domingo, 23 de agosto de 2020

"A propósito de Obama y la literatura".

Este jueves pasado Barak Obama pronunció un discurso en la Convención Demócrata elegante, pausado, inteligente, hablando de la necesidad de una sólida democracia y de proteger los principales factores que la definen. El día en que ganó las elecciones por primera vez dije a mis alumnos que este hombre me gustaba por varios motivos, por sus ideas progresistas, por ser negro y por ser culto. Aunque no lo logró por completo, intentó resolver dos de los grandes problemas que tiene su país, el "Medicaid" y el "Medicare", es decir, la extensión de la cobertura universal de la Seguridad Social y las pensiones. Por otra parte, ha sido el primer presidente negro del país más importante del mundo, algo que me pareció esencial. Y desde joven fue un lector excelente, por ejemplo de T. S. Eliot, al que considero el poeta más importante del siglo XX. En una entrevista para la revista New York Review of Books dijo que, estando en la Universidad, envió una carta a su novia de entonces, Alexandra McNear, donde le comentaba que pensaba escribir un ensayo sobre "La tierra baldía", la obra más conseguida de Eliot. La carta se reproduce en "Barack Obama: The Story" (2012), una biografía escrita por David Maraniss. En ella dice también que hacía tiempo que no leía "La tierra baldía", y que Eliot tenía la misma visión estática que va de Münzer a Yeats. Afrontando lo que él consideraba como la elección entre el caos estático y un orden mecanicista sin vida, lograba mantener una clara separación entre la pureza asexuada y la brutal realidad sexual. Tenía que leer "Tradición y talento individual" y los "Cuatro cuartetos", en los que no se le observa tan preocupado por describir a una Europa moribunda. Había un cierto tipo de conservadurismo que respetaba más que el liberalismo burgués, y Eliot pertenecía a ese tipo. "La dicotomía que mantiene es reaccionaria, pero es causada por un profundo fatalismo, no por la ignorancia. (A diferencia de Yeats o Pound, que habiendo nacido en ese ambiente decidieron apoyar a Hitler y a Mussolini). Este fatalismo nace de la relación entre la fertilidad y la muerte: la vida se nutre de sí misma. Un fatalismo que a veces comparto con la tradición occidental. Parecías sorprendida de la irreconciliable ambivalencia de Eliot; ¿no compartes tú también esta ambivalencia, Alex?"

Este es el discurso al que me referí al principio. Los subtítulos se pueden generar automáticamente, abajo a la derecha, en inglés, castellano y otros idiomas:

https://www.youtube.com/watch?v=bps3m4eFTuE
 
 

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