Esta es la película que vi ayer por la tarde en los Golem, unos cines donde no se puede comer y solo proyectan películas con calidad. Entre otros sitios, aquí me hice amante del cine, cuando se llamaba Alphaville, viendo las películas del británico Terence Davies (1945), como "Voces distantes" (1988) y "El largo día acaba" (1992), sobre su niñez y juventud en Liverpool. La última película que había visto de él es sobre la vida y la obra de Emily Dickinson, "Historia de una pasión" (2016). "Benediction", que se ha estrenado hace unos días, también es la vida de un poeta, Sigfried Sassoon (1886-1967), uno de los llamados "poetas ingleses de la guerra", junto a Wilfred Owen y Rupert Brooke. Fue un declarado antibelicista, algo que influyó en sus poemas y su posterior obra en prosa. La película superpone las imágenes de archivo de la Primera Guerra Mundial, la voz en off del protagonista recitando sus poemas y su vida de amante en amante (le costó aceptar su homosexualidad), su boda con una mujer y su conversión al catolisismo.
- ¿Por qué detestas el mundo moderno?, le pregunta su hijo.
- Porque es más joven que yo, responde él, un Sigfried Sasson ya en la vejez, aunque en realidad está hablando el propio Davies a través de su personaje.
Como se dice en este breve reportaje de "Días de cine" de la 2 (es el único programa que veo siempre que puedo en TV), esta película es un sólido y melancólico melodrama anti belicista, sobre el arte, las oportunidades perdidas y el amor:
El final contiene una de las escenas más hermosas que he visto en el cine reciente, mientras se escucha esta delicadísima obra:
"Preludio: las tropas".
Tenue, gradual, se diluye la penumbra sin forma
se estremece en la llovizna del alba que revela
hombres desconsolados con empapadas botas
tornan al cielo rostros apagados y hundidos,
demacrados, desesperados. Ellos, que tras vencer
la rancia angustia de la noche, deben renovar
su desolación en la tregua del amanecer
matando las horas pálidas que buscan la paz a tientas.
Estos, que se aferran a la vida con brazos tercos,
aún pueden sonreír entre tormentas de muerte y hallar hueco
en los crueles enredos zarpados de su defensa.
Marchan desde el amparo y la alegría de los pájaros
en arbustos verdes hacia la tierra donde todo
es ruina y nada florece excepto el cielo
que se apresura sobre ellos, donde sufren
tristes, humeantes horizontes planos, bosques malolientes
y trincheras hundidas que volean muerte por muerte.
Oh mis valientes compañeros pardos, cuando vuestras almas
vuelen en silencio y los muertos sin ojos
se avergüencen de la bestia de la lucha en la cresta
la muerte quedará llorando en ese campo de batalla
pues se acabó vuestro invicto esfuerzo.
Y pasarán a través de algún Valhalla de luna
batallones y batallones, lacerados en el infierno,
la armada que fue juventud y que no vuelve;
las legiones que han sufrido y ahora son polvo.
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