Mis amigos tenéis que perdonadme, porque nunca digo ni escribo
palabrotas (como mucho "jolines" y eso cuando estoy muy enfadado), pero
ayer me hizo gracia la forma en que Pilar Rivera resumió la lectura o relectura de mi novela "Las mentiras inexactas" (2012).
A Pilar la conocí en la Feria del Libro del Retiro de este año, luego
vino a mi tertulia de Malasaña, en el centro de Madrid, y es tan amable y
empedernida lectora que, poco a poco, está leyendo todos mis libros. Seguro que ha tenido que ser musa de un montón de artistas.
Lo que añadió acto seguido también me hizo gracia y sonreí de nuevo:
"La revolución de los claveles fue pura poesía, dices en tu novela. O esto otro: Escribo para encontrar la luz blanca de la ternura (...) ¿Cómo se puede escribir así y que aún no te hayan dado el Premio Nobel de Literatura? No lo entiendo. Una lee rápido y cuando acabo de leer tu libro lo releo y ahí ya me rindo".
Cierro los ojos, con la sonrisa ligeramente perfilada en mis labios. Siento que ya ha salido el sol y que la luz blanca se filtra, mimosa, entre las teclas de mi ordenador.
Todavía es "a.m."
"La revolución de los claveles fue pura poesía, dices en tu novela. O esto otro: Escribo para encontrar la luz blanca de la ternura (...) ¿Cómo se puede escribir así y que aún no te hayan dado el Premio Nobel de Literatura? No lo entiendo. Una lee rápido y cuando acabo de leer tu libro lo releo y ahí ya me rindo".
Cierro los ojos, con la sonrisa ligeramente perfilada en mis labios. Siento que ya ha salido el sol y que la luz blanca se filtra, mimosa, entre las teclas de mi ordenador.
Todavía es "a.m."
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