lunes, 4 de enero de 2021

"El libro de Lilit", de Guadalupe Grande.

"Estas ruinas que una vez fueron carne y voz
están hoy abandonadas a nuestro cuidado
somos los responsables de su eternidad
 
Después de cocinar el adobe
llegó la alegría de los muros
y el aliento de las ventanas
 
caía la tarde
como por la cuchara resbala la miel
atardecía despacio
dándonos tiempo para entender la noche
descendían las horas
en la desnudez del aire
el viento aromaba las sombras
caída la tarde
 
el miedo no tenía nombre".
 
(Prólogo, Ed. Renacimiento, 1995).
 
Guadalupe Grande Aguirre nació en Madrid el 20 de mayo de 1965 y ha fallecido este sábado, repentinamente. Era hija de los también poetas Félix Grande y Francisca Aguirre. Licenciada en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid, era responsable de la actividad poética de la Universidad Popular José Hierro (San Sebastián de los Reyes, Madrid).
 
En su honor ayer releí su primer libro publicado. Y estuve pensando en algunas cosas. Por ejemplo que "de la costilla que Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces a Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; esta será llamada Varona, porque del varón fue tomada". Así nació Eva según el Génesis, como yo estudié con Francisco Javier Fernández Vallina, director del departamento de estudios hebreos de la Complutense. Una de las interpretaciones es que existió otra mujer anterior que acabó abandonando el Paraíso. Según esta tradición judía, Lilith es esa mujer que precedió a Eva, que encarnó a la belleza maligna y el adulterio (la segunda fotografía con el famosísimo cuadro del pintor prerrafaelita John Collier). No obstante, el mito de Lilith cuenta con raíces sumerias o acadias (tercera foto, con el relieve de la Reina de la Noche, Babilonia 1800–1750 a.C., Museo Británico). En concreto ya existía en Mesopotamia, según el arqueólogo Reginald Campbell Thompson, un grupo de demonios femeninos que procedían de la criatura Lilitú (Lilu, Lilitu y Ardat Lili) con unas características que responden a esta figura mitológica. Eran mitad humanas y mitad divinas, usaban la seducción y el erotismo como armas; y la noche era su hábitat natural. 
 
Aquí nació la literatura:
 
"Erase una vez un árbol, un huluppu plantado en la orilla del Eufrates, había sido regado por el Eufrates, (...) El árbol crecía, pero su tronco no producía follaje, (porque) en sus raíces la serpiente que no conoce hechizo había puesto su nido; en su copa el pájaro Imdugud había colocado a sus pequeñuelos; en su interior la joven Lilith había construido su casa. La joven siempre risueña, siempre alegre, la joven Inanna, ¡cómo lloraba (ahora)! A cada despuntar del día, ante cada clarear del horizonte, cuando Utu salía de su campo principesco, su hermana, la divina Inanna, decía a su hermano Utu: - Hermano mío, cuando en los días de antaño los destinos fueron acordados (...) Su hermano, el héroe, el valeroso Utu, no la ayudó en su petición.(...) Su hermano, el héroe Gilgamesh, la asistió en este asunto. Se ciñó en su pecho su armadura de cincuenta minas de peso -cincuenta minas las manejó como cincuenta siclos-, su hacha de campaña -siete talentos, siete minas- empuñó en su mano y entre las raíces abatió a la serpiente que no conoce hechizo; en su copa el pájaro Imdugud, tomados sus pequeñuelos, hubo de huir al monte, y en su interior la virgen Lilith, deshecha su casa, hubo de huir al desierto".
 
("Poema de Gilgames", Tabla XII, Tecnos, 1992).
 
Me gustan los buenos escritores, como Guadalupe Grande, que hacen avanzar la literatura y me animan a seguir pensando, leyendo y escribiendo.



 
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