Tomando un café en casa de Chema Menéndez,
un amante de la vida, el arte y la cultura, a quien conocí,
personalmente, en la presentación en Tenerife de mi anterior libro.
Hacía un tiempo que éramos amigos virtuales.
Estamos, además,
junto a su cuadro de Túnez que "pinta" el prólogo de mis "Cuentos de los
otros", en medio de un valle, tan verde como el de la película de John
Ford.
Tras charlar varias horas, comerme unas galletas de La Gomera y de que me comente que ha dejado dos
de mis libros al director de cine barcelonés Josep Vilageliu, que vive
en Tenerife desde los años 70, pues tenía interés en leerlos, que entre
sus amigos que me siguen en Facebook está uno de los que dirige la
Universidad de La Laguna -y yo sin saberlo- o enseñarme la foto de los
chicos que estudiaron con él en el colegio de los Salesianos de Madrid,
donde veo a un viejo amigo, con el que escribí un libro sobre Medio
Ambiente, Pedro Costa Morata, nombrado hace poco hijo adoptivo de
Águilas (Murcia) por su lucha en defensa del Mediterráneo. Curiosamente,
el padre del protagonista de mi novela "La paz de febrero", de la que
hablaba por aquí el otro día, un ecologista muy comprometido, se basa en
la figura de Pedro.
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