Alguien me ha contado que un adolescente se subía para leer a las torres de ese castillo medieval donde dicen que lucharon durante siglos los moros y los cristianos. El muchacho lo hacía por la mañana en alguno de aquellos largos veranos que iban de junio a septiembre, y por la noche se subían los mayores para fumar y amarse, por las cosas que el chico encontraba al día siguiente cuando llegaba con su libro en la mano. Eran los cálidos veranos de Stevenson, de Lamartine, de Galdós, de Dumas. También aseguran que en aquel castillo hay túneles que conectan las infancias y las adolescencias de todos los jóvenes de este mundo. Antonio Lacasa es un amigo vasco de esta red social que desde hace unas semanas ha decidido leerse todas mis novelas (las tres primeras fotografías que he puesto son suyas). Hace poco me comentó que ya había acabado "Las mentiras inexactas". Tras analizar la novela, me dijo que su hija se llama como la protagonista, una profesora de literatura de la Universidad Complutense que se llama igual que el amor imposible de Borges, la mujer de Joyce y el personaje de la obra de teatro de Ibsen. También me dijo que había alquilado una casa rural con su familia en La Adrada, en el Valle del Tiétar, un lugar que se encuentra dominado por un castillo medieval donde luchaban los cristianos y los moros, y que allí empezaría a leer "Entrevías mon amour". Por casualidades de la vida, su hija Nora le presentó el otro día a alguien que ya había leído mi novela, y al que yo mismo compré un libro en una Feria Medieval en la que estuve hace tiempo.
Alguien me ha dicho que un joven de 15 años descubrió el amor en una isla donde no había ningún castillo, solo esta melodía. Después de todo una vez descubrí un túnel en un castillo que conecta las adolescencias de todos los jóvenes de este mundo:
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