domingo, 17 de enero de 2021

Este martes presentaremos en la tertulia del Café Gijón el "Poema del soldado" (1954), el primer libro de Angelina Gatell (Barcelona, 1926- Madrid, 2017).

A ella le habría gustado ser una gran actriz de teatro (sus primeros trabajos fueron como actriz en Valencia), pero se convirtió en una gran poeta, con más de quince libros. Fue la primera biógrafa en español de Pablo Neruda, tradujo en torno a un centenar de libros y adaptó, dobló y dirigió cientos de películas y series, como "Heidi", "Marco" y "Érase una vez... el hombre" (puso el nombre de "Niebla" al perro de Heidi, que en la serie se llamaba José, pensando en el que Neruda encontró una noche de niebla en Madrid cuando iba a casa de Alberti y que finalmente se quedaron este y Maria Teresa León).
 
La editorial Bartleby reedita su primer libro de poemas, "Poema del soldado" (1954). El libro estaba listo para la imprenta en el otoño de 2010, fecha en la que Angelina Gatell les hizo llegar su introducción; diversas circunstancias retrasaron su publicación. Unos meses más tarde vio la luz en la colección Bartleby Poesía el libro "Cenizas en los labios" (2011), finalista del Premio Nacional de Poesía de aquel año. Cuatro años después se distribuyó "La oscura voz del cisne", su último libro de poemas publicado en vida. Nos dejó el 7 de enero de 2017. Con este libro Bartleby viene a restañar esa deuda poética con su memoria, más viva que nunca. Y lo hará con la partipación del poeta y novelista Manuel Rico (que es el director de la colección de poesía), el escritor Miguel Sánchez Gatell y la profesora de la Universidad de La Laguna Sandra Santana, autora de un espléndido epílogo donde señala que Angelina estuvo a punto de no llevarse el premio por ser mujer. El libro se abre con el prólogo de la autora, donde habla de los 13 largos poemas que escribió con veintipocos años y que en lugar de hacerlo de amor, como hace todo el mundo a esa edad, hablaban de guerra y de pérdidas. La dedicatoria es el primer poema.
 
DEDICATORIA
 
"Escucha, hijo mío, soldado:
aunque un hombre no puede importarle a un poeta
cuando el mundo naufraga;
aunque un hombre es tan sólo una chispa ligera
que apaga una ráfaga;
aunque un hombre, hijo mío,
no es nada,
cuando tantos millones de hombres,
perdida su fe y su esperanza,
caminan sin rumbo, cansados,
buscando un incierto mañana,
yo quiero cantarte, hijo mío,
soldado en la tierra quemada,
soldado en las tierras vencidas del mundo,
vejadas, amargas;
a ti sólo, soldado, hijo mío,
(la voz no me alcanza
para hablar a los hombres del mundo,
a los hombres en masa,
que tampoco escuchan la voz del poeta
que siempre desgarra...)
 
A ti sólo, uno a uno, dirijo mi canto
como algo muy leve que toca y que cala
y tal vez, como lluvia ligera
se quede en tu alma.
 
A ti sólo, soldado, hijo mío,
soldado de tierras distintas, lejanas,
soldado en las tierras del mundo,
un poeta te canta".
 
(He querido añadir un pequeño homenaje con unas fotografías, ya que con Angelina compartí algunas comidas y reuniones poéticas en los últimos años de su vida. Y ella me caía especialmente bien. Se encuentra con Blas de Otero, Buero Vallejo, Javier Lostalé y yo mismo).
 




 
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