miércoles, 23 de agosto de 2017

Y una buscadora de almas, la poeta Candelaria Villavicencio, empezó a leer mis "Cuentos de los otros".

Lali se pone a hablar de Andréi Tarkovski como si tal cosa, mientras mueve la cucharilla del té y yo abro la bolsita de azúcar de mi cortado, quizá porque sabe de qué cosas me gusta hablar. Se refiere al "espejo" que fascinaba al director ruso y yo sigo con la misma idea aplicada a mis cuentos. Ese espejo es además esencial en un poema que ha publicado dentro de una antología de una editorial madrileña.

Cada verano y cada invierno me apetece tomarme un café con ella. Esta vez lo hicimos en el Liceo Taoro de La Orotava, un lugar bellísimo. Espero que el próximo sea en "Puro Teatro", el café de mis tertulias.

Y por eso este cuento de la tercera parte de mi libro, la más ensayística, va por ella:

"Tarkovski".

"Mi mirada al escribir no sería la misma sin el cine del ruso Andréi Tarkovski, que me enseñó a buscar la poesía en lo que no se ve, fuera de las imágenes, de las frases llenas de palabras tantas veces huecas y sin sentido.

Si es verdad que existe el alma, él fue un buscador de almas.

Ayer estuve releyendo su libro “Esculpir en el tiempo” –mientras llovía lánguidamente tras los cristales–, donde expone sus teorías sobre el arte en general y el cine en particular. Es un libro precioso, a partir del cual quedan patentes su enorme personalidad como artista y su renuncia a obedecer los dogmas culturales.

En “Stalker”, del año 1979, los protagonistas son tres hombres que representan el arte, la ciencia y la fe. Ellos hablan sobre una “zona” que ha sido visitada por extraterrestres. Allí buscan a Dios o al menos algún sentido a la vida. Aún recuerdo cómo me impactó y eso que era poco más que un crío.

(Hay gente que dice que su cine es aburrido, quizá por la profundidad y exigencia de los guiones y la sutil puesta en escena. Yo reconozco que el cine que me aburre soberanamente es el de la vacuidad de “El señor de los anillos”, “Matrix” y sus secuelas, “Star Wars” y las suyas, Viernes 13 o 14, etcétera, esas historias de adolescentes que soy incapaz de resistir pasados cinco minutos).

Cada película que he visto de Tarkovski a lo largo de mi vida –en realidad solo dirigió 7 largometrajes– ha constituido un progresivo acercamiento a la verdad del arte. Su padre era poeta y él se ha convertido en uno de los poetas de mi vida a través del cine".



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