domingo, 16 de agosto de 2020

"El oasis siempre está en nuestro interior".

Me tomo el primer café de esta bonita mañana de verano, y leo los últimos comentarios referidos a mi post de ayer.

"Estas publicaciones son un oasis en Facebook", asegura Yolanda Ramírez Míchel, que es una escritora y editora mexicana. Marta Velasco Bernal, que es una abogada de Sigüenza, dice en el comentario anterior que lo sublimo todo, y por eso soy un poeta (en todo caso reprimido, jeje, como me llamó hace unos días el profesor Javier Del Prado). El penúltimo comentario es de la economista barcelonesa Roser Latorre Zamora y resume bien mi post de ayer sobre Keats y Khayyam, ya que sería el resultado de la lectura de un libro en los jardines de la Complutense. Teniendo en cuenta que además de escritor soy un científico, creo que no hace falta leer más opiniones para lo que quiero decir esta mañana. Como digo siempre, "no busco, encuentro", siguiendo la mítica frase de Pablo Picasso (la primera vez que la leí fue en la entrada de las Cuevas de Sésamo en la calle Príncipe de Madrid). Uno de los secretos de la felicidad está en la preparación intelectual y humana que hayamos recibido durante nuestro periodo de formación en la juventud, y lo demás viene solo, tanto como para ser conscientes de que el mundo cabe en nuestro interior y que cada uno de nosotros somos el mundo.

Y ahora escucho una de las músicas que amueblan mi cabeza desde joven, la última sonata de piano de Schubert, interpretada además por Mitsuko Uchida. A Bécquer también le gustaba, y por eso pongo la foto del poeta que hice ayer por la mañana durante un bucólico paseo por el Parque de la Fuente del Berro de Madrid.

Después de todo cada cual elige con qué, o quién, se acuesta y se levanta.

Y su mundo y su oasis:

https://www.youtube.com/watch?v=8xDABzplnao

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