Hace un
par de semanas Almudena Mestre entró en una librería de viejo del
barrio de Chamberí, en el centro de Madrid, llamada Ábaco Libros Usados.
Y se encontró con "La paz de febrero", la tercera novela que publiqué
en el año 2006. Observé unos instantes la foto que me envió, y más que
pensar en mi novela lo hice en los libros que la acompañaban. ¿Qué se
habrán dicho entre ellos todos estos años? ¿Se habrán contado las historias
que llevan en su interior? ¿Se caerán bien? ¿Se tomarán de vez en
cuando algún café, como el que me estoy tomando yo en este hotelito tan
bohemio del centro de Roma?
Unos días después el escritor Vicente Quijano, al que conocí en la
última Feria del Libro del Retiro de Madrid a la que se acercó para
llevarse mis "Cuentos de los otros", escribió un post donde contaba que
estaba haciendo una mudanza y tenía que desprenderse de unos 500 libros
que le habían acompañado en su vida. Comentaba que mis cuentos se
quedaban en buenas manos, los de su hija.
¿Coincidirán algún día esos dos libros en un estante? ¿Se contarán sus cosas "La paz de febrero" y los "Cuentos de los otros"? A lo mejor se toman un Gelato, como el que me tomé yo ayer por la tarde. Si algún día los veo juntos les diré que la vida no es mucho más que tomarse un "Cioccolato" mientras atardece.
¿Coincidirán algún día esos dos libros en un estante? ¿Se contarán sus cosas "La paz de febrero" y los "Cuentos de los otros"? A lo mejor se toman un Gelato, como el que me tomé yo ayer por la tarde. Si algún día los veo juntos les diré que la vida no es mucho más que tomarse un "Cioccolato" mientras atardece.
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