miércoles, 19 de agosto de 2020

"Charo Alonso Panero, mucho más que la prima de los Panero".

Conocí a esta tinerfeña en una tertulia en el café "Este Oeste" con su actual marido, Javier de la Rosa, que nos presentó uno de sus libros. Charo vino a Madrid con su querida hermana gemela (están en las fotos 2 y 3). Después continuamos hablando por este medio y volvimos a vernos en una Feria del Libro en el Retiro. Como secretaria de la Cátedra Leopoldo Panero, su tío, el pasado diciembre me invitó a dictar una conferencia sobre Leopoldo María Panero en la Universidad de La Laguna. Allí reforzamos nuestra amistad (en la cuarta foto estoy con mis amigos y escritores tinerfeños Agustín E. Díaz-Pacheco, José Féliz Saenz-Marrero, Javier de la Rosa y Chema Menéndez, este de adopción). El confinamiento la cogió en Agaete, un pueblo del norte de Gran Canaria, y desde allí me envió por Wasap, diariamente, fotografías de atardeceres y amaneceres sobre el mar. Estas cosas son bellas y unen a las personas en épocas tan extrañas como las de un confinamiento. Charo siguió escribiendo comentarios cada vez más interesantes sobre mis textos y el mundillo literario, como el de ayer, y creo que ha llegado el momento de dedicarle un post:

"Es maravilloso cómo cuentas tantas cosas y con tanta belleza y elegancia. Me recuerda aquellos momentos inolvidables de mi infancia en el comedor de la calle Ibiza 35 de mi tía Felicidad Blanc (en la quinta foto he puesto la portada de un libro publicado por Bartleby sobre textos de Leopoldo María en aquella calle de Madrid, al lado del Retiro). Mi tío Leopoldo Panero había muerto en agosto del 62. Llegamos a vivir a Madrid en septiembre, un mes después. Recuerdo a aquellos grandes poetas y escritores departiendo en la casa de mis tíos. Era increíble lo bien que hablaban. Mis primos Leopoldo María, Michi, mi gemela y yo escuchábamos todo con atencion, ya que nos dejaban estar con ellos, al lado de nuestra tía Felicidad y mi querida madre María Luisa Panero. Todos los demás eran varones, pero ellas se integraban maravillosamente en aquel ambiente. Ellos continuaron frecuentando el ya legendario comedor donde se reunieron durante años como si mi tío viviera todavía. También se reunian en la casa de mi tía Odila Panero en Ferraz 28, o en mi casa en Vallehermoso 32. Y hablábamos con grandes literatos. Los más asiduos eran Luis Rosales, Dámaso Alonso y Gerardo Diego (invité a la tertulia del Café Gijón a su hija y a su sobrino, pero no han podido venir por cuestiones de salud. Quien estuvo hace poco fue Javier Mendoza, hijastro de Michi, un tipo majísimo). Mi padre sacaba su Whisky Chivas y mi madre cocinaba tortillas de papas, como se dice en Canarias. Las tertulias podían alargarse hasta la media noche, y los niños nos sentábamos en la alfombra del salón y si subían de tono nos mandaban a salir. ¡Vayan a jugar, aquí no estén, es para mayores! Y nos escondíamos en el pasillo y escuchábamos todo."

En fin, una parte de la historia literaria de España.





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