Ayer pensaba en las "Iluminaciones" del filósofo alemán Walter Benjamin a la hora de aclarar e iluminar nuestro pensamiento.
Esta época evoluciona con rapidez y cada día ocurren muchas cosas que
se olvidan rápidamente. Sin embargo, el pensamiento debe tener otro
ritmo si quiere servir a la libertad y no ser estéril. Sus retos son
epistemológicos, éticos, políticos, científicos, artísticos,
tecnológicos, jurídicos e incluso religiosos.
Recuerdo haber charlado sobre este asunto
con Joaquín Leguina, después de bromear sobre su gran parecido con
Benjamin. Fue antes de presentar mi novela "Entrevías mon amour" en el
Círculo de Bellas Artes de Madrid, junto a Fernando Rodríguez Lafuente.
Walter Benjamín se suicidó en Port Bou, en la frontera española con
Francia, porque las autoridades franquistas se negaron a concederle un
visado para llegar a Portugal y de ahí a Estados Unidos huyendo de los
nazis. Es verdad que, intelectualmente, se sentía bastante abandonado,
apenas relacionado con la Escuela de Frankfurt. Siempre me gustó su idea
de la "percepción del aura" y su discusión con Adorno en ese sentido.
Por otra parte, Leguina fue presidente de la Comunidad de Madrid y ha
escrito varias novelas notables y Rodríguez Lafuente fue presidente del
Instituto Cervantes, Director General del Libro y del Cultural del ABC,
entre otras cosas, además de codirigirme la tesis sobre Haruki Murakami.
Observo la foto, que tiene siete años, y me tomo un café. Y pienso que el aventurero que está, aparentemente, perdido en medio del desierto no se detiene en ninguna parte. Sabe que su objetivo es encontrar la tierra prometida de la libertad.
Observo la foto, que tiene siete años, y me tomo un café. Y pienso que el aventurero que está, aparentemente, perdido en medio del desierto no se detiene en ninguna parte. Sabe que su objetivo es encontrar la tierra prometida de la libertad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario