Hoy hablaré un rato de mis novelas y
cuentos a las 11.30 en una radio del Norte de Tenerife (10.30 en la
isla). La entrevista se podrá escuchar en el 107. FM o directamente
pinchando aquí:
He estado varios veranos en Radio Realejos, casi al pie del Teide y
frente al oceano Atlántico, y este miércoles volveré a hacerlo. A pesar
de la situación extraña que estamos viviendo, ya me he acostumbrado a
esta entrevista, y el mes de agosto no sería igual (en esta fotografía
estoy con los hermanos Brito, Remi e Isidro, en la última que me
hicieron). No sé si he dicho alguna vez que me gusta el mes de agosto,
como en realidad me gustan todos los meses del año. En ese mes siempre
he hecho muchas cosas que, para mí, poseen una hermosa resonancia, pero
mientras me tomo el primer café de esta bonita mañana comentaré solo
dos. Un mes de agosto tampoco sería el mismo sin escuchar las óperas de
Wagner en Bayreuth. Y sin pasear con mi padre, como este que describí
una vez y no recuerdo si incorporé a mis libros de cuentos o a alguna de
mis novelas.
"Paseando con mi padre".
"Otro de los recuerdos de los veranos de mi infancia son los paseos con mi padre antes de que saliera el sol. Me hablaba de los nombres de las cosas, las nombraba casi por primera vez para mí, las estrellas y las plantas, los pájaros y los árboles, la historia del perro Barba que una vez se enfrentó a una manada de lobos.
Un día me despertó a las seis de la mañana y me dijo que quería llevarme a lo alto de la montaña. Yo me desperecé entre grandes aspavientos, me mojé los ojos con la punta de los dedos, me tomé la leche con Cola Cao que siempre me preparaba mi madre y salí, aterido, al camino.
-¡Venga, Justito, ya queda poco!, me dijo después de atravesar la garganta que bajaba de la sierra, tras dos horas de caminata.
Al llegar arriba, observé la inmensidad del valle, y luego lo miré a él. Tenía un rostro de serena felicidad.
En ese momento comprendí que lo importante no había sido llegar hasta allí".
(Mi padre me falta desde hace años, pero siempre está conmigo).
"Paseando con mi padre".
"Otro de los recuerdos de los veranos de mi infancia son los paseos con mi padre antes de que saliera el sol. Me hablaba de los nombres de las cosas, las nombraba casi por primera vez para mí, las estrellas y las plantas, los pájaros y los árboles, la historia del perro Barba que una vez se enfrentó a una manada de lobos.
Un día me despertó a las seis de la mañana y me dijo que quería llevarme a lo alto de la montaña. Yo me desperecé entre grandes aspavientos, me mojé los ojos con la punta de los dedos, me tomé la leche con Cola Cao que siempre me preparaba mi madre y salí, aterido, al camino.
-¡Venga, Justito, ya queda poco!, me dijo después de atravesar la garganta que bajaba de la sierra, tras dos horas de caminata.
Al llegar arriba, observé la inmensidad del valle, y luego lo miré a él. Tenía un rostro de serena felicidad.
En ese momento comprendí que lo importante no había sido llegar hasta allí".
(Mi padre me falta desde hace años, pero siempre está conmigo).
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