domingo, 3 de julio de 2022

"La Rayuela".

Ayer por la tarde me di un largo paseo por el Madrid de los Austrias. Empecé tomándome una horchata en la Plaza de Santa Cruz, donde se encuentra nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores que la gente de la OTAN visitó hace unos días. Allí sentado escuché una curiosa conversación entre tres mujeres en la mesa de al lado, una de unos treinta y tantos años y otras dos mayores, con un perro. Lo primero que pensé al verlas es que se trataba de tres personajes de Chéjov, "las damas con perrito". Como todo narrador que se precie acerqué el oído para ver qué se decían. En esto sigo el consejo que nos dio José Luis Sampedro una vez en la tertulia literaria, en el sentido de acercar el oído a las conversaciones cercanas para sacar así temas para sus novelas. Obviamente, Sampedro era un enorme intelectual y preparaba y estudiaba sus novelas muchos años y por ese motivo escribió "Octubre, octubre", su indudable obra maestra, "La sonrisa etrusca", "El río que nos lleva", "La vieja sirena" y "Real sitio", libros que recomiendo a todo el que me pregunta. "Pues sí, tías, aquí me tenéis, una soltera de oro en el verano de Madrid", dijo la muchacha de treinta y tantos años a sus tías. Estas fruncieron el ceño, como extrañadas ante las palabras de la sobrina, y entonces puntualizó lo siguiente. "No hay quien aguante a los hombres actuales. Además de pasarse el día hablando de dinero y de deportes, todos van a lo mismo y son imbéciles, con lo buena que estoy yo. Y lo inteligente y culta que soy". El adjetivo "imbécil" lo he suavizado un poco. Pagué al camarero, un tipo simpático que me dijo que era de Túnez, luego bordeé la Plaza Mayor y me senté un rato en la iglesia de San Pedro el Viejo que siempre me ha parecido entrañable. Y, ya en la puerta, varios extranjeros me preguntaron por la Plaza de la Paja. Entré en el Jardín romántico (segunda fotografía) y me dirigí al restaurante "Rayuela", en honor a Cortázar, que me gusta mucho (cuarta foto). Como aún no habían abierto me tomé algo en la Terraza Collins (en la tercera foto), que está casi debajo del Viaducto. 
 
De alguna manera aquella mujer me recordaba a un personaje de las películas de Rohmer, tal vez a la de "El rayo verde". Y ahora, con el primer café de la mañana de este sábado tan bonito, pienso que nadie le ha cantado una canción mientras bailaba con ella. Después de todo, con la Rayuela se trata de llegar hasta el cielo:
 

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