domingo, 20 de agosto de 2017

Cuando la vida y la ficción se dan la mano.

Tomando un café en casa de Chema Menéndez, un amante de la vida, el arte y la cultura, a quien conocí, personalmente, en la presentación en Tenerife de mi anterior libro. Hacía un tiempo que éramos amigos virtuales.

Estamos, además, junto a su cuadro de Túnez que "pinta" el prólogo de mis "Cuentos de los otros", en medio de un valle, tan verde como el de la película de John Ford.

Tras charlar varias horas, comerme unas galletas de La Gomera y de que me comente que ha dejado dos de mis libros al director de cine barcelonés Josep Vilageliu, que vive en Tenerife desde los años 70, pues tenía interés en leerlos, que entre sus amigos que me siguen en Facebook está uno de los que dirige la Universidad de La Laguna -y yo sin saberlo- o enseñarme la foto de los chicos que estudiaron con él en el colegio de los Salesianos de Madrid, donde veo a un viejo amigo, con el que escribí un libro sobre Medio Ambiente, Pedro Costa Morata, nombrado hace poco hijo adoptivo de Águilas (Murcia) por su lucha en defensa del Mediterráneo. Curiosamente, el padre del protagonista de mi novela "La paz de febrero", de la que hablaba por aquí el otro día, un ecologista muy comprometido, se basa en la figura de Pedro.


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