Ayer por la tarde estaba sentado en
un banco de la calle de la fotografia, un bulevar muy concurrido de
Madrid lleno de terrazas de verano. Hablaba por teléfono con un escritor
al que voy a presentar un libro el mes que viene. En ese momento un
grupo de chicas, alrededor de una docena, pasó delante de mí, pero no me
fijé en sus caras. Las muchachas se alejaron unos metros y de pronto
gritaron al unísono: "Viva Justo Sotelo". Durante una fracción de segundo
imaginé que se referían a otro tipo, porque además todo el mundo se
puso a mirar a todas partes, aunque no tardé en comprender que me
vitoreaban a mí. Supongo que sería un grupo de ex alumnas de alguno de
estos años.
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