En este jardín podrían haberse amado y odiado a la vez Auguste Rodin y Camille Claudel.
Por esos caminos llenos de flores te encuentras algunas de las esculturas más famosas de Rodin como "El pensador", "Los burgueses de Calais" y "La puerta del infierno", una obra en la que también colaboró la propia Camille. ¿Es tan complicado el amor entre dos artistas? Por cierto, ¿he dicho amor o destrucción?, que diría Aleixandre.
"Soy el destino".
Sí, te he querido como nunca.
¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la [muerte está próxima
si se sabe que amar es solo olvidar la vida,
cerrar los ojos a lo oscuro presente
para abrirlos a los radiantes límites de un [cuerpo?
Yo no quiero leer en los libros una verdad que [poco a poco sube como un agua,
renuncio a ese espejo que dondequiera las [montañas oscurecen,
pelada roca donde se refleja mi frente
cruzada por unos pájaros cuyo sentido ignoro.
No quiero asomarme a los ríos donde los [peces colorados con el rubor de vivir,
embisten a las orillas límites de su anhelo,
ríos de los que unas veces inefables se alzan,
signos que no comprendo echado entre los [juncos.
No quiero, no, renuncio a tragar ese polvo, esa [tierra dolorosa, esa arena mordida,
esa seguridad de vivir con que la carne [comulga
cuando comprende que el mundo y este [cuerpo
ruedan como ese signo que el celeste ojo no [entiende.
No quiero, no, clamar, alzar la lengua,
proyectarla como esa piedra que se estrella en [la frente,
que quiebra los cristales de esos inmensos [cielos
tras los que nadie escucha el rumor de la vida.
Quiero vivir, vivir, vivir como la yerba dura,
como el cierzo o la nieve, como el carbón [vigilante,
como el futuro de un niño que todavía no nace,
como el contacto de los amantes cuando la [luna los ignora.
Soy la música que bajo tantos cabellos
hace el mundo en su vuelo misterioso,
pájaro de inocencia que con sangre en las alas
va a morir en un pecho oprimido.
Soy el destino que convoca a todos los que [aman
mar único al que vendrán todos los radios [amantes
que buscan su centro, rizados por el círculo
que gira como la rosa rumorosa y total.
Soy el caballo que enciende su crin contra el [pelado viento,
la gacela que teme al río indiferente,
el avasallador tigre que despuebla la selva,
el diminuto escarabajo que también brilla en el [día.
Nadie puede ignorar la presencia del que vive,
del que en pie en medio de las flechas [gritadas,
muestra su pecho transparente que no impide [mirar,
que nunca será cristal a pesar de su claridad,
porque si acercáis vuestras manos, podréis [sentir la sangre.
(Con "La destrucción o el amor", 1935, Vicente Aleixandre continúa el camino de "Espadas como labios", 1932, y eleva la poesía española a lo más alto. El amor puede ser destrucción, pero a la vez suponer una integración cósmica y con la Naturaleza. Esto ocurrió de alguna forma con Rodin y Claudel, profesor y alumna, que se amaron locamente, pero los celos, las presiones y las degradaciones acabaron con su relación. Sin embargo, como fueron dos artistas enormes, nos quedan sus obras, además juntas, unidas para siempre en uno de los rincones más hermosos de París, recientemente restaurado y que jamás dejo de visitar).
Por esos caminos llenos de flores te encuentras algunas de las esculturas más famosas de Rodin como "El pensador", "Los burgueses de Calais" y "La puerta del infierno", una obra en la que también colaboró la propia Camille. ¿Es tan complicado el amor entre dos artistas? Por cierto, ¿he dicho amor o destrucción?, que diría Aleixandre.
"Soy el destino".
Sí, te he querido como nunca.
¿Por qué besar tus labios, si se sabe que la [muerte está próxima
si se sabe que amar es solo olvidar la vida,
cerrar los ojos a lo oscuro presente
para abrirlos a los radiantes límites de un [cuerpo?
Yo no quiero leer en los libros una verdad que [poco a poco sube como un agua,
renuncio a ese espejo que dondequiera las [montañas oscurecen,
pelada roca donde se refleja mi frente
cruzada por unos pájaros cuyo sentido ignoro.
No quiero asomarme a los ríos donde los [peces colorados con el rubor de vivir,
embisten a las orillas límites de su anhelo,
ríos de los que unas veces inefables se alzan,
signos que no comprendo echado entre los [juncos.
No quiero, no, renuncio a tragar ese polvo, esa [tierra dolorosa, esa arena mordida,
esa seguridad de vivir con que la carne [comulga
cuando comprende que el mundo y este [cuerpo
ruedan como ese signo que el celeste ojo no [entiende.
No quiero, no, clamar, alzar la lengua,
proyectarla como esa piedra que se estrella en [la frente,
que quiebra los cristales de esos inmensos [cielos
tras los que nadie escucha el rumor de la vida.
Quiero vivir, vivir, vivir como la yerba dura,
como el cierzo o la nieve, como el carbón [vigilante,
como el futuro de un niño que todavía no nace,
como el contacto de los amantes cuando la [luna los ignora.
Soy la música que bajo tantos cabellos
hace el mundo en su vuelo misterioso,
pájaro de inocencia que con sangre en las alas
va a morir en un pecho oprimido.
Soy el destino que convoca a todos los que [aman
mar único al que vendrán todos los radios [amantes
que buscan su centro, rizados por el círculo
que gira como la rosa rumorosa y total.
Soy el caballo que enciende su crin contra el [pelado viento,
la gacela que teme al río indiferente,
el avasallador tigre que despuebla la selva,
el diminuto escarabajo que también brilla en el [día.
Nadie puede ignorar la presencia del que vive,
del que en pie en medio de las flechas [gritadas,
muestra su pecho transparente que no impide [mirar,
que nunca será cristal a pesar de su claridad,
porque si acercáis vuestras manos, podréis [sentir la sangre.
(Con "La destrucción o el amor", 1935, Vicente Aleixandre continúa el camino de "Espadas como labios", 1932, y eleva la poesía española a lo más alto. El amor puede ser destrucción, pero a la vez suponer una integración cósmica y con la Naturaleza. Esto ocurrió de alguna forma con Rodin y Claudel, profesor y alumna, que se amaron locamente, pero los celos, las presiones y las degradaciones acabaron con su relación. Sin embargo, como fueron dos artistas enormes, nos quedan sus obras, además juntas, unidas para siempre en uno de los rincones más hermosos de París, recientemente restaurado y que jamás dejo de visitar).
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