domingo, 24 de julio de 2022

"Un té con leche en Madrid".

Cuando llega el verano suelo combinar el café con el té con leche, una costumbre que adquirí en los veranos de mi juventud cuando recorrí Gran Bretaña de arriba abajo (caminando por la India y África también me ha pasado) en los pubs, hoteles y bred and breakfasts. Como me gusta celebrar los éxitos literarios de los miembros de mi tertulia del Café Gijón, ayer por la mañana me tomé un té con leche con la arquitecta María José Muñoz Spínola y poder brindar de esa forma por su primer premio, un microrrelato titulado "La soportable levedad del ser", que se publicará en un libro colectivo, "Pongamos que hablo de Madrid". No nos hicimos ninguna foto y he recordado una en la terracita de Casa Manolo, junto a Moncloa, con el poeta y catedrático Javier del Prado. Su carrera como arquitecta es exitosa y tras incorporarse el año 2021 a la tertulia se ha lanzado a escribir. Como nos dijo a Javier y a mí ese día de la foto, está descubriendo nuevos tesoros en la vida literaria, y observa una relación estrecha entre lo que aprendió sobre arquitectura en sus años de la Escuela de la Politécnica y la literatura que ha encontrado en el Café Gijón. Y, mientras hablábamos, me vino a la cabeza una frase de la novela de Kundera: "Nunca seremos capaces de establecer con seguridad en qué medida nuestras relaciones con los demás son producto de nuestros sentimientos, de nuestro amor, de nuestro desamor, de la bondad o maldad, y hasta qué punto son el resultado de la relación de fuerzas existente entre ellos y nosotros".

Siempre he sabido que el té debe servirse con unas gotas de leche, como señalan el protocolo y las buenas costumbres. Todas mis novelas transcurren en mi ciudad (en todo o en parte), ya que solo se debería hablar de lo que mejor se conoce. Por eso mismo ahora me tomo el primer café de este precioso día de verano hablando de Madrid con la voz de Sabina:
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario