Como en un par de meses estará en la calle mi próxima novela, este 1 de enero lo inicio caminando entre libros, al igual que cada año. Ya tendré tiempo de hablar de esta historia, de lo que he pretendido al escribirla, algo muy diferente de lo que he escrito hasta ahora. Sigo escribiendo y, sobre todo publicando, porque me seduce la idea de que la literatura y yo continuemos evolucionando buscando siempre el lenguaje de mi época. Antes de ayer me di una vuelta por la Casa del Libro de la Gran Vía de Madrid, una especie de reserva espiritual literaria de España. Desde la estantería de los escritores españoles e hispanoamericanos, ordenados alfabéticamente como ha ocurrido toda la vida, se acercaron cariñosos a saludarme cinco de mis libros de literatura (los de contenido científico están en otras plantas), las novelas "Entrevías mon amour" (2009) y "Las mentiras inexactas" (2012), los dos libros de cuentos, "Cuentos de los viernes" (2015) y "Cuentos de los otros" (2017), y el ensayo de crítica literaria basado en mi tesis "Los mundos de Haruki Murakami" (2013), aunque este estaba un poco más allá (en las fotografías).
Cuando salía pensé en mi madre y en este microrrelato:
"La Gran Vía".
"Da igual que haya recorrido tantos países y haya dado la mano a tantas personas. En mi memoria siempre están presentes las tardes en que mi madre me llevaba de la mano por esa calle cuando era un niño.
Una tarde entramos en “La Casa del Libro” y me compró dos novelas de Julio Verne, que aún conservo. Con el paso del tiempo un personaje de una de mis novelas robaba libros allí porque no tenía dinero para comprarlos y el ansia de leer era más fuerte que él.
Ahora mis libros están en esa librería.
A veces imagino que entro en ella llevando a mi madre de la mano".
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