sábado, 8 de septiembre de 2018

"Si es que esta vida es francamente divertida".

El otro día me ocurrieron dos anécdotas a cuenta de Julio Iglesias. Por una parte fui a echar gasolina y observé que el mostrador de la caja estaba lleno de revistas con la foto de Preysler y Vargas Llosa. Por un instante me vino a la cabeza que este escritor había sido el más grande de nuestra lengua con novelas como "La ciudad y los perros", "La casa verde" y esa obra maestra llamada "Conversación en la catedral", que está a la altura de Joyce. Sin embargo, uno se va haciendo mayor y esas cosas, y termina en la portada de "Hola".
Esa imagen de la revista adquirió sentido unas horas después.

A la mañana siguiente me encontré en un avión con una chica de Santander (en concreto de Santoña) de la que había sido amigo en la adolescencia. A pesar del tiempo transcurrido, nos reconocimos. Dejó de hablarme porque me pasaba el tiempo burlándome de Julio Iglesias, su cantante preferido, con el que soñaba, dormía, comía, etcétera. Sinceramente, a mí ese señor siempre me había parecido un extraterrestre, aunque fuese portero del Real Madrid y tuviera que retirarse. El problema es que mi amiga no dejaba de poner sus discos y además me cantaba sus canciones por la calle cada vez que nos veíamos, en las plazas, en los Jardines de Sabatini, en los cafés, incluso en los oídos.

Antes de despedirnos, mi amiga me dijo que se había casado y divorciado dos veces, que vivía con un piloto de Iberia que le había prometido viajar por todo el mundo y que no era feliz.

Ahora escucho su canción preferida con curiosa nostalgia. Estas cosas me pasan por llenar el depósito del coche y subirme a los aviones. Y leer libros buenos, claro. Si es que no somos nadie, jeje, digo "heyhey".

https://www.youtube.com/watch?v=GLtnOJFAUDY

(Este no es uno de los "Cuentos de los otros", pero podía haberlo sido. Y además es viernes).

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