El Concierto de piano nº 2 de Prokofiev es una de las músicas que
más he escuchado mientras leía el "Testamento de juventud", de Vera
Brittain, del que hablé ayer por aquí.
Quizá la razón de dejar
correr mi imaginación entre la Inglaterra de los años previos y
posteriores a la I Guerra Mundial de la mano de la escritora Vera
Brittain y las vanguardias musicales que entusiasmaron a Serguéi
Prokofiev tenga cierta lógica, sobre todo porque lo he intentado
relacionar con estos tiempos extraños.
Aunque utilizando lenguajes distintos, los dos hablan de la misma época
con técnicas similares, plasmadas a través de la literatura y la música
(ya veremos qué es lo que se dice de nuestra época dentro de un siglo).
Prokoviev es el compositor ruso más dotado, técnicamente, de su tiempo, y
su obra inicial no fue bien entendida por un público conservador. Su
segundo concierto se interpretó por primera vez en 1913, se perdió con
la Revolución de 1917 y tuvo que reescribirlo. Se estrenó en 1924 en
París, con un enorme revuelo por lo novedoso del estilo percutivo y la
explotación de motivos martilleados que necesitan a un intérprete que se
desplace por el teclado con acordes que exploran nuevos caminos en la
armonía. La obra fue redescubierta a finales de los setenta por Vladímir
Ashkenazy, entre otros.
Lo escucho de nuevo, con una prodigiosa Yuja Wang al piano, y me tomo un café:
https://www.youtube.com/watch?v=1Kwajecmh2c
Está escrito en cuatro movimientos, y no en tres, como es habitual. El inicio también resulta innovador, sin la apertura a cargo de la orquesta. Una parte del desarrollo y la recapitulación se convierten en una enorme cadencia del piano, llena de arpegios, cascadas de acordes y armonías ásperas. Además el Scherzo-Vivace es un cúmulo de semicorcheas, un perpetuum mobile. El Intermezzo es una marcha seria, casi pensativa, con unas líneas melódicas sombrías. El Finale de la obra es brillante y enérgico. Siempre que escucho estas músicas que ya tienen un siglo me da por pensar que el arte actual se está haciendo muy conservador. ¿Quizá para adaptarse al conservadurismo de la gente? Si el sueño de tanta gente es ser funcionaria de lo que sea, me parece que al arte y la literatura le está ocurriendo algo similar. Mi problema es que me aburro con todo lo conservador y anacrónico, incluidas algunas de las cosas que escribo yo mismo cuando tengo la sensación de que me estanco.
En una época en la que todo ya está escrito (hasta el miedo), el sentido que le quedan al arte y a la literatura es seguir avanzando.
Desde la libertad más absoluta.
https://www.youtube.com/watch?v=1Kwajecmh2c
Está escrito en cuatro movimientos, y no en tres, como es habitual. El inicio también resulta innovador, sin la apertura a cargo de la orquesta. Una parte del desarrollo y la recapitulación se convierten en una enorme cadencia del piano, llena de arpegios, cascadas de acordes y armonías ásperas. Además el Scherzo-Vivace es un cúmulo de semicorcheas, un perpetuum mobile. El Intermezzo es una marcha seria, casi pensativa, con unas líneas melódicas sombrías. El Finale de la obra es brillante y enérgico. Siempre que escucho estas músicas que ya tienen un siglo me da por pensar que el arte actual se está haciendo muy conservador. ¿Quizá para adaptarse al conservadurismo de la gente? Si el sueño de tanta gente es ser funcionaria de lo que sea, me parece que al arte y la literatura le está ocurriendo algo similar. Mi problema es que me aburro con todo lo conservador y anacrónico, incluidas algunas de las cosas que escribo yo mismo cuando tengo la sensación de que me estanco.
En una época en la que todo ya está escrito (hasta el miedo), el sentido que le quedan al arte y a la literatura es seguir avanzando.
Desde la libertad más absoluta.
Qué bella música compartes, que gran pianistas y como dices, original en la composición de sus temas. Se ha mandando un buen concierto y el resto de músicos la acompañan bien. Saludos desde El Blog de Boris Estebitan.
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