Mi hijo es bueno, inteligente y guapo, unos rasgos heredados de su madre. Y yo me aprovecho.
Lo gratificante de haberme pasado toda la vida rodeado de alumnos es que he ido envejeciendo con ellos. Comencé a dar clase con 24 años y ellos tenían casi esa misma edad. Si me mantengo joven es por seguir dando clase a 500 jóvenes cada año. Mi hijo es un joven de su época. Todo lo referente a Internet y la IA le resulta normal e incluso natural. Junto a ello le gusta leer y escuchar ópera y música clásica (su obra favorita es "El anillo de los nibelungos" de Wagner). Se ha hecho maestro y ahora va por 2º de Filología hispánica (su madre es Filóloga inglesa). Esto es una gran ventaja para mí porque le robo los libros que se compra cada semana. Estas dos semanas de vacaciones todos han sido de filosofía y me los he leído frente al mar, con el sonido de las olas meciendo mis sentidos: "La fragilidad del mundo", de Joan-Carles Mèlich, "La crisis de la narración" y "La agonía del eros", ambos de Byung-Chul Han y "Humano, más humano", de Josep María Esquirol Calaf.
Me tomo un café, pero esta vez no busco la obra de Wagner, sino la banda sonora de una película que le gustaba mucho a él cuando era pequeño. De alguna manera siempre seré su Indiana Jones, por eso siempre me ha tocado esta música al piano:
https://www.youtube.com/watch?v=ntXJJwEk1NA
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