hijo de la guerra, que podía haber sido Miguel Hernández o el hijo y el hermano de la misma Angelina, y de la propia evolución estilística de nuestra poeta.
 
Este es el primer poema:
 
I
 
"Señor, no sé si me recuerdas.
Yo me llamo Miguel. “¡Miguel!” me llaman
gritando mis amigos.
“Miguel...”, murmura Marta súbitamente mínima.
Y hasta el viento me grita
“¡Miguel!” por los caminos.
 
Debes de haberlo oído, Señor, en la naranja
viva de un ocaso cualquiera,
monte arriba
mi nombre en caravana de sonidos.
 
No sé si me recuerdas. Tú me diste
menesteres sencillos,
eternos menesteres de los hombres,
arar las tierras o segar el trigo...
 
Debes de haberme visto,
tan cerca
del cósmico latido
de tus pulsos inmensos, desbordados,
bajo el arco dorado que en los montes
multiplica el fulgor último y frío.
 
Lo sé, Señor, no te hablé nunca,
pero tampoco fue preciso.
Estabas en la rosa y en el alba,
en la luz del estío,
en la esteva, en mi mano,
en la flor del tomillo...
Latías en la tierra como un hondo
corazón serenísimo;
bajabas con la lluvia y esparcías
sobre mí tus racimos...
¿Para qué decir “Dios”, si todo era
sustancia de Ti mismo?
 Si yo decía “siembra” te nombraba,
y te nombraba también diciendo “río”...
 
Pero ahora, Señor, cuando la furia
tiende como una araña sus poderosos hilos
desde un hombre a otro hombre;
cuando en la orilla verde del olivo
se desata la ira y en las hoces despierta
no sé qué extraño brillo,
acudo a Ti para decirte:
“Necesito que vengas y me expliques
el porqué de este viento en los caminos
como una espesa vaharada
de donde emerge el grito
de esos hombres de pronto tan distintos,
con los ojos colmados
de odios antiquísimos...
 
Explícame por qué se niegan
a la paz; qué misteriosos sonidos
desordenan la música
que arde en sus gargantas. Necesito
saber qué ansias los empujan,
qué secretas razones, qué misteriosos signos
les crecen en la sangre
como las verdes llamas de los pinos
subiendo por el viento...
 
Tengo miedo, Señor.
Y necesito hablar
contigo largamente,
como viejos amigos".
 
Mientras me tomo el primer café de la mañana, leo un Wasap que me escribió anoche la tertuliana Mría Rodríguez Velasco, donde dice que la tertulia de ayer logró una cosa muy difícil, que pareciera que la protagonista había estado con nosotros, tres años después de su muerte.
Supongo que es la magia de la poesía.
 




 


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martes, 19 de enero de 2021

"Mi pie izquierdo".

Además de pantalón corto y sandalias, a veces me pongo pajarita. El domingo Pepo Paz estaba revolviendo entre viejas fotografías y se encontró las dos primeras que he puesto. Las sacó el año 2009 durante la presentación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid de mi novela "Entrevías mon amour", que publicó su editorial Bartleby. Ahí estoy con Joaquín Leguina y Fernando Rodríguez Lafuente, los presentadores. Leguina había presentado ya la novela anterior, "La paz de febrero", el año 2006, junto a Manuel Rico. Es un conocido político, ex presidente de la Comunidad de Madrid y un estupendo escritor. Por su parte, Lafuente fue director del Instituto Cervantes, Director General del Libro y mi profesor de Crítica Literaria (I) en la Complutense. Tras admitir lo mayor que me estoy haciendo (aunque tocaré madera porque aún no se me cae el pelo), al ver estas fotos recordé, respecto a Leguina, la reseña que publicó sobre la novela en el Confidencial Digital, y que recogí en mi blog:
 
De Lafuente me gustaba cómo relacionaba en clase la literatura con el cine. En aquella época salía bastante en el programa de Garci en TVE "Qué grande es el cine", y esto nos llevó a ambos a un pueblo de Toledo, Quintanar de la Orden, para acompañar a José Ángel en la proyección de "Mi pie izquierdo", de Jim Sheridan. Conocí a José Ángel en clase (en la tercera fotografía estoy con él y José Zurriaga en su pueblo). Por su parálisis cerebral, siempre ha tenido que ir en silla de ruedas, lo que no le impidió viajar durante años a Madrid a estudiar tres carreras y dictar varios obras de teatro a su padre (y estuvo aquella tarde en el Círculo en la presentación de mi novela). Un día apareció en la clase de Lafuente con el rostro desencajado y la silla de ruedas medio rota. Tras contarnos que le habían robado en la puerta de la facultad, me levanté, pedí permiso a Lafuente y me lo llevé en mi coche a su pueblo, ya que apenas se podía mover en ese estado. Al día siguiente, Lafuente me preguntó por todo ello y a partir de ese momento nos hicimos buenos amigos, hasta el punto de que me codirigió la tesis sobre Murakami. 
 
Unos días después del incidente, José Ángel nos invitó a Lafuente y a mí al Cineclub de su pueblo para que hiciéramos una especie de "Qué grande es el cine" sobre la película con la que siempre se ha sentido identificado. "Mi pie izquierdo" es el relato autobiográfico del pintor y escritor irlandés Christy Brown (1932-1981). Aquejado también de parálisis cerebral, gracias a su tenacidad y al apoyo de su madre, logró derribar las barreras que impedían su integración en la sociedad. Esa película convirtió en una estrella a Daniel Day-Lewis. Cambié de día mi tertulia literaria y aquel sábado nos fuimos la gente de entonces (Adriana, María, José Manuel, Eduardo, Paco, Santiago, Claudia, Luis, entre otros) a un bonito pueblo agrícola de la meseta castellana.
 
En fin, cosas de unas fotografías que se encontró Pepo revolviendo en la vida o en la literatura de mi vida.
 



 

 

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lunes, 18 de enero de 2021

"En la radio o volando sobre África".

Una de las cosas que echo de menos en invierno son las sandalias negras y los pantalones cortos blancos. En esta fotografía de hace un par de años estoy vestido así (también llevaba una camiseta de Zara con la rosa bordada de Gertude Stein) en los estudios de RNE de Tenerife hablando de mi último libro de cuentos. Además de mis historias, estuve hablando de las "Poéticas" sobre el cuento de Poe, Chéjov, Ribeyro, Cortázar, etc. Durante muchos años mis tertulias literarias las hice solo con gente joven, es decir, con alumnos míos. A veces los chicos me preguntaban si era necesario que el escritor bebiera o se drogara para poder evadirse así de un mundo real que no le gustaba y construir de esa manera mundos paralelos ideales. Yo siempre les respondía igual, que eso ya lo hicieron los escritores de la Grecia clásica o el grupo de los "hashischins", de Baudelaire y compañía, o mucho más tarde Artaud, Vian y Huxley (autor de "Un mundo feliz" y "Contrapunto", una de las novelas esenciales del XX) y Kerouac, Ginsberg y los de la Generación Beat (luego ya perdía la cuenta), pero que no eran mejores escritores por hacerlo, sino que eran buenos escritores a pesar de beber o drogarse. A los jóvenes que querían ser escritores también les decía que para ser un "buen escritor", de los que buscan trascender y perdurar, lo imprescindble es leer todas las obras esenciales de la literatura, y encontrarse en posesión de un equilibrio mental e intelectual básico para realizar la obra (¿alguien se imagina que el arquitecto de aquel puente por el que pasas cada mañana para ir a trabajar estuviera bebido a la hora de proyectarlo o no supiera cómo se levanta un puente? También es cierto que tal vez pudiera ayudar el hecho de saber lavar el pelo a la chica (o al chico) que les gustaba, añadía a mis alumnos entre risas, y darse una vuelta con ella en avioneta sobre la palma de la mano de África. A esto mi maestro de teoría de la lteratura, Antonio García Berrio, lo llamaría interrelacionar el inconsciente con el consciente, es decir, la imaginación con la fantasía.
 
He empezado diciendo que tenía una granja en África; no, eso es de Isak Dinesen, una gran escritora de cuentos que adoraba a Chéjov y que en realidad se llamaba Karen Blixen o quizá fuera Meryl Streep, a la que le gustaba que Robert Redford le lavara el pelo en una de las escenas más eróticas que se han rodado en la historia del cine, https://www.youtube.com/watch?v=8zFgRPwWPwk, un poco antes de subirse en una avioneta mientras suena la música de John Barry, https://www.youtube.com/watch?v=WMIiiCHQrSQ
 
No, nunca he tenido una granja en África. Lo que quería decir es que tengo unos pantalones cortos blancos y unas sandalias negras de verano.
 

 
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