El otro día me tomé un café en San Ginés, sentado a una mesa junto al
arco de la foto. Hasta ahora no me había fijado en el mural que han
pintado con Galdós y Valle-Inclán, dos escritores madrileños que no
nacieron aquí. Que yo recuerde la vieja chocolatería ha estado siempre
en el mismo sitio. En su día la compró Pedro Trapote, dueño de la
discoteca de al lado, "Joy Eslava", y cuñado de Felipe González. En esa
época mi hermano dio clase de COU a sus
dos hijos en Retamar y yo clases particulares. Estuve en algunas fiestas
en su hermoso palacete de Aranjuez donde se reunía "la jet set". Hace
poco una alumna del curso pasado me comentó que era amiga de la familia
en el Puerto de Santa María, me parece que dijo. Estas casualidades me
resultan divertidas, y por eso las cuento. También he contado en alguna
ocasión que hice un máster sobre "Literatura Española" en la Universidad
Complutense porque una asignatura se llamaba "Galdós", un escritor
esencial durante mi adolescencia. Me enseñó a escribir después de leer
casi toda su obra (me parece que continuamos en su centenario, a pesar
del dichoso virus). En el fondo soy un sentimental. Es innegable que
también me encontré con otras asignaturas interesantes, como las de
"Valle-Inclán", en la que la profesora Ángela Ena nos puso algunas de
sus obras en video, "El teatro de Lope de Vega", "Crítica textual y
edición de textos", "La poética de la modernidad" o "Narrativa femenina
del siglo XX", entre otras como "Don Juan", a cargo del recordado José
Paulino, que nos habló de la enorme repercusión del mítico personaje a
lo largo de la historia de la literatura y la música. Repasamos en video
las creaciones más importantes sobre don Juan, incluida la obra de
Molière, que quizá sea la más lograda, y la ópera de Mozart.
Y me di cuenta de que, aunque a veces me lo han dicho, tengo muy poco de don Juan.
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