Ayer por la tarde volvió a abrir mi librería de la Plaza Santa Ana de Madrid, a pesar de la pandemia. A la literatura tampoco le afectan el viento de las últimas horas sobre mi ciudad y el hielo que queda por algunos rincones. Eso ocurre gracias a lectores como Pedro Saugar Segarra (Cuenca, 1964). Leo que está licenciado en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid y trabaja en la Administración de Castilla-La Mancha como jefe del servicio de transportes. También ha publicado la novela "Operación Picasso".
Ayer escribió lo siguiente en Facebook e Instagram.
"Vale, te gusta leer. Disfrutas como un niño con una imagen rotunda, con una frase redonda, con un personaje que te arrebata o te enciende, con una situación inimaginable, con una trama bien urdida. Y un buen día, sin saber cómo, te dices por qué no, y te pones al otro lado del libro, vale, a ver qué pasa. Y descubres que puedes ser otro sin dejar de ser tú mismo. Y que ese viaje te transporta cada tarde, ante la pantalla en blanco de tu ordenador, a un universo paralelo, a elección del consumidor, desde el Montmartre de Picasso hasta la Cuenca de la actualidad, pasando por un pueblo perdido que se extingue o el Madrid de la movida. Te das cuenta entonces que tu felicidad tan solo depende del espacio y el tiempo en que decidas habitar entonces, y que nada ni nadie puede impedir que la disfrutes mientras la construyes palabra a palabra, como un albañil loco del alma.
Esto no es una reseña, ni quiere serlo, ni soy quién para pretenderlo.
Reconozco que no puedo ser objetivo con Justo Sotelo. Alguien que declara “solo conozco la eternidad de los libros, que es cuando el tiempo se detiene y vives el de los demás” me tiene ganado de antemano, por razones obvias, que acabo de confesar. Y si encima tienes el placer de desayunarte con él cada mañana en las redes, y de empezar el día respirando aire puro a pleno pulmón por esa ventanita que te abre a la cultura y al humanismo, para qué hablar. Así que, sin ni siquiera firmar “el pacto de ficción del buen lector”, me embarqué de cabeza y sin flotador en sus universos paralelos, en las lecturas metaliterarias que navegan por los “pasadizos interiores” de su novela. Y me dejé llevar desde la librería más antigua de Madrid hasta una isla de piratas en el Caribe, fondeando en cada rincón de ese maravilloso viaje de la galería de tripulantes excéntricos con los que el autor homenajea esas “noches de vino y rosas” que, gracias a #lasmentirasinexactas, he disfrutado como un niño, o como un bohemio más, convencido de que entre sus páginas se encuentra el mapa del tesoro. Y de que la novela tiene futuro.
Yo de ti me asomaría".
Me tomo el primer café de la mañana, observo la fotografía de la portada de la novela que puso Pedro Saugar y pienso en todos esos personajes que aparecen entre sus páginas y que han formado parte de mi vida con los rasgos de algunos de mis amigos, como el autor de la portada, mi querido Antonio Zaballos, que nos dejó el año pasado.
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